Enseñanzas para madres: Conferencia General de abril de 2011


Consejo a los padres

  • “Con demasiada frecuencia dejamos de sentir la felicidad que viene por el diario servicio práctico… En ocasiones las asignaciones pueden parecer cargas… Hermanos, no vayamos por la vida inmersos en el cansancio, la preocupación y las quejas. Vivimos por debajo de nuestros privilegios cuando permitimos que las preocupaciones mundanas nos alejen del abundante gozo que viene a través del fiel y dedicado servicio…, en especial dentro de las paredes de nuestro hogar. Vivimos por debajo de nuestras posibilidades cuando no participamos del banquete de felicidad, paz y gozo que Dios concede tan profusamente a los fieles siervos” (Dieter F. Uchtdorf, “Su potencial, su privilegio”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “‘El gran plan de felicidad’ se centra en la vida familiar”. El esposo es la cabeza del hogar y la esposa es el corazón del hogar; y el matrimonio es una relación de compañeros iguales. Un hombre Santo de los Últimos Días es un hombre de familia responsable, que es fiel en el Evangelio. Es un esposo y padre bondadoso y devoto; y venera a la mujer. La esposa apoya a su esposo. Ambos padres nutren el crecimiento espiritual de los hijos” (Boyd K. Packer, “Guiados por el Santo Espíritu”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Comiencen por sus hijos. Ustedes, padres, tienen la responsabilidad primordial de fortalecer la fe de ellos. Permítanles sentir la fe de ustedes, aun cuando afronten pruebas difíciles. Centren su fe en nuestro amoroso Padre Celestial y en Su Hijo Amado, el Señor Jesucristo. Enseñen esa fe con convicción profunda; enseñen a cada precioso niño o niña que él o ella es un hijo de Dios, creado a Su imagen, con un potencial y un propósito sagrados. Cada uno nace con retos para superar y con fe que debe desarrollar” (Russell M. Nelson, “Afrontar el futuro con fe”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Los miembros de la Iglesia tenemos la tendencia a recalcar tanto las maravillosas y dramáticas manifestaciones espirituales, que tal vez no apreciemos, y hasta pasemos por alto, el modelo común por medio del cual el Espíritu Santo lleva a cabo Su obra. La misma ‘sencillez de la manera’ (1 Nefi 17:41) de recibir impresiones espirituales pequeñas y graduales que con el tiempo y en su totalidad constituyan la respuesta deseada o la guía que necesitemos, tal vez nos haga ‘traspasar lo señalado’ (Jacob 4:14)” (David A. Bednar, “El espíritu de revelación” Conferencia General de abril de 2011).
  • “Los padres pueden y deben corregir, incluso disciplinar, para que sus hijos no sean lanzados a la deriva, a merced de un adversario implacable y de sus partidarios. El presidente Boyd K. Packer ha observado que cuando una persona que está en una posición para corregir a otra no lo hace, piensa en sí misma. Recuerden que la amonestación debe ser oportuna, con nitidez o claridad, ‘cuando lo induzca el Espíritu Santo; y entonces demostrando mayor amor hacia el que [hayan] reprendido, no sea que [los] considere su enemigo’ (D. y C. 121:43)” (D. Todd Christofferson, “Yo reprendo y disciplino a todos los que amo” Conferencia General de abril de 2011).
