El Progreso Personal ayuda a construir un puente hacia el templo

Por Por Elaine S. Dalton, presidenta general de las Mujeres Jóvenes

  • 19 Febrero 2013

Una mujer joven con ropa tradicional de Guatemala, se encuentra fuera del Templo de Quetzaltenango, Guatemala. La hermana Elaine S. Dalton desafía a los adolescentes en todo el mundo a “construir puentes” de seguridad que conduzcan al templo.  Foto por Jason Swensen.

Puntos destacados del artículo

  • El programa de las Mujeres Jóvenes ayuda a las jovencitas a construir puentes de fe que conducen al templo, tanto para sí mismas como para las generaciones futuras.
  • El Progreso Personal inspira a las mujeres jóvenes a incorporar los principios de la fe, naturaleza divina y virtud en sus vidas.
  • Mientras que el Progreso Personal es personal, también construye puentes para motivar a las jóvenes a apoyarse y servirse mutuamente.

“Los puentes que cada una de ustedes construya ayudarán a resistir la marea de las influencias mundanas, porque cuando se salva a una niña, se salvan generaciones”. —Elaine S. Dalton, presidenta general de las Mujeres Jóvenes

Cuando era niña, mi abuelo vivía al lado de nuestro hogar. Él comía con nosotros y su presencia en mi vida fue una influencia. Él me leía una historia en un sillón grande cada noche antes de acostarme. También me enseñó muchos poemas que han permanecido en mi memoria hasta este día. Algunos de ellos han guiado mi forma de pensar mientras he servido en las Mujeres Jóvenes. Él fue un segundo testigo, de otro tipo, de todo lo que mis padres me enseñaron.

Cuando estaba saliendo de la oficina del presidente Thomas S. Monson el día en que me llamó para ser la presidenta general de las Mujeres Jóvenes, señaló una pequeña escultura sobre la mesa al lado de la puerta. Era de un puente que atravesaba un tumultuoso río. Mientras me mostraba la escultura, mencionó uno de los poemas que mi abuelo me había enseñado, “El Constructor de puentes”, de Will Allen Dromgoole. De hecho, él lo recitó y yo lo seguí en voz baja.

Caminaba un anciano por un sendero desolado,
al caer la tarde de un día frío y nublado.
Llegó él a un barranco muy ancho y escabroso
por cuyo fondo corría un lúgubre arroyo.

Cruzó así al otro lado en la tenue luz del día,
pues aquello al anciano ningún miedo ofrecía.
Al llegar a la otra orilla construyó el hombre un puente
que hiciera más seguro atravesar la corriente.

“¡Escuche!”, le dijo un viajero que pasaba por allí,
“malgasta usted su tiempo al construir un puente aquí.
Su viaje ya termina, pues ha llegado el fin del día
y ya nunca más transitará por esta vía.
Ha cruzado el barranco, dejando atrás lo más duro,
¿por qué construye un puente, estando ya tan oscuro?

El anciano constructor levantó entonces la cabeza:
“Es que por este mismo camino”, respondió con firmeza,
“noté que hace algunas horas me trataba de alcanzar
un jovencito inexperto que por acá ha de cruzar.

Este profundo barranco para mí no ha sido nada,
mas para el joven que viene será una encrucijada.
En las sombras pasará cuando llegue aquí,
es por eso que para él este puente construí”.

(Citado en Thomas S. Monson, “El Constructor de puentes”, Liahona, noviembre de 2003, pág. 67.)

Durante mi servicio como presidenta general de las Mujeres Jóvenes, he tenido ese poema en mi mente durante cuatro años y medio. Todo lo que hacemos en las Mujeres Jóvenes debe construir un puente que nos lleve al Señor y a Su Santa Casa. Podemos ser quienes construimos puentes para ayudar a la juventud a mantenerse libre de la contaminación moral, al ayudar a cada mujer joven a prepararse para hacer y guardar convenios sagrados y ser dignas de recibir las ordenanzas del templo. En el turbulento ambiente moral del mundo de hoy, nuestras preciadas jóvenes necesitan la ayuda de los padres, líderes, obispos, compañeros y otras mujeres ejemplares que puedan ser sus mentores y ayudarlas a permanecer en el sendero que lleva de regreso a nuestro Padre Celestial. Por lo tanto, ¿cómo podemos ayudarles en la construcción de estos puentes de seguridad?

