La Iglesia anima a los miembros en todo el mundo a servir a nivel local

Por Por Heather Whittle Wrigley, Noticias y eventos de la Iglesia

  • 11 Septiembre 2012
 

La Iglesia anima a los miembros a encontrar oportunidades para prestar servicio en sus propias comunidades, como hicieron estos miembros en Chile en 2010, cuando reunieron materiales y empaquetaron miles de estuches de higiene tras un gran terremoto que devastó su país.

Durante el año pasado aproximadamente, el Departamento de Bienestar de la Iglesia ha hecho hincapié de nuevo en ayudar a las comunidades locales. Específicamente, se ha animado a los miembros a identificar las necesidades locales antes de enviar materiales al Centro Humanitario SUD, en Salt Lake City.

En la sección Servicio Humanitariode ChurchofJesusChrist.org, el enunciado “Lo que usted puede hacer” sugiere que todos aquellos interesados en prestar servicio humanitario dirijan la mirada primero hacia sus comunidades, se lee: “¿Qué necesidades o desafíos ve o escucha?”. “Si identifica una necesidad en su comunidad, pero no puede encontrar un programa establecido para esta necesidad, tome la iniciativa para encontrar una solución”.

Sharon Eubank, directora de los servicios humanitarios de la Iglesia, explicó que aun cuando el Centro Humanitario de la Iglesia seguirá aceptando donaciones, “se ha prestado más atención en que los miembros en todo el mundo estén participando en brindar ayuda en sus respectivas comunidades”.

Hay muchos beneficios para los miembros que prestan servicio en sus comunidades, según dijo Lynn Samsel, director de respuesta ante emergencias de la Iglesia.

“Queremos promover la respuesta humanitaria a nivel local”, dijo él. “Es más rápido, tenemos menos problemas con aduanas, permite que la Iglesia compre productos locales a los que los miembros de la zona están acostumbrados, proporciona apoyo a la economía local y ayuda a establecer relaciones”.

Brindar ayuda eficaz

Jennifer Ashley, natural de Boston, Massachusetts, EE. UU., estaba buscando una manera de prestar servicio en 2002. Descubrió que en su estado, donde diariamente a una de cada 12 familias le es difícil cubrir sus necesidades alimentarias y 210.000 niños viven en la pobreza, los bancos locales de alimentos necesitaban productos enlatados y otros alimentos básicos.

Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de organizar una carrera de 5 km en la que para participar se requiriera donaciones de alimentos enlatados. Diez años más tarde ese acontecimiento ha dado como fruto “Feed the Need”, una organización de voluntarios y sin fines de lucro, que recauda alimentos no perecederos para los bancos locales de alimentos en todo el estado, organizando varias carreras al año.

“Uno de los beneficios es que sabemos que estamos alimentando a nuestros vecinos”, dijo ella. “En mi opinión, cuando hay una necesidad es muy bueno que la gente reciba enseguida lo que precisa. Solventamos las necesidades inmediatas”.

Cada año, el Centro Humanitario de la Iglesia envía un promedio de 3.6 millones de kilos de calzado y ropa, 500.000 estuches de higiene y escolares, y 20.000 colchas a más de 50 países. Pero adquirir artículos en una parte del mundo y enviarlos a otra parte es un proceso caro y lento. Cuando los miembros ven una necesidad de colchas o ropa y otros suministros en su área y pueden cubrir esas necesidades, la respuesta es mucho más rápida.

Un ejemplo de esto ocurrió en 2011, cuando la agitación política en varios países árabes hizo que decenas de miles de personas quedaran sin hogar. En lugar de armar estuches de higiene en Salt Lake y después enviarlos a Medio Oriente, el Centro Humanitario de la Iglesia proporcionó fondos a la presidencia del Área Medio Oriente/África Norte, que movilizó a los 50 miembros que viven en Jordania (en la frontera al sur de Siria).

