La hermana Beck comparte lecciones de la historia de la Sociedad de Socorro

Por Melissa Merrill, Noticias y eventos de la Iglesia

  • 4 Mayo 2011

“Es importante conocer nuestro patrimonio e historia espiritual, qué temas surgen en el patrimonio espiritual y qué desea el Señor que logremos”. —Hermana Julie B. Beck, Presidenta General de la Sociedad de Socorro

Durante la sesión general del viernes de mañana de la Conferencia de la Mujer, la hermana Julie B. Beck, presidenta general de la Sociedad de Socorro, compartió lecciones importantes que aprendió de su estudio de la historia de la Sociedad de Socorro. 

La hermana Beck comentó que durante el último año, tanto ella como sus consejeras han visitado a miles de mujeres de todo el mundo y tenido la oportunidad de escuchar sus preguntas y contestarlas. Preguntas “muy buenas” e “inspiradoras” acerca de nuestra experiencia terrenal que la conmovieron, dijo.

Ella repasó brevemente los temas que se cubrieron durante la Conferencia de la Mujer y de la reunión general de la Sociedad de Socorro de los últimos años, incluso la preparación de una publicación de la historia de la Sociedad de Socorro, que se distribuirá en los últimos meses del año. 

“Al preparar esta historia para ustedes, hemos tenido muchas oportunidades de aprender”, dijo la hermana Beck. “Hubieron algunas cosas que surgieron durante esa preparación que definen algunos temas para el aprendizaje. No es tan importante tener una historia directa dentro de la historia de la Iglesia, lo que es importante es conocer nuestro patrimonio e historia espiritual, qué temas surgen de ese patrimonio espiritual y qué desea el Señor que logremos. ...La historia nos ayuda a aprender quiénes somos y nuestra importancia ante el Señor”.

Después, compartió varias cosas que aprendió mientras ella y otras personas preparaban esa historia. 

Primero la Sociedad de Socorro fortalece y apoya la identidad única de las hijas de Dios.

“Nuestro Padre y Su Hijo Jesucristo aman, valoran y confían en Sus hijas”, dijo. “Las hijas de Dios tienen la misma importancia ante Sus ojos que Sus hijos varones”. Después, ella mencionó que las mujeres tienen algunos deberes y responsabilidades únicos en el plan de salvación y que ellas comparten otras responsabilidades con los varones. 

La identidad femenina en ese plan, tal como se comprende en el evangelio de Jesucristo, es “interesante, apasionante y única” y “una de las más grandiosas y brillantes, una elección sin comparación”, dijo la hermana Beck. Algo que tiene un contraste directo con la identidad degradante y de poco valor que muchas veces se le da a la mujer y con la cual se la describe en el mundo de hoy, dijo, incluso identidades basadas en la sensualidad, el prestigio, el poder, el dinero y los lujos.

“La identidad que tenemos del Padre Celestial se puede comprender plenamente sólo por medio de la confirmación espiritual”, dijo. Se puede llevar a cabo un estudio intelectual, pero una confirmación espiritual nos enseña quiénes somos y qué debemos hacer. ... La identidad de una hija de Dios es valiosa sin comparación, rica y plena.

Después mencionó que como “guardianas del hogar”, la mujer “tiene la responsabilidad del corazón y del alma” de los hijos del Padre Celestial. 

“A ellas se les ha dado la función poderosa e influyente del liderazgo”, anunció. “La responsabilidad femenina de ser esposa, madre, hija, hermana, tía y amiga... es acerca de nutrir, enseñar e influenciar. Esas no son responsabilidades que se puedan dejar a un lado, ni delegarlas. Nosotras debemos aceptarlas y vivirlas. Son cosas que comprendimos antes de nacer y que no podemos discutir con el Señor si forman parte de Su plan o no, ya que ellas son nuestras responsabilidades”.

La hermana Beck dijo también que las mujeres le preguntaban bastante seguido acerca del trabajar fuera de casa. En muchos lugares, explicó, si la mujer no trabaja no pueden comer. Por lo tanto, esa pregunta podría no ser la correcta. Una pregunta más apropiada sería, dijo: “¿Cumplo con la visión que el Señor tiene para mí y lo que Él necesita que yo llegue a ser?”

“El Padre Celestial ama a Sus hijas”, comentó. “Y debido a que la recompensa al final [de esta vida] es tan gloriosa, no se nos ha excluido de las responsabilidades que se nos ha dado, y que no podemos dejar de lado. Son deberes sagrados y debemos cumplirlos bajo convenio”.

