Las nuevas líderes de las Mujeres Jóvenes expresan gratitud y esperanza

Por Por la hermana Bonnie L. Oscarson, la hermana Carol F. McConkie y la hermana Neill F. Marriott, Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

  • 3 Junio 2013

Las hermanas Carol F. McConkie, Bonnie Lee Green Oscarson y Neill F. Marriott posan para un retrato en Salt Lake City el lunes 8 de abril de 2013.  Foto por Ravell Call, Deseret News.

Puntos destacados del artículo

  • Hermana Oscarson: Sucederán milagros y se bendecirán vidas cuando los líderes busquen y reciban guía divina.
  • Hermana McConkie: Los padres y líderes que enseñan, testifican y ejemplifican las doctrinas del Evangelio ayudan a fortalecer a las jóvenes.
  • Hermana Marriott: Enseñen sobre la fe en Jesucristo y ayuden a las jóvenes a ser dignas de hacer convenios sagrados y recibir las ordenanzas del templo.

“He visto y sentido por mí misma cómo son las fieles jóvenes de la Iglesia y cuánto desean seguir las palabras de los profetas vivientes y ser verdaderas discípulas de Jesucristo”. —Hermana Bonnie L. Oscarson, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes

Un importante evento que se lleva a cabo cada año para las jóvenes en cada barrio de la Iglesia se llama Nuevos comienzos. Nosotras, como la recién llamada Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, hemos podido disfrutar nuestro propio “nuevo comienzo” este pasado mes después de haber sido sostenidas en la conferencia general de abril.

Agradecemos las maravillosas expresiones de apoyo y amor que hemos sentido de los miembros de todo el mundo. Qué gran honor y privilegio es para nosotras ser llamadas a servir a las jóvenes de la Iglesia en estos tiempos emocionantes. Con el reciente anuncio de la edad misional para los jóvenes, la presentación en todo el mundo del nuevo curso de estudio Ven, sígueme y el énfasis en los jóvenes para participar en la investigación de historia familiar, nos sentimos bendecidas por ser parte en apresurar la obra del Señor (véase D. y C. 88:73).

Hay mucho para nosotras y para todos los que participan en ayudar a que nuestros jóvenes estén más convertidos al evangelio de Jesucristo. Es una bendición y un desafío por el cual estamos muy agradecidas. Nosotras, como presidencia e individualmente, nos gustaría expresar nuestros sentimientos y esperanzas al embarcamos en este “nuevo comienzo”.

Hermana Bonnie L. Oscarson

Durante el mes pasado he tenido la oportunidad de visitar a las jóvenes en las aulas de la Iglesia y en muchos otros lugares. He visto y sentido por mí misma cómo son las fieles jóvenes de la Iglesia y cuánto desean seguir las palabras de los profetas vivientes y ser verdaderas discípulas de Jesucristo. Nuestros jóvenes asisten al templo, hacen historia familiar, y tienen funciones de liderazgo y enseñanza en sus quórumes y clases.

A pesar de que se enfrentan a desafíos, tentaciones y situaciones que otros jóvenes en la historia del mundo no han tenido que enfrentar, ellos están firmes en su compromiso de ser diferentes del mundo.

Quienes tenemos la oportunidad de enseñar, amar y guiar a estos jóvenes, necesitamos buscar la guía e inspiración de un amoroso Padre Celestial como nunca antes, con el fin de llevarlos al sendero que conduce al templo y con el tiempo de regreso a Su presencia. Agradezco el privilegio de trabajar junto a un sacerdocio inspirado y líderes de las Mujeres Jóvenes en todo el mundo en esta gran obra y ruego que todos busquemos y recibamos la guía divina al cumplir con nuestros llamamientos. Sucederán milagros y se bendecirán vidas cuando los líderes busquen y reciban guía divina.

Hermana Carol F. McConkie

¡Qué privilegio sagrado es ayudar a nuestras valiosas jóvenes en el camino a los convenios, los cuales conducen al Señor y Su Santa Casa! Para mí, todos los días en las Mujeres Jóvenes son un “nuevo comienzo”. Cuando cada jovencita entiende que ella es una hija espiritual de padres celestiales con una naturaleza divina y un destino eterno, tendrá un nuevo sentido de identidad.

Vemos que su confianza aumenta cuando ella cree que Dios la conoce y ama individualmente, que Él entiende su corazón, y que Él la escucha y contesta sus oraciones. Nos regocijamos cuando ella cree que Él ha proporcionado a un Salvador para ella, por medio de quien recibe la seguridad de la inmortalidad y la promesa de la vida eterna.

Somos testigos de su paz y seguridad cuando ella reconoce y sigue las impresiones del Espíritu Santo para enseñarle la verdad, consolarla, guiarla y protegerla al seguir el camino estrecho y angosto. Agradezco a los padres, líderes y líderes del sacerdocio fieles, quienes enseñan y testifican de las preciosas doctrinas del Evangelio y dan el ejemplo del gozo de vivir el evangelio de Jesucristo. Juntos fortalecemos a las jóvenes para que puedan permanecer en lugares santos y hacer brillar la luz de Cristo para el mundo.

Hermana Neill F. Marriott

Mi “nuevo comienzo” en la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes me recuerda a mi primera experiencia de campamento de las Mujeres Jóvenes. Estaba sentada en una canoa llena de animadas Damitas. Remamos en nuestro sobrecargado bote hacia otro que sólo tenía tres Laureles. Con el fin de aligerar nuestra canoa, decidí ir directamente con las Laureles y con entusiasmo pisé sobre el borde de nuestra canoa. Ocho Damitas gritando y una asesora asombrada cayeron al agua. Flotando, riendo y sosteniéndose de la canoa, nos apoyábamos y queríamos la una a la otra. Así es con mi nuevo llamamiento, porque he entrado en un “lago” de oportunidades y gozo, lleno de jovencitas que son hijas amadas del Padre Celestial. La gran, incluso santa, responsabilidad de las líderes de las Mujeres Jóvenes de todo el mundo es enseñar la fe en Jesucristo y ayudar a las jóvenes a ser dignas de hacer convenios sagrados y recibir las ordenanzas del templo. Que podamos llevar con nosotras la verdad y el amor de la expiación del Salvador dondequiera que vayamos, donde sea que testifiquemos y a todo lo que hagamos, para que las jóvenes puedan sentir las manifestaciones del Espíritu Santo en sus vidas, y constantemente y con gozo vivir el Evangelio.

¡El sumergirnos nosotras mismas y las jóvenes en las doctrinas del Evangelio puede ser aún más emocionante que caerse de una canoa al lago!