“Consulta al Señor en todos tus hechos…”

Por Church News

  • 8 Abril 2015

“Fíjense, por favor, en el requisito de pedir con fe que, a mi modo de entender, significa la necesidad no sólo de expresar, sino de hacer; la doble obligación de suplicar y de ejecutar; el requisito de comunicar y de actuar”.

Puntos destacados del artículo

  • Una oración sincera de fe no sólo requiere de súplica, sino también de acción. Debe haber una disposición a actuar de acuerdo con la respuesta dada.
  • Por medio de la sincera oración, Dios puede ayudar a una persona a atravesar cualquier prueba, desde los tiempos más difíciles hasta las inconveniencias menores.

“El objeto de nuestras oraciones no debe ser presentar una lista de deseos o una serie de peticiones, sino asegurar para nosotros y para los demás las bendiciones que Dios está ansioso por concedernos, de acuerdo con Su voluntad y Su tiempo”. —Élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce

Era una pequeña manguera conectada al motor de un vehículo. Con el tiempo, la manguera se había vuelto quebradiza, se había partido y había hecho que el motor funcionara mal.

El auto no era nuevo. La familia no podía costearse fácilmente un vehículo nuevo e hizo todo lo posible por mantener y reparar el vehículo para que durara todo el tiempo posible.

Pero, de repente, el auto tuvo un problema. El padre pasó una gran cantidad de horas durante varios días, tratando de corregir el problema, pero sin éxito. Él consultó internet y buscó soluciones, pero no encontró nada obvio.

La familia llevó el auto a un buen mecánico en quien confiaba, quien encontró varias causas posibles e hizo las reparaciones. El costo del mecánico, que era un gasto presupuestado, corrigió algunos de los problemas, pero no todos. El auto continuó teniendo problemas.

El esposo de nuevo investigó el problema y pidió consejo a sus amigos diestros en mecánica. Nada de lo que trataban solucionó el problema.

El padre, atribulado después de meses de no encontrar ninguna solución y sin poder permitirse comprar un auto nuevo, estaba hojeando los discursos de la Conferencia General de abril de 2008 en la revista Liahona.

El élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, hablaba de la oración del profeta José Smith y decía: “Fíjense, por favor, en el requisito de pedir con fe que, a mi modo de entender, significa la necesidad no sólo de expresar, sino de hacer; la doble obligación de suplicar y de ejecutar; el requisito de comunicar y de actuar”.

El padre se dio cuenta de que no había llevado el problema de su auto a nuestro Padre Celestial. Había estudiado y consultado mecánicos de confianza, y había hecho todo lo que podía hacer, excepto pedir con fe que nuestro Padre Celestial interviniera. Tras su oración, el padre sintió la necesidad de buscar nuevamente en internet y sintió la impresión de agregar unas palabras descriptivas adicionales. Apareció una posible solución que no se había mostrado antes.

Después de conocer esa nueva información, compró un repuesto económico y comenzó a instalarlo. En el proceso, golpeó accidentalmente una manguera de aspecto ordinario y ésta cayó al suelo. Al inspeccionar la manguera, encontró que estaba muy quebradiza y que se había agrietado con el tiempo. Los daños de la manguera no eran obvios. La manguera no había sido inspeccionada debido a que no formaba parte de ninguna función crítica del motor que, según el mecánico, se relacionara con el problema del auto.

Cuando se reemplazó la manguera defectuosa el problema desapareció. Al investigar más, el dueño encontró una información poco conocida de que esa pieza defectuosa podía, en determinadas circunstancias, causar el problema en el vehículo. No fue obvio para nadie, pero nuestro Padre Celestial lo sabía. La impresión no fue para ir a arreglar la manguera rota sino para reemplazar otra pieza económica (que también era necesario reemplazar debido a su antigüedad) y, al hacerlo, se encontró la manguera defectuosa.

El élder Bednar dijo en su discurso de la conferencia: “El pedir con fe requiere honradez, esfuerzo, dedicación y perseverancia”.

Nuestro Padre Celestial nos enseña la forma de pedir ayuda en Doctrina y Convenios, sección 9. En el versículo 7, Él nos dice que no podemos simplemente pedir. La advertencia es: “He aquí, no has entendido; has supuesto que yo te lo concedería cuando no pensaste sino en pedirme”. En otras palabras, el sólo pedir no es suficiente.

El versículo 8 enseña que “…debes estudiarlo en tu mente…”; en otras palabras, investigar, buscar conocimiento, hacer un esfuerzo y aun estudiar diferentes soluciones, y después preguntar. El pasaje continúa: “…y si [estuviere bien], haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien”.

La promesa del Padre es condicional pero absoluta. Cuando hacemos nuestra parte, Él responderá y si nuestra solución es correcta, “[sentiremos] que está bien”. Nuestro Padre Celestial no dijo que Él contestaría “a veces” o “cuando sea conveniente” o “si tiene tiempo”. Él está allí para ayudar cuando hacemos nuestra parte.

Pero, ¿qué hay acerca de otras dificultades en la vida? Ciertamente un vehículo descompuesto, si bien importante para una familia, palidece en comparación con tener un problema médico potencialmente mortal o con la ira entre un progenitor y su hijo que amenaza el bienestar espiritual.

Preocupante para un padre es una hija que consume drogas, sufre depresión o tiene dificultades con la moralidad, o un hijo adulto que ha perdido su testimonio y ya no vive en armonía con sus convenios del templo y las normas de la Iglesia.

Al igual que con los retos temporales, el consejo es que debemos hacer todo lo que podemos hacer y luego pedir a nuestro Padre Celestial, con fe, que nos guíe. La respuesta a nuestra súplica puede ser un corazón enternecido, un cambio de comportamiento, una guía para encontrar una solución o simplemente la fortaleza para aceptar lo que no podemos cambiar.

El élder Bednar dijo: “El objeto de nuestras oraciones no debe ser presentar una lista de deseos o una serie de peticiones, sino asegurar para nosotros y para los demás las bendiciones que Dios está ansioso por concedernos, de acuerdo con Su voluntad y Su tiempo. Nuestro Padre Celestial oye y contesta toda oración sincera, pero las respuestas que recibamos tal vez no sean las que esperemos ni nos lleguen cuando y como las deseemos”.

La vida, como suele ser el caso de las cosas como los automóviles, es muy compleja. Es difícil aun para el mecánico más experimentado comprender todas las interacciones de cada pieza móvil de un motor. Del mismo modo, los desafíos en las familias son desconcertantes, y los terapeutas y los psicólogos experimentados pueden llevarnos en muchas direcciones, a menos que seamos guiados a una solución particular mediante la oración sincera.

Hay sólo una fuente de total entendimiento, nuestro Padre Celestial. No importa cuál sea el problema, Él entiende la causa y contestará nuestras oraciones.

Nuestro conducto hacia nuestro Padre Celestial es a través de la oración. “Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te dirigirá para bien…” (Alma 37:37).