La hermana Beck dijo que también le habían preguntado acerca de algunas cosas de las que ella más se preocupa. Esas cosas, dijo, se describen muy bien en 2 Nefi 28, “oímos qué sucede en el corazón y el alma de las mujeres de los últimos días”. Que incluyen el enojo, el resentimiento de las cosas que son santas e importantes, apatía y el creerse con derecho. 

“Hay muchos sentimientos de creerse con derecho, sentimientos de que alguien [nos] debe algo”, dijo la hermana Beck. “Esto sucede incluso en las familias. Oí a una esposa decir: ‘, mi marido me debe eso’, por lo general [refiriéndose] a tiempo o ayuda. ... Cuando recuerdo al Salvador Jesucristo y Su sacrificio por nosotros, recuerdo quién le debe a Quién. Nadie me debe nada y yo le debo todo al Señor por Su sacrificio.

“Esas son las cosas que suceden en nuestros días de las cuales debemos guardarnos”, agregó, “para que no nos sucedan a nosotras”. Al final de 2 Nefi 28, aprendemos que el Señor es misericordioso con todos los que vienen a Él, dijo la hermana Beck.

Segundo, la Sociedad de Socorro es una restauración de una organización que existió en tiempos antiguos. 

“Hay vínculos o datos que enseñan eso”, dijo. Luego ella explicó que la evidencia de ello se encuentra en las Escrituras, en las enseñanzas de los profetas vivientes y en la confirmación del Espíritu. El conocer nuestro patrimonio, dijo: “nos ayuda a comprender que la mujer de la Sociedad de Socorro no es una nota al pie de la página de la historia ni algo sin valor ni interés en la obra del Señor, sino que somos una parte esencial de la obra del Señor y estamos organizadas” para ella. Después ella cita el ejemplo de María y Marta de Lucas 10, donde el Señor las invita a ser “participantes oficiales en la obra del discipulado— … no ser circunstantes sino participar activamente”. Esa, dijo la hermana Beck, “fue ‘la buena parte’”(versículo 42) que no podrían sacárselo a ellas. 

La Sociedad de Socorro tiene un propósito específico. 

“¿Por qué tenemos una presidenta de la Sociedad de Socorro a nivel general y local?” La hermana Beck dijo: “Para poder tener una organización, y tenemos una organización porque tenemos un propósito. Y cuando tenemos un propósito hay una obra y un resultado esperados. 

“La Sociedad de Socorro no es una organización sólo para tener buen sentimiento, júntense, disfruten una de la otra, hagan cualquier cosa en cualquier momento, lugar y razón”, dijo “Esa es parte de la obra del Señor”.

Debido a que los propósitos de la Sociedad de Socorro, aumentar la fe y la rectitud personal, fortalecer a las familias y los hogares, y ayudar a los necesitados (véase Manual de Instrucciones de la Iglesia, 9.1.1), han sido determinados por el Señor, el resultado es que “mejoraremos a la mujer en forma individual y como organización”, dijo la hermana Beck. “...No somos animadores. Ésta es la obra del Señor para salvación. Ésta es la obra en la nos encontramos. Enseñamos de la misma manera que lo hizo el Salvador, y enseñamos y enseñamos, y edificamos el reino del Señor. 

No somos grupos de causa ni de defensa”, dijo. “Nosotras tenemos un abogado defensor. El Salvador Jesucristo es nuestro Abogado ante el Padre, y nosotros estamos junto a Él, haciendo Su gran obra por Su grandiosa causa”.

La Sociedad de Socorro, explicó, ayuda a las mujeres a estar organizadas bajo la dirección del sacerdocio con el fin de sacar la obra del Señor adelante. “Estamos aquí para proporcionar alivio y para elevarnos por encima de la vida y vivir más plenamente el Evangelio”, dijo ella. “La Sociedad de Socorro no es una organización pasada de moda ni inservible, sino que ella va en ascenso. Crece, se perfecciona y se convierte en algo de primera categoría. ... Proporcionaremos cada vez más al mundo un ejemplo de cómo el pueblo del Señor se debe organizar y vivir”.

La Sociedad de Socorro, cuando se organiza apropiadamente, es una manifestación de la caridad. 

La caridad, enseñó la hermana Beck, es más que un sentimiento de benevolencia, y es más que vivir en forma virtuosa. Es más aún que la simpatía, es vivir como Cristo vivió y es lo que debemos llegar a ser. 

