El élder Costa brinda consuelo y auxilio en Japón

Por Conan Grames, DIRECTOR DE ASUNTOS PÚBLICOS DEL ÁREA ASIA NORTE

  • 25 Mayo 2011

El élder Claudio R. M. Costa, de la Presidencia de los Setenta (segundo desde la izquierda), y el élder Gary E. Stevenson de los Setenta (segundo desde la derecha), Presidente del Área Asia Norte, entregan artículos escolares durante una visita a Japón, en la cual el élder Costa también hizo entrega de otras donaciones de la Iglesia.

“Me siento agradecido por su deseo de servir al Señor y estoy absolutamente seguro de que Él seguirá bendiciéndolos”. —Élder Claudio R. M. Costa de la Presidencia de los Setenta

El élder Claudio R. M. Costa, de la Presidencia de los Setenta, viajó recientemente por Japón ofreciendo consuelo, dirección y ayuda a quienes se estaban recuperando del terremoto y del maremoto desbastadores que asolaron el país el 11 de marzo.

El élder Costa y su esposa, Margareth Fernandes Morgado, hablaron en una charla fogonera realizada en Sendai, situada cerca del epicentro original del terremoto de 9.0, donde tuvieron lugar los daños más terribles.

“En 1832, el Señor... sabía lo que iba a suceder aquí”, dijo citando la sección 88 de Doctrina y Convenios. “Él envió Su mensaje para proporcionar paz a nuestro corazón... y para que conozcamos mejor al Dios que adoramos”.

Durante su visita, el élder y la hermana Costa viajaron con el presidente del Área Asia Norte, Gary E. Stevenson y con su esposa, Lesa, al pequeño pueblo de Onagawa, en la costa noreste de Japón. La aldea había sido casi arrasada completamente por el maremoto y el 10 por ciento del pueblo, aproximadamente mil personas, habían muerto o desaparecido durante el desastre.

Ellos le entregaron al alcalde de Onagawa cinco furgonetas de pasajeros para que las utilizaran para transportar a la gente a comprar, a ir a los baños públicos y a ver al médico.

En otros lados, el élder Costa visitó un centro muy grande de refugio donde casi 800 personas vivían juntas sobre el piso (suelo) de un gimnasio desde que había ocurrido la catástrofe. Cada familia disponía de apenas un poco de lugar en el piso, con separaciones hechas de cartón, mantas y ropa que habían recibido como parte de la labor de ayuda humanitaria.

La hermana Costa y la hermana Stevenson visitaron una escuela primaria donde le entregaron al director bolsas escolares para los niños. Las bolsas habían sido hechas a mano por las hermanas de las unidades de la Iglesia de todo Japón.

En meses recientes, la Iglesia hizo donaciones a la Cruz Roja de Japón y a tres de las prefecturas afectadas por la crisis. También compró provisiones y entregó enormes cantidades de donaciones, más de 200 toneladas (180.000 kilogramos). Aproximadamente 10.000 voluntarios de la Iglesia donaron alrededor de 100.000 horas de servicio. La ayuda humanitaria que se proporcionó a Japón durante este desastre será una de las más grandes de la historia de la Iglesia. El élder Costa dijo que informaría al Obispado Presidente de que la ayuda había sido muy necesaria y de que el dinero se estaba utilizando bien.

“Toda la Iglesia está orando por ustedes”, les dijo a los miembros de la Iglesia en Japón. “Puedo ver un futuro venturoso aquí. Cuando llegamos... vi que había mucha vida y gente con un gran deseo de seguir adelante y hacer las cosas lo mejor que pudieran. Me siento agradecido por su deseo de servir al Señor y estoy absolutamente seguro que Él seguirá bendiciéndolos”.