Las oportunidades y responsabilidades de los maestros del SEI en el siglo XXI

Una velada con el élder M. Russell Ballard

Para los maestros de religión del SEI • 26 de febrero de 2016 • Tabernáculo de Salt Lake


 

Mis queridos hermanos y hermanas, gracias por sus extraordinarios esfuerzos de bendecir la vida de nuestros jóvenes miembros de la Iglesia.

Recientemente he repasado el nuevo libro, By Study and Also By Faith: One Hundred Years of Seminaries and Institutes of Religion [Tanto por el estudio como por la fe: 100 años de Seminarios e Institutos de Religión]. ¡Es una historia impresionante! Al leerla, me di cuenta de la función que tuvieron mi bisabuelo Joseph F. Smith y mi abuelo Melvin J. Ballard en la creación y la expansión del sistema educativo de la Iglesia.

Hoy estoy sirviendo donde ellos sirvieron debido a mi asociación con ustedes. Desde 1985, he tenido el privilegio de servir en la Mesa Directiva de Educación durante 14 años, 7 de los cuales estuve en el Comité Ejecutivo, y casi 4 de esos años serví como presidente de dicho comité.

En el tiempo que serví en la Mesa Directiva, desarrollé un tremendo aprecio por el Sistema Educativo de la Iglesia. Hoy hablo por todos los padres y abuelos, y hasta por los bisabuelos de esta Iglesia cuando digo “Gracias” a todos ustedes, maestros, administradores y sus respectivas familias por su fiel servicio. Lo que el SEI ha logrado en los últimos 100 años es sorprendente. Sin embargo, estoy más interesado en los próximos 100 años y en cómo ustedes pueden ayudar a sus alumnos a afrontar los cambiantes desafíos del siglo XXI.

En una reunión de capacitación con las Autoridades Generales, el presidente Gordon B. Hinckley enseñó sobre el tema de “mantener la doctrina pura y la Iglesia en el curso correcto”. Él dijo: “No podemos ser demasiado cuidadosos. Debemos cuidarnos de no desviarnos [del curso]. En nuestros esfuerzos por ser originales, modernos y diferentes, podríamos estar enseñando cosas que quizás no estén del todo en armonía con las doctrinas básicas de esta, la Iglesia restaurada de Jesucristo. …Es mejor que estemos más alertas. …Debemos ser atalayas en la torre”1.

A medida que la educación de la Iglesia avanza en el siglo XXI, cada uno de ustedes tiene que considerar cualquier cambio que deberían hacer en la forma en que se preparan para enseñar, cómo enseñan y qué enseñan, si es que van a edificar una fe inquebrantable en la vida de nuestros preciados jóvenes.

Atrás quedan los días en que un alumno hacía una pregunta sincera y el maestro respondía: “¡No te preocupes por eso!” Atrás quedan los días en que un alumno expresaba una preocupación sincera y el maestro compartía su testimonio como respuesta para no hablar del asunto. Atrás quedan los días en que los alumnos estaban protegidos de la gente que atacaba la Iglesia. Afortunadamente, el Señor ha proporcionado este consejo oportuno y eterno para ustedes: “Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe”2.

Esto, en particular, se aplica hoy en día, ya que no todos los alumnos tienen la suficiente fe para afrontar los retos del futuro y porque muchos de ellos ya han sido expuestos a través de internet a las fuerzas corrosivas de un creciente mundo secular que es hostil a la fe, a la familia y a los estándares del Evangelio. Internet está expandiendo su alcance a todo el mundo, a casi todos los hogares y en las mismas manos y mentes de sus alumnos.

Ustedes pueden ayudar a sus alumnos enseñándoles lo que significa combinar el estudio y la fe a medida que aprenden. Enséñenles esta habilidad y método demostrándolo en la clase.

El presidente Harold B. Lee observó:

“Les recuerdo que el adquirir conocimiento mediante la fe no es un camino fácil hacia el aprendizaje. Esto requiere un arduo esfuerzo y una lucha constante mediante la fe…

“En resumen, aprender mediante la fe no es tarea para un holgazán. Alguien ha dicho, que tal procedimiento requiere doblegar el alma, trayendo lo más profundo de la mente humana y enlazándolas con Dios, estableciendo así la conexión perfecta. Entonces ahí viene el ‘conocimiento mediante la fe’”3.

