Miembros de Carolina del Norte relatan experiencias que tuvieron durante y después de los tornados

Por Heather Wrigley, Noticias y eventos de la Iglesia

  • 20 Abril 2011

Puntos destacados del artículo

  • Más de 200 intensos tornados y tormentas se reportaron en dos días, a lo largo del sudeste de los Estados Unidos.
  • En cuestión de horas, se organizaron equipos de miembros para realizar labores de limpieza en sus comunidades.
  • Los líderes de la Iglesia están coordinando las labores de ayuda y limpieza con VOAD, la Cruz Roja y otras organizaciones.

"Tenemos un propósito, que es el de servir al Señor Jesucristo y de ayudar a nuestros semejantes". —Joseph N. Catlett Jr., presidente de la Estaca de Fayetteville Carolina del Norte

Seis días después de que violentos tornados arrasaran el sur de los Estados Unidos, están saliendo a la luz historias de las experiencias de miembros y del servicio que se ha dado desde el desastre.

El 14 y el 15 de abril, más de 200 fuertes tornados y tormentas pasaron por varios estados del sur y del sudeste. Sólo en Carolina del Norte hubo alrededor de 90 tormentas.

Se ha encontrado a todos los miembros y los misioneros, y todos ellos están a salvo. Dos hogares de miembros en la Estaca Fayetteville Carolina del Norte y un hogar de miembros de la Estaca Chesapeake Virginia fueron destruidos.

Los mayores daños tuvieron lugar en Carolina del Norte, Virginia, Alabama y Mississippi. Cerca de 50 personas se confirmaron como fallecidas y se informó que más de otras 100 resultaron heridas. Cientos de viviendas fueron dañadas o destruidas, y miles se quedaron sin energía.

Dentro de los límites de la Estaca Chesapeake Virginia, 10 miembros de la comunidad perdieron sus vidas. En la casa de los miembros que fue destruida, la abuela, la madre y dos hijas estaban allí cuando llegó la tormenta. Al refugiarse juntas en el baño, el tejado de la casa voló, pero ellas no sufrieron daños.

El presidente de la estaca, Michael M. Dudley dijo que se hizo un llamado a los miembros de la estaca para donar muebles y otras necesidades que la familia perdió en el desastre.

“Parece que en unos días podrían tener todo lo que necesitan”, dijo él. “Los miembros y los líderes de la Iglesia han respondido con rapidez”.

La Sociedad de Socorro local está también ayudando a los necesitados, distribuyendo kits de higiene que las hermanas han almacenado, para los miembros y otros en la comunidad.

Fayetteville, Carolina del Norte, sufrió el mayor daño. La zona estaba en alerta de tornados, pero nadie esperaba una tormenta de semejante magnitud.

Joseph N. Catlett Jr., presidente de la Estaca Fayetteville, estaba en el jardín de su casa a las 16:15 horas el viernes por la tarde.

“Podía ver el viento soplar en diferentes direcciones, y después todo se quedo en calma.”, dijo él. El tornado no pasó por su casa por tan sólo 3 kilómetros, pero él, como la mayoría de la ciudad, se quedó sin luz.

El tornado F3 creó una franja de destrucción de 16 kilómetros (10 millas), en algunos lugares de 1,6 kilómetros (1 milla) de ancho. Vientos de 240 kilómetros por hora partieron árboles por la mitad, levantaron tejados de las casas y esparcieron restos por doquier.

Afortunadamente, la mayoría de las personas estaban adentro cuando el tornado tocó tierra debido al mal tiempo.

La primera noche, un equipo de unos 15 miembros de la Iglesia quitaron árboles abatidos con sierras y cubrieron tejados con lonas durante horas, hasta el toque de queda. Docenas de personas regresaron el día siguiente a varias áreas para ayudar a arreglar casas y limpiar jardines. 

“Mientras limpiábamos, la gente nos veía y nos preguntaba si podíamos ayudarles”, dijo el presidente Catlett. “Nos dimos cuenta de que necesitábamos movilizar a la estaca, para ir y ayudar a nuestros amigos y vecinos”.

A la hora de la llamada para ayudar, más de 250 hombres, mujeres y niños se reunieron para trabajar y ayudar en la recuperación y la localización.

“Nos llamaban el ejército mormón”, dijo el presidente Catlett. “La gente era tan sincera y estaba tan agradecida”.

El lunes, los miembros se reunieron en Cottonade, una subdivisión en Fayetteville conocida por su vasto crecimiento de pinos. Los árboles se volvieron peligrosos proyectiles en los veloces vientos de los tornados. Las ramas y los escombros estaban esparcidos por varias manzanas, y había casas y coches partidos por la mitad.

“Todavía hay mucho que hacer”, dijo Bob Hales, un miembro del Barrio Hope Mills 1. “Pero si nos unimos como lo hicimos hoy, seremos más fuertes para ello”.

Stephen Sanders, un residente de Fayetteville de hace mucho tiempo y miembro del Barrio Fayetteville 4, estaba de acuerdo. “Te sientes bien al ayudar, especialmente a estas personas que están tan heridas”, dijo él. “La mirada de gratitud en sus ojos hace que todo merezca la pena”.

Los miembros, vistiendo chalecos de Manos mormonas que ayudan, continuaron ayudando a otros miembros y vecinos en los esfuerzos de recuperarse cubriendo los huecos de los tejados, limpiando jardines y recuperando pertenencias personales de los montones de escombros.

Los líderes locales del sacerdocio están trabajando estrechamente con agencias religiosas, civiles y gubernamentales para evaluar las necesidades y determinar cómo puede la Iglesia continuar proporcionando recursos y voluntarios.

El presidente Catlett citó Mateo 22:37–39: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

“En toda la Iglesia, tenemos un propósito, que es el de servir al Señor Jesucristo y el de ayudar a nuestros semejantes”, dijo él. “Nuestros miembros están viviendo esos mandamientos. Me ha fortalecido ver a tantas personas tan buenas”.

Se espera que las labores de recuperación tomen meses y requerirán muchas más manos. El martes, la Iglesia comenzó a dar los primeros pasos para trabajar estrechamente con los servicios de administración de emergencias locales, la ciudad de Fayetteville, organizaciones de voluntarios activas en los desastres (VOAD, por sus siglas en inglés), la Cruz Roja americana, y otras agencias, con el fin de evaluar las necesidades y desarrollar un plan para ayudar a un grupo mayor de personas por un período más largo de tiempo. El objetivo de los esfuerzos de recuperación y restauración, se ampliará, probablemente incluyendo a personas procedentes de las áreas circunvecinas del estado.

“Estamos viendo que otras personas tienen un gran deseo de dar, que tienen la misma pasión por amar al Señor y a su prójimo”, dijo el presidente Catlett. “Estamos heridos, pero no derrotados. Continuaremos reconstruyendo y fortaleciéndonos”.