11: El establecer un plan para mejorar su método de enseñanza

"11: El establecer un plan para mejorar su método de enseñanza," Parte A: Su llamamiento para enseñar—Perfeccione sus talentos, ()


“Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y laenseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con laimposición de las manos… Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:13–16).

Al estar compilando los anales de los jareditas, Moroni se preocupó por su debilidad en escribir. Pensaba que los gentiles que habrían de leer sus palabras se burlarían de ellas y las rechazarían. Oró para que los gentiles pudiesen tener caridad y no rechazaran la palabra de Dios. Entonces el Señor le hizo esta promesa: “Porque has visto tu debilidad, serás fortalecido” (Éter 12:37). El Señor también le dijo a Moroni: “Si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos” (Éter 12:27).

Quizás al esforzarse en enseñar el Evangelio usted llegue a sentirse a veces incompetente, pero esa promesa del Señor podrá sin embargo alentarlo. A medida que usted sea humilde, reconozca los aspectos en los que necesite Su ayuda y ejercite su fe en Dios, el Señor le fortalecerá y le ayudará a enseñar de una manera agradable para Él.

Cómo evaluar sus propias aptitudes y debilidades

Usted puede comenzar a establecer un plan para mejorar su capacidad determinando cuáles son sus condiciones actuales. Podría dividir esta evaluación en dos partes: sus aptitudes y sus debilidades como maestro.

¿Cuáles son mis aptitudes como maestro?

Comience por considerar algunos de los dones que el Señor ya le ha dado y que podrían ayudarle en su desempeño como maestro. Haga una lista de esas aptitudes en su diario personal o en un cuaderno, o emplee la gráfica que se encuentra en la pá-gina 26. Al hacerlo, podría también pensar en los principios de la enseñanza que este manual destaca, como amar a quienes enseña, enseñar por el Espíritu, enseñar la doctrina, alentar un aprendizaje diligente, crear un ambiente propicio para enseñar, utilizar métodos eficaces o preparar las lecciones.

Probablemente sea su paciencia lo que puede ayudarle como maestro. O quizás sea su constante sonrisa, su interés en losdemás, sus talentos artísticos, su conocimiento de las Escrituras, su buena disposición para escuchar, su apacible temperamento, su costumbre de prepararse cabalmente o su sincero deseo de enseñar bien.

No es necesario que determine un gran número de aptitudes o virtudes; puede comenzar con unas pocas. El propósito de señalar algunas de sus aptitudes es aplicarlas a otros aspectos en los que usted no sea muy fuerte.

¿Cuáles son mis debilidades como maestro?

Después de considerar cuáles son sus aptitudes, piense en sus más recientes experiencias como maestro. Piense en los aspectos en que podría mejorar. Recuerde que podría repasar los principios de la enseñanza que este manual contiene. Podría hacer una lista de cosas en las que quizás desearía mejorar, pero probablemente le convendría dedicarse a una o dos cosas a la vez. Generalmente hablando, progresamos “línea por línea, precepto por precepto”(2 Nefi 28:30). Debemos hacer todo “con prudencia y orden; porque no se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten” (Mosíah 4:27).

Una vez que haya escogido uno o dos aspectos que le agradaría mejorar, escríbalos en su diario personal o en un cuaderno.

Prepare un plan de mejoramiento

A fin de decidir cómo habrá de mejorar el aspecto o los aspectos que haya escogido, considere las siguientes preguntas:

  • ¿Qué puedo hacer para mejorar como maestro?

  • ¿Qué habilidades necesito cultivar?

  • ¿Quién podría ayudarme?

  • ¿Qué materiales tengo disponibles?

A continuación se menciona un ejemplo que muestra cómo podría emplear estas preguntas. En este ejemplo, una maestra de la Sociedad de Socorro ha determinado que ella necesita mejorar su habilidad para discernir si las hermanas de la clase entienden las lecciones que les está enseñando.

Utilice esta gráfica (u otra que usted haya preparado) para establecer un plan que tienda a mejorar sus enseñanzas. Escriba sus propias respuestas a cada pregunta en los espacios en blanco.

¿Cómo me va?

 

¿ Qué puedo hacer para mejorar?

 

¿ Qué fuentes de recursos he de utilizar?

 

¿Qué puedo hacer ahora para mejorar como maestra?