  • “En calidad de padres, descubrimos que nuestras más preciadas esperanzas se centran en nuestros hijos. Esperamos que crezcan para llevar vidas responsables y rectas, pero esas esperanzas fácilmente pueden frustrarse si nosotros no actuamos como buenos ejemplos. La esperanza sola no significa que nuestros hijos llegarán a crecer en rectitud. Debemos pasar tiempo con ellos en la noche de hogar y en buenas actividades familiares; debemos enseñarles a orar; debemos leer las Escrituras con ellos y enseñarles importantes principios del Evangelio” (Steven E. Snow, “Esperanza”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “El élder M. Russell Ballard nos ha enseñado la importancia de la admonición del Salvador de ‘mirad a vuestros pequeñitos’, cuando dijo: ‘Adviértase que no dijo: ‘échenles una mirada’, ni ‘obsérvenlos de vez en cuando’, ni tampoco ‘de vez en cuando miren en dirección a donde ellos estén’. Él dijo que debíamos mirarlos, y para mí eso quiere decir que debemos abrazarlos con los ojos y con el corazón; verlos y apreciarlos por lo que en realidad son: hijos de Dios, nuestro Padre Celestial, procreados en espíritu y dotados de atributos divinos’ (Véase “Mirad a vuestros pequeñitos”, Liahona, octubre de 1994, pág. 40, cursiva agregada). “No hay un sitio más perfecto para mirar a nuestros pequeñitos que en nuestra familia. El hogar es donde todos podemos aprender y crecer juntos” (Jean A. Stevens, “Llegar a ser como un niño pequeño” Conferencia General de abril de 2011).

Sé un ejemplo

  • “La forma en que el Señor cuida de los necesitados proporciona [una] oportunidad para que los padres bendigan a sus hijos. Lo vi un domingo en la capilla; un niño pequeño le alcanzó al obispo el sobre de donaciones de su familia al entrar en la capilla antes de la reunión sacramental. Yo conocía a la familia y al niño. La familia acababa de enterarse de que alguien del barrio estaba pasando necesidades. El padre del niño había dicho algo así al niño cuando puso una ofrenda de ayuno más generosa que lo usual en el sobre: ‘Hoy ayunamos y oramos por los necesitados. Por favor dale este sobre al obispo de parte nuestra. Sé que lo usará para aquellos que tienen mayor necesidad que nosotros’. En vez de sentir dolor de estómago por el hambre, ese niño recordará ese día con un cálido sentimiento. Yo pude darme cuenta por su sonrisa, y por la forma en que sostenía el sobre fuertemente, que él sentía la confianza de su padre cuando le pidió que llevara la ofrenda de la familia para los pobres. Recordará ese día cuando sea diácono y tal vez para siempre” (Henry B. Eyring, “Oportunidades para hacer el bien”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Recientemente tres niños trajeron a nuestra puerta recipientes con una cena deliciosa. Sus padres sabían que necesitábamos ayuda y ellos incluyeron a sus hijos en la oportunidad de prestarnos servicio. Los padres bendijeron a nuestra familia con su servicio generoso; por su elección de permitir que sus hijos participaran en la ofrenda, extendieron las bendiciones a sus futuros nietos. Las sonrisas de los niños cuando se iban de casa me dieron la seguridad de que ello sucederá… y sus padres vieron la oportunidad de hacer el bien y extender el gozo a través de las generaciones” (Henry B. Eyring, “Oportunidades para hacer el bien”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Padres, ahora es el tiempo para enseñar a nuestros hijos a ser ejemplo de los creyentes mediante la asistencia a la reunión sacramental. Cuando llegue la mañana del domingo, ayúdenlos a estar bien descansados, a vestirse apropiadamente y a estar espiritualmente preparados para participar de los emblemas de la Santa Cena y recibir la luz, la edificación y el ennoblecedor poder del Espíritu Santo. Permitan que su familia esté llena de amor al honrar el día de reposo, todo el día; y sientan las bendiciones espirituales de ello toda la semana. Inviten a sus hijos e hijas a: ‘[Levantarse] y [brillar]’ mediante la observancia del sagrado día de reposo; que ‘[su] luz sea un estandarte a las naciones’” (L. Tom Perry, “El día de reposo y la Santa Cena”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “A causa de que el Espíritu nos