El video “Lo que las Escrituras significan para mí” invita a la reflexión

Por Por Ryan Morgenegg, redactor de Church News

  • 24 Mayo 2013
 

Este nuevo video producido por la Iglesia muestra a miembros que describen sus experiencias personales con las Escrituras.

“Sé que estos libros sagrados de las Escrituras son la palabra de Dios. Con toda mi alma, como testigo especial, testifico que son verdaderos”. —Presidente Thomas S. Monson

En una visión sagrada, dos profetas del Libro de Mormón vieron una barra de hierro que conducía al árbol de la vida. Esa barra representaba la palabra de Dios y para llegar al árbol de la vida, una persona sólo debía aferrarse a la barra de hierro mientras continuaba hacia adelante con firmeza. Millones de personas han tomado la barra de hierro y han llegado a conocer al Padre y a participar de Su amor. El presidente Thomas S. Monson ha declarado: “Sé que estos libros sagrados de las Escrituras son la palabra de Dios. Con toda mi alma, como testigo especial, testifico que son verdaderos” (“Come, Learn of Me”, Ensign, diciembre de 1985, page 48).

Jesucristo enseñó el valor de las Escrituras a Sus discípulos. Él dijo: “Y el que atesore mi palabra no será engañado” (José Smith—Mateo 1:37). José Smith fue inspirado a acudir a Dios en oración mientras leía la Biblia, la cual abrió la comunicación con los cielos y la restauración del Evangelio en los últimos días.

¿Qué significan las Escrituras para usted? ¿De qué manera ha visto las enseñanzas del Evangelio cambiar la vida de los miembros de la Iglesia? ¿Hay ciertos pasajes que tienen un significado personal? Un nuevo video producido por la Iglesia muestra a miembros que describen sus experiencias personales con las Escrituras. Testimonios adicionales de todo el mundo pueden encontrarse en varias publicaciones de la Iglesia. Aquí hay algunos de esos testimonios y algunas Escrituras que los complementan:

“[Leer las Escrituras] me permite saber que el Padre Celestial y Jesucristo no son sólo seres abstractos en algún lugar. Son parte de nosotros. Que nos escuchan. Nos conocen. Cuando vamos a ellos con fe y hacemos lo correcto, el Espíritu nos guiará y ayudará. Tengo un testimonio de que son reales” (Flint Mensa, Ghana, África).

Yo sé que mi Redentor vive, y que al final se levantará sobre el polvo (Job 19:25).

“Seminario me enseñó que las Escrituras no son sólo para guardarse en la memoria sino para aplicarlas en nuestra vida” (Giccelly Collaguazo, Venezuela).

Porque apliqué todas las Escrituras a nosotros mismos para nuestro provecho e instrucción (1 Nefi 19:23).

“Las afirmaciones sagradas que he tenido acerca del Salvador y de Su Iglesia restaurada las recibí por primera vez cuando era joven al leer el Libro de Mormón. Fue mientras leía ese registro sagrado que sentí, una y otra vez, los susurros innegables del Espíritu Santo que declaraban su veracidad a mi alma” (Jeffrey R. Holland, “Un testimonio, un convenio y un testigo”, Liahona, octubre de 2011, pág. 80).

“Antes de unirme a la Iglesia, sentía que estaba a la deriva, entonces me protegí con cosas del mundo para superar los problemas de la vida— una casa, poder, una posición, riqueza, autos, esposo e hijos. Entonces, de repente algunas de esas cosas temporales fracasaron. Desaparecieron en la nada en una semana. En esa crisis, nuestro amoroso Padre Celestial lanzó una cuerda de salvamento; envió a los misioneros que compartieron conmigo las enseñanzas del Libro de Mormón. Esta Escritura de los últimos días fue como una luz naciente en mi vida, trayéndome una valiosísima paz y el consuelo que necesitaba” (Hsu Hwei Chi, Taiwán).

Y ahora bien, recordad, hijos míos, recordad que es sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo de Dios, donde debéis establecer vuestro fundamento (Helamán 5:12).

“Por medio de la lectura de las Escrituras y las oraciones que acompañan mi estudio, he obtenido el conocimiento que me brinda paz y me ayuda a conservar mis energías centradas en las prioridades eternas. Debido a que comencé a leer las Escrituras diariamente y he aprendido acerca de mi Padre Celestial, Su Hijo, Jesucristo, y lo que debo hacer para ser como los Ellos” (Julie B. Beck, quien prestó servicio como presidenta general de la Sociedad de Socorro).

Si pides, recibirás revelación tras revelación, conocimiento sobre conocimiento, a fin de que conozcas los misterios y las cosas apacibles, aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna (D. y C. 42:61).

“Oré y supe por medio del Espíritu Santo que el Libro de Mormón era verdadero. Es la palabra, voluntad y verdad de Dios. La lectura regular del Libro de Mormón nos ha ayudado a acercarnos a Dios y a Su Hijo Jesucristo” (Zoltán Horváth, de Budapest, Hungría).

Y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas (Moroni 10:5).

“Me invitaron a leer el Libro de Mormón todos los días. Al principio fue algo difícil debido a que me distraía o cansaba. Pero con el paso del tiempo, no podía dejar de leer el Libro de Mormón. Sentí algo dentro mío que me decía que continuara y pude sentir que mi testimonio crecía. Ahora no solamente creo. Sé que es verdadero” (Oscar Moroni Zelaya, San Salvador, El Salvador).

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mateo 5:6).

Las Escrituras han sido una de las formas en las que Dios se ha comunicado conmigo, incluso cuando era niño, acerca de mis necesidades, de mi situación y mi vida. Aún lo son. Debido a que nuestras necesidades cambian durante la vida, Dios tiene diversas cosas que decirnos en distintas etapas. A veces me dirijo a las Escrituras en busca de doctrina. Otras veces voy a ellas para recibir instrucción. Acudo con una pregunta en mente, que por lo general es: “¿Qué es lo que quiere Dios que haga?” o, “¿qué es lo que quiere que sienta?”. Invariablemente encuentro nuevas ideas, pensamientos que no he tenido antes, y recibo inspiración e instrucción y respuestas a mis interrogantes” (Henry B. Eyring, “Un análisis sobre el estudio de las Escrituras”, Liahona, julio de 2005, pág. 8).

Leer y estudiar las Escrituras debe ser una actividad diaria de todos los miembros. La conversión al evangelio es un proceso continuo. El profeta José Smith enseñó: “Los que han leído [las Escrituras] y han bebido del torrente de conocimiento que ellas transmiten, saben cómo apreciarlas”. Él también dijo: “y el que más a menudo lo lee, más se complace en él” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, págs. 68, 70). También los profetas modernos han testificado sobre la necesidad de leer las Escrituras con frecuencia: “Me doy cuenta de que cuando tomo a la ligera mi relación con la divinidad y cuando me parece que no hay oído divino que me escuche ni voz divina que me hable, es porque yo estoy lejos, muy lejos. Si me sumerjo en las Escrituras, la distancia se acorta y vuelve la espiritualidad; amo más intensamente a aquellos a quienes debo amar con todo mi corazón, alma, mente y fuerza, y al amarlos más, me es más fácil seguir sus consejos (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006, pág. 75).