El funeral honra a Frances J. Monson como “una dama maravillosa”

Por Gerry Avant, editor de Church News

  • 24 Mayo 2013

El presidente Thomas S. Monson es acompañado a la sepultura de su esposa, la hermana Frances J. Monson, en el cementerio de Salt Lake City el 23 de mayo.

“Con buen ánimo y de buena voluntad hizo muchos sacrificios en su vida a causa de su fe y el amor del Evangelio”. —Hermana Ann M. Dibb, hija

La hermana Frances Beverly Johnson Monson, que falleció el 17 de mayo, fue recordada en el funeral del 23 de mayo como una mujer extraordinaria que dedicó su vida al servicio del Señor.

El Presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, dirigió el servicio al honrar la vida de la hermana Monson, esposa del presidente Thomas S. Monson, madre de tres hijos, abuela de ocho nietos y bisabuela de ocho bisnietos.

Junto al Presidente Eyring, en homenaje a la hermana Monson, estaba el presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, y la hija del presidente Monson, Ann Monson Dibb.

La familia de la hermana Frances J. Monson está agradecida por su legado, un legado de amor, servicio, fidelidad y humildad, dijo la hermana Dibb.

Dijo que su madre estaba profundamente motivada a hacer buenas obras, a causa de su amor profundo y perdurable por los demás. “En su honor hoy”, ella dijo: “me gustaría compartir con ustedes, las cuatro maneras que demostró ese amor durante su vida”.

Primero, la hermana Dibb dijo que su madre amó profundamente a sus padres, Franz E. Johnson y Hildur Booth Johnson. “A lo largo de su vida, fue fiel al mandamiento de ‘Honra a tu padre y a tu madre’… Por medio de los relatos y recuerdos de mi madre, sé que ella amó y valoró [a su padre]. Toda mi vida, vi que mi madre sirvió y cuidó a su madre, mi Mormor, que es ‘la madre de la madre’ en sueco”.

Segundo, la hermana Dibb dijo que la hermana Monson amó profundamente a su familia.

“Después de que mis padres se casaron, la esperanza más grande de mi madre era tener hijos. Tom, Clark y yo fuimos bendecidos al ser sus hijos, los tesoros de mi madre”, dijo ella. “Cada uno de nosotros crecimos sabiendo que nos amó profundamente y tenemos muchos valiosos recuerdos”.

Dijo que como abuela, la hermana Monson se deleitó en servir a su familia. “Por medio de su servicio, cada miembro de su familia sabe de su amor profundo y perdurable por ellos”.

Tercero, la hermana Monson amó profundamente el evangelio de Jesucristo. “Nunca dudamos de su testimonio porque vivía el Evangelio en cada pensamiento y hecho”, dijo la hermana Dibb. “Con buen ánimo y de buena voluntad hizo muchos sacrificios en su vida a causa de su fe y el amor del Evangelio”.

Cuarto, la hermana Monson demostró su amor al ser fiel, verídica y totalmente dedicada a su compañero eterno, el presidente Thomas S. Monson. “Ella hizo posible el cumplimiento de sus múltiples llamamientos a través de los años, sin quejarse ni sola una vez”, dijo ella.

El presidente Dieter F. Uchtdorf recordó a la hermana Monson como una dama elegida con una sonrisa hermosa y un espíritu bondadoso.

Los miembros de la familia, miembros de la Iglesia, amigos y todos los que tuvieron el privilegio de conocerla mejor se entristecieron por su muerte, pero pueden hallar gozo al recordar “una gran dama y una mujer fiel de Sión”, dijo el presidente Uchtdorf.

“Millones de miembros de la Iglesia alrededor del mundo quizás nunca han conocido a la hermana Monson en persona”, dijo él. “Pero vieron las fotos del presidente y la hermana Monson en los periódicos y las revistas de la Iglesia, leyeron acerca de ellos, les observaron… “Y a través de las distancias más grandes, vieron el amor que el presidente y la hermana Monson tenían el uno al otro y el amor que tenían por todas las personas de todo el mundo”.

La vida de la hermana Frances Johnson Monson se basó en la fe, la dignidad, el trabajo arduo y la gratitud, dijo el presidente Henry B. Eyring en su mensaje final del funeral.

“El tributo más alto a los que han pasado por el velo no es dolor sino gratitud”, dijo el presidente Eyring. “Sus talentos eran muchos, su amor abundante, su carácter intachable y su fe inquebrantable. El presidente Monson ha dicho con respecto a ella: ‘No tuvo ninguna debilidad espiritual; no había malicia en su alma; no tenía ninguna falla en su carácter’ ”.

El servicio, que se llevó a cabo en el Tabernáculo de la Manzana del Templo, contó con los miembros del Quórum de los Doce, otras Autoridades Generales y los líderes generales de las organizaciones auxiliares.

El Coro del Tabernáculo Mormón cantó “¡Grande eres Tú!”, “Quienes nos brindan su amor” y “Consider the lilies [considerad los lirios]”. En un número musical especial presentado por una de las bisnietas, Emily Steel, se cantó “Mi Padre Celestial me ama”. Las que la acompañaron fueron Sarah D. Steele, una de las bisnietas de la hermana Monson y amigos de la familia, Sarah Abbot, a violín y Carolyn Duede, en el arpa.

La primera oración la ofreció el élder William R. Walker, de los Setenta. El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce, ofreció la última oración.

Una vez finalizada la reunión, el Coro del Tabernáculo cantó “Para siempre Dios esté con vos” mientras la familia se retiraba del Tabernáculo.

Antes del funeral, uno de los hijos, Clark S. Monson, ofreció la oración familiar. Otro de los hijos, Thomas L. Monson, dedicó la sepultura en el cementerio de Salt Lake City.