susurra tierna y delicadamente, es fácil comprender por qué debemos rechazar los medios de comunicación inapropiados, la pornografía y las substancias y conductas perjudiciales y adictivas. Esas herramientas del adversario pueden dañar y, con el tiempo, destruir nuestra capacidad para reconocer los sutiles mensajes de Dios por medio del poder de Su Espíritu, y responder a ellos. Cada uno de nosotros debe considerar seriamente y meditar con espíritu de oración cómo rechazar las tentaciones del diablo, y en rectitud ‘empeñarnos’ en el espíritu de revelación en nuestra vida y en la de nuestra familia” (David A. Bednar, “El espíritu de revelación”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “De mis abuelos Whetten, aprendemos que el diezmo realmente no es una cuestión de dinero, sino que es una cuestión de fe —fe en el Señor. Él promete bendiciones si obedecemos Sus mandamientos. Es evidente que John e Ida Whetten mostraron gran fe al pagar sus diezmos. Mostremos nuestra fe en el Señor al pagar nuestros diezmos. Páguenlos antes que nada, páguenlos honradamente. Enseñemos a nuestros hijos a pagar el diezmo, incluso de sus asignaciones mensuales u otros ingresos, y luego llevémoslos a los ajustes de diezmos para que vean nuestro ejemplo y sepan de nuestro amor por el Señor” (Carl B. Pratt, “Las más ricas bendiciones del Señor”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Es aquí, en nuestra familia, en una atmósfera de amor, donde vemos y apreciamos de manera más personal los atributos divinos de Sus hijos procreados en espíritu. Es aquí, en nuestra familia, donde nuestro corazón puede ablandarse y en humildad deseamos cambiar, ser más como un niño. Es un proceso por el cual podemos llegar a ser más como Cristo. ¿Ha habido experiencias en su vida que les hayan opacado el corazón creyente y la fe de la infancia que alguna vez tuvieron? Si es así, miren a su alrededor, a los niños en su vida; y después miren otra vez. Quizás sean niños de su familia, del otro lado de la acera o de la Primaria de su barrio. Si poseemos un corazón dispuesto a aprender y una disposición de seguir el ejemplo de los niños, los atributos divinos de ellos pueden ser la llave para desencadenar nuestro propio crecimiento espiritual” (Jean A. Stevens, “Llegar a ser como un niño pequeño”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “¿Quién podría medir debidamente la buena influencia del amor de una madre? ¿Qué frutos imperecederos resultan de las semillas de verdad que una madre planta cuidadosamente y cultiva con amor en la tierra fértil de la mente y el corazón confiado de un niño? Como madre se te han otorgado instintos divinos para que puedas darte cuenta de los talentos especiales y capacidades únicas de tu hijo. Junto con tu esposo, puedes nutrir, fortalecer y hacer que florezcan esos atributos” (véase Richard G. Scott, “Las bendiciones eternas del matrimonio”, Conferencia General de abril de 2011).

Noche de hogar para La Familia

  • “De modo que si están tratando de hacer lo mejor que pueden; si por ejemplo, tratan de tener la noche de hogar a pesar del caos que a veces reina en un hogar lleno de niños traviesos, entonces felicítense cuando se hable de ese tema y estén atentos a algún otro discurso que trate un tema en el que ustedes necesiten mejorar. Si enseñamos por el Espíritu y ustedes escuchan por el Espíritu, uno de nosotros se referirá a las circunstancias de ustedes y enviará una epístola profética personal sólo para ustedes” (Jeffrey R. Holland, “Un estandarte a las naciones”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Aprendimos que nuestros hijos quizá no recordarían todo en cuanto a la lección de la noche de hogar más adelante en la semana, pero que recordarían que la llevamos a cabo. Aprendimos que más tarde, durante el día, quizá no recordarían las palabras exactas de las Escrituras o de la oración, pero recordarían que habíamos leído las Escrituras y que habíamos hecho la oración. Hermanos y hermanas, hay gran poder y protección para nosotros y nuestros jóvenes cuando establecemos tradiciones celestiales en nuestro hogar” (Richard J. Maynes, “Establecer un hogar centrado en Cristo”, Conferencia General de abril de 2011).

