Reflexiones del Profeta, quien cumplió 88 años el 21 de agosto

Por Gerry Avant, editor de Church News

  • 20 Agosto 2015

El presidente Thomas S. Monson saluda a los asistentes antes de la sesión del sábado por la mañana de la Conferencia General Anual Nº 185, el 4 de abril de 2015.  Fotografía por Jeffrey D. Allred, Deseret News.

Puntos destacados del artículo

  • Un cumpleaños es un momento para “reflexionar un poco sobre tus metas y objetivos”.
  • Una de las cosas que más gozo le ha dado es responder a las impresiones del Señor y “descubrir que, de alguna manera, uno está respondiendo a la oración de alguien”.

“Ese día, hagan algo por otra persona, para que su vida sea mejor. Busquen a alguien que esté teniendo dificultades o esté enfermo, o solo, y hagan algo por ellos. Eso es todo lo que les pido”. —Presidente Thomas S. Monson

A lo largo de los años, el presidente Thomas S. Monson ha compartido pensamientos y experiencias que han enriquecido su vida. Muchos de esos recuerdos le vinieron a la mente durante entrevistas para artículos sobre su cumpleaños. Debido a que el 21 de agosto el presidente Thomas S. Monson cumplió 88 años, Church News repasa algunas de sus “reflexiones sobre sus cumpleaños”.

En la edición de Church News del 15 de agosto de 1992, cuando cumplió 65 años, dijo que un cumpleaños especial es el momento para “reflexionar un poco sobre tus metas y objetivos”.

“Uno se fija en sus responsabilidades personales y familiares y, en mi caso, en mis responsabilidades como Autoridad General”, declaró.

Durante años, el presidente Monson se había acostumbrado a ser uno de los más jóvenes entre sus colegas. Sólo tenía 22 años cuando fue llamado como obispo y tenía 31 años cuando se le llamó a presidir la Misión Canadiense. A los 36 años fue llamado al Cuórum de los Doce Apóstoles, en el que se relacionó con hombres mucho mayores que él. “Por lo tanto, la edad no parece ser lo más importante [en el Cuórum de los Doce Apóstoles], como sucede en el mundo laboral, en el que las personas se jubilan cada vez más jóvenes”, afirmó.

Señaló que, como para él lo normal siempre había sido formar parte de las Autoridades Generales más jóvenes, “de alguna manera había perdido la perspectiva del hecho de que conforme ellos envejecen, yo envejezco cada año”.

El presidente Thomas S. Monson habla en la Universidad Brigham Young de Provo, Utah, el martes 1º de noviembre de 2011. Fotografía por Ravell Call, Deseret News.

Compartió varios aspectos de su filosofía: “Creo que debemos darnos cuenta de que las Escrituras son firmes, que la doctrina es firme. Las doctrinas básicas de la Iglesia siguen ahí generación tras generación, pero los procedimientos mediante los cuales alcanzamos los objetivos del Señor varían de vez en cuando…

“Creo firmemente que el Señor nos proporciona experiencias específicas para prepararnos para afrontar algunas de las dificultades que tendremos en nuestro propio servicio”.

El presidente Thomas S. Monson y su esposa, la hermana Frances J. Monson, se detienen un momento fuera del Templo de Oquirrh Mountain, Utah, después de la primera sesión dedicatoria del 21 de agosto de 2009, cuando cumplió 82 años. Fotografía por Gerry Avant.

En una entrevista para un artículo publicado el 23 de agosto de 1997 en Church News, con motivo de haber cumplido 70 años, el presidente Monson mantuvo una breve conversación informal. Cuando la entrevista se centró en él y en su próximo cumpleaños, vaciló un poco.

No le importaba cumplir 70 años; lo que no quería era hablar sobre sí mismo.

La perspectiva completa del presidente Monson empieza a surgir conforme nos fijamos en los diversos aspectos de su vida. Por ejemplo, tenía un conocido a quien no había visto ni había escuchado de él por casi diez años. Se sintió inspirado a escribir una carta a ese hombre, en la que instaba a su amigo a unirse a la Iglesia. Poco antes de su cumpleaños, el presidente Monson se enteró de que su amigo se había unido a la Iglesia, había recibido el Sacerdocio de Melquisedec y se estaba preparando para recibir las bendiciones del templo, y todo ello fue consecuencia de que el presidente Monson dedicara tiempo a escribirle.

