La hermana Marriott dice que podemos aprender tres lecciones de los patos

Por la hermana Neill F. Marriott, de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

  • 18 Marzo 2015

La hermana Neill F. Marriott, de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, habla de tres lecciones que podemos aprender de los patos salvajes; estas lecciones nos ayudarán a regresar a nuestro Padre Celestial.

Puntos destacados del artículo

  • 1. Hay seguridad al seguir a un líder de confianza: no se vuelvan indiferentes.
  • 2. Permanezcan con el grupo: no traspasen lo señalado.
  • 3. Sean comprometidos: no miren hacia atrás.

“¿Estamos siguiendo a los líderes con experiencia o nos estamos poniendo en peligro por ser demasiado indiferentes en nuestro diario vivir del Evangelio?”.—Hermana Neill. F Marriott, Presidencia General de las Mujeres Jóvenes.

En un arroyo pantanoso que fluye más allá de la casa de mis padres en Luisiana, en los Estados Unidos, mi padre construyó una casa para patos salvajes locales y la colocó sobre un mástil de unos dos metros y medio de alto. Desde la galería de atrás, podíamos ver a los patitos recién nacidos lanzarse desde la puerta de su pequeño hogar. La mamá pata daba vueltas abajo en el agua, vigilando y llamando al tiempo que patito tras patito saltaba desde el borde y se zambullía directamente en el agua.

No era siempre un espectáculo bonito —patitos pequeños cayendo de la casa y aterrizando bruscamente en el pequeño arroyo. Tampoco era del todo seguro, porque una vez en el agua, los patitos tenían que escapar de los predadores. Sin embargo, su meta y deseo, era llegar a la madre, y eso requería abandonar el nido. Ellos abandonaban la casa y de inmediato empezaban a avanzar a través del arroyo pantanoso, siguiendo con determinación a la madre pata.

El lema de la mutual para 2015 es D. y C. 4:2: “Por tanto, oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, mirad que le sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza, para que aparezcáis sin culpa ante Dios en el último día”. Inherente a este pasaje de las Escrituras está la amonestación de prestar servicio hasta el último día. Se requiere un esfuerzo entusiasta, con intención y positivo para avanzar hacia adelante en tal servicio.

Los patitos, impulsados por el instinto, se comprometen a su modo de vida saltando en el arroyo pantanoso. Nuestro compromiso, por otra parte, como hijos e hijas de Dios procreados en espíritu, se hace al tomar con consideración sobre nosotros los convenios sagrados que nos acercan a nuestro Padre Celestial y ponen sobre nosotros las responsabilidades que prometemos cumplir.

Piensen en algunas de las personas en el sueño de Lehi que con entusiasmo agarraron la barra de hierro y avanzaron hacia el árbol de la vida, pero antes de que llegaran a su meta apretaron con menos firmeza y dejaron caer sus manos de la barra cuando se desviaron.

¿Reconocemos cuando nuestro compromiso se debilita? Si nuestra determinación de seguir al profeta viviente decrece, podemos perder nuestro vínculo a la verdad y nadar en aguas peligrosas. Veo algunos peligros que acechan cerca de nuestro sendero hacia el glorioso árbol de la vida y de regreso a nuestro Padre Celestial.

Una es la tentación generalizada de ser indiferentes en nuestro diario vivir del Evangelio.

Los patitos instintivamente entienden que para sobrevivir deben mirar firmemente a su líder. En algunas ocasiones, hemos visto a patos jóvenes nadar apartados del progenitor. Halcones sobrevolaban en círculo, se sumergieron y agarraron a los patitos antes de que pudieran volver a la protección del grupo familiar.

¿Estamos siguiendo a los líderes con experiencia o nos estamos poniendo en peligro por ser demasiado indiferentes en nuestro diario vivir del Evangelio? ¿Estamos poniendo todo nuestro corazón en amar y servir a Dios? ¿Quién alrededor de nosotros necesita de nuestro servicio? Preguntar al Padre Celestial cómo podemos servir nos dará dirección.

Otro peligro es traspasar lo señalado, mirar más allá del árbol de la vida y pensar que tenemos un propósito especial que lograr, más de lo que es requerido por nuestros convenios. He visto patitos remar a la cabeza del grupo familiar, a menudo hasta morir. Cuando los humanos tienen esta actitud, el orgullo se encuentra dentro de ellos. ¿Estamos atraídos a “otras verdades nuevas” de las que no hemos oído en la conferencia general? ¿Estamos intrigados por alguien que toma una posición diferente a la de los profetas? En el sueño de Lehi, tales personas andan por los caminos prohibidos y nos guiarían lejos de la verdad.

Un tercer peligro es volver a nuestros caminos pecaminosos después de haberlos dejado atrás alguna vez. Podemos estar tentados de dar un paso fuera del camino de la rectitud y volver a los antiguos hábitos. Utilizando la analogía de los patitos, una vez que han saltado del nido, se han comprometido a permanecer en el suelo o en el agua hasta que se desarrollen y puedan volar.

Podemos evitar estos peligros viviendo fielmente el Evangelio; a saber, siguiendo al profeta viviente, estudiando las Escrituras, orando a diario, participando de la Santa Cena con intención, sirviendo a los demás y adorando en el templo. Es trabajo continuo, pero también es trabajo alegre, prometedor y repleto de bendiciones.

Podemos aprender varias lecciones de los patos:

1. Hay seguridad al seguir a un líder de confianza: no se vuelvan indiferentes.

2. Permanezcan con el grupo: no traspasen lo señalado.

3. Sean comprometidos: no miren hacia atrás.