Estudiar las Escrituras y orar en familia

  • “Cuando lean las Escrituras como familia, busquen y analicen ejemplos de atributos mencionados en lo que leyeron ese día. Debido a que los atributos de Cristo son dones de Dios y no pueden ser desarrollados sin Su ayuda, en sus oraciones individuales y como familia, pidan por esos dones. De vez en cuando, durante la cena hablen sobre los atributos, especialmente de aquellos que hayan encontrado en las Escrituras esa mañana. ‘¿De qué manera fueron buenos amigos hoy? ¿De qué manera mostraron compasión? ¿Cómo la fe los ayudó a enfrentar los desafíos de hoy? ¿Eres digno de confianza?, ¿honrado?, ¿generoso?, ¿humilde?’. Hay muchísimos atributos en las Escrituras que se deben enseñar y aprender. La manera más importante de enseñar… es ser la clase de padres para nuestros hijos que nuestro Padre Celestial es para nosotros. Él es el único padre perfecto, y ha compartido con nosotros Su manual para la crianza de los hijos: las Escrituras” (Élder Lynn G. Robbins, “¿Qué clase de hombres y mujeres habéis de ser?”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “La hermana Maynes y yo aprendimos algunos principios importantes conforme iniciamos el proceso de establecer un hogar centrado en Cristo al principio de nuestro matrimonio. Comenzamos por seguir el consejo de nuestros líderes de la Iglesia. Reunimos a nuestros hijos y llevamos a cabo noches de hogar cada semana, así como oraciones y el estudio de las Escrituras diariamente. No siempre fue fácil, ni conveniente ni tuvimos éxito, pero con el tiempo esas sencillas actividades se convirtieron en preciadas tradiciones familiares” (Richard J. Maynes, “Establecer un hogar centrado en Cristo”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Los humildes miembros de la Iglesia que a diario oran y leen las Escrituras como familia, los que hacen historia familiar y consagran tiempo para asistir con frecuencia al templo, llegan a ser santos” (Benjamín De Hoyos, “Llamados a ser Santos”, Conferencia General de abril de 2011).
  • Debemos hacer las cosas pequeñas pero necesarias a diario y con regularidad. Las oraciones, el estudio de las Escrituras, la asistencia a las reuniones de la Iglesia, la adoración en el templo, el cumplimiento de las visitas de maestras visitantes, la orientación familiar y otras asignaciones, fortalecen nuestra fe e invitan al Espíritu a nuestra vida. Cuando descuidamos alguno de esos privilegios, ponemos en peligro nuestro testimonio” (Cecil O. Samuelson Jr., “Testimonio”, Conferencia General de abril de 2011).

Crianza de los hijos

  • “Les testifico que nuestro Padre Celestial ama a Sus hijos. Con frecuencia Él nos habla en formas que sólo podemos escuchar con el corazón. Para escuchar mejor Su voz, sería sabio que bajásemos el volumen del ruido mundano en nuestra vida. Si ignoramos o bloqueamos las indicaciones del Espíritu, por la razón que sea, se hacen cada vez menos perceptibles hasta que no las escuchamos en absoluto. Aprendamos a escuchar los susurros del Espíritu y luego seamos prestos a obedecerlos” (Dieter F. Uchtdorf “A la espera en el camino a Damasco”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “El amor puro es un poder incomparable y poderoso para el bien. El amor noble es el cimiento de un buen matrimonio. Es la causa principal de que los hijos se críen satisfechos y bien desarrollados. ¿Quién podría medir debidamente la buena influencia del amor de una madre? ¿Qué frutos imperecederos resultan de las semillas de verdad que una madre planta cuidadosamente y cultiva con amor en la tierra fértil de la mente y el corazón confiado de un niño? Como madre se te han otorgado instintos divinos para que puedas darte cuenta de los talentos especiales y capacidades únicas de tu hijo. Junto con tu esposo, puedes nutrir, fortalecer y hacer que florezcan esos atributos” (véase Richard G. Scott, “Las bendiciones eternas del matrimonio”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Los padres pueden y deben corregir, incluso disciplinar, para que sus hijos no sean lanzados a la deriva, a merced de un adversario implacable y de sus partidarios. El presidente Boyd K. Packer ha observado que cuando una persona que está en una posición para corregir a otra no lo hace, piensa en sí misma. Recuerden que la amonestación debe ser oportuna, con nitidez o claridad, ‘cuando lo induzca el Espíritu Santo; y entonces demostrando mayor amor hacia el que [hayan] reprendido, no sea que [los] considere su enemigo’ (D. y C. 121:43)” (D. Todd Christofferson, “Yo reprendo y disciplino a todos los que amo” Conferencia General de abril de 2011).