La maestra decide revisar este manual para obtener ideas sobre cómo podría mejorar inmediatamente. Al leer“Cómo determinar si los alumnos están aprendiendo” (pá-gina 79), descubre que una manera de evaluar la comprensión de las hermanas de su clase es pedirles que enuncien los principios con sus propias palabras. Decide entonces emplear esta idea en la próxima lección que ha de enseñar y anota este plan en su diario personal.

¿Qué habilidades debo cultivar?

La maestra lee también que tiene que observar a las hermanas de su clase durante las lecciones, y se dice a sí misma: “Ésta es una habilidad que debo cultivar, pero me requerirá mucha práctica”. Luego escribe este plan en su diario personal.

Al considerar su plan, se da cuenta de que ya tiene por lo menos una aptitud como punto de partida: prepara sus lecciones con diligencia. Siendo que siempre está familiarizada con el material de la lección, podrá entonces observar a las hermanas de la clase ya que no necesitará concentrarse demasiado en el manual de lecciones ni en sus propias notas.

¿Quién podría ayudarme? ¿Qué materiales tengo disponibles?

Finalmente, la maestra se pregunta a sí misma si existen algunos medios que podría utilizar. Ya ha empleado esta guía como material de consulta y entonces piensa en otros posibles recursos: “¿Qué tal otros maestros? ¿Podría quizás hablar con el coordinador del programa de mejoramiento de maestros o algún maestro especialmente capacitado para evaluar el entendimiento de los miembros de la clase? ¿Podría una de mis líderes observar una presentación de las lecciones que enseño y darme algunas sugerencias?

¿Podrían las hermanas de la clase ofrecerme algunas sugerencias?

Establezca un objetivo y anote el progreso que vaya logrando

Después de haberse establecido un plan de mejoramiento, determine una fecha para la cual espera lograr su cometido. Quizás desee escribir en su diario personal o en su cuaderno en cuanto al progreso que vaya logrando. Si a medida que proceda necesita hacer ajustes a su objetivo,hágalos.

Cuando crea haber hecho las mejoras que haya planeado, comience a trabajar en otro aspecto de la enseñanza.

Las cualidades más importantes

En su constante dedicación por mejorar como maestro, recuerde las cualidades de mayor importancia.

El presidente Harold B. Lee se refirió cierta vez a un maestro que había ejercido una gran influencia en él cuando era niño. Quizás podría utilizar esta descripción como una guía para evaluar su eficacia total como maestro y desarrollar planes de mejoramiento:

“Las lecciones religiosas más impresionantes que aprendí durante mi niñez fueron en las clases de la Escuela Dominical. Muy pocos maestros de la Escuela Dominical, sin embargo, se destacan hoy en mi memoria por haber hecho una perdurable contribución a mi educación religiosa. Cierta maestra… tenía una habilidad muy peculiar, pareciera ser, para inculcar en mi alma las lecciones sobre la historia de la Iglesia, la moral y las verdades del Evangelio de tal manera que hoy, casi cuarenta años más tarde, sigo recordando y siendo guiado por sus lecciones.

“¿A qué se debía que aquella hermana poseyera las cualidades esenciales para ser una exitosa maestra de Escuela Dominical? No poseía un gran conocimiento laico ni se había educado en cuanto a las teorías y las prácticas de la pedagogía moderna. Su apariencia era simple y común —la de una esposa y madre de una pequeña comunidad rural donde las necesidades exigían largas horas de labor por parte de todos los miembros de la familia. Poseía, en mi opinión, tres virtudes que contribuían a la eficacia de sus enseñanzas: primero, tenía la facultad de hacer que cada alumno sintiera que ella se interesaba personalmente en él; segundo, conocía y amaba el Evangelio y tenía la habilidad para ilustrar tan acertadamente cada lección que hacía que se aplicara a nuestras propias vidas; y tercero, tenía una fe absoluta en Dios y un inalterable testimonio de la divinidad del Evangelio restaurado de Jesucristo.

