La caridad nos ayuda a llegar a ser lo que “debemos ser”
Por Carole M. Stephens, Presidencia General de la Sociedad de Socorro
“Cuando socorremos a alguien, el Salvador lo considera como si le hubiéramos socorrido a Él”. —Presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia
“Me conoces; te conozco yo.
Somos distintos, como el mar y el sol.
Te conozco, me conoces a mí,
y los amigos deben ser así.
Me ayudas; te ayudo yo.
Juntos los dos ganamos más comprensión.
Te ayudo; me ayudas a mí,
y los amigos deben ser así.
Tú me quieres y te quiero yo.
Luchamos juntos para ser lo mejor.
Yo te quiero; tú me quieres a mí
y los amigos deben ser así”.
Las palabras de la canción de la Primaria “Somos diferentes” enseñan un importante modelo: conocerlos, ayudarlos y quererlos… así nosotros podemos llegar a ser lo que nosotros “debemos ser”.
Cuando la hermana Rindlisbacher presentó a su hijo, Alec, quien tiene “autismo” —o como le dice su familia con cariño “Autiasombroso”— a la nueva Primaria tras haberse mudado de Texas a Utah, Elí fue a casa después de la Primaria y dijo con entusiasmo a su madre que a Alec le gustaban algunas de las mismas cosas que a él. Él pensó que Alec necesitaba un amigo y deseaba llegar a conocerlo mejor.
La madre de Elí, atenta, puso el entusiasmo de Elí en acción. Ella lo alentó a llevar a otro niño del vecindario, Sam, para invitar a Alec a jugar. Para Alec, fue la primera vez en sus cortos 10 años sobre la tierra, que un amigo llamaba a la puerta preguntando por él.
La hermana Rindlisbacher dijo: “Mi corazón se conmovió de gratitud. Alec estaba tan emocionado que gritaba y aplaudía con una alegría inmensa. Debido a que Elí y Sam se volvieron a él con amor, están ayudando a Alec a sentirse incluido e importante. Estos jovencitos le están ayudando a enriquecer su vida con felicidad y esperanza al seguir yendo fielmente a su casa. Ellos son amigos de Alec”.
¿Qué ganan realmente Elí y Sam al invitar a Alec a jugar baloncesto? Él no puede contribuir a aumentar el marcador. Al parecer no tienen mucho que ganar, ¿verdad? Pero al igual que Nefi cuando dijo: “Nací de buenos padres” (1 Nefi 1:1), a esos jóvenes se les enseña en el hogar qué significa honrar y guardar sus convenios bautismales. El rey Benjamín enseñó: “Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho… vuestros corazones han cambiado” (Mosíah 5:7).
Al tratar Elí y Sam de conocer más a Alec, lo ayudaron con dedicación y cariño, eso es en realidad lo que hay en el corazón de ellos, lo que realmente importa. Ellos progresan en capacidad para actuar como lo hizo el Salvador y amar como Él amó. Y ¿cuál es ese amor que el Salvador ofrece? Eso es caridad, porque “la caridad es el amor puro de Cristo” (Moroni 7:47). La caridad la clase de amor por otras personas que nos lleva de estar enojados a sentir cariño, de sentirnos frustrados a sentir buen humor, de juzgar a sentir compasión, de ser críticos a sentir empatía. Y así estamos “llenos de este amor… para que… seamos semejantes a él” (Moroni 7:48). ¿Es de extrañar que Moroni nos haya instado a “[allegarnos] a la caridad”? (Véase Moroni 7:46).
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “Nuestro Padre Celestial… desea bendecir a Sus hijos espiritual y temporalmente. Él comprende cada una de sus necesidades, dolores y esperanzas. Cuando socorremos a alguien, el Salvador lo considera como si le hubiéramos socorrido a Él” (“¿No es [éste] más bien el ayuno que yo escogí?”, Conferencia General de abril de 2015).
Recientemente, Elí y Sam han sido ordenados al sacerdocio y están aprendiendo lo que significa cumplir con su deber y magnificar el sacerdocio. En la sección 13 de Doctrina y Convenios leemos: “Sobre vosotros, mis consiervos, en el nombre del Mesías, confiero el Sacerdocio de Aarón, el cual tiene las llaves del ministerio de ángeles” y en la sección 84, versículo 111, aprendemos: “los diáconos… deben ser nombrados para velar por la iglesia y para ser sus ministros residentes”.
La hermana Rindlisbacher dijo: “Me he convertido en un testimonio de que Dios envía ángeles, tanto los que vemos como los que no vemos. Sam y Elí han permitido que el poder de Dios se manifieste en ellos y se han convertido en nuestros ángeles enviados para ministrar a Alec y a nuestra familia”.
A medida que siguen conociendo, ayudando y amando a Alec, su familia y los demás, llegan a ser lo que “deben ser”.