Presentación de la Primera Presidencia


 

Élder D. Todd Christofferson: Buenos días. Soy el élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles. Como Director del Comité de Asuntos Públicos de la Iglesia se me ha pedido que dirija la reunión de esta mañana. Les damos la bienvenida desde el Templo de Salt Lake en esta ocasión memorable en que anunciaremos el llamamiento de una nueva Primera Presidencia. Hemos decidido hablarle en primer lugar a ustedes, los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Recordamos con cariño al presidente Thomas S. Monson, cuyo servicio fúnebre fue el pasado día viernes. Cuando el Presidente de la Iglesia fallece, la Primera Presidencia se disuelve automáticamente. Los hombres que venían desempeñándose como consejeros vuelven a sus posiciones en el Cuórum de los Doce Apóstoles, y ese Cuórum asume el liderazgo de la Iglesia, dirigido por el Apóstol de mayor antigüedad. Poco después de la muerte del Presidente de la Iglesia, los miembros del Cuórum de los Doce se reúnen en el templo para considerar la reconstitución de la Primera Presidencia. A lo largo de nuestra historia, el Apóstol de mayor antigüedad siempre llega a ser el sucesor del Presidente de la Iglesia. Este sistema hace innecesarias las postulaciones y las campañas por el cargo y proporciona continuidad, madurez, experiencia y extensa preparación a la persona que llega a ser Presidente. Como observó el élder John A. Widtsoe: ‘Este es un sabio procedimiento. Se coloca a la cabeza de la Iglesia al Apóstol que ha servido por más tiempo. Las personas lo conocen bien y confían en él. Él conoce los procedimientos de los asuntos de la Iglesia. No es un novato que deba capacitarse para esa posición’ (Evidences and Reconciliations, compilación de G. Homer Durham, 3 tomos, tomo 1, 1960, pág. 264)”.

El nuevo Presidente es apartado por la imposición de manos del Apóstol que le sigue en antigüedad, acompañado de todos los miembros del Cuórum. Guiado por la inspiración divina que recibe, el Presidente selecciona a sus consejeros y luego, junto con los demás Apóstoles, los aparta. Después de la reorganización de la Primera Presidencia, el siguiente Apóstol que ha servido por más tiempo es apartado como Presidente del Cuórum de los Doce. Si el siguiente apóstol que ha servido por más tiempo es llamado a la Primera Presidencia, el siguiente Apóstol en antigüedad es designado como Presidente en funciones de los Doce.

En nuestro caso, esa reunión especial en el templo tuvo lugar el pasado domingo por la mañana en un ambiente de ayuno y oración. Habiendo participado en ella, puedo decir que fue una experiencia dulce y sagrada en la cual la voluntad del Señor se manifestó claramente y todos estuvimos de acuerdo. Esa experiencia confirmó una vez más que Jesucristo dirige Su Iglesia. Nos complace anunciarles esta mañana que el presidente Russell M. Nelson ha sido apartado como el 17º Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días el 14 de enero de 2018, con el presidente Dallin H. Oaks como Primer Consejero y el presidente Henry B. Eyring como Segundo Consejero de la Primera Presidencia. El presidente M. Russell Ballard fue apartado como Presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles. A continuación, escucharemos al presidente Russell M. Nelson, seguido de sus consejeros.

Presidente Russell M. Nelson: Queridos hermanos y hermanas, me siento humilde al estar con ustedes esta mañana. Hace cuatro días, dimos sepultura a un gigante, un profeta de Dios, el presidente Thomas S. Monson. No hay palabras que hagan justicia a la magnitud y magnificencia de su vida. Atesoraré por siempre nuestra amistad, agradecido de lo que él me enseñó. Ahora debemos mirar hacia el futuro con total fe en nuestro Señor Jesucristo, a quien pertenece esta Iglesia.

Hace dos días, como dijo el élder Christofferson, todos los Apóstoles vivientes se congregaron en la sala superior del Templo de Salt Lake. Allí tomaron la decisión unánime de, primero, reorganizar la Primera Presidencia ahora, y segundo, que yo sirviese como Presidente de la Iglesia. Las palabras no expresan adecuadamente lo que sentí cuando mis hermanos, que son las Autoridades Generales que poseen todas las llaves del sacerdocio restauradas mediante el profeta José Smith en esta dispensación, colocaron sus manos sobre mi cabeza para ordenarme y apartarme como Presidente de la Iglesia. Fue una experiencia sagrada y sobrecogedora.