El conocimiento mediante la fe producirá un testimonio puro, y un testimonio puro tiene el poder de cambiar vidas, como se ilustran en estas tres breves historias.

Primero, Phoebe Carter dejó su casa en Maine para reunirse con los Santos en Ohio, en la década de 1830. Ella recuerda: “Mis amigos se maravillaban ante mi decisión, al igual que yo; pero algo me impulsaba a seguir adelante. El dolor de mi madre ante mi partida fue casi más de lo que pude soportar; y de no haber sido por la compañía del Espíritu, al final habría desistido”4.

Phoebe siguió al profeta y se reunió con los Santos en Ohio y, finalmente, a Utah, donde falleció como una fiel Santo de los Últimos Días y esposa, unida en yugo igual a su esposo, el Presidente de la Iglesia, Wilford Woodruff.

El siguiente relato proviene de la biografía de Marion G. Romney.

Como estudiante universitario, Marion había decidido que no podía ir a una misión debido a la situación financiera de su familia. En una ocasión, escuchó hablar al élder Melvin J. Ballard. Las notas biográficas decían: “[Marion] no sabía que el curso de su vida estaba a punto de cambiar completamente en un breve momento”.

La historia continúa: “[El padre de Marion] había dicho a sus hijos… que había tanta diferencia entre un hombre que vivía bajo la inspiración del Espíritu y de uno que no lo hacía, como la había entre un árbol que crecía y un tronco muerto. Por primera vez, Marion… comprendió totalmente lo que era estar bajo la influencia de la inspiración. Una sensación punzante y conmovedora colmó su alma. Él… nunca había sido conmovido como lo había sido ahora, escuchando las palabras del más reciente de los Apóstoles…

“El joven Marion… estaba electrificado. El resplandor de rostro del Apóstol y la sinceridad de su testimonio lo colmaron de un deseo irresistible de ir a una misión… Él sabía que sus planes para sus estudios superiores debían posponerse”5.

Pronto, Marion estaba rumbo a Australia, donde sirvió fielmente. Posteriormente se convirtió en un poderoso Apóstol y miembro de la Primera Presidencia.

El último relato lo contó el presidente Boyd K. Packer sobre el impacto que tuvo un maestro en la vida de William E. Berrett. El maestro, un converso de Noruega, hablaba con dificultad el idioma Inglés. Sin embargo, a pesar de las limitaciones del maestro, el presidente Packer recordó que “el hermano Berrett testific[ó] en más de una ocasión, ‘nos podíamos calentar las manos en el fuego de su fe’”6.

Más tarde, William se convirtió en el director de seminarios, institutos y escuelas de la Iglesia.

Para Phoebe, Marion y William, escuchar un testimonio puro se convirtió en el catalizador que cambió sus vidas para siempre. Lo mismo puede suceder con sus alumnos. Sin embargo, dado las realidades del mundo de hoy, un testimonio puro no siempre será suficiente. Phoebe, Marion y William estaban limpios y puros, libres de la pornografía y de lo mundano mientras estuvieron a los pies de misioneros, maestros y líderes inspirados. El Espíritu penetró fácilmente sus tiernos y puros corazones.

Hoy en día, la historia es muy diferente; algunos de sus alumnos ya han sido infectados por la pornografía y lo mundano antes de llegar a sus clases.

Hace tan solo una generación, el acceso de nuestros jóvenes a la información sobre nuestra historia, doctrina y prácticas estaban limitadas básicamente a los materiales impresos por la Iglesia. Pocos alumnos estuvieron en contacto con interpretaciones alternativas. En su mayoría, nuestros jóvenes vivieron una vida protegida.

Nuestro plan de estudios en aquel entonces, aunque bien pensado, no preparaba a los alumnos para hoy día, un día en que los alumnos tienen acceso instantáneo casi a todo lo relacionado con la Iglesia desde todos los puntos de vista posibles. Hoy, lo que ven en sus dispositivos móviles puede ser tanto un desafío para la fe como un promotor de la fe. Muchos de nuestros jóvenes están más familiarizados con Google que con el Evangelio, más en sintonía con internet que con la inspiración, y más ligados a Facebook que a la fe.

