1990–1999
El poder de la oración
Abril 1991


El poder de la oración

“Nuestro Profeta también nos ha aconsejado: ‘Si queremos avanzar en santidad -progresar en la gracia de Dios-, nada puede substituir a la oración “.

Mis queridos hermanos, siempre ha sido la costumbre del Presidente de la Iglesia daros la bienvenida y un mensaje de apertura de la conferencia. Con toda la nobleza de su corazón, el presidente Benson querría venir a este púlpito y expresaros su testimonio de la veracidad de esta obra, su gratitud por vuestras oraciones y su ferviente esperanza de que todos viváis de tal forma que merezcáis y recabáis las grandes bendiciones que nuestro Padre Celestial desea daros.

El presidente Benson se emociona hasta las lágrimas cuando recibe cartas de niños que le expresan su amor. El es un hombre de familia que ama a sus hijos, nietos y bisnietos, y a todos los niños de este hermoso mundo en que vivimos.

El Profeta me ha pedido que de comienzo a la conferencia con un breve mensaje suyo. Le complace el hecho de que el Presidente de los Estados Unidos haya designado los días de ayer, hoy y mañana como días de oración, y que en las oraciones se manifieste sincero agradecimiento por el fin de la guerra en el Medio Oriente. La Primera Presidencia ha expresado: “ Estamos agradecidos por la conclusión de la guerra y oramos y esperamos fervientemente que todas las naciones participantes se esfuercen juntas por lograr una paz duradera. Las oraciones de la nación y de todo el mundo deben concentrarse no sólo en la paz sino también en las aflicciones de todos aquellos de ambas facciones que hayan perdido seres queridos y sufrido a consecuencia del conflicto”.

El presidente Benson ha dicho lo siguiente: “El precio de la paz es la rectitud. Las naciones podrán proclamar a voces: ‘¡Paz, paz!’, pero no habrá paz hasta que las personas cultiven en su alma los principios de pureza, integridad y carácter que fomentan la paz. Esta no puede imponerse, sino que debe provenir de la vida y el corazón del hombre. No hay otra manera de obtenerla” (The Teachings of Ezra Taft Benson, Salt Lake City: Bookcraft, 1988, pág. 703)

Nuestro Profeta también nos ha aconsejado: “Si queremos avanzar en santidad progresar en la gracia de Dios-, nada puede substituir a la oración … Dad a la oración, diaria y privada, un lugar de preeminencia; no dejéis pasar un día sin orar. A través de la historia del mundo, la comunión con el Todopoderoso ha sido una fuente de fortaleza, inspiración y luz para los hombres y las mujeres que han influido para el bien en el destino de individuos y naciones” (God, Family, Count1y: Our Three Great Loyalties, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1974, pág. 8). Hace un tiempo, al dirigirse a un numeroso publico en Sao Paulo, el presidente Benson testificó: “A lo largo de mi vida, el consejo que ha tenido mas valor que cualquier otro que haya recibido es el de depender de la oración. Esta se ha convertido en parte integral de mi ser. en un ancla, una fuente constante de fortaleza y la base de mi conocimiento de lo divino. “Nuestro Padre Celestial siempre esta cerca … Gracias a Dios que podemos esforzarnos e invocar ese poder invisible, sin el cual, nadie puede lograr lo mejor de si mismo” (Mensaje dirigido a los obreros del templo y a los empleados de la Iglesia en Sao Paulo, Brasil, el 20 de noviembre de 1982). El presidente Benson cita con frecuencia estas palabras de uno de sus himnos favoritos:

Del alma es la oración,

el medio de solaz

que surge en el corazón

y da eterna paz.

Gemido, pues, es oración

y lágrima que da

reflejo de adoración

do solo Dios es.

Oh, tu, por quien tenemos paz,

tuviste que andar

la senda de la oración.

Enséñanos a orar

(“Del Alma es la oración”, Himnos de Sión, 129).

Las siguientes palabras de testimonio del presidente Benson son particularmente apropiadas en este día especial de oración y gratitud: “Testifico que hay un Dios en los cielos que escucha y contesta las oraciones. Y se que es así, porque ha contestado las mías. Exhorto a todos los que me oigan que se mantengan en contacto con nuestro Padre Celestial por medio de la oración” (Mensaje, Sao Paulo, Brasil, 20 de noviembre de 1982). Con todo mi corazón secundo este consejo de nuestro Profeta y Presidente, en el nombre de Jesucristo. Amén.