Andrew Unsworth: Logrando el trabajo de ensueño de un organista

Por David Packard, Noticias y eventos de la Iglesia

  • 7 Abril 2011

Andrew Unsworth soñó toda su vida con ser organista del Tabernáculo y, desde que fue nombrado decimotercer organista de tiempo completo para servir en la Manzana del Templo en julio de 2007, no ha mirado atrás.

Puntos destacados del artículo

  • Andrew Unsworth empezó a tocar el órgano a los 14 años de edad.
  • Él es el decimotercer organista de la Manzana del Templo.
  • En el año 2010 ganó dos prestigiosos premios de la "American Guild of Organists"[Asociación Estadounidense de Organistas].

“Hay ocasiones en que toco en la segunda mitad de un ensayo del Coro, de modo que todo el coro está ahí, el director está ahí, y salgo, y veo a todos y pienso: ‘¡Caramba! ¿Que estoy haciendo?’ Aún me pellizco para creer que estoy haciendo esto”. —Andrew Unsworth, organista del Tabernáculo

Primera parte de una serie de tres.

Andrew Unsworth, uno de los tres organistas de tiempo completo de la Manzana del Templo, nació en una familia de músicos, de modo que no es sorprendente que llegara a ser músico profesional. Lo sorprendente puede ser que de niño creció escuchando discos de música de órgano, y acompañándolos él mismo al órgano, por su propia voluntad.

El órgano no es el primer instrumento que soñaría tocar un niño normal. Sin embargo, desde la primera vez que oyó los bajos sonidos graves del órgano, sabía exactamente el instrumento que quería tocar. 

Debido a que el órgano requiere el uso de manos y pies, el hermano Unsworth tocó el piano hasta que fue lo suficiente alto como para alcanzar los pedales. “a los 14, cambié al órgano y desde entonces no he vuelto la mirada atrás” dijo él.

Crisis laboral

Tras cursar estudios de licenciatura en Órgano y Pedagogía en la Universidad Brigham Young, en Provo, Utah, EE. UU., el hermano Unsworth sintió que tenía una especie de crisis de carrera profesional.

“De niño miraba cómo tocaban los organistas del Tabernáculo”, dijo él. “Envidiaba tocar el instrumento y soñaba con que un día trabajaría aquí en la Manzana del Templo, pero sólo hay tres organistas de tiempo completo y pensé que eso no era en lo que uno puede invertir su vida y su carrera”.

Comprendiendo que quizás no habría muchas oportunidades para tocar el órgano, realizó cursos de posgrado y obtuvo su doctorado en historia de la música por la Universidad Duke en Carolina del Norte, EE. UU., preparándose para enseñar a nivel universitario.

Cuando el hermano Unsworth se enteró de que había una vacante de organista en la Catedral de la Madalena de la Iglesia Católica en Salt Lake City, Utah, EE. UU., se presentó y consiguió la plaza.

Por fin pudiendo sentar su conocimiento y formación en el banco del órgano de forma profesional, el hermano Unsworth pudo iniciarse como organista. Aprendió a tocar en grandes servicios y acompañar a coros en el trabajo de la catedral.

“Me gustó mucho tocar en la Catedral de la Madalena”, dijo el hermano Unsworth. “El instrumento es muy bueno. La acústica de la catedral en algunos aspectos es ideal para un órgano. La música que interpreta el coro—y que se espera que toque el organista—es de primera calidad; es asombrosa”.

Aunque disfrutaba de su trabajo en la catedral, y de, posteriormente, un breve paso enseñando en la Universidad Estatal Stephen F. Austin en Texas, EE. UU., nunca olvidó su sueño de trabajar en la Manzana del Templo.

“Tuve algunas experiencias espirituales en la catedral” dijo él, “pero siempre me sentía un poco dividido. ... Aunque admiro y respeto [a todos con quien me asocié en la catedral], soy miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y quería poder usar mis talentos al servicio de mi propia religión”.

Un sueño difícil

Después de 30 años como organista del Tabernáculo, John Longhurst, conocido especialmente por componer la música de “Creo en Cristo” (Himnos, no. 72) y por su papel en adquirir el órgano del Centro de Conferencias, se retiró en 2007. 

Con una plaza de organista del Tabernáculo disponible, el hermano Unsworth se encontraba en el lugar adecuado en el momento adecuado. Después de muchas entrevistas, pruebas, y sesiones de composiciones, fue nombrado decimotercer organista a tiempo completo para servir en la Manzana del Templo, comenzando su servicio en julio de 2007.

