Pioneros modernos siguen los pasos de los primeros santos

Por Melissa Merrill, Noticias y Eventos de la Iglesia

  • 21 Julio 2011

“Sin importar de qué época o nacionalidad sean, me siento unida a otras personas que siguen al Señor”.

—Akie Taneda, miembro de la Iglesia en Japón

Akie Taneda, de Japón, era una niña pequeña cuando su familia recordó a los primeros pioneros Santos de los Últimos Días con una “noche a la luz de las velas” en la que no usaron la electricidad. “La llama de la vela era pequeña, pero la luz era muy acogedora”, dijo.

Este fin de semana —al igual que muchos otros Santos de los Últimos Días en todo el mundo— Akie reflexionará sobre el legado espiritual que todos comparten mientras la Iglesia conmemora la llegada de los pioneros al valle del Lago Salado el 24 de julio de 1847.

“Cuando llega la época de honrar a los pioneros, me encuentro tarareando el himno ‘¡Oh, está todo bien!’ y me repito varias veces ‘Está todo bien’”, dijo.

Debido a su propia historia pionera —durante su adolescencia, los integrantes de su familia fueron dejando de ir a la Iglesia uno por uno, hasta que ella era la única que seguía asistiendo—, Akie dijo que siente una conexión con los pioneros del siglo XIX, a quienes ella y su familia recordaron cuando era pequeña, y con los pioneros de todas partes.

La joven Akie disfrutaba de ir a la capilla, pero se daba cuenta de que el hecho de que le gustara no era razón suficiente para seguir yendo cuando su familia dejó de hacerlo. En busca de un testimonio más fuerte, oraba a menudo, y un día recibió una respuesta.

“El Espíritu habló a mi corazón y claramente me dijo que Jesucristo es nuestro Mediador y que Dios es el Padre de mi espíritu”, dijo.

Después de eso, se esforzó aún más por volver su corazón al Espíritu Santo y decidió que, pasara lo que pasara, cuando sintiera el Espíritu, seguiría sus impresiones. A veces le preocupaba que su participación en la Iglesia la alejara de su familia, pero el deseo de estar conectada a su hogar celestial la ayudó a permanecer comprometida con su fe.

“Mi fe no surgió de la nada, sino que me ha sido transmitida mediante una línea sin interrupción”, dijo. “Y me conforta el saber que, independientemente de la época y la nacionalidad, estoy unida a otras personas que siguen al Señor”.

Fe para comenzar de nuevo

Otro pionero que ha seguido al Señor es Chinedu Oji Anya de Nigeria. En 1989, a Chinedu lo invitaron a asistir a la bendición de su sobrino en un centro de reuniones SUD. La reunión impresionó a Chinedu: le gustó que los jóvenes, las mujeres y los hombres tuvieran la oportunidad de hablar. Él había estado buscando “una iglesia en la que todos fueran importantes y Jesucristo fuera el Señor”. Hacia el final del año, Chinedu decidió que había encontrado lo que estaba buscando en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y se bautizó el 16 de diciembre de 1989.

Pero el camino que tenía por delante no era fácil. Al principio Chinedu se sintió solo en su nueva fe, ya que era el primero de su gran familia en dejar la iglesia tradicional. Perdió muchos amigos cercanos y le resultaba difícil crear nuevos hábitos —como estudiar las Escrituras en familia, hacer la oración familiar y tener la noche de hogar; pagar el diezmo y santificar el día de reposo—, al menos hasta que su esposa y sus hijos se unieron a la Iglesia seis meses después de su bautismo. “Me sentía un pionero por muchas razones”, dijo.

El conocer la historia de los primeros Santos de los Últimos Días de los Estados Unidos ayudó a Chinedu en sus propias dificultades.

“Las angustiosas experiencias y el ejemplo de los primeros Santos pioneros realmente me inspiraron e hicieron que creciera mi testimonio de que la Iglesia es la única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra”, dijo. “El que la Iglesia haya sobrevivido y prosperado, incluso después de que el profeta José Smith fuera asesinado, me confirmó que Jesucristo mismo es la cabeza de esta Iglesia y que realmente es Su Iglesia”.

Gracias a esa fe en el Salvador, empezó a darse cuenta de que los sacrificios que estaba haciendo valían la pena.

“Mi salud mejoró cuando dejé de fumar y de beber alcohol”, dijo. “Somos más felices como familia y mi esposa y yo estamos más enamorados. Y sobre todo, nos sentimos mucho más cerca de Dios y de nuestro Salvador, Jesucristo”.

Actualmente, Chinedu y su familia se están esforzando por llegar a ser una familia eterna. Al mirar hacia el pasado y observar los más de veinte años que han pasado en la Iglesia —un tiempo en que han servido en muchos llamamientos de liderazgo y han ayudado a traer a otras personas a la Iglesia—, no demoran en reconocer que el espíritu pionero puede ayudar a todos los miembros de la Iglesia.

“Hoy en día hay muchísimos pioneros en todo el mundo y deberíamos honrarlos. [Ellos] han hecho muchos sacrificios para ayudar a que la Iglesia llegue a ser lo que es en la actualidad”, dijo Chinedu.

