Cómo responder al cambio de forma adecuada

Paul V. Johnson

De los Setenta


Paul V. Johnson

Seguramente muchos de ustedes están al tanto del anuncio que se hizo la semana pasada de que la escuela secundaria Benemérito de las Américas de la Iglesia, en México, pasará a ser un CCM este verano. Fue un anuncio emocionante debido al creciente número de misioneros y a la posibilidad de capacitar a muchos de ellos en México, en esas hermosas instalaciones. Sin embargo, para los que han estado estrechamente ligados a la escuela a lo largo de su historia de casi 50 años, también hay un poco de tristeza con el cambio de la función del campus. Estuve presente en el lugar cuando se hizo el anuncio, y me conmovió la respuesta de los alumnos y los empleados. A pesar de sus lágrimas, hubo apoyo, amor y comprensión de que eso era lo correcto. Me quedé tan impresionado por la actitud con que respondieron al anuncio, que me gustaría hacer algunos comentarios en cuanto a cómo responder ante el cambio en la Iglesia y en el SEI.

Nuestra disposición a aceptar cambios en el reino ayuda al Señor a acelerar Su obra (véase D. y C. 88:73). La resistencia al cambio inspirado obstaculiza el progreso del reino. Por ejemplo, en la última mitad del Nuevo Testamento, un gran desafío que enfrentaba la Iglesia era el tema de los gentiles conversos que había que asimilarlos como cristianos. Este problema surge en el libro de Hechos y es un tema en muchas de las epístolas de Pablo. El problema se deriva del hecho de que muchos cristianos judíos pensaban que a los conversos gentiles se les debía obligar a cumplir con la ley ceremonial de Moisés. Ni siquiera la impresionante revelación de Pedro en el caso de Cornelio, de que el Evangelio se debía enseñar a los gentiles (véase Hechos 10–11), puso fin al problema. Aún después de que un consejo especial en Jerusalén decidiera que los conversos gentiles no tenían que someterse a la ley, y de que se escribiera una epístola para explicar la decisión, la cuestión siguió siendo motivo de controversia y división (véase Hechos 15). Fue un cambio importante para la Iglesia, y a muchos miembros les costó aceptarlo.

El problema era, al menos en parte, el resultado de una mala comprensión de la doctrina. Cristo había cumplido la ley de Moisés. De hecho, cumplió cada jota y cada tilde, y los miembros de la Iglesia, judíos o gentiles, ya no estaban obligados a vivir la ley ceremonial. Muchos judíos, incluso los cristianos judíos, no podían comprender eso porque habían perdido la visión del objetivo y la posición correcta de la ley. Una razón por la que esto ocurría era la adición no autorizada de requisitos y tradiciones dentro de la ley que ayudaban a ocultar su verdadera intención. Estas adiciones y tradiciones ya no eran un “ayo para llevarnos a Cristo” (Gálatas 3:24), “que orienta[n]… nuestras almas hacia él” (Jacob 4:5), sino que eran tan pesadas e incontenibles que los judíos miraban más allá de “lo señalado” (Jacob 4:14) y ponían la ley pervertida en lugar del Legislador. Incluso, a los cristianos judíos quienes habían aceptado al Salvador, les costó desprenderse de la ley que ya se había cumplido.

Su mala interpretación, confusión y vacilación en aceptar y hacer los cambios necesarios disminuyeron el ritmo de la obra y desviaron enormes cantidades de esfuerzos por parte de los líderes de la Iglesia para hacer frente a este problema. Somos mejores siervos y mejores discípulos cuando respondemos adecuadamente al cambio. Cuando no respondemos al cambio adecuadamente, obstaculizamos la obra del Señor.

La adaptación al cambio puede ser difícil, pero Pablo, que había sido un fariseo estricto, fue capaz de cambiar y ayudar a la Iglesia con ese problema. ¿Por qué logró adaptarse cuando a los demás les costaba tanto? En sus escritos, vemos que tenía una comprensión muy clara del lugar y el propósito de la ley de Moisés. La gente del Libro de Mormón nunca perdió la visión del verdadero significado de la ley, y así, se mantuvieron en la posición correcta:

“Y a pesar de que creemos en Cristo, observamos la ley de Moisés, y esperamos anhelosamente y con firmeza en Cristo, hasta que la ley sea cumplida.

“Pues para este fin se dio la ley” (2 Nefi 25:24–25).

Después de cumplirse la ley, no se aferraron a ella como lo hicieron muchos de los miembros de la Iglesia del Nuevo Testamento.