“Tenía aun otra cualidad menos evidente pero… realmente vital y esencial tanto para ella misma como para toda otra persona que haya de enseñar el Evangelio de Jesucristo. El Señor ha declarado cuál es la ley de los maestros con estas palabras: ‘Y se os dará el Espíritu por la oración de fe; y si no recibís el Espíritu, no enseñaréis’(D. y C. 42:14)… “La persona que suplica en oración que se le ayude en su enseñanza tendrá el poder del Espíritu Santo, y sus enseñanzas serán, como lo expresó Nefi, ‘[llevadas] al corazón de los hijos de los hombres… por el poder del SantoEspíritu’ ” (The Teachings of Harold B. Lee, editado por Clyde J. Williams [1996], pág. 444).

Al evaluar sus aptitudes y sus debilidades como maestro, considere cuán eficazmente está reflejando esas “cualidades esenciales”. Quizás podría meditar en cuanto a las siguientes preguntas:

  • ¿Les demuestro amor a quienes enseño? ¿Demuestro mi interés en cada uno de ellos?

  • ¿Pueden sentir mi amor por el Señor y Sus enseñanzas?

  • ¿Les ayudo a percibir que esas enseñanzas se aplican a su propia vida?

  • ¿Pueden sentir mi testimonio en cuanto al Evangelio restaurado de Jesucristo? ¿Pueden percibir mi fe absoluta en Dios?

  • ¿Oro con fe para poder enseñar por el poder del Espíritu Santo?

Aunque no tenga experiencia en muchos de los aspectos técnicos de la enseñanza, usted puede concentrarse en las cualidades de mayor importancia. Puede amar a quienes enseña. Puede demostrar constantemente que ama alSeñor y Sus enseñanzas. Y puede compartir fervientemente con ellos su fe en Dios y su testimonio del Evangelio restaurado. Puede tener éxito en las cualidades más significativas, aun mientras esté desarrollando sus habilidades decarácter técnico.

Con la ayuda del Señor, usted puede mejorar

En tanto que se esfuerce por mejorar, con frecuencia recibirá la ayuda del Señor por intermedio de otras personas. La siguiente historia relatada por un hermano que sirvió como presidente de misión en el oriente de Europa ilustra este principio:

“Durante el verano de 1993, fui a visitar una de nuestras ramas nuevas. Una hermana recientemente bautizada enseñaba la Escuela Dominical. Se sentía evidentemente incó-moda al estar frente a la clase. Tratando de evitar cometer algún error, leía palabra por palabra la lección del manual. Mientras que ella tenía los ojos fijos en el libro, los miembros de la clase se movían con cierto fastidio.

“Después de la lección felicité a esa maestra por la exactitud doctrinaria de sus materiales y con el mayor tacto que pude emplear le pregunté si había considerado presentar a la clase algunas preguntas con el fin de estimular la participación de sus alumnos. Ella respondió que en Europa los maestros no acostumbran hacer preguntas. Me alejé entonces pensando en lo que podríamos hacer para ayudarla a ella y a tantos otros nuevos maestros como ella en ese país donde la Iglesia se había establecido sólo unos pocos años antes.

“En agosto de ese año, se designó a una pareja para que iniciara en nuestra área los programas del Sistema Educativo de la Iglesia. Les pedimos que llevaran a cabo lo que en ese entonces se denominaban sesiones de capacitación. Una de las maestras que tenían que adiestrar era aquella hermana que enseñó la clase a la que yo había asistido.

“Cuatro meses más tarde regresé a esa rama. Se había producido allí un milagro. Aquella hermana se hallaba al frente de la clase completamente transformada, con toda serenidad y confianza. Sus preguntas cuidadosamente preparadas provocaban respuestas de sumo interés. Cada vez que un miembro de la clase participaba, ella le hacía comentarios alentadores. Había hecho los arreglos necesarios para que uno de sus alumnos compartiera una experiencia personal relacionada con el tema de la lección y luego invitó a otros para que hicieran lo mismo. Casi al final de la lección, un nuevo miembro dio su testimonio. La maestra se detuvo y preguntó quedamente: ‘¿Notaron el Espíritu mientras hablaba la hermana Molnar? Ése es el Espíritu del Señor’. En tanto que disfrutábamos del sentimiento de paz y entendimiento que todos experimentamos en aquelsalón alquilado, yo le agradecí a mi Padre Celestial por aquella pareja que había enseñado los principios de la enseñanza del Evangelio a aquella atemorizada hermana convirtiéndola en una persona que verdaderamente merecía ser llamada maestra del Evangelio de Jesucristo”.