Seguidamente, era mi responsabilidad discernir a quiénes había preparado el Señor para que fuesen mis consejeros. ¿Cómo podría elegir a solo dos de los Doce Apóstoles siendo que amo tanto a cada uno de ellos? Estoy profundamente agradecido al Señor por contestar mis fervientes oraciones. Agradezco mucho que el presidente Dallin Harris Oaks y el presidente Henry Bennion Eyring estén dispuestos a servir conmigo como Primer y Segundo Consejeros, respectivamente. El presidente Dieter F. Uchtdorf ha vuelto a tomar su lugar en el Cuórum de los Doce Apóstoles. Él ya ha recibido asignaciones importantes para las cuales está particularmente capacitado. Le rindo tributo a él y al presidente Eyring por el magnífico servicio que prestaron como consejeros del presidente Monson. Han sido totalmente capaces, dedicados e inspirados, y les estamos sumamente agradecidos. Cada uno está dispuesto a prestar servicio ahora donde más se le necesita.

Por ser el Apóstol que ocupa el segundo lugar en antigüedad, el presidente Oaks además se convierte en Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles. No obstante, dado su llamamiento en la Primera Presidencia y, de acuerdo con el orden de la Iglesia, el presidente M. Russell Ballard, que ocupa el lugar siguiente en antigüedad, servirá como Presidente en Funciones de ese cuórum. La Primera Presidencia trabajará conjuntamente con los Doce para discernir la voluntad del Señor y adelantar Su sagrada obra.

Les agradecemos sus oraciones, las cuales se han ofrecido por nosotros por todo el mundo. Una de esas oraciones la ofreció un niño de cuatro años llamado Benson, la mañana después del fallecimiento del presidente Monson. Cito fragmentos de la carta que la madre de él le escribió a mi esposa, Wendy. Benson oró: “Padre Celestial, gracias que el presidente Thomas S. Monson pudo ver otra vez a su esposa. Gracias por nuestro nuevo profeta. Ayúdalo a ser valiente y a no tener miedo por ser nuevo. Ayúdalo a crecer sano y fuerte. Ayúdalo a tener poder porque él tiene el sacerdocio. Y ayúdanos a ser siempre buenos”. Doy gracias a Dios por niños como él y por padres que toman en serio su compromiso de ejercer la paternidad recta y deliberada; por todo padre, maestro y miembro que lleva cargas pesadas y, sin embargo, sirve con tan buena disposición. En otras palabras, estoy humildemente agradecido por cada uno de ustedes.

Al continuar avanzando juntos, los invito a pensar en la manera majestuosa mediante la cual el Señor gobierna Su Iglesia. Cuando el Presidente de la Iglesia fallece, no hay ningún misterio acerca de quién es el siguiente llamado a servir en esa función. No hay campañas electorales ni políticas, solo las manifestaciones silenciosas de un divino plan de sucesión establecido por el propio Señor. Ahora bien, cada día de servicio que presta un Apóstol es un día de aprendizaje y de preparación para una mayor responsabilidad en el futuro. Toma décadas de servicio para que un Apóstol pase del puesto de menor antigüedad en el círculo al de mayor antigüedad. Durante ese tiempo, él obtiene experiencia de primera mano sobre cada faceta de la obra de la Iglesia. También llega a conocer de cerca a los pueblos de la tierra, sus historias, culturas e idiomas, a medida que las asignaciones lo llevan repetidamente a través del mundo. Ese proceso de sucesión en el liderazgo de la Iglesia es único; no conozco nada que se le compare. Eso no debe sorprendernos, ya que esta es la Iglesia del Señor. Él no obra a la manera de los hombres. Yo he servido en el Cuórum de los Doce bajo cinco Presidentes de la Iglesia anteriores. He visto a cada Presidente recibir revelación y responder a dicha revelación. El Señor siempre ha instruido e inspirado a Sus profetas, y siempre lo hará. El Señor está a la cabeza. Nosotros, los que hemos sido ordenados para dar testimonio de Su santo nombre en todo el mundo, seguiremos procurando conocer Su voluntad y seguirla.

Ahora bien, a cada miembro de la Iglesia le digo: Manténgase en la senda del convenio. Su compromiso de seguir al Salvador, haciendo convenios con Él y luego guardando esos convenios, abrirá la puerta a cada privilegio y bendición espirituales que están disponibles para las mujeres, los hombres y los niños en todas partes. Como una nueva presidencia, queremos empezar con el fin en mente. Por esa razón, nos dirigimos a ustedes hoy desde un templo. El fin por el que todos nos esforzamos es ser investidos con poder en la casa del Señor, ser sellados como familias, ser fieles a los convenios hechos en el templo que nos hacen merecedores del don más grande de Dios, que es la vida eterna. Las ordenanzas del templo y los convenios que ustedes hacen allí son claves para fortalecer su vida, su matrimonio, su familia y su capacidad para resistir los ataques del adversario. Su adoración en el templo y el servicio que presten allí por sus antepasados los bendecirá con mayor revelación personal y paz, y los fortalecerá en su compromiso de mantenerse en la senda de los convenios.

