La Iglesia colabora con el resto del mundo para conseguir eliminar enfermedades prevenibles

Por Philip M. Volmar, Noticias y eventos de la Iglesia

  • 11 de noviembre de 2011

Desde 1990, cerca de 59.000 miembros de la Iglesia han donado alrededor de 750.000 horas de servicio para ayudar a lograr la meta de eliminar enfermedades prevenibles en los niños.

Puntos destacados del artículo

  • La Iglesia toma parte en la meta mundial establecida en 1990 de erradicar las enfermedades prevenibles y reducir en dos tercios la tasa de mortalidad infantil mundial para el año 2015.
  • Alrededor de 59.000 miembros de la Iglesia han ayudado a la causa desde 2003 y han donado aproximadamente 750.000 horas de servicio.
  • La Iglesia destinará $1.9 millón dólares de EE. UU. para sumarse a la iniciativa en 2012 y se centrará en la educación, formación y autosuficiencia de las organizaciones gubernamentales de la salud que administran las vacunas.

“De tener éxito, las campañas de vacunación en los Estados Unidos y en otras naciones, pondrán fin a un gran sufrimiento innecesario, y borrarán la posible amenaza de epidemias. Tales esfuerzos merecen nuestro completo apoyo”. —Carta de la Primera Presidencia, 1978

Una meta mundial establecida hace 21 años por un consorcio de organizaciones humanitarias y de la salud, está ayudando a erradicar el sarampión y otras enfermedades prevenibles, y el programa de bienestar de la Iglesia ha ayudado a esta causa al proporcionar fondos, horas de servicio y educación.

La meta, que comprende “reducir la mortalidad infantil” en dos tercios para el 2015, se estableció hace 21 años por la Fundación de las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud, la Cruz Roja, el Fondo Internacional para Niños de las Naciones Unidas y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los EE. UU.

En 1990, las organizaciones humanitarias y de salud identificaron el sarampión como la vacuna en la que había que centrarse debido a que esa enfermedad era la causa de mayor mortalidad infantil en todo el mundo. El sarampión es un virus muy contagioso que puede causar fiebre, enrojecimiento de la piel, llagas blancas en la boca y neumonía.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, se estima que esta enfermedad causó 2.6 millones de muertes en 1980. Dos años antes, la la Primera Presidencia envió una carta a los miembros para que “protegieran a sus hijos mediante la vacunación”.

La carta llegó en un momento cuando muchas vacunas contra enfermedades prevenibles se hallaba disponible en los Estados Unidos y en otros países, pero que no se usaban en general.

En la carta, la Primera Presidencia animó también a los miembros de la Iglesia a tomar parte activa en la sociedad en educar al público y en diseminar vacunas que prevenían enfermedades infecciosas.

“De tener éxito, las campañas de vacunación en los Estados Unidos y en otras naciones, pondrán fin a un gran sufrimiento innecesario y borrarán la posible amenaza de epidemias. Tales esfuerzos merecen nuestro completo apoyo”, establecía la carta.

Desde 2003, alrededor de 59.000 voluntarios de la Iglesia en 34 países han proporcionado aproximadamente 750.000 horas de servicio para esta causa, incluyendo el apoyo a los sistemas de salud existentes que administran las vacunas del sarampión.

Sudamérica, África y Asia han sido los principales beneficiarios de las vacunas gratuitas del sarampión proporcionadas por la Iglesia y otras organizaciones que trabajan en esta iniciativa.

“Hasta el momento, Sudamérica ha sido básicamente vacunada contra la enfermedad”, dijo Fred Riley, director de proyectos especiales de los Servicios humanitarios SUD, recalcando que en zonas de África y Asia todavía no se han usado las vacunas del sarampión. “La meta ha tenido un enorme impacto”, dijo, “en realidad, un milagro”.

Para 2008, la tasa de mortalidad había descendido aproximadamente a 164.000 muertes por año a causa del esfuerzo mundial, un descenso del 94 por ciento de la tasa de 1980.

El hermano Riley dijo que los Servicios Humanitarios, el cual proporciona fondos y organiza a voluntarios para la iniciativa de inmunización, ayuda a tomar más conciencia y al uso de la vacuna mediante un esfuerzo llamado movilización social.

La movilización social aspira a aumentar el porcentaje de niños que reciben inmunizaciones gratuitas, y se lleva a cabo mediante las organizaciones participantes y el ministerio de salud de cada país, según dijo el hermano Riley. Las donaciones del programa de bienestar de la Iglesia y los voluntarios ayudan a mantener el esfuerzo vivo en partes del mundo con índices bajos de vacunación.

En 2012, las metas de los Servicios humanitarios para la iniciativa incluye el compromiso de aportar $1.9 millones de dólares estadounidenses, y casi la mitad irá destinada a esos esfuerzos de movilización social.

La autosuficiencia de los ministerios de salud gubernamentales es otra prioridad, dado que los países con infraestructuras de salud en vías de desarrollo necesitan formación y educación.

“Nuestro plan es cambiar el enfoque principal hacia la autosuficiencia en cuanto a la inmunización en los países en vías de desarrollo”, dijo el hermano Riley, haciendo hincapié en que, históricamente, estos países no han podido proporcionar por sí mismos el número adecuado de vacunas a sus ciudadanos, debido a la falta de educación, de fondos o de ambos.

“Este fondo no siempre existirá para los países en vías de desarrollo”, dijo el hermano Riley. “Estamos tratando de edificar una cultura local de voluntariado y autosuficiencia”.

Tanto los miembros como otras personas pueden visitar el sitio web de los Servicios Humanitarios si desean saber más en cuanto a la donación para el fondo o participar como voluntario. También pueden hacer donaciones en el formulario de donaciones de diezmos, en la línea de “Ayuda humanitaria”.

Si desea más información sobre vacunas y enfermedades prevenibles, puede ir a CDC.gov en español e inglés.