Haga buenas preguntas para animar a los jóvenes a participar en clase

Por Marianne Holman Prescott, redactora de Church News

  • 3 Septiembre 2014

Las clases de la Iglesia del domingo 16 de diciembre de 2012 fueron parte del nuevo curso de estudio SUD para los jóvenes.  Fotografía por Scott G. Winterton.

Puntos destacados del artículo

  • Nunca responda su propia pregunta.
  • No tenga miedo del silencio; toma tiempo formular comentarios y respuestas inteligentes.
  • Diga con otras palabras las preguntas que sean largas y complicadas, y acepte todas las respuestas.
  • Utilice tres niveles de preguntas —nivel bajo, medio y alto— para ayudar a los alumnos a buscar, analizar y aplicar.

Aprender a hacer buenas preguntas que conduzcan a una participación significativa es uno de los aspectos más importantes de la enseñanza eficaz, enseñó Mark E. Beecher durante una presentación en la Semana de la Educación de BYU el 21 de agosto.

Después de más de un año de instrucción usando el curso de estudio Ven, sígueme, los maestros y los alumnos trabajan juntos para crear un ambiente donde ambas partes sean capaces de participar en el proceso de la enseñanza y el aprendizaje.

De la experiencia y las palabras del presidente Harold B. Lee, el hermano Beecher dijo: “Él expresó su profunda preocupación por el hecho de que algunos [jóvenes] podían pasar por la Primaria, la Escuela Dominical, la Mutual, los quórumes del sacerdocio y seminario, y salir al final sin tener un testimonio. Él dijo: ‘¿Saben por qué pienso que sucede eso? Debido a que nuestros jóvenes han crecido como espectadores’”.

Con el fin de asegurarse de que los jóvenes no sean “espectadores”, el hermano Beecher compartió ideas y consejos para que los maestros faciliten el aprendizaje por medio del Espíritu en sus salones de clase del domingo.

“Los primeros cinco minutos de la lección marcan toda la diferencia”, dijo el hermano Beecher, quien trabaja como director de Seminarios e Institutos de religión. “Necesitan algo que llame la atención”.

Ya sea una lección sencilla, una pregunta o una actividad, algo que una a la clase —que los alumnos salgan de su propio mundo y entren al mundo del maestro— marcará la pauta para el resto de la clase. A partir de allí, ellos son capaces de crear una atmósfera que invita al Espíritu y permite que los alumnos participen.

Una manera en que los maestros facilitan la participación es mediante el formular preguntas eficaces, enseñó el hermano Beecher. Con el fin de hacer buenas preguntas, los maestros deben estar preparados a través del estudio y la oración, al pensar en las necesidades de sus alumnos para que sean capaces de identificar la doctrina o el principio que les gustaría enseñar. Él también identificó reglas específicas que los maestros deben seguir al hacer preguntas.

Nunca responda su propia pregunta

“¡Primero, nunca responda su propia pregunta!”, dijo él.

Ven, sígueme - Sitio web para los jóvenes

Jóvenes Santos de los Últimos Días.

Manual del curso de estudios para los jóvenes de Ven, sígueme.

A menudo, los maestros se ponen nerviosos y empiezan a responder sus propias preguntas. El hermano Beecher alentó a los maestros a no tener miedo del silencio, porque “lleva tiempo formular un comentario o una respuesta inteligente”.

Use diferentes palabras para volver a hacer la pregunta y acepte todas las respuestas

Si la pregunta es demasiado larga o confusa, usen otras palabras, dijo él. También es importante encontrar maneras de aceptar todas las respuestas, incluso las malas, de manera que aumente la participación y cree un ambiente de seguridad. Es importante fomentar la participación mientras se sigue teniendo en cuenta a los alumnos que necesitan límites.

“Utilice técnicas para hacer participar a los alumnos más callados y para limitar a los que más hablan”, dijo él.

Él dijo que a menudo una clase tiene un alumno que puede dominar a los otros alumnos. En ese caso, el maestro hablará con frecuencia con el alumno que más habla y le avisará que lo invitará a compartir sus comentarios durante la lección, y cumple con su palabra.

Evite las preguntas que se respondan con un “Sí” o con un “No”.

Parte de usar preguntas eficaces incluye usar preguntas que no tienen una respuesta obvia, pero que no son tan difíciles que van más allá de la capacidad de los alumnos de saber la respuesta. Es importante evitar las preguntas que se respondan con un “Sí” o con un “No”.

“Enseñe y clarifique la doctrina, permita a los alumnos hacer comentarios sobre cómo adaptarla personalmente”, él enseñó.

Él habló sobre tres niveles de preguntas:

1. Nivel bajo: las preguntas de bajo nivel son aquellas que se puedan contestar al buscar la respuesta en las Escrituras. Tienden a preguntar quién, qué, cuándo, dónde, cómo y por qué, y se encuentran en el texto que están leyendo los alumnos.

2. Nivel medio: las preguntas de clase media son aquellas que hacen que el alumno analice la información que se encuentra en las Escrituras. Les ayuda a entenderlas más amplia y profundamente, e invitan a los jóvenes a pensar acerca del significado del principio. Preguntas tales como “¿Por qué creen …?” y “¿Qué creen que significa eso?” ayudan a los alumnos a profundizar un poco más.

3. Nivel alto: Las preguntas que alientan a los alumnos a sentir y a aplicar la doctrina a su propia vida son preguntas de nivel alto. Éstas hacen que el alumno sintetice la información y la aplique a su vida o dé testimonio de los principios del Evangelio. Los maestros alientan a los alumnos a reflexionar en experiencias espirituales y que sientan la importancia de los principios del Evangelio al encontrar maneras de aplicarlos a su vida. Estas preguntas tienen más de una respuesta y son muy personales.

Ya que las preguntas de nivel bajo son más fáciles y específicas, los maestros son capaces de ayudar a los alumnos a facilitar el comienzo de la lección.

Las preguntas de nivel medio les hacen pensar acerca del significado de sus respuestas y las preguntas de nivel alto invitan a los alumnos a pensar en cómo la doctrina se relaciona con ellos.

A medida que los maestros edifican sobre los tres tipos de preguntas a lo largo de sus lecciones, son capaces de fomentar un entorno para que los alumnos, y los maestros, aprendan la doctrina y la apliquen a su propia vida.