A la luz de estos desafíos, la Mesa Directiva de Educación recientemente aprobó una nueva iniciativa en seminario, denominada Dominio doctrinal. En base a lo que ya se había hecho en Dominio de las Escrituras, esta nueva iniciativa se centrará en edificar y fortalecer la fe de nuestros alumnos en Jesucristo, y fortalecerlos con una mayor capacidad de vivir y aplicar el Evangelio en su vida. Creado en base a las Escrituras y a las palabras de los profetas, aprenderán cómo actuar con fe en Cristo para adquirir conocimiento y comprensión espiritual de Su evangelio; y tendrán la oportunidad de aprender a aplicar la doctrina de Cristo y los principios del Evangelio a las preguntas y desafíos que escuchen y vean todos los días entre sus compañeros y en redes sociales.

Esta iniciativa es inspirada y oportuna. Tendrá una gran influencia en nuestros jóvenes. Sin embargo, el éxito del Dominio doctrinal y el de todos los otros programas de estudios del SEI dependerán en gran medida de ustedes.

A la vista de estos desafíos, ¿cuáles son sus oportunidades y responsabilidades como maestros del SEI en el siglo XXI? Obviamente, deben amar al Señor, a Su Iglesia y a sus alumnos. También, a menudo deben expresar un testimonio puro y sincero. Además, más que en cualquier otro momento de la historia, sus alumnos también tienen que ser bendecidos al aprender el contenido y contexto doctrinal o histórico por medio del estudio y de la fe, acompañado de un testimonio puro para que puedan experimentar una conversión madura y perdurable al Evangelio, y un compromiso de por vida con Jesucristo. La conversión madura y perdurable significa que van a “permanecer en el barco y sujetarse” a lo largo de sus vidas7.

Para que ustedes comprendan el contenido doctrinal e histórico, y el contexto de las Escrituras y de nuestra historia, tendrán que estudiar de los “mejores libros”, como lo indicó el Señor. Los “mejores libros” incluyen las Escrituras, las enseñanzas de los profetas y apóstoles modernos, y la mejor erudición SUD disponible. Por medio de sus mejores esfuerzos diligentes para aprender por medio del estudio y la fe, serán capaces de ayudar a sus alumnos a aprender las habilidades y actitudes necesarias para distinguir entre la información confiable que los elevará y las verdades a medias e interpretaciones incorrectas de la doctrina, la historia y las prácticas que los desmoralizarán.

Enséñenles acerca de los desafíos que afrontan cuando confían en internet para responder preguntas de significado eterno. Recuérdenles que Santiago no dijo: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, ¡vaya a Google!”8.

La gente sabia no depende de internet para diagnosticar ni tratar problemas de salud emocional, mental ni física, en especial problemas que pongan en riesgo la vida. En su lugar, buscan profesionales de la salud, aquellos formados y autorizados por reconocidas juntas médicas y estatales. Aun así, la gente prudente busca una segunda opinión.

Si ese es el camino sensato para buscar respuestas para problemas de salud emocional, mental y física, cuánto más aún cuando la vida eterna está en juego. Cuando algo tiene el potencial de poner en peligro nuestra vida espiritual, nuestras relaciones familiares más preciadas y nuestra membresía en el Reino, debemos encontrar líderes de la Iglesia considerados y fieles que nos ayuden; y si fuera necesario, debemos pedir ayuda a aquellos con capacitación, experiencia y formación académica adecuadas.

Esto es exactamente lo que hago cuando necesito una respuesta a mis preguntas que yo mismo no puedo responder. Busco ayuda de mis hermanos en el Cuórum de los Doce y de otras personas con conocimiento en el campo de la historia de la Iglesia y de la doctrina.

Ustedes deben ser los primeros, aparte de la familia de los alumnos, en presentarles recursos autorizados sobre temas que pueden ser menos conocidos o controversiales para que sus alumnos midan lo que escuchan o lean después con respecto a lo que ustedes ya les hayan enseñado.

Ustedes saben que inoculamos a nuestros preciados misioneros antes de enviarlos al campo misional, así estarán protegidos contra las enfermedades que pueden dañarlos o matarlos. De manera similar, por favor, antes de enviarlos al mundo, inoculen a sus alumnos proporcionándoles una fiel, profunda y exacta interpretación del Evangelio, las Escrituras, nuestra historia y esos temas que a veces son malinterpretados.

