El programa de Seminarios ofrece un fundamento firme a los alumnos

Por Melissa Merrill, Noticias y Eventos de la Iglesia

  • 2011-09-28

“El seminario me da la fuerza para seguir avanzando en el camino estrecho y angosto, a pesar de las dificultades y los desafíos a los que me enfrente. Las cosas que he aprendido en Seminarios son los peldaños y la preparación para un conocimiento mayor y más profundo del Evangelio”. —Dia Lacno, alumno de Seminarios en las Filipinas

Milton de Reis de Portugal va al centro de reuniones local. Frazer Cluff de Tasmania, Australia, asiste en su casa, y su madre es su maestra. Lauren Homer, de Utah, EE. UU., cruza la calle para asistir durante la segunda hora de la escuela secundaria, cada dos días; Ben Gilbert de Vermont, EE. UU., participa semanalmente, justo antes de la Mutual; y en Alabama, EE. UU., McKenzie Morrill asiste diariamente por medio de conferencia web en internet. Daun Park de Corea participa a las 22:00 h, mientras que Jamie Greenwood de Nuevo México, EE. UU., se levanta a las 04:00 h, a fin de llegar a tiempo a su clase, que empieza a las 05:15 h.

Todos estos jóvenes, y casi 370.000 más como ellos, están siguiendo el consejo profético de hacer de Seminarios una prioridad en su vida, en particular en este mes, cuando los alumnos en muchas partes del mundo regresan a Seminarios y a clases.

El programa de Seminarios, que celebra su centenario en 2012, se ha puesto en práctica de manera diferente a lo largo de los años; e incluso hoy las necesidades individuales y las circunstancias locales a menudo requieren cierta adaptación. Pero a pesar del tiempo y las distancias, lo que permanece igual es que el estudio del Evangelio ayuda a los jóvenes a afianzarse en sus testimonios del Salvador y de su Evangelio.

Sacrificio para asistir

Conforme Elijah Bugayong, de 17 años, de las Filipinas, se acercaba a su último año de escuela secundaria—y de Seminarios—ella pensó que siempre había sido la segunda en su clase de la escuela. Ese año, tenía la determinación de asegurar el honor de ser la primera. Se dijo a sí misma que haría lo que fuera para lograr esa meta, incluso dedicar más tiempo a las materias académicas. Incluso consideró dejar de asistir a Seminarios, hasta que un día tuvo una experiencia conmovedora.

“Miré mi mesa de estudio” explicó. “Vi una pila de libros y, cerca de la pila, una combinación cuádruple, junto a mi cuaderno y manual de Seminarios. Dentro de mí, me pregunté: ‘¿Cuál es el que más importa?’”

Ella oró y posteriormente encontró su respuesta en Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Desde ese momento, hizo un esfuerzo adicional por equilibrar su tiempo para que ella todavía pudiera asistir fielmente a Seminarios y destacarse en su desempeño académico. Al final del año fue nombrada primera en graduarse, y ganó una beca que le ayudará con sus gastos universitarios.

Cuando Milton Reis, de 17 años, de Portugal, empezó a participar en Seminarios, un pequeño grupo de jóvenes se juntaba cada sábado porque muchos de ellos participaban en deportes y en otras actividades extracurriculares que requerían entrenamiento y en otros eventos diarios.

Ahora, sin embargo, Milton asiste a Seminarios durante la semana, a veces antes de clases y a veces después. Para Milton, eso significa despertarse antes y, en algunos casos, renunciar a las actividades sociales por las tardes para asistir a la clase.

Aun así, Milton no ve Seminarios como un sacrificio. “Es más bien un privilegio”, dice él. Milton espera seguir los pasos de su hermana, que en la actualidad está sirviendo en una misión, y la asistencia a Seminarios es una de la maneras en las que él se está preparando. “Con todos estos desafíos, sé que vale la pena”, dijo él.

Los beneficios de estudiar el Evangelio

Dia Lacno, de 18 años, de las Filipinas, se bautizó a los 14 años, y poco después comenzó a asistir a Seminarios. Ella esperaba que la clase fuera como una típica clase de escuela, donde tenía deberes que hacer en casa y clases, así como la presión que acompaña a todo eso. En cambio, ella dijo: “Seminarios me da la fortaleza para vencer todas esas cargas que recibo en la escuela. Cuando asisto a Seminarios, me siento renovada y tranquila”.

Debido a que no se crió en el Evangelio, ella está agradecida por el fundamento que Seminarios le está proporcionando.

Seminarios me da la fuerza para seguir avanzando en el camino estrecho y angosto, a pesar de las dificultades y los desafíos a los que me enfrente”, dice Dia. “Las cosas que he aprendido son los primeros pasos y la preparación para un mayor y más profundo conocimiento del Evangelio”.

Pero Seminarios no sólo tiene que ver con lo que pasa en la clase; los alumnos de Seminarios saben que el estudio personal es una parte crucial de aprender el Evangelio. Daun Park, de 18 años, de Corea, se identifica con lo que el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) enseñó acerca del estudio de las Escrituras: “Espero que esto se convierta en algo mucho más agradable de lo que es, y no sólo un deber, o sea, en un verdadero amor por la palabra de Dios”.1.

“Siempre recuerdo esto al leer las Escrituras”, dijo ella.

Por medio de Seminarios, Frazer Cluff, de 17 años, también ha llegado a apreciar cuánto puede confiar en las Escrituras.

