Los miembros son la clave en la productividad del incremento del número de misioneros

Por Por R. Scott Lloyd, redactor de Church News

  • 20 Febrero 2013

El élder Bryan Borrayo, de la Ciudad de Guatemala, Guatemala (frente) y el élder Carlos Arias Bermudez, de North Ogden, Utah, recorren un vecindario de un barrio de South Phoenix.  Foto por Jill Adair.

Puntos destacados del artículo

  • El número de misioneros de la Iglesia ahora supera los 60.000 por primera vez en muchos años, debido al reciente aumento de misioneros desde el anuncio de octubre.
  • Para dar cabida a la llegada de los misioneros, los líderes han anunciado la creación de varias nuevas misiones.
  • Los miembros serán clave para ayudar a los nuevos misioneros a llegar a ser más eficaces en las áreas locales.

“Creo que el Espíritu del Señor tiene una influencia sobre esta generación de una manera que nunca antes habíamos visto que ocurriera, al menos no en mi vida, como resultado de una instrucción o anuncio específico que hizo el presidente de la Iglesia”. —Élder David F. Evans, de los Setenta

Una sola palabra en un formulario de aceptación del llamamiento misional recibido recientemente en las Oficinas Generales de la Iglesia, fue elocuente por su brevedad. En el espacio para la respuesta estaba la palabra “¡Sí!!!” escrito a mano con letras coloridas y grandes.

Con esa única palabra, el formulario refleja la alegría, entusiasmo y gratitud que los jóvenes Santos de los Últimos Días han demostrado desde que el presidente Thomas S. Monson hizo su trascendental e histórico anuncio en la Conferencia General de octubre pasado sobre la nueva norma de la disminución en la edad para la elegibilidad para la misión, de 18 años para los hombres jóvenes y de 19 años para las mujeres jóvenes.

La respuesta fue inmediata y sin precedentes. Continúa hoy en día, hasta el punto de que el número de la fuerza misional de la Iglesia ahora supera los 60.000 por primera vez en muchos años.

“Estamos encantados con la respuesta”, dijo el élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, en una entrevista reciente, reconociendo el sacrificio de tantos jóvenes, matrimonios mayores y las familias que los apoyan.

“El primer sentimiento es de un profundo agradecimiento por el compromiso y la consagración de las familias de estos misioneros”, dijo el élder Nelson, quien es el presidente del Comité Ejecutivo Misional de la Iglesia.

“Surge la pregunta sobre qué haremos con todos estos misioneros”, dijo, “y la respuesta es que los misioneros harán lo que los misioneros han hecho siempre. Predicarán el Evangelio. Ellos enseñarán, testificarán, rescatarán y bendecirán la vida de los hijos de Dios”.

La gran cantidad de respuestas como resultado del cambio se ilustra en el número de misiones nuevas que se están creando este año. Como se muestra en el reciente anuncio, hay 58 misiones nuevas, aumentando el número de 347 a 405.

“Creemos que los miembros son la clave para hacer que este gran número de misioneros sean particularmente productivos”, comentó el élder Nelson.

“Tenemos que ser más eficientes en el uso del valioso tiempo y servicio de los misioneros, lo que significa que los miembros, el consejo de barrio y los líderes misionales de barrio ahora tendrán que unir sus esfuerzos, al hacer que los misioneros estén disponibles en unidades individuales de la Iglesia”.

El élder Nelson agrega: “Esperamos que nuestros consejos de barrio y los líderes misionales de barrio jueguen una función activa en llenar las agendas diarias para estos misioneros, para que tengan citas con un propósito, sean significativas y pertinentes para rescatar a los miembros menos activos de la Iglesia y a sus amigos no miembros y parientes que están entre nosotros”.

El élder David F. Evans, de los Setenta, Director Ejecutivo del Departamento misional, dijo que la magnitud de la respuesta no era del todo inesperada.

Aun así, “es tan gratificante ver que lo que se imaginó la Primera Presidencia y los Doce, al tener fe, valentía y responder a las impresiones espirituales profundas acerca de realizar este cambio, ha dado sus frutos”, dijo.

Más allá de ser significativo, el aumento en el interés en servir en una misión es sostenible, dijo el élder Evans.

“Por supuesto, habrá un aumento que durará unos tres años”, dijo él, refiriéndose al número de jóvenes que ya estaban ansiosos esperando para servir en una misión y ahora pueden servir como resultado de la disminución en la edad para la elegibilidad.

“Pero lo que estamos haciendo es edificar y crear misiones para lo que esperamos será necesario después de la cantidad de misioneros que tendremos debido a este aumento. Así que esperamos no tener que cerrar ninguna misión a medida que avanzamos; creemos que 405 es el número adecuado para manejar el aumento de misioneros después de este incremento”.

Por lo tanto, incluso después de este aumento, el número de misioneros será mucho más alto de lo que es hasta ahora, dijo el élder Evans.

“Además, hay una gran cantidad de matrimonios mayores que han escogido servir”, agregó. “Me considero joven, pero mi generación está empezando una edad en la que podrían servir otra vez.