Ahora bien, si se han apartado del camino, los invito con toda la esperanza que hay en mi corazón a que por favor regresen. Cualesquiera sean sus preocupaciones, sean cuales sean sus desafíos, hay un lugar para ustedes en esta, la Iglesia del Señor. Ustedes y las generaciones venideras serán bendecidos por las acciones que tomen ahora para regresar a la senda de los convenios. Nuestro Padre Celestial estima a Sus hijos y desea que cada uno de nosotros regresemos a Él. Esta es la gran meta de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días: ayudar a cada uno de nosotros a regresar a casa.

Expreso mi profundo amor por ustedes, amor que ha crecido a lo largo de las décadas que me he reunido con ustedes, hemos adorado juntos y les he servido. Nuestro mandato divino es ir a toda nación, tribu, lengua y pueblo, para ayudar a preparar al mundo para la segunda venida del Señor. Lo haremos con fe en el Señor Jesucristo, sabiendo que Él está al mando. Esta es Su obra y Su Iglesia. Somos Sus siervos. Declaro mi devoción a Dios, nuestro Padre Eterno, y a Su Hijo, Jesucristo. Los conozco; los amo y me comprometo a servirles a Ellos —y a ustedes— con cada aliento de vida que me quede. En el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.

Presidente Dallin H. Oaks: Mis queridos hermanos y hermanas. Me he sentado al lado del presidente Nelson en el Cuórum de los Doce por casi 34 años. Conozco su amor por el Señor Jesucristo y lo comprometido que está a testificar de Él y del Plan de Salvación de nuestro Padre Celestial. Sé de su amor por las personas. Conozco su sabiduría. Me siento muy privilegiado al ser llamado como consejero del presidente Russell M. Nelson en la Primera Presidencia. También me siento muy privilegiado de poder trabajar con el presidente Henry B. Eyring, a quien amo y respeto. Con todo mi corazón declaro mi lealtad y apoyo al liderazgo amoroso e inspirado del presidente Nelson. Me regocijo por la oportunidad de brindar todo mi esfuerzo para testificar de Jesucristo y de proclamar la verdad de Su evangelio restaurado. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Presidente Henry B. Eyring: Me siento agradecido por la invitación a hablarles hoy. Este es un gran momento en la historia de la Iglesia Los profetas del pasado han dicho que lo mejor está aún por venir, y ha resultado cierto. Y esto se debe a que es el Señor quien dirige Su Iglesia. Él cuida a todos los hijos de Su Padre en el mundo; y Él califica y llama a Sus siervos para dirigir la invitación a los hijos de Dios a venir a Su hogar en el cielo. José Smith fue el primer profeta de esta dispensación. Al comienzo, él podía dirigirse a todos los miembros de la Iglesia estando todos en un solo ambiente, en un mismo sitio. Pero en pocos años había miembros fieles en diversas naciones por todo el mundo. Hoy en día, el presidente Nelson se dirige a grandes multitudes de miembros congregadas en miles de edificios. El crecimiento del número de miembros provenientes de diversas naciones, tribus, lenguas y pueblos es un milagro visible. Mas el mayor milagro, y que experimentará una aceleración, es el crecimiento de la fe en Jesucristo. El Señor ha preparado y escogido al presidente Nelson para dirigir ese crecimiento. Él conoce y ama al Señor. El crecimiento se producirá a medida que cada uno de nosotros ore, obre y viva para poder tener el Espíritu Santo como nuestro compañero en la vida. Se nos promete esa bendición cuando renovamos y recordamos convenios que hacemos en la Santa Cena y en los santos templos, y de ese modo el Espíritu puede estar con nosotros.

Cada interacción que he tenido con el presidente Nelson y el presidente Oaks ha incrementado mi capacidad de recordar al Salvador, de guardar convenios sagrados y encontrar gozo en la influencia del Espíritu Santo. Siento una enorme gratitud por el aumento de esa bendición en mi vida. Testifico que el Salvador y Su Expiación hacen que ese don sea posible. Ésta es la Iglesia verdadera del Señor. El presidente Nelson ha sido llamado de Dios como su presidente, para poseer y ejercer todas las llaves del sacerdocio que ha recibido de José Smith a través de una línea de profetas verdaderos. Nos estamos uniendo en amor cada vez más gracias a que el evangelio de Jesucristo obra en nuestras vidas. Expreso mi amor por el Señor y por Su profeta viviente. Este es un momento importante en la historia de la Iglesia, y sí, lo mejor está aún por venir, por causa de nuestra fe en el Señor, a quien pertenece esta Iglesia. En el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.

Élder D. Todd Christofferson: Muchas gracias, hermanos. Los amamos y sostenemos. Invitamos a todos los que han escuchado o visto este anuncio a que sintonicen por estos mismos canales la conferencia de prensa de la Primera Presidencia que comenzará a las 10:00 a.m., hora de Salt Lake City. Al concluir, expresamos nuestra gratitud a todos los que se unieron a nosotros en este anuncio histórico. Gracias.