Para nombrar algunos temas que son menos conocidos o controversiales, me refiero a temas como la poligamia, piedras videntes, diferentes relatos de la Primera Visión, el proceso de traducción del Libro de Mormón o el Libro de Abraham, problemas de orientación sexual, la raza y el sacerdocio o una Madre Celestial.

Los esfuerzos para inocular a nuestros jóvenes a menudo recaerán sobre ustedes, los maestros del SEI. Con esos pensamientos en mente, siéntense y piensen sobre sus oportunidades y responsabilidades.

Los líderes de la Iglesia somos plenamente conscientes de nuestro acceso ilimitado a la información, y estamos haciendo esfuerzos extraordinarios para proporcionar un contexto preciso y una comprensión de las enseñanzas de la Restauración. Un buen ejemplo de este esfuerzo son los once ensayos sobre Temas del Evangelio en LDS.org que proporcionan interpretaciones equilibradas y confiables sobre temas muy controversiales y desconocidos de la Iglesia.

Es importante que conozcan el contenido de estos ensayos como la palma de la mano. Si tienen preguntas acerca de ellos, por favor, pregunten a alguien que los haya estudiado y los comprenda. En otras palabras, “buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” al dominar el contenido de estos ensayos.

También deben familiarizarse con el sitio web Los documentos de José Smith y de la sección de Historia de la Iglesia en LDS.org y otros recursos de eruditos fieles SUD.

El esfuerzo por la transparencia del Evangelio y la inoculación espiritual por medio de un estudio reflexivo de la doctrina y la historia, junto con un testimonio ardiente, es el mejor antídoto que tenemos para ayudar a los alumnos a evitar o lidiar con preguntas, dudas y crisis de fe que pudieran afrontar en la era de la información.

Al pagar el precio de comprender mejor nuestra historia, doctrina y prácticas, mejor de lo que ya la conocen, ustedes los maestros estarán preparados para proporcionar respuestas bien analizadas, cuidadosas e inspiradas a las preguntas de los alumnos.

Una forma de saber qué preguntas tienen sus alumnos, es escucharlos con atención.

Nuestra primera hija, cuando tenía cinco años, se subió a mi regazo mientras estaba leyendo el periódico. Ella me estaba diciendo algo importante para ella, y yo no estaba prestando atención. Así que, estiró sus pequeñas manos, bajó el periódico, tomó mi rostro con sus manitas, me miró directamente a los ojos, y dijo: “¡Papi, no me estás escuchando!”. Ella tenía razón, yo estaba equivocado al no escucharla. Todos los buenos maestros tienen que ser buenos oyentes.

Además de escuchar a sus alumnos, por favor, invítelos en clase o en privado, a que les hagan preguntas acerca de cualquier tema.

Una de las preguntas más importantes que sus alumnos podrían hacer es “¿Por qué?”.

Cuando se hace con un sincero deseo de entenderé “¿Por qué?” Es una gran pregunta. Es la pregunta que los misioneros desean que hagan sus investigadores. ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? ¿Por qué debemos orar? ¿Por qué debemos seguir a Cristo? A menudo preguntar “por qué” conduce a la inspiración y a la revelación. Conocer el plan de nuestro Padre Celestial ayudará a responder muchas de las preguntas “por qué”. Hablaré más de esto en unos minutos.

Esta es la nota final sobre responder preguntas. Es importante enseñar a sus alumnos, aunque el Evangelio brinda muchas, si no, casi la mayoría de las respuestas a las preguntas más importantes de la vida, algunas preguntas no se pueden responder en la mortalidad porque carecemos de la información necesaria para obtener una respuesta adecuada. Como aprendemos de Jacob: “¡He aquí, grandes y maravillosas son las obras del Señor! ¡Cuán inescrutables son las profundidades de sus misterios; y es imposible que el hombre descubra todos sus caminos! Y nadie hay que conozca sus sendas a menos que le sean reveladas.”9

Ahora, una palabra de precaución: Por favor reconozcan que pueden llegar a creer, al igual que muchos de sus alumnos, que ustedes son expertos en las Escrituras, en la doctrina y en la historia de la Iglesia. Un estudio reciente reveló que “cuando las personas creen que saben más sobre un tema, más probabilidades hay de que afirmen tener comprensión más allá de lo que saben, incluso hasta el punto de fingir conocimiento de hechos falsos e información fabricada”10.

