La hermana Reeves pregunta: ¿Cuán eficaces son nuestras oraciones?

Por Por la hermana Linda S. Reeves, de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

  • 11 Junio 2014

Mientras utilizamos con agradecimiento el don de la tecnología para comunicarnos con los demás, también podemos dedicarnos a comunicarnos más a menudo con nuestro Padre Celestial por medio de la oración verdadera y sincera.

Puntos destacados del artículo

  • En esta época de constante comunicación con los demás, también podemos preguntar: “¿Cuán eficaz es nuestra comunicación con el Padre Celestial?

“¿No nos asombra que el Creador del universo… nos aliente a orarle en cualquier momento, en cualquier lugar y por tiempo ilimitado? No tenemos que esperar en fila ni pagar una cuota mensual”. —Linda S. Reeves, de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

En la obra “El violinista en el tejado” hay una escena significativa y emotiva cuando Tevye y su hija se abrazan en la estación de tren al saber que probablemente no se volverán a ver en esta vida terrenal. No parece factible que se comuniquen nuevamente.

Esta escena de “El violinista en el tejado” me ha conmovido durante muchos años. Pensé otra vez en esta historia recientemente, cuando pasé por la habitación de mi hija, quien nos estaba visitando, mientras charlaba en video con su esposo, que no había visto a su bebé de diez días de edad en 24 horas. El contraste entre las dos experiencias era increíble para mí al contemplar el milagro de la tecnología actual, que nos permite estar cerca por medio de una experiencia de comunicación audiovisual con nuestros seres queridos que se encuentran en casi cualquier lugar en el mundo.

El presidente Spencer W. Kimball profetizó en 1974: “Creo que el Señor anhela poner en nuestras manos invenciones que nosotros, las personas comunes, apenas podemos vislumbrar… Utilizaremos la invenciones… para despertar el interés y conocer a personas de todo el mundo con las verdades [del evangelio de Jesucristo]” (The Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball, 1982, págs. 587–588).

Hemos avanzado de manera significativa al descubrir formas de comunicarnos más eficazmente a través de dispositivos electrónicos con nuestros seres queridos, amigos, maestros y compañeros de trabajo. En esta época de constante comunicación con los demás, algunas de las preguntas más importantes que se pueden hacer son: “¿Cómo es nuestra comunicación con el Padre Celestial? ¿Ha mejorado la comunicación con Él? ¿Hablamos con Él más a menudo o no tanto? ¿Cuán efectiva es la comunicación?”.

A menudo pasamos incontables horas al comunicarnos con otras personas a un ritmo que parece aumentar cada día más. ¿No somos humildes como para darnos cuenta de que nuestro Padre Celestial siempre nos ha ofrecido, desde la época de Adán y Eva, el poder para comunicarnos con Él mediante la oración? ¿No nos asombra que el Creador del universo, el Dios del cielo y la tierra, nos alienta a orarle en cualquier momento, en cualquier lugar y por tiempo ilimitado? No tenemos que esperar en fila ni pagar una cuota mensual. No tenemos que conectar un cargador o preocuparnos por las zonas horarias. Se nos ha dado “tiempo ilimitado”.

El folleto de la Iglesia Para la Fortaleza de la Juventud muestra a una mujer joven orando.

¿Nos maravillamos al reconocer que cuando oramos, nuestro Padre Celestial tiene la capacidad para darnos toda su atención, sin ninguna distracción? Él nos ve, nos escucha, nos entiende y derrama Su amor y Su espíritu sobre nosotros. Podemos comunicarnos con nuestro Padre si somos capaces de arrodillarnos ante Él o hablarle sólo por medio de nuestro corazón y mente. Podemos estar seguros de que Él escucha y responde a través de las impresiones del Espíritu Santo.

Amulek, en el Libro de Mormón, nos ha dado instrucción en cuanto a la oración: “Empezar a ejercitar vuestra fe para arrepentimiento, para que empecéis a implorar su santo nombre… sí, imploradle misericordia, porque es poderoso para salvar… Clamad a él… tanto por la mañana, como al mediodía y al atardecer… Sí, y cuando no estéis clamando al Señor, dejad que rebosen vuestros corazones, entregados continuamente en oración a él por vuestro bienestar, así como por el bienestar de los que os rodean” (Alma 34:17, 18, 21, 27).

A medida que cada uno de nosotros utilicemos el increíble don de comunicarnos con los demás mediante la tecnología, la cual está disponible a través de la inspiración del Espíritu Santo, que podamos expresar gratitud a nuestro Padre Celestial a medida que la utilizamos con sabiduría. Y lo más importante, que nos dediquemos a comunicarnos más a menudo con Él por medio de la oración verdadera y sincera, la forma de comunicación que nuestro Padre Celestial ha dado con tanto amor a Sus hijos.