1990–1999
Instrumentos para lograr sus propósitos
Abril 1990


Instrumentos para lograr sus propósitos

“La cosecha de lindos recuerdos y amistades queridas es quizá la bendición más dulce de todas.”

Mis hermanos y hermanas, mi corazón rebosa de gratitud. Ahora que somos relevadas en la rotación normal de nuestras asignaciones, extendemos una cordial bienvenida a las que han sido recientemente llamadas y les ofrecemos nuestro sincero amor y apoyo.

Luther Burbank escribió:

“Así como el año al final del verano, me detengo al fin de la jornada para ver los destellos del pasado, para levantar la cosecha de mi experiencia, desarrollo, amistad y recuerdos.

“¿Cual es mi ‘cosecha’?

“La cosecha del trabajo logrado y metas cumplidas.

“La cosecha de experiencias y lecciones que han esculpido y dejado huellas en mi vida.

“Y la cosecha de grandes amistades, grandes recuerdos …

“Y la cosecha es rica, intensa y abundante.” (Luther Burbank, The Harrest of the Years, Cambridge, Mass.: Houghton Mifflin Co., Riverside Press, 1931, págs. 280-281.)

La cosecha del trabajo logrado:

E1 objetivo del trabajo de la Sociedad de Socorro descansa en la pureza y sencillez del evangelio: desarrollar la fe y testificar; dar servicio caritativo y cuidar de los necesitados; fortalecer a las familias aquí y en la eternidad, y laborar “teniendo entrelazados sus corazones con unidad y amor el uno para con el otro”. (Mosíah 18:21.)

Nuestra cosecha de experiencias y lecciones se ha esculpido con la ayuda de muchos de ustedes.

Hemos sentido sus oraciones y les estamos agradecidas por ello.

Los anhelos y deseos que han expresado por medio de cartas o visitas formaron las suplicas de nuestras oraciones.

Por medio de nuestras asignaciones y las invitaciones que se han extendido, llegamos hasta sus hogares, a sus familias y a los centros de reunión, donde nos dimos cuenta de su hambre y sed por seguir la rectitud. Porque mientras estuvimos con ustedes, fuimos llenas del Espíritu Santo. (Véase 3 Nefi 12:6.)

Hemos sido testigos de su misericordia y su cuidado unos para con otros.

Hemos observado a los lideres del sacerdocio y a las hermanas lideres de las organizaciones auxiliares trabajar juntos para fortalecer a las familias y llevarlas al Salvador.

La cosecha de lindos recuerdos y amistades queridas es quizá la bendición mas dulce de todas.

“… y la misma sociabilidad que existe entre nosotros aquí, existirá entre nosotros allá; pero la acompañará una gloria eterna …” (D. y C. 130:2.)

Estoy agradecida por el apoyo de mi familia; por mis capaces y dedicadas consejeras, por la secretaria general y los miembros de la mesa general, así como por las presidentas y oficiales de las otras organizaciones auxiliares, por nuestro devoto y competente personal, las voluntarias y recibidoras. Estoy agradecida por todo el apoyo de las Oficinas Generales de la Iglesia.

Ha sido un honor y un privilegio servir con nuestras Autoridades Generales, hijos nobles de nuestro Padre Celestial. He aprendido de ellos y he observado su integridad, lealtad, caridad, compasión y su devoción inmutable hacia Dios. Cuan bendecida me siento por haber tenido esa oportunidad.

Hace seis años mi esposo presidía la Misión de San Diego, en California. Regresamos a casa un año antes de finalizar esa misión para que yo pudiera cumplir con este llamamiento. Ahora regresamos a la obra misional esta vez el presidirá la Misión Checoslovaquia, donde sirvió en su juventud.

Me siento muy humilde al pensar en este otro desafío que tendremos mi esposo y yo. Deseo apoyarlo así como el me ha apoyado tan fielmente durante los últimos seis años. El espíritu de la obra misional esta con nosotros, así como lo estuvo con los hijos de Mosíah:

“… ayunaron y oraron mucho para que el Señor concediera que una porción de su Espíritu los acompañase y estuviese con ellos, a fin de que pudieran ser un instrumento en las manos de Dios para llevar a sus hermanos … al conocimiento de la verdad …” (Alma 17:9.)

Hace poco, mientras asistíamos a una clase de capacitación para presidentes de misión, pasaron por mi mente los problemas de nuestra misión en California. Supe que pasaríamos por las mismas pruebas y otras aun desconocidas.

A pesar de esos sentimientos de inquietud, al finalizar la capacitación, sentí una alegría indescriptible. La comparare a lo que tal vez sentimos en la vida preterrenal cuando aprendimos del plan del evangelio. Sabíamos que habría adversidades en esta vida terrenal y aun así, gritamos de gozo al saber que podríamos venir aquí.

Ahora, nuestro gozo nos hace también que gritemos de alegría a medida que reunimos nuestros recursos y nos preparamos para esta nueva oportunidad.

Siempre atesorare estos años en la Sociedad de Socorro, llenos de grandes experiencias y amistades. Ciertamente la cosecha es abundante … y la semilla lista para brotar en otra estación. Me siento humilde y débil, pero se que con la ayuda del Señor, podremos ser instrumentos para lograr sus propósitos.

Ruego que sintamos su fortaleza conforme estemos en su servicio. En el nombre de Jesucristo. Amen.