Esta tentación, identificada como “excesiva”, debe ser evitada por ustedes, los maestros del SEI. Está perfectamente bien decir: “No sé”, sin embargo, una vez que se dice, tienen la responsabilidad de encontrar las mejores respuestas posibles a las preguntas profundas de sus alumnos11.

Al enseñar a sus alumnos y al responder sus preguntas, déjenme advertirles que no compartan rumores sin fundamentos ni creencias obsoletas ni explicaciones de nuestra doctrina y prácticas del pasado. Siempre es aconsejable hacer de esto una práctica para estudiar las palabras de los profetas y apóstoles vivientes; estar actualizado en temas como los asuntos, normas y declaraciones de la Iglesia por medio de mormonnewsroom.org y LDS.org; y consultar con obras de reconocidos pensadores y eruditos fieles SUD para asegurarse de que no enseñan cosas que no son ciertas, obsoletas, raras o extravagantes.

Los autores del estudio sobre la “exageración” señalaron “una tendencia a exagerar, especialmente en expertos de la autopercepción, podría en realidad disuadir a las personas de educarse a sí mismos precisamente en aquellas áreas en las que se consideran bien informados”.

El vicerrector de la Universidad Brigham Young observó, “ser experto en un tema puede ser muy estimulante, con estudiantes y colegas pendientes de cada palabra nuestra. Sin embargo, sin un profundo compromiso a continuar con el aprendizaje seremos víctimas de la exageración, y a nadie le gusta un “sabelotodo”12.

Repito la advertencia del presidente Hinckley: “No podemos ser demasiado cuidadoso. Debemos cuidarnos de no desviarnos [del curso]”13.

Además de convertirse en aprendices de toda la vida, también deben estar haciendo aquellas cosas en su vida personal que permita que el Espíritu Santo obre en su interior. Esas cosas que deben hacer incluye la oración sincera a diario, el ayuno fiel, el estudio regular y la meditación de las Escrituras y las palabras de los profetas vivientes, hacer que el día de reposo sea una delicia, tomar la Santa Cena con humildad y siempre recordando al Salvador, asistir al templo con tanta frecuencia como sea posible y, finalmente, llegar a los necesitados, a los pobres, y solitarios, con los que están cerca y con los del otro lado del mundo.

Para cumplir con sus oportunidades y responsabilidades de forma adecuada, mis queridos maestros, ¡deben practicar lo que predican!

Sean valientes, buscando el consejo y la corrección de aquellos en quienes confían: su cónyuge, líderes del sacerdocio o supervisores. Pregúntenles dónde pueden mejorar en su discipulado personal. Esto es especialmente importante para nuestros empleados de tiempo completo, los que cobran de los fondos de los diezmos sagrados de la Iglesia. Deben evitar cualquier cosa que los aleje del Espíritu, ya sean pecados personales, santurronería y superchería.

Además, tengan una entrevista personal con ustedes mismos regularmente - repasando 2 Nefi 26: 29–32, Alma 5: 14–30 y Doctrina y Convenios 121: 33–46 – para que ayude a identificar los tipos de tentaciones que pueden afrontar debido a sus oportunidades y responsabilidades únicas como maestros del SEI.

Eviten la tentación de cuestionar los motivos de sus compañeros de trabajo. En su lugar, miren en lo profundo de su propio corazón y busquen sus propios deseos y motivos. Solo entonces el Salvador puede cambiar su corazón y alinear sus deseos y motivos con los de Él.

La nueva generación tiene que saber, comprender, aceptar y participar en el plan de salvación de Dios. Comprender el plan les dará a ellos un contexto divino por el que se podrán ver a sí mismos y proporcionarles un lente para comprender casi toda doctrina, práctica y norma de la Iglesia.

Como maestros del SEI, deben aceptar la oportunidad y la responsabilidad de enseñar a los jóvenes del siglo XXI los principios correctos sobre el plan, incluyendo la doctrina divina y del matrimonio y la función de la familia según se define en la proclamación sobre la familia14.