  • Un atributo predominante de nuestros antepasados pioneros es la fe de las hermanas. Por naturaleza divina, la mujer tiene un don y una responsabilidad mayores hacia el hogar y hacia los hijos, y de educar tanto allí como en otros lugares. En vista de eso, la fe de las hermanas al dejar su hogar para atravesar las llanuras hacia lo desconocido era inspiradora. Si tuviéramos que señalar su atributo más destacado diríamos que era su fe inquebrantable en el evangelio restaurado del Señor Jesucristo. Los heroicos relatos de lo que aquellas pioneras sacrificaron y lograron al cruzar las llanuras son un legado invalorable para la Iglesia” (Quentin L. Cook, “¡Las mujeres SUD son asombrosas!”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Un hijo dulce y obediente hará que el padre y la madre solamente reciban un curso básico de crianza de los hijos. Si cuentan con la bendición de tener un hijo que pruebe su paciencia hasta la enésima potencia, recibirán el curso de postgrado de crianza de los hijos. En vez de preguntarse qué es lo que quizás hayan hecho mal en la vida premortal para merecer ese reto, podrían considerar al hijo que es un desafío como una bendición y una oportunidad para que ustedes lleguen a ser más semejantes a Dios. ¿Cuál de los hijos pondrá a prueba, desarrollará y refinará la paciencia, la longanimidad y otras virtudes cristianas en ustedes? ¿Sería posible que ustedes necesiten a ese niño tanto como él los necesita a ustedes? (Lynn G. Robbins, “¿Qué clase de hombres y mujeres habéis de ser?”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Todos hemos oído el consejo de condenar el pecado pero no al pecador. Del mismo modo, cuando nuestros hijos se comportan mal, tenemos que tener cuidado de no decir cosas que les hagan pensar que lo que ellos hicieron mal es lo que ellos son. ‘Nunca dejen que el fracaso pase de ser una situación a una identidad’, al usar designaciones que lo implican como ‘tonto’, ‘lento’, ‘holgazán’ o ‘torpe’. Nuestros hijos son hijos de Dios. Ésa es su verdadera identidad y potencial. El plan de Él es ayudar a Sus hijos a superar los errores y el mal comportamiento, y a progresar a fin de que lleguen a ser como Él es. Por lo tanto, el comportamiento indebido debe considerarse algo temporario y no permanente, un hecho y no una identidad. Debemos tener cuidado al usar frases permanentes como ‘siempre…’ o ‘nunca…’ al disciplinar. Tengan cuidado con frases como ‘Nunca consideras mis sentimientos’ o ‘¿Por qué siempre nos haces esperar?’. Frases como esas hacen que las acciones parezcan ser una identidad y pueden influenciar negativamente en la percepción y estima propias del niño” (Lynn G. Robbins, “¿Qué clase de hombres y mujeres habéis de ser?”, Conferencia General de abril de 2011).