Una de las razones por la que nos cuesta cambiar es que, con el tiempo, podemos desplazar las cosas de la perspectiva adecuada, o poner una norma o práctica en una posición más central de la que merece. Podemos confundir el medio con el fin. Espero que, cuando nos enfrentemos a los cambios en el reino, podamos ser como Pablo, y ayudemos a fomentar el cambio en lugar de reaccionar como los que se resistieron al cambio y obstaculizaron el progreso de la obra.

A veces vemos la necesidad de cambio, pero no nos damos cuenta de que se requiere un esfuerzo para realmente hacer las cosas de forma diferente. Mi padre recordaba ir a trabajar a la granja en el auto nuevo de su abuelo. Cuando se acercaban a las tranqueras cerradas que llevan a los campos, el abuelo gritaba: “¡Jo!”, pero no pisaba los frenos. Así que chocaron varias tranqueras, y dañaron tanto las entradas como el auto. Estaba tan acostumbrado a montar a caballo que le costaba acostumbrarse a las diferencias del automóvil.

Podemos responder adecuadamente al cambio al tener un espíritu de oración, ser humildes y enseñables; al aceptar nuevas oportunidades o asignaciones con una actitud positiva, y al estar dispuestos a probar nuevos enfoques o métodos con un deseo sincero de mejorar.

También es imprescindible escuchar atentamente al recibir el consejo de nuestros líderes. Piensen en la base y la forma que se ha dado al SEI durante los últimos años por parte de los profetas y videntes que nos han hablado directamente a nosotros. Desde “El curso trazado por la Iglesia en la educación”, e incluyendo los muchísimos mensajes desde entonces, hemos sido bendecidos con importante guía, inspiración y, a veces, con el cambio necesario.

Cuando comencé a enseñar hace más de 35 años, tenía asignado un seminario integrado en Arizona, en el que yo era el único maestro. Mientras hurgaba por la oficina para ver lo que había allí, encontré algunos tesoros. Encontré algunas grabaciones de discursos de las Autoridades Generales para los maestros del Sistema Educativo de la Iglesia. Incluso encontré un disco de vinilo, con un discurso de una Autoridad General dirigido a nosotros (para los jóvenes maestros: un disco de vinilo era un disco grande y negro que contenía grabaciones de audio. Eran como un CD negro y grande, para ustedes, jóvenes maestros: un CD es un disco físico que contiene algo similar a los archivos MP3). Escuché esos discursos muchas veces, e influyeron en mi perspectiva de nuestra labor como docentes del Evangelio y en la función que el Evangelio debe desempeñar en la vida de los jóvenes.

Esta noche tenemos la oportunidad de escuchar otro mensaje dirigido directamente a nosotros. Estamos muy agradecidos de tener al élder Dallin H. Oaks como nuestro orador esta noche.

El élder Oaks ha servido como miembro del Quórum de los Doce Apóstoles desde mayo de 1984.

Nació en Provo, Utah. Él y su difunta esposa, June Dixon Oaks, son padres de seis hijos. Ella falleció en  julio de 1998, y en  agosto de 2000, él se volvió a casar con Kristen  M. McMain, en el Templo de Salt Lake.

El élder Oaks se graduó de la Universidad Brigham Young y de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chicago. Ejerció la carrera de derecho en Chicago, y fue profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chicago durante 10 años. Fue rector de la Universidad Brigham Young, desde 1971 hasta 1980, y juez de la Corte Suprema de Utah, desde 1980 hasta su renuncia en 1984, cuando aceptó su llamado al apostolado.

Ha sido oficial o miembro de la mesa directiva de muchos negocios, organizaciones educativas y caritativas, incluyendo cinco años como presidente de la junta directiva de Public Broadcasting Service (PBS). Es autor o coautor de numerosos libros y artículos sobre temas religiosos y legales.

Actualmente sirve en la Mesa Directiva de Educación de la Iglesia, y en los consejos administrativos de las instituciones de educación superior del SEI, así como vicepresidente del Comité ejecutivo de esos consejos. Estamos muy agradecidos por su experiencia, interés, y sus contribuciones al SEI, y estamos ansiosos de escucharlo.

Que nuestra mente y nuestro corazón estén abiertos a su mensaje, en el nombre de Jesucristo. Amén.

© 2013 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Aprobación del inglés: 1/13. Aprobación de la traducción: 1/13. Traducción de Responding Appropriately to Change. Spanish. PD50046558 002