La doctrina del matrimonio eterno y la familia es una parte crucial del plan de felicidad de Dios. Incluye a nuestras propias familias selladas en el templo como parte de la familia eterna de nuestro Padre Celestial en el Reino Celestial. Debido a que esto se relaciona directamente con Su propia familia y Sus hijos espirituales, en Génesis se nos enseña que “varón y hembra los creó” y que Él mandó a nuestro padre Adán y a nuestra madre Eva a “multiplicar y henchir la tierra”15.

Se ha dicho que el Plan de Felicidad comienza y termina con la familia. De hecho, la familia comenzó en el mundo premortal, donde vivimos como integrantes de la familia de nuestros Padres Celestiales; y al final, los compromisos familiares y los lazos de amor no solo seguirán existiendo, sino que también se proliferarán a través del proceso de la procreación16.

El punto que conecta todo esto, del cual el plan de Dios y nuestro destino dependen, y sobre el cual gira todo lo demás, es Jesucristo. Su sacrificio expiatorio hace posible todas las cosas, entre las que se incluye (pero que no se limita a) un matrimonio y una familia eternos donde reine el amor y la comprensión.

El Señor nos enseña que ninguna persona, sin importar su rectitud, puede obtener todo lo que nuestro Padre Celestial tiene para Sus hijos. Una persona es la mitad de la ecuación, incapaz de morar en el grado más alto del Reino Celestial17.

Sus alumnos deben entender que el propósito de la mortalidad es llegar a ser más como Dios, al obtener cuerpos físicos, ejercitar el albedrío y asumir funciones que antes pertenecían solo a nuestros Padres Celestiales, la función de esposo, esposa y padres.

Los profetas nos han asegurado que aquellos que son dignos y que confían en Jesucristo, pero no han sido sellados como matrimonio o que no han podido tener hijos en esta vida tendrán esas oportunidades en el mundo venidero.

Enseñen a sus alumnos que en la Iglesia del Señor hay lugar para todos para adorar, servir y crecer juntos como hermanos y hermanas en el Evangelio. Recuérdenles lo que enseñó Lehi, que el objetivo y la esperanza de Dios para todos Sus hijos se puede resumir de la siguiente manera: “Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo”18.

El Padre Celestial quiere que aceptemos Su definición del matrimonio y obedezcamos Su primer mandamiento de “multiplicarnos y henchir”, no sólo para cumplir con Su plan, sino también para encontrar el gozo para el cual fue diseñado Su plan para Sus hijos e hijas.

Los miembros de la Iglesia no son los únicos en reconocer este principio. El columnista David Brooks del New York Times observó: “Las personas no son mejores cuando se les da la máxima libertad de hacer lo que quieran. Son mejores cuando tienen compromisos que trascienden su elección personal, compromisos con la familia, con Dios, con el trabajo y el país” 19.

Como educadores de la Iglesia, ayuden a nuestros jóvenes a tener un claro entendimiento de la doctrina del plan de felicidad de Dios, por el cual viene el verdadero gozo a Sus hijos. Ayúdenles a conocerlo, aceptarlo, a participar en él, y a defenderlo. De mis 40 años de experiencia como Autoridad General, me preocupa el gran número de nuestros miembros de la Iglesia, jóvenes y mayores, que simplemente no comprenden el plan de su eterno y divino destino.

Así que, mis queridos maestros, debemos procurar y deleitarnos en estas oportunidades de explicar, doctrinal y espiritualmente, por qué creemos que el conocimiento del gran plan de felicidad de Dios contestará la mayoría de las preguntas de tipo “por qué” que se nos puedan hacer. El expresar nuestra creencia en una vida premortal donde vivíamos como hijos espirituales de un Padre Celestial y una Madre Celestial nos permite explicar por qué fue creada esta tierra. Un propósito esencial de esta vida mortal es que podemos replicar esa experiencia de familia nosotros mismos, solo que esta vez lo podemos hacer como padres además de como hijos. Atesoren su comprensión básica de la doctrina y el propósito del plan de nuestro Padre Celestial para nuestra felicidad eterna; y continúen enseñándolo.

Para concluir y resumir: de los comentarios del élder Kim B. Clark de antes, aprendemos que ustedes son maestros enviados por Dios, llenos de fe, esperanza, humildad y amor20.

Los puntos que yo he compartido con ustedes son:

  • Enseñen a sus alumnos a combinar el aprendizaje por medio del estudio y la fe con un testimonio puro. Enséñeles a que permanezcan en el barco, ¡y que se sujeten!

