Enseñanzas para madres: Conferencia General de abril de 2010


Un sistema precoz de advertencia para los padres

  • Este sistema precoz de advertencia se aplica a los hijos de todas las edades y tiene tres componentes básicos: (1) leer el Libro de Mormón y hablar de él con los hijos, (2) dar testimonio espontáneamente de las verdades del Evangelio con los hijos e (3) invitar a los hijos como aprendices del Evangelio a actuar y a que no sólo se actúe sobre ellos. Los padres que hagan esas cosas fielmente serán bendecidos para reconocer las primeras señales del crecimiento espiritual de los hijos o de los desafíos que se tengan con ellos, y estar mejor preparados para recibir inspiración a fin de fortalecer y ayudar a esos hijos” (David A. Bednar, “Velando… con toda perseverancia”, Conferencia General de abril de 2010).

Hijos que se han desviado

  • “Si el hijo no escucha, no se desesperen. El tiempo y la verdad están del lado de ustedes. En el momento adecuado, sus palabras harán eco como si vinieran del cielo mismo. Su testimonio jamás abandonará a sus hijos” (Neil L. Andersen, “Dime la historia de Cristo”, Conferencia General de abril 2010).

El comer en familia

  • “A fin de llevar luz y verdad a su hogar, los padres deben, una y otra vez, hacer oraciones familiares, tener sesiones de estudio de las Escrituras, hacer noches de hogar, leer libros en voz alta, cantar y comer en familia. Ellos saben que la influencia de la crianza recta, concienzuda, perseverante y diaria está entre las fuerzas positivas más poderosas y constantes que hay en el mundo. La salud de cualquier sociedad, la felicidad, la prosperidad y la paz de su gente, todas tienen su raíz en la enseñanza de los hijos en el hogar” (L. Tom Perry, “Las madres enseñan a los hijos en el hogar”, Conferencia General de abril de 2010).

Enseñanzas de las madres a las hijas

  • “Si las madres son ahorradoras, así son las hijas. Si las madres son modestas, así son las jóvenes. Si las madres van a la reunión sacramental con chanclas y otra ropa informal, también lo hacen sus hijas. Madres: su ejemplo es sumamente importante para sus hijas, incluso si ellas no lo reconocen” (M. Russell Ballard, “Madres e hijas”, Conferencia General de abril de 2010).
  • “Les aseguro que aunque piensen que su hija no está escuchando ni una pizca de lo que digan, ella sigue aprendiendo de ustedes al observarlas para ver si sus actos concuerdan con sus palabras. Como se cree que dijo Ralph Waldo Emerson: ‘Lo que haces habla tan alto que no puedo escuchar lo que dices’ (véase Ralph Keyes, The Quote Verifier, 2006, pág. 56). (“Madres e hijas”).
  • “Madres, enseñen a sus hijas que una hija fiel de Dios evita la tentación de chismear o de juzgar a los demás. En un sermón dirigido a la Sociedad de Socorro de Nauvoo, el profeta José aconsejó: ‘La lengua es un miembro indócil; refrenen la lengua con respecto a las cosas que no tengan importancia’ (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 484)” (“Madres e hijas”).
  • “Madres, enseñen a sus hijas la importancia de hacer convenios, y después muéstrenles cómo guardar esos convenios de manera que ellas deseen vivir dignamente para ir al templo. En el mundo actual esto significa hablar con sus hijas sobre cuestiones sexuales… las mujeres inmodestas e incastas son enaltecidas, y demasiado a menudo celebradas e imitadas… Deben tener conversaciones frecuentes y abiertas en las que enseñen a sus hijas la verdad sobre estos asuntos” (“Madres e hijas”).
  • “[Sus hijas] tienen que entender que cuando visten ropa demasiado ajustada, demasiado corta o demasiado escotada, no sólo pueden enviar el mensaje equivocado a los jóvenes con los que se relacionen, sino que también perpetúan en su propia mente la falacia de que el valor de la mujer depende exclusivamente de su atractivo sexual. Esto nunca ha formado ni nunca formará parte de la definición justa de una fiel hija de Dios. Ellas necesitan escuchar esto de su boca, clara y reiteradamente, y necesitan ver el ejemplo correcto y constante que ustedes tengan en sus propias normas de vestimenta, arreglo personal y vida modesta (“Madres e hijas”).