  • Cuando los niños se comportan mal, por ejemplo cuando pelean unos con otros, con frecuencia los disciplinamos en cuanto a lo que hicieron, o la pelea que observamos. Pero… sus comportamientos —es sólo un síntoma de un motivo oculto en su corazón. Tal vez deberíamos preguntarnos: ‘¿Qué atributos, si el niño los comprendiese, cambiarían su comportamiento en el futuro? ¿El ser paciente y perdonar cuando está enojado? ¿El amar y ser un pacificador? ¿Asumir la responsabilidad de nuestras acciones y no culpar a los demás?’ ¿Cómo enseñan los padres esos atributos a sus hijos? Nunca tendremos una mejor oportunidad de enseñar y demostrar los atributos de Cristo a nuestros hijos que cuando los disciplinamos. La disciplina viene de la misma raíz que la palabra discípulo y supone paciencia e instrucción de nuestra parte. No debe hacerse con enojo. Podemos y debemos disciplinar de la manera que se nos enseña en Doctrina y Convenios 121 ‘por persuasión, por longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero; por bondad y por conocimiento puro’ (versículos 41–42)… Por medio de la disciplina el niño aprende en cuanto a las consecuencias. En esos momentos es bueno convertir lo negativo en positivo. Si el niño confiesa un error, elógienlo por el valor que tuvo para confesarlo. Pregúntele al niño lo que él o ella aprendió del error o de la mala acción, eso les da a ustedes, y más importante aún, al Espíritu, la oportunidad de amar y enseñar al niño. Cuando enseñamos a los niños doctrina por medio del Espíritu, esa doctrina, con el tiempo tiene el poder de cambiar la naturaleza misma de su ser” (véase Lynn G. Robbins, “¿Qué clase de hombres y mujeres habéis de ser?”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “La manera más importante de enseñar a ser, es ser la clase de padres para nuestros hijos que nuestro Padre Celestial es para nosotros. Él es el único padre perfecto, y ha compartido con nosotros Su manual para la crianza de los hijos: las Escrituras” (Élder Lynn G. Robbins, “¿Qué clase de hombres y mujeres habéis de ser?”, Conferencia General de abril de 2011).

Proteger a La Familia

  • “Escojan a la compañera con cuidado y en oración, y cuando estén casados, sean ferozmente leales el uno al otro. Una pequeña placa enmarcada que una vez vi en la casa de un tío y una tía, ofrece un consejo invalorable con estas palabras: ‘Escoge a quien amar; ama a quien escojas’. Esas pocas palabras encierran mucha sabiduría. La dedicación en el matrimonio es absolutamente esencial. El presidente Howard W. Hunter dijo lo siguiente en cuanto al matrimonio: ‘Ser felices y tener éxito en el matrimonio por lo general no es tanto cuestión de casarse con la persona indicada sino de ser la persona indicada’. Eso me gusta. ‘El esfuerzo consciente por hacer nuestra parte de la mejor manera posible es el elemento más importante que contribuye al éxito’. Si alguno de ustedes enfrenta dificultades en su matrimonio, los insto a que hagan todo lo posible para corregir lo necesario a fin de que sean tan felices como lo eran cuando su matrimonio comenzó. Los que nos casamos en la casa del Señor lo hacemos por esta vida y por toda la eternidad; y luego debemos hacer el esfuerzo necesario para que eso sea realidad” (Thomas S. Monson, “El poder del sacerdocio”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Dos de los pilares esenciales que sostienen el plan de felicidad del Padre Celestial son el matrimonio y la familia. Su enorme trascendencia se ve subrayada por los incansables esfuerzos de Satanás por romper la familia y minar la importancia de las ordenanzas del templo, las cuales unen a la familia por la eternidad. “El sellamiento en el templo cobra mayor significado a medida que la vida avanza; los ayudará a acercarse más el uno al otro y a encontrar más gozo y realización” (Richard G. Scott, “Las bendiciones eternas del matrimonio”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Termino con un