  • Enseñen a los alumnos a controlar sus dispositivos móviles y a que se centren en estar más conectados con el Espíritu Santo que con internet.

  • Inoculen a sus alumnos con las verdades del plan de salvación que se encuentran en el evangelio de Jesucristo.

  • Dominen el contenido de los ensayos sobre Temas del Evangelio.

  • Recuerden que “¿Por qué?” puede ser una gran pregunta que conduce al entendimiento del Evangelio.

  • No exageren, y no tengan temor de decir “No lo sé”.

  • Conviértanse en aprendices durante toda la vida.

  • Busquen consejo y corrección de aquellos en quienes confían.

  • Consideren tener una entrevista personal de vez en cuando para repasar su propia preparación espiritual, diligencia y efectividad.

  • Enseñen a los alumnos que el Plan de Felicidad comienza y termina con la familia. Tengan el plan de salvación en mente siempre.

  • Enseñen que el matrimonio y la familia nos brindan gozo perdurable.

  • Recuerden que combinar el aprendizaje con el estudio, la fe y un testimonio puro brindan verdad y conversión perdurables.

  • Por encima de todo lo demás, una fuerte fe en la Expiación del Señor Jesucristo es esencial para nuestra fortaleza espiritual y crecimiento.

Ahora bien, mis queridos maestros, que el Señor bendiga a cada uno de ustedes. Cualquiera que sea la carga que llevan, que sea quitada. Que puedan hallar el gozo y la paz que viene de saber por medio de sus enseñanzas que han influido en una vida, que han elevado a uno de los hijos del Padre Celestial en su trayecto para que algún día se encuentre un día en Su presencia. Les dejo mi testimonio que tenemos la plenitud del evangelio sempiterno de Jesucristo según fue restaurado por medio del profeta José Smith. La plenitud del evangelio está en nuestras manos. Debemos ponerlo en nuestra mente y en nuestro corazón y enseñarlo con poder. Que el Señor bendiga a cada uno de nosotros es mi humilde oración y bendición, en el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Reunión de capacitación de las Autoridades Generales, 2 de septiembre de 1992.

  2. Doctrina y Convenios 88:118

  3. Harold B. Lee, en Clyde J. Williams, ed. The Teachings of Harold B. Lee (1996), 331.

  4. Edward William Tullidge, The Women of Mormondom (1877), 412.

  5. F. Burton Howard, Marion G. Romney: His Life and Faith (1988), págs. 63–64.

  6. Boyd K. Packer, “Tributo a los santos del Señor”, Liahona, julio de 1980, pág 99.

  7. Véase M. Russell Ballard, “¡Permanezcan en el bote y sujétense!”,Liahona, noviembre de 2014, págs. 89–95.

  8. Véase Santiago 1:5.

  9. Jacob 4:8; véase también Doctrina y Convenios 101:32–34.

  10. Brent W. Webb, “Quest for Perfection and Eternal Life” (Brigham Young University annual university conference faculty session, Aug. 24, 2015), 10, speeches.byu.edu; see Stav Atir, Emily Rosenzweig, and David Dunning, “When Knowledge Knows No Bounds: Self-Perceived Expertise Predicts Claims of Impossible Knowledge,” Psychological Science, Aug. 2015, 1295–1303; doi: 10.1177/0956797615588195.

  11. Véase Doctrina y Convenios 101:32–34.

  12. Brent Webb, “Quest for Perfection and Eternal Life,” 10, speeches.byu.edu.

  13. Reunión de capacitación de las Autoridades Generales, 2 de septiembre de 1992.

  14. Véase “La familia: Una proclamación para el mundo”. Ensign o Liahona, noviembre de 2010,  pág. 129.

  15. Véase Génesis 1:27–28.

  16. Véase Doctrina y Convenios 131:1–4; 132:19.

  17. Véase 1 Corintios 11:11 y Doctrina y Convenios 131:1–4.

  18. 2 Nefi 2:25.

  19. David Brooks, “The Age of Possibility,” New York Times, Nov. 15, 2012, nytimes.com.

  20. Kim B. Clark, “Los maestros provienen de Dios” (Una velada con el élder M. Russell Ballard, 26 de febrero de 2016), broadcasts.lds.org.