“¿Qué habría pasado si no hubiera escrito esa carta?”, se preguntaba el presidente Monson en voz alta. Cuando Church News expresó su sorpresa por el hecho de que el presidente Monson tuviera tiempo para escribir cartas, él se encogió de hombros y comentó: “No son cartas largas”. Sin embargo, esas cartas transmitían su interés y preocupación.


A lo largo de los años, el presidente Monson ha llegado a ser conocido como un hombre con una gran compasión. Ha dedicado innumerables horas a visitar a personas en hospitales, en centros de cuidados y en sus hogares para brindarles consuelo y ánimo, y con frecuencia para darles bendiciones del sacerdocio o para unirse a las familias de los pacientes en ferviente oración.

El 26 de junio de 2011, el presidente Thomas S. Monson visita a Pat Davies, de la Estaca Toronto Ontario, la cual el presidente Monson organizó en 1962. Fotografía por Gerry Avant.


El presidente Monson, quien se describe a sí mismo como un optimista dijo que con frecuencia comienza el día tatareando o silbando. A veces es la melodía de un musical de Broadway, como “Golden Days”, de The Student Prince. Otras veces, tatarea un himno, como “Qué firmes cimientos” o “Señor, te necesito”.

Dijo que, al ir envejeciendo, descubrió que, de vez en cuando, hacía una pausa para evaluar su vida. “Leo los obituarios cada día”, contó. “Cuando ves a personas de tu edad afligidas y padeciendo enfermedades que ponen en peligro su vida, creo que eso te empuja a aplicar esta filosofía: ‘Quiero hacer lo mejor que sé hacer cada día’. Alguien dijo: ‘Vive solamente en el pasado y mañana tendrás muchos ayeres vacíos’”. 
Church News comentó que no era probable que el presidente Monson tuviera algún ayer vacío.

El presidente Monson dijo que se sentía muy responsable de tener que rendir cuentas por cómo había invertido su tiempo aquí en la tierra. “Uno ve crecer a sus hijos”, dijo sobre el paso de los años. “Uno ve a sus nietos y se dice: ‘¿Qué pasaría si yo no estuviera aquí? ¿He hecho todo lo posible para prepararlos para su función en la vida?’. Y te das cuenta de que nunca conseguirás hacerlo todo, pero quieres hacer algo mejor de lo que has hecho”.

El presidente Monson dijo que una de las cosas que más gozo le ha brindado es “sentir la influencia del Señor, los susurros. Al responder a ellos, uno descubre que, de alguna manera, está respondiendo a la oración de alguien”.

El presidente Thomas S. Monson abraza a Vivian Frost el domingo 1º de mayo, después de rededicar el Templo de Atlanta, Georgia. Fotografía por Gerry Avant, Church News.

Seguía sintiendo lo mismo diez años después, en 2007, cuando cumplió 80 años.

El presidente Monson asumió más responsabilidades después de que falleciera el presidente James E. Faust, su viejo amigo y compañero de la Primera Presidencia.

El martes 14 de agosto, el presidente Monson, junto con el presidente Gordon B. Hinckley, tomó la palabra en el funeral del presidente Faust. Los días que siguieron estuvieron repletos de obligaciones para el presidente Monson, el único consejero que quedaba en la Primera Presidencia. Pese a ello, cuando se preparaba para ir a su casa el jueves 16 de agosto por la tarde, comentó a su secretario que se sentía inspirado a visitar a un amigo que había formado parte del cuórum de maestros de su barrio cuando el joven Tom Monson era presidente del cuórum. Ese mismo día se había enterado de que su amigo había ingresado a un centro de cuidados y, aunque no se le había dicho nada sobre su estado de salud, sentía que no debía demorar la visita.