ejemplo final de un deseo que debería ser primordial para todos los hombres y las mujeres, los que están casados y los que están solteros. Todos debemos desear y trabajar seriamente para asegurarnos un matrimonio por la eternidad. Aquellos que ya han logrado un matrimonio en el templo deben hacer todo lo posible por conservarlo. Aquellos que estén solteros deben desear un matrimonio en el templo y realizar esfuerzos prioritarios para obtenerlo. Los jóvenes y jóvenes adultos solteros deben resistir el concepto políticamente correcto, pero eternamente falso, que desacredita la importancia de casarse y de tener hijos” (Dallin H. Oaks, “El deseo”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “A causa de que el Espíritu nos susurra tierna y delicadamente, es fácil comprender por qué debemos rechazar los medios de comunicación inapropiados, la pornografía y las substancias y conductas perjudiciales y adictivas. Esas herramientas del adversario pueden dañar y, con el tiempo, destruir nuestra capacidad para reconocer los sutiles mensajes de Dios por medio del poder de Su Espíritu, y responder a ellos. Cada uno de nosotros debe considerar seriamente y meditar con espíritu de oración cómo rechazar las tentaciones del diablo, y en rectitud ‘empeñarnos’ en el espíritu de revelación en nuestra vida y en la de nuestra familia” (David A. Bednar, “El espíritu de revelación”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “A medida que procuren y apliquen de manera apropiada el espíritu de revelación, les prometo que ‘camin[arán] a la luz de Jehová’ (Isaías 2:5; 2 Nefi 12:5). A veces el espíritu de revelación actuará de manera inmediata e intensa; otras, de manera sutil y gradual, y con frecuencia de forma tan delicada que tal vez no lo reconozcamos conscientemente; pero sin importar el modelo mediante el cual se reciba esa bendición, la luz que proporciona iluminará y ensanchará su alma, iluminará su entendimiento (véase Alma 5:7; 32:28) y los dirigirá y los protegerá a ustedes y a su familia” (David A. Bednar “El espíritu de revelación”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Hermanos y hermanas, hay gran poder y protección para nosotros y nuestros jóvenes cuando establecemos tradiciones celestiales en nuestro hogar. Aprender, enseñar y poner en práctica los principios del evangelio de Jesucristo en nuestro hogar nos ayuda a crear un ambiente en el que el Espíritu pueda morar. Mediante el establecimiento de estas tradiciones celestiales en nuestro hogar podremos vencer las tradiciones falsas del mundo y aprender a poner en primer lugar las necesidades y preocupaciones de los demás” (Richard J. Maynes, “Establecer un hogar centrado en Cristo”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Entendemos y creemos en la naturaleza eterna de la familia. Este entendimiento y creencia deben inspirarnos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para establecer un hogar centrado en Cristo” (Richard J. Maynes, “Establecer un hogar centrado en Cristo”, Conferencia General de abril de 2011).

Enseñar a los niños

  • “Mis hermanos y hermanas, los templos son más que piedra y cemento; están llenos de fe y de ayuno. Se construyen con pruebas y testimonios. Se santifican mediante el sacrificio y el servicio” (Thomas S. Monson, “El Santo Templo: Un faro para el mundo”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “A los padres de niños pequeños, permítanme compartir un consejo sabio del presidente Spencer W. Kimball. Él dijo: ‘Sería algo muy bueno si… los padres tuvieran en cada cuarto de la casa un cuadro del templo para que [sus hijos], desde que [sean] bebés, puedan mirarlo todos los días [hasta] que llegue a ser parte de [su vida]. Cuando [ellos lleguen] a la edad en que [tengan que] tomar [la] decisión muy importante [en cuanto a ir al templo], la decisión ya se habrá tomado’” (Thomas S. Monson, “El Santo templo: Un faro para el mundo”, Conferencia General de abril de 2011).