Los miembros se asociaron con la iglesia católica, la iglesia griega ortodoxa y estudiantes musulmanes de la Universidad de Jordania para armar 40.000 estuches de higiene y paquetes de alimentos en tan sólo cinco días, que fueron distribuidos entre los necesitados.

Ya sea en los Estados Unidos o Jordania, los miembros de todas las edades y habilidades pueden encontrar maneras de prestar servicio localmente. En algunos casos, los miembros pueden iniciar sus propios proyectos de servicio.

En otros casos, la rama, el barrio o la estaca puede organizar oportunidades de servicio para los miembros y otras personas.

En situaciones que requieran proyectos de servicio con mayor participación, los directores de bienestar de área a menudo colaboran con la oficina de Área para determinar las necesidades, solicitar fondos humanitarios de la Iglesia y organizar labores de servicio.

Necesidades locales, soluciones locales

Otra razón por la cual centrarse en el servicio local, explicó Gustavo Estrada, también del Departamento de Bienestar, es que las soluciones locales a menudo cubren de una mejor manera esas necesidades que las soluciones ideadas a miles de kilómetros de distancia. “A veces nuestra solución a un problema puede que no sea su solución y quizás no sea la mejor opción”, dijo.

El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9.0 y un poderoso tsunami devastaron Japón, matando a 19.000 personas y destruyendo más de 551.000 hogares. La Iglesia se apresuró a responder, enviando dinero a los líderes locales, quienes entonces compraron alimentos y otros suministros en el país.

Los miembros en Japón que no resultaron directamente afectados por el terremoto dedicaron voluntariamente miles de horas armando estuches con los suministros que cubrían mejor las necesidades de las víctimas de los desastres, de mejor manera que si hubieran recibido los estuches genéricos de ayuda. Ayudar a cubrir una necesidad de forma local también proporciona un impulso a la economía del país en un momento difícil.

Seis meses después del terremoto, el entonces Obispo Presidente de la Iglesia, H. David Burton, habló acerca de la respuesta de la Iglesia en épocas de desastre: “Nuestra estrategia siempre ha sido que los líderes del sacerdocio locales traten de cubrir las necesidades a nivel local con todo el apoyo que puedan requerir de la institución de la Iglesia”, dijo.

En febrero de este año, los misioneros de servicio a la Iglesia, Lamont y Celia Royer, que prestan servicio en St. George, Utah, EE. UU., se enfrentaron a un problema. Estaban trabajando en sala de servicio humanitario en Deseret Industries, donde las personas pueden donar artículos de ayuda humanitaria.

“Los miembros y otras personas venían con donaciones de cosas que habían hecho, como mantas, gorros tejidos a mano y otros artículos variados, que podían o no ser necesarios”, dijo. “Teníamos que encontrar un lugar donde se necesitaran estas cosas y almacenar de 500 a 600 gorros a veces se convertía en un problema”.

Cuando esa sala de servicio se cerró en abril, se les pidió a los Royer que se ocuparan de averiguar las necesidades locales y maneras de prestar servicio en esa zona.

“Las personas venían y nos preguntaban qué se necesitaba en Salt Lake City”, dijo ella. “Nosotros les respondíamos: ‘Tenemos necesidades aquí’. No eran conscientes de cuántas necesidades existían aquí, tal como descubrimos al visitar las agencias de la zona y descubrir las muchas necesidades que habían”.

Hoy en día, el élder y la hermana Royer publican un boletín mensual que se envía a todos los presidentes de estaca y las presidentas de la Sociedad de Socorro en las 25 estacas de St. George. El “Boletín del servicio a la comunidad” incluye una lista de oportunidades para voluntarios con aproximadamente 20 agencias locales, que incluye las listas de lo que desean recibir y que pone en relieve las necesidades específicas de algunas organizaciones.

