La caridad nos ayuda a llegar a ser lo que “debemos ser”

Por Carole M. Stephens, Presidencia General de la Sociedad de Socorro

  • 15 Junio 2015

La hermana Carole M. Stephens cuenta a continuación acerca de dos muchachos que entablaron amistad con Alec. “Cuando Elí y Sam conocieron más a Alec, lo ayudaron con dedicación y cariño, eso es en realidad lo que hay en el corazón de ellos, lo que realmente importa. Ellos progresan en capacidad para actuar como lo hizo el Salvador y amar como Él amó”, dice ella.

“Cuando socorremos a alguien, el Salvador lo considera como si le hubiéramos socorrido a Él”. —Presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia

“Me conoces; te conozco yo.
Somos distintos, como el mar y el sol.
Te conozco, me conoces a mí,
y los amigos deben ser así.

Me ayudas; te ayudo yo.
Juntos los dos ganamos más comprensión.
Te ayudo; me ayudas a mí,
y los amigos deben ser así.

Tú me quieres y te quiero yo.
Luchamos juntos para ser lo mejor.
Yo te quiero; tú me quieres a mí
y los amigos deben ser así”.

Las palabras de la canción de la Primaria “Somos diferentes” enseñan un importante modelo: conocerlos, ayudarlos y quererlos… así nosotros podemos llegar a ser lo que nosotros “debemos ser”.

Cuando la hermana Rindlisbacher presentó a su hijo, Alec, quien tiene “autismo” —o como le dice su familia con cariño “Autiasombroso”— a la nueva Primaria tras haberse mudado de Texas a Utah, Elí fue a casa después de la Primaria y dijo con entusiasmo a su madre que a Alec le gustaban algunas de las mismas cosas que a él. Él pensó que Alec necesitaba un amigo y deseaba llegar a conocerlo mejor.

La hermana Carole M. Stephens, de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro. Fotografía de Busath.com.

La madre de Elí, atenta, puso el entusiasmo de Elí en acción. Ella lo alentó a llevar a otro niño del vecindario, Sam, para invitar a Alec a jugar. Para Alec, fue la primera vez en sus cortos 10 años sobre la tierra, que un amigo llamaba a la puerta preguntando por él.

La hermana Rindlisbacher dijo: “Mi corazón se conmovió de gratitud. Alec estaba tan emocionado que gritaba y aplaudía con una alegría inmensa. Debido a que Elí y Sam se volvieron a él con amor, están ayudando a Alec a sentirse incluido e importante. Estos jovencitos le están ayudando a enriquecer su vida con felicidad y esperanza al seguir yendo fielmente a su casa. Ellos son amigos de Alec”.

La caridad es “la clase de amor por otras personas que nos lleva de estar enojados a sentir cariño, de sentirnos frustrados a sentir buen humor, de juzgar a sentir compasión, de ser críticos a sentir empatía”.

¿Qué ganan realmente Elí y Sam al invitar a Alec a jugar baloncesto? Él no puede contribuir a aumentar el marcador. Al parecer no tienen mucho que ganar, ¿verdad?  Pero al igual que Nefi cuando dijo: “Nací de buenos padres” (1 Nefi 1:1), a esos jóvenes se les enseña en el hogar qué significa honrar y guardar sus convenios bautismales. El rey Benjamín enseñó: “Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho… vuestros corazones han cambiado” (Mosíah 5:7).

Al tratar Elí y Sam de conocer más a Alec, lo ayudaron con dedicación y cariño, eso es en realidad lo que hay en el corazón de ellos, lo que realmente importa. Ellos progresan en capacidad para actuar como lo hizo el Salvador y amar como Él amó. Y ¿cuál es ese amor que el Salvador ofrece?  Eso es caridad, porque “la caridad es el amor puro de Cristo” (Moroni 7:47). La caridad la clase de amor por otras personas que nos lleva de estar enojados a sentir cariño, de sentirnos frustrados a sentir buen humor, de juzgar a sentir compasión, de ser críticos a sentir empatía. Y así estamos “llenos de este amor… para que… seamos semejantes a él” (Moroni 7:48). ¿Es de extrañar que Moroni nos haya instado a “[allegarnos] a la caridad”? (Véase Moroni 7:46).

El presidente Henry B. Eyring enseñó: “Nuestro Padre Celestial… desea bendecir a Sus hijos espiritual y temporalmente. Él comprende cada una de sus necesidades, dolores y esperanzas. Cuando socorremos a alguien, el Salvador lo considera como si le hubiéramos socorrido a Él” (“¿No es [éste] más bien el ayuno que yo escogí?”, Conferencia General de abril de 2015).

Recientemente, Elí y Sam han sido ordenados al sacerdocio y están aprendiendo lo que significa cumplir con su deber y magnificar el sacerdocio. En la sección 13 de Doctrina y Convenios leemos: “Sobre vosotros, mis consiervos, en el nombre del Mesías, confiero el Sacerdocio de Aarón, el cual tiene las llaves del ministerio de ángeles” y en la sección 84, versículo 111, aprendemos: “los diáconos… deben ser nombrados para velar por la iglesia y para ser sus ministros residentes”. 

La hermana Rindlisbacher dijo: “Me he convertido en un testimonio de que Dios envía ángeles, tanto los que vemos como los que no vemos. Sam y Elí han permitido que el poder de Dios se manifieste en ellos y se han convertido en nuestros ángeles enviados para ministrar a Alec y a nuestra familia”.

A medida que siguen conociendo, ayudando y amando a Alec, su familia y los demás, llegan a ser lo que “deben ser”.