Actuando con el Coro del Tabernáculo desde hace tres años, el hermano Unsworth ha continuado su progreso como organista. Ha disfrutado mucho de la oportunidad de aprender y trabajar con músicos con quienes trabaja.

“Los otros organistas se encuentran entre las mejores personas y músicos que conozco, y el resto del personal del coro —los directores musicales, el coro y los miembros de la orquesta—son fantásticos. Es un privilegio poder trabajar con ellos”, dijo él.

El trabajo en la Manzana del Templo ofrece muchas experiencias, la mayoría de las cuales han requerido tiempo para afianzarse en ellas. No es fácil acompañar al Coro del Tabernáculo Mormón, mundialmente conocido, con sus 360 miembros, especialmente cuando suelen practicar una vez a la semana. 

El hermano Unsworth siente que aún se está acostumbrando al órgano del Tabernáculo y a sus 11.623 tubos. También ha tenido que aprender a tocar el órgano del Centro de Conferencias, con 7.667 tubos. 

“Aún estoy aprendiendo a tocar el órgano [del Tabernáculo]. A veces, experimento con el órgano y no lo logro dominar del todo. Me pierdo la única oportunidad que tengo de hacerlo bien”, dijo él.

El ritmo es frenético para un organista de la Manzana del Templo. Además de acompañar al coro, el hermano Unsworth y los demás organistas de la Manzana del Templo participan en uno o dos recitales semanales, acompañan al coro en sus viajes y preparan los arreglos musicales. Pero entre todas las responsabilidades de un organista del Tabernáculo, una actuación parecía más aterradora que cualquier otra cosa para el hermano Unsworth.

“Cuando conseguí la plaza, no dormí en dos días, principalmente porque pensaba en cómo sería tocar en la conferencia general” dijo él. “Sin embargo, la primera vez que lo hice, me reconfortó el hecho de que el espíritu de la reunión era tan fuerte que compensaba las mariposas que sentía en ese momento. 

“Y después de haber tocado en la conferencia varias veces, me reconforta el hecho de que el Señor está interesado en la conferencia. Él quiere que la conferencia vaya bien. Trabajamos duro para prepararnos, pero luego contamos con el Señor para que nos ayude”.

Premios

La American Guild of Organists [Asociación Estadounidense de Organistas] es una organización profesional de organistas de Estados Unidos. Cuando se fundó en 1896, no había muchas universidades que ofrecían títulos en música. Por ello, la organización ofrecía la oportunidad para que sus miembros tomaran exámenes de sus habilidades musicales y consiguieran certificados, demostrando dichas habilidades y competencia a potenciales empleadores. 

Muchas universidades ahora ofrecen títulos de música, pero la organización aún ofrece estos exámenes a sus miembros. Como miembro de la organización, el hermano Unsworth esperaba demostrar su habilidad y tomó los exámenes en junio de 2010 en la Universidad de Utah.

Los exámenes que duran dos días: una valoración de las habilidades musicales de uno, examinan las habilidades interpretativas de un organista en transposición, improvisación, y armonización. Los exámenes también incluían facetas escritas, como análisis, composición y oído. 

“Eran difíciles, así que estaba muy contento cuando me notificaron en julio que había aprobado, y no sólo había aprobado, sino que gané un par de premios”, dijo el hermano Unsworth.

Recibió el certificado de Asociado, otorgado al organista con la máxima puntuación en su certificado particular, y el premio S. Lewis Elmer, otorgado a la persona con la máxima puntuación de cualquiera de los 82 postulantes. Ganar un premio es un logro tremendo, pero ganar dos premios es una proeza poco común.

“Para ser honesto, me quede atónito”, dijo el hermano Unsworth.

Conclusión

El hermano Unsworth no podría estar más contento, llevando a cabo su trabajo de ensueño, y no tiene intención de dejarlo. En ocasiones el trabajo puede ser difícil, pero la oportunidad de tocar para el Coro del Tabernáculo Mormón hace que él cuente sus bendiciones.

“Es emocionante”, afirma. “Hay ocasiones en que toco en la segunda mitad de un ensayo del Coro, de modo que todo el coro está ahí, el director está ahí, y salgo, y veo a todos y pienso: ‘¡Caramba! ¿Qué estoy haciendo?’ Aún me pellizco para creer que estoy haciendo esto”.