Brindar cuidado

  • “Una hija aprende a cuidar al ser cuidada por medio de la relación de madre e hija” (M. Russell Ballard, “Madres e hijas”, Conferencia General de abril de 2010).

Madres solas

  • “Después del fallecimiento de su esposo, la hermana Stella Oaks crió sola a sus tres pequeños hijos (entre ellos al élder Dallin H. Oaks). Ella dijo una vez: ‘Se me hizo saber que el Señor me amaba y que yo estaría a la altura de mi misión. Me sentí rodeada de amor… [y supe] que Él [nos sostendría] a través de la oposición que [surgiría]’” (Neil L. Andersen, “Dime la historia de Cristo”, Conferencia General de abril de 2010).

Hablando con nuestros hijos

  • “De manera similar, madres y padres, al llevar a sus hijos a la escuela o a sus diversas actividades, en el auto o caminando, ¿aprovechan el tiempo para hablar con ellos de las esperanzas, sueños, temores y dichas de ellos? ¿Se toman el tiempo para hacerles quitarse los audífonos conectados a tantos aparatos para que puedan escucharle a usted y sentir su amor?”. (Robert D. Hales, “Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para con la nueva generación”, Conferencia General de abril de 2010).
  • “Es imposible sobreestimar la influencia de los padres que comprenden el corazón de sus hijos. Las investigaciones científicas demuestran que durante las transiciones más importantes de la vid —incluso los períodos en que es más probable que los jóvenes se alejen de la Iglesia— la mayor influencia no proviene de una entrevista con el obispo o con algún otro líder, sino de la interacción regular, cálida, amigable y cariñosa con los padres” (“Nuestro deber a Dios”).
  • “Al tener una noche de hogar, un consejo familiar o una conversación edificante del Evangelio con nuestros hijos, tenemos la oportunidad de verlos a los ojos y decirles que los amamos y que nuestro Padre Celestial los ama… En toda interacción que compartamos, demostramos los principios y las bendiciones del Evangelio” (“Nuestro deber a Dios”).

Enseñar a los niños

  • “La familia tiene una ventaja en los primeros ocho años de la vida de un niño. En esos años de protección, debido a la expiación de Jesucristo, se bloquea el uso que hace Satanás de los vapores de tinieblas para esconder el camino de regreso al hogar” (Henry B. Eyring, “Ayúdenlos en el camino de regreso al hogar”, Conferencia General de abril de 2010).
  • “La enseñanza en el hogar es cada vez más importante en el mundo actual, donde la influencia del adversario está tan extendida; y él ataca, intenta corroer y destruir la base misma de nuestra sociedad: la familia. Los padres deben decidir que la enseñanza en el hogar es la responsabilidad más importante y sagrada. Si bien otras instituciones como la Iglesia y la escuela pueden asistir a los padres a ‘[instruir] al niño en su camino’ (Proverbios 22:6), en última instancia, esa responsabilidad recae sobre los padres” (L. Tom Perry, “Las madres enseñan a los hijos en el hogar”, Conferencia General de abril de 2010).

Enseñemos a nuestros hijos acerca de Jesucristo

  • “Nosotros somos los ángeles que el Padre Celestial ha enviado en estos días para bendecir a los niños, y podemos ayudarles para que un día vean el rostro del Salvador si les enseñamos los principios del Evangelio y llenamos nuestro hogar del gozo de vivirlos. Juntos podemos llegar a conocerle a Él” (Cheryl C. Lant, “Que nuestros niños puedan ver la faz del Salvador”, Conferencia General de abril de 2010).
  • “Las historias de Cristo pueden ser como un viento que aviva las brasas de fe en el corazón de nuestros hijos y nuestras hijas. Jesús dijo: ‘Yo soy el camino, y la verdad y la vida’. Los relatos sobre Cristo repetidos una y otra vez promueven la fe en el Señor Jesucristo y fortalecen los cimientos del testimonio. ¿Se les ocurre un regalo de más valor para nuestros hijos?”. (Neil L. Andersen, “Dime la historia de Cristo”, Conferencia General, abril de 2010).
  • “¿Se encuentran la vida y las enseñanzas de Jesucristo grabadas en la mente y el alma de nuestros hijos? ¿Piensan ellos en la vida del Salvador cuando se preguntan qué hacer en su propia vida? Esto será más y más importante en los años venideros… Mi consejo es que hablen con mayor frecuencia sobre Jesucristo… En la medida en que pongan lo mejor de su parte, el testimonio de Jesús destilará dulcemente sobre el corazón de sus hijos. Acudirán al Padre Celestial en humilde oración y sentirán Su influencia mediante el poder del Espíritu Santo. Una fe personal más firme en Jesucristo los preparará para los retos que sin duda enfrentarán” (“Dime la historia de Cristo”).