Mientras espera que la celebración de este año del Día de los Pioneros incluya el meditar acerca de la historia de la Iglesia en Owerri, Imo estado de Nigeria y el reunirse con miembros de su barrio en su hogar, Chinedu reconoce que ser pioneros es algo que todos podemos hacer durante todo el año.

“Todos podemos ser pioneros a nuestra propia manera y en nuestros lugares”, continuó. “No importa cuánto haga que somos miembros de la Iglesia, podemos hacer sacrificios y también ayudar a nuestros amigos, conocidos y colegas a aceptar el evangelio de Jesucristo”.

Una oportunidad de reflexionar y recordar

Eso —ayudar a los demás a aceptar el Evangelio— es exactamente lo que el élder John Fenn y la hermana Jean Fenn hacen mientras sirven como directores de los Sitios Históricos de Carros de mano mormones en Wyoming, EE. UU. Cada verano, unos 25 000 jóvenes participan en caminatas en la región; además, otros visitantes —muchos de ellos, de otras religiones— también visitan los sitios históricos.

Si bien el élder Fenn es un descendiente directo de un pionero de la compañía de carromatos Martin, lo que más los emociona, dijo la hermana Fenn, es cuando personas que no tienen ninguna relación sanguínea van y reconocen que comparten ese legado.

El conocer las historias de los pioneros al visitar sitios como los que hay en Wyoming, el participar en eventos como las caminatas locales o el dedicarse al estudio personal “les da a los miembros de la Iglesia la oportunidad de reflexionar acerca de lo que esas personas hicieron a fin de que nosotros tuviésemos la oportunidad de creer en lo que creemos”, agregó el élder Fenn. “Nosotros somos quienes somos porque ellos fueron quienes fueron”.

Crecer y avanzar

Nery Méndez Aguirre pasó a formar parte del legado pionero SUD cuando sus padres se unieron a la Iglesia en Guatemala, cuando él tenía tres años. La Iglesia era bastante nueva en el país en aquella época, pero estaba creciendo.

De hecho, estaba creciendo tanto que hubo que comprar un terreno y comenzaron la construcción de una nueva capilla. En aquella época, los miembros ayudaban directamente en la construcción, donando tiempo para hacer acequias, para transportar y colocar ladrillos y para trabajar con cemento, hierro y otros materiales.

“Todos nos reuníamos en grupos de trabajo”, contó Nery. “Comíamos juntos y los hermanos y las hermanas trabajábamos durante la noche, ya que no podíamos trabajar en la capilla durante las horas normales de nuestro trabajo”.

Cuando se terminó la capilla, los miembros estaban encantados con su nuevo edificio, que albergó al Barrio Victorias. Allí se bautizó Nery a los ocho años.

Pero a medida que la Iglesia fue creciendo en esa región y no alcanzó para albergar a todos, Nery y su familia tuvieron que dejar esa capilla y empezar a reunirse en un nuevo lugar. Aunque las razones por las que tuvieron que irse eran diferentes, esta experiencia le recuerda a los Santos que tuvieron que dejar Kirtland después de haber construido un hermoso templo allí.

En cuanto a esos santos, dijo: “Sin dinero y con muy pocos recursos, dieron… y terminaron la casa del Señor. Tras ver tan grandes sacrificios, Él les brindó algunas de las experiencias espirituales más grandes de los últimos días”.

De modo similar, Nery dijo que el ser Santo de los Últimos Días ha significado tener que hacer sacrificios a lo largo de su vida. “Ser miembros de la Iglesia ha significado no poder participar en equipos deportivos [los domingos], quedar fuera de grupos populares porque no compartíamos hábitos como beber y fumar, ser rechazados por guardar la ley de castidad, porque no estaba de moda”, dijo. “Se podría decir que [al igual que los pioneros] viajamos por el desierto, ya que muchas veces estuvimos solos en nuestra lucha y búsqueda del Espíritu”.

Cuando Nery partió para servir en una misión, sus amigos de la universidad dijeron que estaba loco. En el principio, hasta su propio padre dudaba de la importancia del servicio misional porque le preocupaba que su hijo no recibiera su título. Sin embargo, Nery no sólo terminó su misión y su carrera, sino que llegó a formar parte de un grupo selecto de médicos que se especializaron fuera del país. Nery fue a España, donde ahora vive, y allí conoció a la mujer que sería su esposa y con quien ahora tiene una familia eterna.

“Todas estas experiencias me han beneficiado mucho al ayudar a nuevos conversos en su camino como discípulos de Cristo”, dijo Nery. “Me ha ayudado a darles luz y esperanza en un mundo en el que la persecución no es física, sino intelectual y moral.

“Estoy agradecido por el ejemplo de los primeros pioneros de la Iglesia que estuvieron dispuestos a darlo todo, incluso su vida, por la maravillosa obra que habían aceptado”, dijo. Al celebrar el Día de los Pioneros todos los años —con festivales de baile, caminatas, canciones y poesía de los pioneros—, dijo, “hemos ganado valor para enfrentar nuestras propias adversidades aprendiendo acerca de los grandes sacrificios que ellos hicieron. Ésta es la razón por la cual celebramos el Día de los Pioneros. Gracias a que sé que ésta es la obra del Señor, he estado dispuesto a hacer mis propios sacrificios para que siga creciendo”.