  • Los padres sabios ven en toda necesidad de los demás una forma de traer bendiciones a la vida de sus hijos e hijas… Los padres bendijeron a nuestra familia con su servicio generoso; por su elección de permitir que sus hijos participaran en la ofrenda, extendieron las bendiciones a sus futuros nietos. Las sonrisas de los niños cuando se iban de casa me dieron la seguridad de que ello sucederá… les dirán a sus hijos del gozo que sintieron al prestar amablemente servicio para el Señor” (Henry B. Eyring, “Oportunidades para hacer el bien”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Hagan participar a su familia en la obra para que aprendan a cuidar uno del otro como cuidan de los demás. Sus hijos e hijas que trabajen con ustedes para servir a otros con necesidades, estarán más dispuestos a ayudarse mutuamente cuando lo necesiten” (Henry B. Eyring, “Oportunidades para hacer el bien”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “En primer lugar, la caridad empieza por casa. El principio más importante que debería regir todo hogar es la práctica de la regla de oro; es decir, la admonición del Señor de que ‘todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos’ (Mateo 7:12). Imagínense por un momento cómo se sentirían si fueran ustedes los receptores de palabras o actos desconsiderados. Enseñemos a los miembros de nuestra familia, por medio del ejemplo, a tener amor unos por otros” (M. Russell Ballard, “Encontrar gozo al servir con amor”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Todo lo que el futuro tiene reservado para cada sagrado hijo o hija de Dios será determinado por sus padres, sus familiares, sus amigos y sus maestros. De esta manera, nuestra fe ahora se convierte en parte de la fe de nuestra posteridad después. Comiencen por sus hijos. Ustedes, padres, tienen la responsabilidad primordial de fortalecer la fe de ellos. Permítanles sentir la fe de ustedes, aun cuando afronten pruebas difíciles. Centren su fe en nuestro amoroso Padre Celestial y en Su Hijo Amado, el Señor Jesucristo. Enseñen esa fe con convicción profunda; enseñen a cada precioso niño o niña que él o ella es un hijo de Dios, creado a Su imagen, con un potencial y un propósito sagrados. Cada uno nace con retos para superar y con fe que debe desarrollar. La mayor de todas las bendiciones del sacerdocio se otorga en los santos templos del Señor. La fidelidad a los convenios efectuados allí les dará el derecho a ustedes y a sus familias a las bendiciones de la vida eterna” (Russell M. Nelson, “Afrontar el futuro con fe”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “La responsabilidad de establecer un hogar centrado en Cristo recae tanto en los padres (padre y madre) como en los hijos. Los padres son responsables de enseñar a los hijos con amor y rectitud. El padre y la madre serán responsables ante el Señor en cuanto a la forma en que cumplan con sus responsabilidades sagradas. Los padres enseñan a sus hijos con palabras y mediante el ejemplo” (Richard J. Maynes, “Establecer un hogar centrado en Cristo”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “La autosuficiencia es producto de la vida providente y de ejercitar la autodisciplina económica. Desde el principio, la Iglesia ha enseñado que las familias—hasta donde les sea posible— tienen que asumir la responsabilidad de su propio bienestar temporal. A cada generación se le requiere aprender de nuevo los principios básicos de la autosuficiencia: evitar las deudas, implementar los principios de la frugalidad, prepararse para los tiempos de dificultades, escuchar y seguir las palabras de los oráculos vivientes, desarrollar la disciplina para distinguir entre las necesidades y los deseos, y entonces vivir de conformidad con esos principios” (H. David Burton, “La obra santificadora de Bienestar”, Conferencia General de abril de 2011).
  • “Es aquí, en nuestra familia, en una atmósfera de amor, donde vemos y apreciamos de manera más personal los atributos divinos de Sus hijos procreados en espíritu. Es aquí, en nuestra familia, donde nuestro corazón puede ablandarse y en humildad deseamos cambiar, ser más como un niño. Es un proceso por el cual podemos llegar a ser más como Cristo” (Jean A. Stevens, “Llegar a ser como un niño pequeño”, Conferencia General de abril de 2011).