El lema de las Mujeres Jóvenes resume la dirección y la preparación para cada mujer joven. Proporciona entendimiento y responde a las preguntas: “¿quién soy?”, “¿por qué estoy aquí?”, “¿qué debo hacer?” y “¿adónde voy?”. El lema une las doctrinas, las normas y los valores básicos que son tan esenciales para las personas y familias fuertes. Estos valores incluyen la fe, naturaleza divina, valor individual, conocimiento, elección y responsabilidad, buenas obras, integridad y virtud. Estos valores tienen que ver con la manera de vivir las normas de Para la Fortaleza de la Juventud. No están separadas. Están integradas con el curso de estudio que las Mujeres Jóvenes están estudiando ahora y con los principios básicos sobre el cual el Progreso Personal se basa. Estos principios incluyen la fe en Jesucristo, identidad, dignidad, la compañía del Espíritu Santo, preparación y convenios.

La presidenta general de las Mujeres Jóvenes, Elaine S. Dalton, comparte sus pensamientos sobre la importancia del Progreso Personal al alentar a las mujeres jóvenes a convertirse en personas fuertes.

Como madres y trabajando codo a codo con sus hijas para ayudarlas a llegar a ser todo lo que el Padre Celestial desea que lleguen a ser, el Progreso Personal es una maravillosa bendición y herramienta. El hacer el Progreso Personal juntas no sólo puede aumentar la fe y testimonio del Salvador, sino también fortalecer la relación eterna entre una madre e hija.

Los valores, experiencias y proyectos en el Progreso Personal son fundamentales en el fortalecimiento de las personas, familias y sociedades. Son los atributos semejantes a los de Cristo. El Progreso Personal no es un programa de actividades, sino una herramienta que motiva hábitos religiosos y progreso individual personales. También fomenta buenas relaciones en las familias y con los compañeros. El Progreso Personal ayuda a una mujer joven a desarrollar hábitos santos, a comprometerse a algo, llevarlo a cabo e informar de su éxito a los padres, un líder o mentor. Hace posible establecer una relación de confianza con su madre y los demás. Juntas aprenden lo que significa tener fe, a comprender nuestra naturaleza divina y a permanecer virtuosas. El Progreso Personal ayuda a una mujer joven a actuar de acuerdo con el conocimiento de la doctrina que aprende al participar en las nuevas experiencias de aprendizaje en su clase de las Mujeres Jóvenes, a medida que estudie y marque las Escrituras fundamentales que se recomienda en el valor de experiencia necesario. Cuando una mujer joven actúa y aplica la doctrina que aprende en su vida, el Espíritu Santo la ayuda a saber acerca de su veracidad.

El Progreso Personal también ayuda a una mujer joven a llegar a entender su identidad y propósito. La ayuda a comprender su lugar en el Plan de Salvación y los convenios que ella ya ha hecho en el bautismo y los convenios para los que se está preparando cuando esté lista para ir al templo a recibir su propia investidura. Es una práctica en el hacer y guardar sus compromisos y por lo tanto preparatoria para hacer y guardar convenios sagrados.

Además, hacer el Progreso Personal, aunque es personal e individual, puede incluir a sus pares y otras personas, incluso a los hombres jóvenes. Cuando una mujer joven piensa y organiza proyectos junto con los ocho valores, le da la oportunidad de prestar servicio, aprender habilidades de liderazgo y relacionarse con otras personas en la comunidad y en la escuela. Le ayuda a actuar sobre los valores y a incorporarlos a su vida. Y cuando una mujer joven termina todas las experiencias de valor y proyectos, puede obtener una Abejita de honor al leer el Libro de Mormón otra vez y al ser mentoras de otras jovencitas en su Progreso Personal. Por lo tanto, ella se convierte en una “constructora de puentes”.

Las Mujeres Jóvenes que finalizan el programa el Progreso Personal pueden recibir el medallón de Reconocimiento a la Joven Virtuosa.

La construcción de puentes requiere esfuerzo. Se requiere amor puro. Se requiere tiempo. Pero al final, siempre vale la pena. La visión de cada mujer joven se expresa claramente en el lema de las Mujeres Jóvenes que se recita alrededor del mundo. Es para ayudarla a conocer su identidad como una hija de Dios. Es para ayudarla a prepararse para ser un testigo cuando acepta y actúa sobre los valores tan importantes para edificar fuertes y dignas familias y personas. Es para fortalecer el hogar y la familia y estar dispuesta a hacer y guardar los convenios en el templo. Son los convenios los que la mantendrán segura en el camino, y es el templo el que la exaltará.

Todos los días se construyen puentes cuando líderes y padres oran y después obedecen las impresiones del Espíritu para llamar, o visitar o tender una mano a una mujer joven. Los puentes que cada una de ustedes construirá ayudarán a resistir la marea de las influencias mundanas, porque cuando se salva a una niña, se salvan generaciones. Creo que eso era lo que el presidente Monson deseaba que supiera e hiciera.