En el centro de cuidados, el presidente Monson se dio cuenta de que su amigo tenía las horas contadas en la tierra. Con la ayuda de uno de los hijos de aquel hombre, le dio una bendición. A la mañana siguiente, el 17 de agosto, el presidente Monson recibió la noticia del fallecimiento de su amigo.

Dos viejos amigos ríen mientras conversan durante la visita del presidente Thomas S. Monson a Eldred G. Smith, quien cumplía 105 años el 9 de enero de 2012. Fotografía por Scott G. Winterton, Deseret News

“Nunca posterguen una impresión”, dijo el presidente Monson durante una entrevista para Church News, más o menos una hora después de conocer el fallecimiento de su amigo. “Cuando hagan caso a una impresión, después, al dar un paso atrás, se darán cuenta de que fue el Señor quien les inspiró. Me hace sentir bien que el Señor sepa quién soy yo y me conozca lo suficientemente bien como para saber que, si tiene una tarea que hay que hacer, y Él me inspira a hacer esa tarea, quedará hecha. Ése es el testimonio de mi vida”.

Cuando el presidente Monson cumplió 85 años, Church News no lo entrevistó. En lugar de ello, informó sobre un programa de música, narración y tributo celebrado en su honor el 17 de agosto en el Centro de Conferencias. El programa se tituló “Días dorados: Una celebración de vida”.

El presidente Thomas S. Monson, de pie entre los veteranos militares de EE. UU., recibiendo el aplauso de los asistentes al concierto del Día de la Constitución en el Tabernáculo de Salt Lake, que patrocinó Freedoms Foundation, división de Valley Forge, Utah, el 14 de septiembre de 2012. Fotografía por R. Scott Lloyd.

El presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, afirmó que el presidente Monson siempre es rápido y amable. “Rápido para conversar y rápido para escuchar cualquier cosa”.

Habló del amor y de la buena disposición del presidente Monson para servir a los demás.

“La característica distintiva de su servicio es su preocupación por las personas, como el Salvador, quien tendía una mano a los pobres, a los enfermos y a cualquier persona. Es un ministro perfecto para las personas, tanto para las prominentes como para las anónimas”.

Contó que había sido testigo de un homenaje al presidente Monson en “un camino de tierra en los desiertos de Arizona”, donde se habían congregado algunos miembros para saludarlo cuando su auto pasó por allí camino al aeropuerto después de la dedicación de un templo.

“El Profeta pidió a su conductor que le dejara estrechar la mano de una pareja y sus niños pequeños, que estaban de pie, sobre la arena, al borde del camino”, dijo el presidente Eyring. “No había ni una casa a la vista, pero en cuanto el presidente Monson comenzó a estrechar la mano de los niños, empezaron a aparecer más familias. Los saludó a todos con una gran sonrisa y cada uno de ellos le devolvió la sonrisa, claramente encantados… Los inundó con la calidez del amor puro de Cristo, sin preocuparse por su propia comodidad y seguridad, ajeno a la reacción de otras personas que no fueran aquellos a quienes demostró amor y saludó”.

“Aquel camino y aquellas colinas estériles me recordaron a la tierra que se encuentra sobre el mar de Galilea, donde se reunió una multitud para sentir el amor del Señor mortal.

“Esos Santos de los Últimos Días se sintieron atraídos por el profeta del Salvador, un siervo ordenado en su época y él los bendijo con toda su atención, cariñosa y paciente, mientras ellos le rendían homenaje”.

El presidente Thomas S. Monson estrecha la mano de los miembros al llegar al Templo de Calgary, Alberta, para su dedicación, el domingo 28 de octubre de 2012. Fotografía por Gerry Avant.

Asimismo, el presidente Eyring dijo que ha sido testigo de que el presidente Monson “se ha acercado a la gente en nombre del Señor, que por lo general incluye a niños, en diversas partes del mundo”.

Él dijo: “No sólo a aquellos a quienes saludó se les concedió un momento preciado, sino también a quienes lo presenciamos. Yo ya no soy el mismo, ni tampoco ninguno de los que participaron, por haber sentido ese amor, hemos cambiado.