Una institución en el área que proporciona apoyo las 24 horas al día para proporcionar descanso a los cuidadores de personas enfermas, tenía una larga lista de proyectos, que incluía pintar y el cuidado del jardín, pensó que llevaría varios años terminarlos debido a la falta de fondos. Durante las seis semanas después de que su lista de lo que deseaban se publicara en el boletín, cinco jovencitos que estaban buscando una manera de cumplir con sus requisitos de Eagle Scout terminaron todo el trabajo.

“Se trata de que las personas estén informadas”, dijo la hermana Royer. “Salimos y averiguamos lo que necesita la comunidad. Si los propósitos y objetivos son compatibles con la Iglesia, entonces publicamos esa lista de necesidades. Las personas quieren servir; sólo necesitan un punto de partida”.

Edificar la comunidad y el testimonio

En Provo, Utah, EE. UU., por lo general la Conferencia de la Mujer en la Universidad Brigham Young brinda anualmente la oportunidad a miles de personas que asisten, de preparar estuches de higiene o algún otro tipo de ayuda humanitaria, que tradicionalmente se ha enviado a zonas de todo el mundo. Sin embargo, en 2011 las asistentes a la conferencia, la mayoría procedentes de Utah, llenaron más de 30.000 mochilas con útiles escolares para niños de la zona.

Cuando el servicio se lleva a cabo a nivel local, quien presta el servicio y quien lo recibe se unen, fortaleciendo los lazos de la comunidad y permitiendo que las personas lleguen a ser más autosuficientes, explicó la hermana Eubank.

Por ejemplo, a principios de este año, voluntarios SUD en Ghana enviaron 1,5 millones de mensajes de texto a sus compatriotas ghaneses, informándolos de la campaña de vacunación patrocinada por una organización asociada con la Iglesia. El proyecto de servicio fue parte de un esfuerzo para reducir la tasa de mortalidad infantil en los países en vías de desarrollo.

Otro proyecto en 2011 en Kenia dio origen a que 300 miembros donaran 1.800 horas al distribuir decenas de miles de anuncios y carteles ofreciendo información sobre vacunas y la disponibilidad de las mismas.

“Al salir los miembros a servir en sus comunidades, pueden establecer relaciones con sus vecinos y disfrutar de la confianza que se desarrolla al trabajar juntos en un problema común”, dijo la hermana Eubank. “Entonces, cuando algún otro problema aparece en el futuro, hay un fundamento para cooperar otra vez. Servir juntos promueve el entendimiento y desarrolla la verdadera hermandad cristiana más rápido que de ninguna otra manera que yo pueda imaginar”.

Impulsen desde donde estén

“Cada uno de nosotros tiene el encargo de ser… un hacedor… una persona que eleve a otros”, dijo el presidente Thomas S. Monson cuando era apóstol durante la Conferencia General de octubre de 1971. “Hay personas dentro del ámbito de nuestra influencia que, con manos extendidas, exclaman: ‘¿No hay bálsamo en Galaad?’… Cada uno de nosotros debe responder a esa pregunta”.

Durante la Conferencia General de octubre de 2008, el presidente Dieter F. Uchtdorf habló de un grupo de hombres a quien se pidió que trasladaran un piano. Intentaron diferentes métodos, pero nada funcionó. Finalmente, un hombre sugirió que todos juntos de pie, levantasen e impulsasen el piano desde donde estuvieran.

“Parecía demasiado simple”, dijo el presidente Uchtdorf. “Sin embargo, cada uno impulsó desde donde estaba y el piano se elevó del suelo… como por sí solo. Ésa fue la solución al problema; sólo tenían que permanecer juntos e impulsar desde donde estuvieran”.

“Con mucha frecuencia vemos las necesidades de los que nos rodean y esperamos a que alguien de lejos mágicamente las satisfaga”, aclaró el presidente Uchtdorf durante la última conferencia general de octubre. “Al hacerlo, privamos a nuestro semejante del servicio que podríamos darle, y nos privamos de la oportunidad de servir”.