“Hace cien años, cuando la presidencia general de la Sociedad de Socorro escogió ‘La caridad nunca deja de ser’ como el lema de la Sociedad de Socorro, ellas sabían lo que estaban haciendo”, dijo la hermana Beck. “Ese lema provenía de mujeres que habían sido enseñadas por José Smith y comprendían el propósito de la Sociedad de Socorro. José les enseñó acerca de llegar a ser santas y a utilizar esa organización para aprender cómo llegar a ser como el Salvador”.

Llegar a ser cómo el Salvador sucede cuando nuestra fe en Él nos permite “realizar cosas difíciles” y vencer la oposición. “Hemos aprendido que las pruebas pueden soportarse y vencerse sólo por medio de una fe firme; fe en el Salvador Jesucristo y en Su poder expiatorio, en Su capacidad para sanarnos y fortalecernos, fe en el plan del Padre, y en Su misión y habilidad para cumplir toda promesa”, dijo. Mientras que sin fe nos volvemos temerosas, alteradas, perdidas y deprimidas, el Señor utiliza la fe para “sanarnos y fortalecernos”, dijo. Y como el ciego en Mateo 9, también podemos pedir al Señor que tenga misericordia de nosotras. 

“Tendremos días felices y días difíciles”, dijo la hermana Beck. “Él puede sanarnos de nuestras faltas y caídas, y Él puede cambiarnos. Al estudiar la historia de la Sociedad de Socorro, he aprendido que la fe es posible, y que con la fortaleza del Espíritu Santo y la compañía de la fe, nos volvemos más fuertes y nuestras dificultades se convierten en oportunidades y bendiciones”.

La Sociedad de Socorro está en conexión con el sacerdocio. 

“He aprendido mediante el estudio de la historia de la Sociedad de Socorro que tenemos y vivimos con una inseparable conexión con el sacerdocio”, dijo la hermana Beck. Nadie debe confundir la idea de los que poseen el sacerdocio, con los dones, bendiciones y privilegios asociados con éste, explicó.

“El sacerdocio es el poder de Dios”, dijo. “Es Su poder para crear, bendecir, guiar y servir como Él lo hace”. El deber del sacerdocio de todo varón recto es ser merecedor de poseer el sacerdocio con el fin de bendecir a su familia, mientras el deber del sacerdocio de las hermanas es crear vidas, nutrir a los hijos de Dios y prepararlos para que hagan convenios con el Señor. 

“No confundan el poder del sacerdocio con las llaves y los oficios del sacerdocio”, dijo la hermana Beck. “El poder no tiene límites y se comparte con quienes efectúan y guardan los convenios. Se ha dicho y se ha malinterpretado tanto acerca de lo que poseen los hermanos que las hermanas no poseen. Esa es la forma en que Satanás tiene de confundir a los hombres y a las mujeres para que ninguno de ellos comprenda lo que realmente poseen”.

Nuestra responsabilidad, dijo la hermana Beck, es asegurarnos de que nuestro hogar sea bendecido con el poder del sacerdocio, como dice la canción de la Primaria, “a toda hora” (Canciones para niños, 102). “No es solamente cuando papá está allí, ni cuando sólo mamá está, ni cuando se efectúa una ordenación o una bendición del sacerdocio. Esa toda hora cuando se realizan y se guardan los convenios”.

La hermana Beck concluyó diciendo a las hermanas que esperaba que cuando la historia de la Sociedad de Socorro estuviera disponible, la fortaleza de esas cosas permaneciera en su corazón, y que lo demás que el Señor les hubiera enseñado saliera a luz con el estudio de ella.

“En lugar de prepararse para lo que va a venir (el próximo libro), prepárense ustedes mismas”, dijo. “Prepárense para recibir el mensaje que el Señor tiene para ustedes, vayan al templo, oren. Vivan de tal forma que lleguen a ser lo que el Señor desearía que todos llegáramos a ser”.

La hermana Beck dijo: “Me siento agradecida por la Sociedad de Socorro, no solamente por sus comienzos sino por lo que es hoy en día. “Comienzo a tener un leve visión de lo que el Señor tiene en mente para Sus hijas. La visión que me llega es en ocasiones tan gloriosa y sorprendente, tan humilde y emocionante, que es difícil de contemplar. Es parte de la visión de Daniel y de la piedra que rodó hasta bendecir toda la tierra (véase Daniel 2:34–35). El Señor espera y requiere que Sus hijas participen de ello”.

Conferencia de la mujer, copatrocinada por la organización de la Sociedad de Socorro y llevada a cabo los días 28 y 29 de abril en el campus de la Universidad Brigham Young. Si desea obtener más información al respecto, sírvase visitar womensconference.byu.edu