Enseñemos a nuestros hijos a tener sus propios testimonios

  • “El entendimiento espiritual con el que ustedes y yo hemos sido bendecidos, y cuya veracidad se ha confirmado en nuestro corazón, no se puede simplemente dar a nuestros hijos. El precio de la diligencia y del aprendizaje tanto por el estudio como por la fe se debe pagar para obtener y personalmente ‘poseer’ tal conocimiento. Sólo de esa manera lo que se sabe en la mente también se podrá sentir en el corazón. Sólo de esa manera un hijo dejará de depender del conocimiento y de las experiencias espirituales de los padres y adultos y reclamar esas bendiciones para sí mismo. Sólo de esa manera nuestros hijos podrán estar espiritualmente preparados para los desafíos de la vida mortal” (David A. Bednar, “Velando… con toda perseverancia”, Conferencia General de abril de 2010).
  • “Es nuestro deber imperioso ayudar a los jóvenes a comprender y creer el Evangelio de una forma profundamente personal. Les podemos enseñar a andar en la luz, pero esa luz no puede ser prestada; tienen que ganársela. Ellos deben obtener su propia luz de testimonio directamente de la fuente de luz espiritual, que es Dios mismo, a través de la oración, el estudio y la reflexión. Deben comprender quiénes son y lo que nuestro Padre Celestial desea que lleguen a ser” (Robert D. Hales, “Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para con la nueva generación”, Conferencia General de abril de 2010).

La mayor obra que jamás haremos

  • La obra misional más grande que realicemos será en nuestro propio hogar… Los hijos y nietos son nuestros investigadores más importantes” (Robert D. Hales, “Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para con la nueva generación”, Conferencia General de abril de 2010).
  • La obra de historia familiar más grande que realicemos será dentro de nuestro propio hogar. La preparación espiritual de nuestros hijos que son de la nueva generación, mediante su obediencia, será lo que garantizará la preservación y la perpetuidad eternas de nuestra familia para las generaciones venideras” (“Nuestro deber a Dios”).
  • El rescate y la activación más grandes se realizarán en nuestro propio hogar. Si alguien de su familia anda por senderos extraños, ustedes son rescatadores que participan en el mayor esfuerzo de rescate que la Iglesia haya conocido. Les testifico por experiencia propia: El único fracaso es darnos por vencidos. Nunca es demasiado tarde ni demasiado temprano para comenzar. No se preocupen por lo que haya ocurrido en el pasado. Hagan una llamada; escriban una nota; hagan una visita; invítenlos a regresar a casa. No tengan miedo ni vergüenza. Su hijo es hijo de nuestro Padre Celestial. Ustedes están haciendo la obra de Dios. Él ha prometido juntar a Sus hijos, y está con ustedes” (“Nuestro deber a Dios”).
  • La mayor fe que tengamos será dentro del hogar al permanecer fuertes en las pruebas y tribulaciones de ser padres. Hace poco el presidente Monson le dijo a un pequeño grupo de madres: ‘A veces juzgamos demasiado pronto el efecto de nuestros éxitos y fracasos’. Y yo quisiera agregar que no consideremos eternas las pruebas de hoy. Nuestro Padre Celestial hace Su obra a largo plazo. ‘[Hay] mucho en lo futuro’, dijo el profeta José Smith. ‘Por tanto… hagamos con buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance; y entonces podremos permanecer tranquilos, con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y que se revele su brazo’ (D. y C. 123:15, 17)” (“Nuestro deber a Dios”).