“Cuando estoy pasándola mal, puedo leer las Escrituras y encontrar consuelo en ellas”, dice él. “Me encanta leer acerca de los fieles Santos que vivieron antes de mi en forma digna e intentaron todo lo posible por ser ejemplos de Cristo”.

Una variedad de bendiciones

Frazer dice que además de las bendiciones espirituales de Seminarios, ha encontrado bendiciones sociales también. Por ejemplo, cuando su familia se mudó de Queensland a Tasmania, Australia, él no conocía a nadie en la escuela, pero en Seminarios, pudo encontrar amigos al instante.

“Fue un alivio saber que tenía una fuente automática de sociabilidad en la Mutual, en Seminarios y en la Iglesia”, dice él. “Hay algo… particular acerca de formar amistades fuertes con personas que aman el Evangelio como tú, que tienen las mismas normas, comparten metas comunes y creen en lo mismo”.

Ben Gilbert, de16 años, de Vermont, EE. UU., sabe que “él puede ser un gran misionero y lo será, por todas las cosas que ha aprendido en Seminarios”. También reconoce que las bendiciones de la obra misional no se limitan a su futuro servicio de tiempo completo.

“Soy uno de los dos miembros de mi escuela, por lo que me hacen muchísimas preguntas sobre la Iglesia y sobre cómo es mi vida”, dice él. “Cuando les hablo [a mis amigos] acerca del programa de Seminarios, piensan que está muy bien y que es único”.

Jamie Greenwood, de 16 años, de Nuevo México, EE. UU., también ha encontrado en Seminarios las maneras positivas de responder a las preguntas sobre la Iglesia. “Mis compañeros siempre tienen preguntas” dice ella, “y no siempre tengo las respuestas. No los quiero confundir, así que les digo que no lo sé, pero que lo averiguaré. Seminarios es un buen lugar para hacer esas mismas preguntas y para hablar de las respuestas; especialmente con chicos de tu edad, ya que a menudo saben la mejor manera de responder a un amigo o compañero”.

McKenzie Morrill, de 15 años, asiste a Seminario por medio de conferencia web, porque la distancia entre el centro de reuniones local y su escuela en Alabama, EE. UU., hace que sea difícil asistir en persona. Ella reconoce que la forma de hacerlo no es nada tradicional, pero la experiencia todavía es poderosa, dice ella.

“Cada vez que leo las Escrituras por la mañana, o que participo en Seminarios antes de ir a la escuela, me siento mucho más feliz durante todo el día, y me centro mucho más en la escuela” dice McKenzie. “Entiendo de que cuido los aspectos espirituales de mi vida cada día antes de cuidar de los aspectos escolares. Es una gran bendición”.

Testimonios más fuertes

Si bien estos beneficios son tremendos, quizás el resultado más grande de Seminarios, dicen muchos alumnos, sea tener un testimonio más fuerte. Lauren Homer, de 16 años, de Utah, EE. UU., recuerda una vez que su maestro estaba enfermo y había perdido la voz, así que la clase tuvo una “lección en silencio”, en la que vieron una presentación electrónica con pasajes de las Escrituras acerca del Salvador.

“Probablemente fue una de las lecciones más poderosas que jamás haya tenido”, recuerda ella. “Confiamos en que el Espíritu fuera nuestro maestro y, por primera vez, me di cuenta de que la Expiación no tenía en cuenta sólo nuestros pecados, sino también nuestros sufrimientos y pruebas. Me di cuenta de que el Salvador me entendía y sabía cómo me sentía. No habría tenido esa experiencia de no haber sido por Seminarios”.

Momentos poderosos como ese también ha tenido Spencer Douglas, de 18 años, de Alabama, EE. UU. Él recuerda una ocasión en particular cuando su maestro estaba hablando sobre la visita del Salvador a las Américas, registrada en el Libro de Mormón.

“[Es la parte en 3 Nefi 9:15–18 donde] Jesucristo… les reafirma que Él es el Cristo”, explicó Spencer. “Sentí el Espíritu tan fuerte que derramé lagrimas. … Fortaleció mi testimonio en Cristo, porque me di cuenta de que no importa lo que pasara en mi vida o donde estuviera, Cristo estaría allí, a mi lado”.

Spencer sabe que Seminarios existe para ayudar a los jóvenes de la Iglesia a que se conozcan a sí mismos y a que se conozcan los unos a los otros espiritualmente, estudiando juntos y aprendiendo las Escrituras. También sabe que el programa tiene que ver con preparar a los jóvenes para el futuro, así como fortalecerlos en el presente.

“Creo que [la Iglesia tiene] este programa para ayudar a la juventud a que se prepare para el futuro; como para ser misioneros, maestros de la Escuela Dominical y líderes en la Iglesia”, dijo él. A fin de que los jóvenes sean el futuro, primero deben aprender y entender las Escrituras y las doctrinas [de la Iglesia]”.

Para Elijah en las Filipinas, “el futuro” ya está aquí. Hace meses, ella era alumna de Seminarios. Ahora, a poco tiempo de cumplir 18 años, sirve como maestra de Seminario. Aunque siente un poco de temor, dice que está comprometida a “darlo todo para magnificar este llamamiento” gracias a “los milagros que Seminarios trajo a mi vida”.

Nota

  • 1. Gordon B. Hinckley, “La luz interior”, Liahona, julio de 1995, pág. 114.