La Iglesia ayuda con el hambre en África Oriental

Por Heather Whittle Wrigley, Noticias y eventos de la Iglesia

  • 12 Agosto 2011

“La impresión que tenemos de los santos aquí es que su fe y sus creencias son muy fuertes, tanto como para lidiar con las adversidades de estar tan aislados [y] tener la ayuda mínima”. —Dick y Janet Tuttle, misioneros humanitarios en Kenia

Con más de 11,5 millones de personas en África Oriental con necesidad urgente de ayuda, y con las condiciones de más sequedad registradas en los últimos 50 años, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está trabajando con varias otras organizaciones para proporcionar ayuda.

Durante los últimos dos años, el Cuerno de África ha experimentado dos estaciones consecutivas de sequía, lo cual ha tenido como resultado una escasez extrema de alimentos en el área. Naciones Unidas ha dado el informe de que más de 11,5 millones de personas están sufriendo las graves consecuencias de la sequía en las áreas afectadas de Somalia, Kenia, Etiopía, Yibuti y Uganda.

Más de dos millones de niños tienen gran necesidad de alimentos, y se espera que el número de personas necesitadas aumente tremendamente a medida que las condiciones de sequía continúen en lo que se espera del futuro. Los oficiales de las Naciones Unidas dicen que no hay probabilidades de mejora hasta el año que viene.

Todos los misioneros y los miembros de los países afectados están a salvo, y los líderes de área, los poseedores del sacerdocio locales y los trabajadores humanitarios están trabajando con compañeros de confianza para coordinar la distribución de ayuda en Somalia, Etiopía y Kenia.

Causa y efecto

Nate Leishman, un gerente de respuestas ante emergencias de los Servicios Humanitarios de la Iglesia, citó estadísticas que muestran que el Cuerno de África ha sufrido dos años con promedios de lluvia más bajos que lo normal.

“La gente está literalmente huyendo del área porque no pueden encontrar comida allí”, dijo él.

La mayoría de las personas está saliendo de Somalia, donde las condiciones de sequía son las peores, y se agravan debido a los disturbios civiles. Los problemas de seguridad continúan siendo desafíos importantes para los trabajadores.

El complejo de campos de refugiados más grande del mundo en Dadaab, Kenia, ya está lleno; se calcula que hay unas 383 000 personas viviendo allí. Alrededor de 70 000 personas están viviendo fuera del complejo debido a la falta de espacio y artículos, y cada día llegan 1300 personas más.

En Etiopía, cada día llegan entre 1000 y 1500 refugiados de Somalia a Dollo Ado, otro complejo de campos de refugiados. En enero de este año, un campo superó su capacidad al albergar 38 000 personas. Ahora tres campos albergan aproximadamente 120 000 personas.

Dana y Robin O’Crowley, directores humanitarios del país de la Iglesia en Etiopía, estimaron que, para fines de año, Dollo Ado será el hogar de 200 000 refugiados en cinco campos.

Dentro de los campos, que son como ciudades, los refugiados tienen acceso a agua, comida y suplementos nutritivos, pero aquellos que llegan después de días y a veces semanas de viaje, encuentran que puede llevar más de un mes registrarse para entrar en el campamento.

“Hay personas que llegan al campo con alimentos para sólo cuatro o cinco días que tienen que esperar a veces tres semanas para registrarse”, dijo la hermana O’Crowley.

En Kenia, los misioneros humanitarios de la Iglesia, Dick y Janet Tuttle, comentaron acerca de los obstáculos con los que se encuentran a diario al tratar de ofrecer ayuda e incrementar la autosuficiencia.

Cualquier ayuda para los campamentos se debe combinar con una de las agencias que dirige el campamento, como las Naciones Unidas, UNICEF o el Programa Mundial de Alimentos. Además, la Iglesia quiere asegurarse de que todos los fondos sagrados que se dedican a proyectos de ayuda se usen para proporcionar la ayuda necesaria a los necesitados.

La labor de ayuda de la Iglesia

Thabo Lebethoa es el gerente de bienestar de la Iglesia en el área de África Sudeste. Él trabaja desde Johannesburgo, Sudáfrica con otros trabajadores y líderes de la Iglesia, así como con organizaciones no gubernamentales locales, para evaluar la situación en Etiopía, Kenia y Somalia.

Como parte de los esfuerzos de respuesta ante emergencias, la Iglesia está trabajando en un paquete de ayuda humanitaria.

El hermano Leishman confirmó que la Iglesia coordinará con otras organizaciones para comprar comida en Etiopía, Kenia y Somalia de forma local, y entonces mandarán los alimentos a las áreas con más necesidad. Él estimó que el 70% de la ayuda consistirá en alimentos, y el 30 por ciento restante consistirá en medicina, artículos sanitarios y refugio.

La Iglesia se está coordinando con otros grupos para llegar a la mayor cantidad de personas posible, dijo el hermano Leishman.

Además de la ayuda que la Iglesia está mandando a estos países, continúan los proyectos humanitarios en curso para mejorar la calidad de vida y aumentar la autosuficiencia. Hay planes en proceso para proporcionar ayuda en iniciativas de bienestar, incluso agua potable, cuidado de la vista, cuidado dental y sillas de ruedas.

En Etiopía, por ejemplo, el enfoque de los O’Crowleys ahora mismo son los proyectos de agua: perforar pozos, instalar bombas e higienizar las fuentes de agua. En lo que va del año han completado seis proyectos de pozos que sirven a 350 000 personas; ayudaron a proporcionar sillas de ruedas a 250 personas y capacitaron a 1800 personas en resucitación neonatal.

La mejor manera en que los miembros pueden ayudar, dijo el hermano Lebethoa, es contribuyendo al fondo humanitario de la Iglesia.

Esperanza durante momentos difíciles

“El Evangelio es muy importante, pues puede ayudar a elevar el conocimiento… con respecto a nuestra responsabilidad como pueblo de buscar a los pobres y a los necesitados de entre nosotros y ayudar a cubrir sus necesidades”, dijo el hermano Lebethoa.

“La impresión que tenemos de los santos aquí es que su fe y sus creencias son muy fuertes, tanto como para lidiar con las adversidades de estar tan aislados [y] tener la ayuda mínima, y aun así sigue siendo el centro de sus vidas; están intentando ser muy obedientes y rectos”, escribieron en su blog en marzo.

En Kenia y en Etiopía los voluntarios humanitarios de la Iglesia están ayudando a los miembros y a los no miembros de igual manera a ser autosuficientes y a trabajar para mejorar su calidad de vida.

“Enseñar a la gente a ayudarse a sí misma: ésa es la clave de nuestro enfoque”, dijo el élder Tuttle.