“Por lo tanto, como el presidente Monson ha llamado a más misioneros, vemos que hay más parejas que toman esa decisión, mientras aún están lo suficientemente fuertes como para servir de manera activa y servir de nuevo. Eso ha sido muy, muy gratificante. Y yo haría hincapié en que no sólo necesitamos jóvenes élderes y hermanas, sino que necesitamos más matrimonios misioneros, y siempre vamos a necesitar matrimonios misioneros. Ellos ayudan de manera notable”.

Como lo hizo el élder Nelson, el élder Evans dijo que la obra misional funciona mejor si los miembros y los misioneros trabajan juntos “y si los miembros y sus líderes reconocen que no es una carga tener más misioneros, sino que ésta es la mayor oportunidad para tener un recurso más grande para ayudar como nunca antes hemos tenido.

El élder Evans reconoció que serán necesarios algunos sacrificios adicionales, en especial las familias que ahora tienen más de un misionero que presta servicio al mismo tiempo.

“Pero les digo que ésta va a ser la época más maravillosa”, exclamó. “Si alguna vez han tenido a un misionero en la misión, saben que no hay nada más dulce que una familia reunida y orando por su hijo o hija, o su hermano o hermana —o a veces, sus padres o abuelos— pidiendo al Señor que los bendiga mientras sirven una misión. Nada, en realidad, es más motivador para las familias que tener a alguien prestando servicio y tener esa oportunidad para reflexionar sobre nuestro propio compromiso de ayudar a las demás personas que nos rodean y llevar las bendiciones del Evangelio a la vida de los demás”.

El élder Ernest P. Robison y la hermana Anneke Robison, de la Misión Utah Salt Lake Central sirven como misioneros de tiempo completo en la Estaca Murray Norte, Utah. Fotografía por Sarah Jane Weaver.

En cuanto a los jóvenes futuros misioneros, el élder Evans dijo que su entusiasmo y dedicación se refleja en la carta que recibió de un joven miembro de su barrio en la época navideña. El joven informó que él y sus amigos están hablando y comportándose de forma diferente porque tienen su mira puesta en ser misioneros pronto.

“Creo que el Espíritu del Señor tiene una influencia sobre esta generación de una manera que nunca antes habíamos visto que ocurriera, al menos no en mi vida, como resultado de una instrucción o anuncio específico que hizo el presidente de la Iglesia”, dijo él.

Los jóvenes, dijo él, pueden prepararse ahora, en primer lugar al leer el Libro de Mormón y así obtener el testimonio base del evangelio de Cristo.

“Además de eso, deben actuar según su fe”, dijo él. “Deben estar guardando los mandamientos y deben vivir de una buena manera”.

No deben complicarse demasiado la manera de vivir el Evangelio, dijo él. “Simplemente sean buenos. Saben lo que deben hacer y el Espíritu Santo les avisará sobre las cosas que no deberían hacer”.

Los jóvenes deben centrarse en la dignidad del templo, aconsejó. “En concordancia con las palabras de los profetas en la actualidad, participen en historia familiar y la obra del templo a tal punto que lo hagan estén donde estén.

“El resultado natural de ello es el deseo de compartir el Evangelio. Sentirán la bondad de ello ustedes mismos y desearán compartirlo con otras personas”.

Él reconoció que para los jóvenes que se acercan a los 18 años, el futuro servicio misional de repente se aproxima y, para algunos, puede resultar intimidatorio.

Los misioneros en el Distrito San Clemente, de la Misión California Carlsbad, participan en la reunión de distrito en el centro de Estaca California San Clemente. De izquierda a derecha, la hermana Noelle Longhurst, de Layton, Utah; la hermana Leen Nauta, de Bora Bora; el élder Reef Johnston, de Bozeman, Montana; el élder Justin Stedman, de Taylor, Arizona; el élder Anthony Wright, de Draper, Utah; y el élder Chase Stevens, de Washington, Utah. Foto por Alan Gibby.

“El presidente Monson dijo que no es un mandamiento que todo joven de 18 años deba ir, o que toda jovencita vaya a los 19 años, pero dijo que ahora cada uno tiene la opción de hacerlo, y en consejo con sus padres, sus líderes del sacerdocio y su Padre Celestial deben averiguar qué deben hacer”.

Agregó: “Pero una vez que sepamos lo que debemos hacer, entonces es imperativo que cada uno de nosotros obre con fe, para caminar a la orilla donde comienza la luz, y tal vez algunos pasos más allá, desde donde no podemos siquiera distinguir entre el final y el principio, pero saber que es en esa dirección en la que debemos de ir. Cuando andamos con fe, todas las respuestas vienen”.

El élder Evans afirmó: “Se va a requerir fe. Se va a tener que hacer cambio de planes. Va a ser una experiencia maravillosa. Y habrá miles y miles de jóvenes de esta Iglesia que crecerán impresionantemente como resultado de hacer exactamente lo que el presidente Monson pidió que hagan, lo cual es deliberar en consejo con sus padres, hablar con su obispo y presentar todo al Señor para saber lo que Él desea que hagan. ¡Y entonces hacerlo!”.

La hermana Eloisa Cirne, de la Estaca Phoenix, Arizona, se reúne con los misioneros que sirven en su estaca: el élder Scott Larsen (centro), de Skaneateles, Nueva York, y Juan Castaños, de Richmond, Virginia. Foto por Jill Adair.