Celebración cultural en El Salvador: Mereció la pena el esfuerzo

Por Aaron West

  • 25 Agosto 2011
 

Puntos destacados del artículo

  • Participaron más de 2000 jóvenes de 17 estacas y 2 distritos.
  • Muchos participaron en más de 100 horas de ensayos, que comenzaron seis meses antes.
  • Muchos padres y líderes ayudaron a confeccionar los trajes, planear la coreografía y dar apoyo de otras maneras.

“Éste será uno de los momentos más importantes de mi vida, y estará escrito en mi diario”. —Irvin, joven participante

Vale la pena”.

Una y otra vez, la juventud Santo de los Últimos Días de El Salvador repitió esta frase mientras practicaban para la gran celebración cultural. Su esfuerzo se materializó el sábado 20 de agosto de 2011.

Llegaron en autobuses desde todas partes del país, y se reunieron en el Gimnasio Nacional José Adolfo Pineda, en la capital, San Salvador, para actuar para sus familias y amigos, para apóstoles y para el Señor.

Más de 2000 jóvenes de edades entre 12 y 18 años bailaron y cantaron en un programa colorido y alegre. Algunos se sentaron con el público y sujetaron papeles que formaban mosaicos de la bandera del país. El Templo de San Salvador, El Salvador, y un montaje de la estatua del Cristus, el templo y la Primera Presidencia. Otros tocaron en un grupo instrumental.

Estos jóvenes, de 17 estacas y 2 distritos, se unieron para expresar su fe y gozo exuberante porque un profeta hubiera ido a dedicar un templo en su tierra natal. Presentaron 12 bailes, un drama musical, y cinco himnos y canciones.

El presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, presidió el evento. También asistió su esposa, Kathleen.

Asimismo asistieron el élder D. Todd Christofferson, del Quórum de los Doce Apóstoles, y su esposa; el élder William R. Walker, de los Setenta y Director Ejecutivo del Departamento de Templos; Silvia Allred, Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro; y miembros de la Presidencia de Área: los élderes Enrique R. Falabella, James B. Martino y Carlos H. Amado.

La juventud recibió al presidente Eyring con gran entusiasmo, poniéndose de pie y sacudiendo sus sombreros en el aire, aplaudiendo y aclamando.

El presidente Eyring reconoció la muestra de amor y aprecio, y le aseguró a la juventud del afecto, tanto suyo como del presidente Thomas S. Monson, por ellos. Él dijo: “Les traigo el amor y los saludos de nuestro amado profeta, el presidente Thomas S. Monson. Él me pidió que yo llevara a cabo esta asignación. Y me siento honrado de hacerlo”.

Vale la pena—Bendiciones prometidas

Al hablar de los esfuerzos para preparar el programa, varios jóvenes hablaron de bastante más de 100 horas de ensayos. Algunas estacas comenzaron los ensayos seis meses antes de la actuación.

Practicaban por lo menos una vez a la semana, a veces dos o tres veces a la semana, normalmente por dos horas. Para muchos, esto sucedía después de ir a seminario tan temprano como a las 4:30 de la mañana y de asistir a la escuela todo el día.

Los miembros de la Estaca Los Héroes dijeron que un día, durante las vacaciones de la escuela, pasaron todo el día practicando, sufriendo un calor extremo durante parte del día, y lluvia pesada más tarde.

Entre bastidores, los padres y los líderes de la Iglesia hicieron las coreografías de los bailes, enseñaron y dirigieron las canciones, cosieron los trajes y ofrecieron apoyo y ánimo continuamente. Óscar Zalaya, un adulto que ayudó a coordinar el evento, pasó noches en vela preocupándose por el programa. “Esta asignación no fue fácil”, dijo él. “El evento representó algo que no habíamos hecho antes”.

Pero él dijo que después de la actuación, podría dormir. Él pudo ver que el evento había sido un éxito cuando vio tanto lágrimas como sonrisas en los rostros de los jóvenes a los que había servido.