“En más de una ocasión he recordado su ejemplo y me he desviado de mi camino y dejado mi comodidad para acercarme a alguien que necesitaba atención, ánimo y ayuda.

“El presidente Monson ha actuado, hablado y escrito así, de forma tan conmovedora, en muchas ocasiones, e incluso nos ha pedido que actuemos como él, en nombre del Señor, en beneficio de otras personas. La Iglesia ha cambiado en toda la tierra para las generaciones futuras.

“Esta noche nos encontramos aquí para rendir homenaje a su servicio. Podemos hacerlo esta noche, mañana y mientras vivamos, sirviendo a los demás como él presta servicio a las personas.

“Siento agradecimiento por haber sido objeto de su amor y he intentado seguir su ejemplo”.

El presidente Monson, en el centro, con sus consejeros, el presidente Henry B. Eyring, a la izquierda, y el presidente Dieter F. Uchtdorf, posan fuera del Templo Oquirrh Mountain, Utah, en South Jordan, Utah, entre dos sesiones dedicatorias el domingo 21 de agosto de 2009. Fotografía por Jeffrey D. Allred, Deseret News.

El presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, dijo: “Hace unas semanas tuve la oportunidad de estar con los miembros de la Iglesia de Görlitz, Alemania, para conmemorar el aniversario de la capilla que el presidente Monson dedicó allí hace 20 años. Los miembros y toda la gente de esa región sienten una gran gratitud hacia el presidente Monson, por las bendiciones que pronunció en un momento muy crítico para Alemania y para Europa. Esas bendiciones siguen siendo citadas en todo el mundo como prueba de su visión profética, evidente en aquellos primeros días de su ministerio”.

El presidente Thomas S. Monson saluda a los jóvenes participantes de una celebración cultural, la tarde del sábado 17 de noviembre de 2012, con motivo de la rededicación del Templo de Boise, Idaho, el 18 de noviembre. Fotografía por Gerry Avant.

El presidente Uchtdorf habló de una ocasión en la que acompañó al presidente Monson a una conferencia regional en el norte de Alemania. Aunque habían pasado varios años desde la última visita del presidente Monson a esa zona, todavía recordaba el nombre de muchos miembros y, en particular, quería visitar a Michael Panitsch, un expresidente de estaca y patriarca. El presidente Uchtdorf dijo al presidente Monson que el hermano Panitsch estaba enfermo y no podía asistir a la conferencia. El presidente Monson dijo: “Entonces iremos nosotros a verlo”.

Aunque el presidente Monson se había sometido a una operación en el pie antes del viaje y no podía caminar sin dolor, subió cinco tramos de escaleras para hacer esa visita.

“Tras dar unos pasos, tenía que detenerse para superar el dolor; no se quejó ni una vez. No quería rendirse”, dijo el presidente Uchtdorf.

“Dio una hermosa bendición al hermano Panitsch, le dio ánimo y le agradeció el servicio prestado durante toda su vida”.

En una celebración cultural del 17 de noviembre de 2012, la víspera de la rededicación del Templo Boise, Idaho, el presidente Thomas S. Monson muestra el “balón” que le regalaron después de una parte del programa en la que se representó un partido de fútbol americano. Fotografía por Gerry Avant.

En una entrevista que concedió por haber cumplido 81 años, Church News pidió al presidente Monson que describiera el regalo ideal que los miembros de todo el mundo podían hacerle. Sin dudar dijo: “Ese día, hagan algo por otra persona, para que su vida sea mejor. Busquen a alguien que esté teniendo dificultades o esté enfermo, o solo, y hagan algo por ellos. Eso es todo lo que les pido” (Church News, 23 de agosto de 2008).

Por lo tanto, su respuesta de entonces debería servir para cualquier pregunta que los miembros puedan tener sobre qué pueden regalarle este año por su cumpleaños.

El presidente Thomas S. Monson estrecha la mano a una niña al salir del estrado después de la sesión de la mañana de la Conferencia General Anual Nº 184 de la Iglesia, el domingo 5 de abril de 2014. Fotografía por Scott G. Winterton, Deseret News