El presidente Eyring reconoció la dedicación de todos los que participaron en el evento. Él dijo, “Sé cuán arduamente han trabajado. Me sorprende que no parezcan cansados, sino felices”.

Él ayudó a los participantes a entender que su Padre Celestial también estaba al tanto de su diligencia. “Dios los premiará”, afirmó. “Les prometo que sentirán gozo, igual que los que vean y escuchen su actuación. Ellos recordarán la energía, el color, la música y los sentimientos de este gran saludo a su glorioso y sagrado patrimonio”.

Vale la Pena — Fundamento firme, futuro prometedor

El gran valor de su esfuerzo vino poco a poco, al entablar amistades duraderas que se profundizaron al trabajar juntos.

El presidente Eyring hizo eco de este sentimiento durante el programa, cuando le dijo a la juventud: “El presidente Monson es el campeón de estos eventos, los cuales unen a nuestra gente y proporcionan, a aquellos que participan, una oportunidad de juntarse con miembros de su misma edad que comparten sus normas, de hacer nuevos amigos y de crear recuerdos que durarán por toda su vida”.

El gran valor de su esfuerzo aumentó cuando la juventud llegó a comprender por qué iban a actuar. Adán Campos expresó los sentimientos de muchos otros cuando lo llamó una “experiencia única”, puesto que en una manera estaban bailando para el Señor.

Este evento, combinado con la dedicación del templo que seguiría el día siguiente, vino debido a la diligencia y la fe de los pioneros entre los santos salvadoreños. El presidente Eyring habló del primer converso en El Salvador, que se bautizó en 1951, dos años después de que los misioneros Santos de los Últimos Días llegaran al país. “Ese único converso”, dijo él, “ahora ha llegado a ser una membresía de la Iglesia de más de 105 000. El templo, que se dedicará mañana, se erige como un monumento a ese crecimiento, y a su fe, dedicación y testimonio”.

Aunque en un sentido la celebración cultural fue la culminación de mucho arduo trabajo, también fue el principio de una gran obra que vendría. Antes del ensayo general que se llevó a cabo durante el día, el élder Carlos H. Amado, de los Setenta, Segundo Consejero en la Presidencia de Área de América Central, le dijo a la juventud que en El Salvador, la historia de la Iglesia estaría dividida en dos partes: “antes del templo” y “después del templo”.

Él dijo: “Ustedes serán los líderes de la Iglesia después del templo”. Él les aseguró que su liderazgo sería incluso mejor que la gran obra que se había llevado a cabo en el pasado.

Vale la pena — Mirar hacia adelante

Cuando los jóvenes Santos de los Últimos Días de El Salvador recordaban las experiencias que habían disfrutado en conexión con el evento cultural, también miraban hacia adelante.

Irvin, que participó en uno de los bailes, habló de lo que haría para que la experiencia no se desvaneciera en su vida. “Escribo sobre muchos de los detalles de mi vida en un diario. Cada vez que lo leo, recuerdo muchas cosas. Éste será uno de los momentos más importantes de mi vida, y estará escrito en mi diario”.

Él dijo que estas experiencias con el evento cultural habían fortalecido su testimonio. “Sé que Cristo vive y que nos ama. Sé que Él es nuestro Redentor y Salvador, y sé que el templo de San Salvador, El Salvador, es la casa del Señor, y que por medio de Él nuestras familias pueden ser eternas”.

Esta juventud salió del evento preparada para una experiencia más callada pero también más gozosa el día siguiente, cuando asistirían a los servicios dedicatorios para su nuevo templo en su tierra natal. Salieron preparados para seguir el consejo que habían recibido del presidente Eyring: “Que continúen siendo fieles y verídicos. Que este hermoso templo sea un faro para todos los miembros y todos los que buscan la verdad a lo largo de esta tierra hermosa y prometida”.