1990–1999
Los frutos del Evangelio restaurado de Jesucristo
Octubre 1991


Los frutos del Evangelio restaurado de Jesucristo

“No podemos tener los frutos del evangelio sin sus raíces. Por medio de la revelación, el Señor ha establecido estas raíces, principios únicos de la plenitud del evangelio.”

Mis queridos hermanos, estoy seguro que para todos nosotros ha sido un gran honor estar en la presencia del presidente Ezra Taft Benson, el Presidente de la Iglesia, nuestro Profeta. Durante toda mi vida he sentido gran amor y respeto por el, y estoy seguro de que vosotros también lo habéis sentido.

A través de las edades, el Señor se ha referido a su pueblo, a quienes le aman y guardan sus mandamientos, con palabras que los distinguen de todos los demás; los ha llamado, “mi especial tesoro” (Éxodo 19:5), “un pueblo especial” (Deuteronomio 7:6), “real sacerdocio, nación santa” (1 Pedro 2:9). Las Escrituras se refieren a este pueblo como santos. El Salvador enseñó que “por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7 20).

Haciendo gran contraste con los que obedecen los principios del evangelio, veo cantidad de personas que ignoran o que no comprenden estos principios; muchos no obedecen las normas del evangelio; y otros viven en el pecado, la iniquidad, la deshonestidad y el crimen, cuyos resultados son gran miseria, dolor, sufrimiento y angustia.

En Sus enseñanzas el Salvador dijo:

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edifico su casa sobre la roca.

“Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.

“Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edifico su casa sobre la arena;

“y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:24-27).

Esta analogía nos enseña una lección importante y es que no podemos tener los frutos del evangelio sin sus raíces. Por medio de la revelación, el Señor ha establecido estas raíces, que son los principios únicos de la plenitud del evangelio; son los que nos guían. El nos ha enseñado la manera en que debemos edificar nuestra vida: sobre un cimiento sólido, como la roca, que resista las tentaciones y las tormentas de la vida.

Permitidme mencionar algunos de los principios mas importantes del Evangelio:

LA TRINIDAD

Uno de sus principios distintivos es el verdadero concepto de la naturaleza de la Trinidad: “Nosotros creemos en Dios el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo” (Artículos de Fe 1). La Trinidad esta compuesta de tres personajes separados y distintos que tienen un solo propósito. El Padre y el Hijo tienen cuerpos de carne y huesos, mientras que el Espíritu Santo es un personaje de espíritu.

Dios es verdaderamente nuestro Padre, el Padre de los espíritus de toda la humanidad. Nosotros somos literalmente sus descendientes y hemos sido creados a Su imagen. El conocer la relación que nos une a nuestro Padre Celestial nos ayuda a comprender la naturaleza divina y el potencial que tenemos dentro de nosotros mismos. La doctrina de que Dios es nuestro Padre es en si un fundamento sólido para basar nuestra propia estima. El himno titulado, “Soy un Hijo de Dios”, enseña esta doctrina con palabras sencillas. ¿Puede alguien que comprenda su ascendencia divina tener falta de autoestima? Conozco personas que tienen una firme y profunda certeza de esta verdad, mientras que otras solo la comprenden superficial e intelectualmente. La diferencia de actitudes y el efecto que estas tienen en sus vidas se puede notar en forma muy evidente.

El conocimiento de que Jesucristo es el Hijo Primogénito de Dios en el espíritu y su Unigénito en la carne, hace que lo contemplemos como una figura mas noble y majestuosa que si hubiera sido simplemente un gran maestro y filósofo. El es nuestro Señor, el Redentor de toda la humanidad, nuestro Mediador ante el Padre. Por motivo de su amor por nosotros, El ha expiado los pecados del mundo y ha proporcionado la vía para que los fieles vuelvan a la presencia de nuestro Padre Celestial. “El es el Ser mas importante que ha nacido en esta tierra, el ejemplo perfecto … El es el Señor de señores y Rey de reyes, el Creador, el Salvador, el Dios de toda la tierra … Su nombre … es el único nombre bajo el cielo por el que podemos ser salvos. El volverá a la tierra con poder y gloria para morar en ella y en el ultimo día será el Juez de toda la humanidad” (Diccionario bíblico, en inglés, pág. 633). El esta a la cabeza de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Debemos estar eternamente agradecidos a nuestro Señor. Debemos amarle con todo nuestro corazón y seguir su ejemplo cada día.

El Espíritu Santo, el tercer miembro de la Trinidad, es un revelador (History of the Church, 6:58) y revela la palabra de Dios. El nos da el testimonio convincente de que el evangelio es verdadero y testifica al corazón de las personas de la divinidad de Jesucristo. El nos guía en nuestras decisiones y en nuestra búsqueda de la verdad.

LA RESURRECCIÓN

Ahora, quisiera hablar de la seguridad que tenemos de que hay una resurrección literal, o sea, la unión que después de la muerte ocurrirá entre el espíritu y el cuerpo de carne y huesos. Jesús, quien fue el primero que resucitó sobre la tierra, hizo posible la resurrección para toda la humanidad. Esta verdad es un punto central de esperanza en el Evangelio de Jesucristo (véase 1 Corintios 15:19-22).

He observado el contraste que hay entre los que tienen una confianza espiritual en la resurrección y los que están confusos e inseguros en cuanto a nuestra condición después de la muerte. Ha sido para mi motivo de inspiración ver a una madre que, a pesar de su dolor, se enfrentó con serenidad a la muerte prematura de su hijita de dos años. Atribuía la paz que sentía a su fe en un Dios misericordioso y en la promesa de la vida eterna. Ella estaba segura de que su hijita había sido recibida en los brazos amorosos de Dios y que ambas volverían a estar juntas.

LA CRIANZA DE LOS HIJOS

En el plan del Señor, los padres deben enseñar a sus hijos durante los años formativos, en que son moldeables, que es cuando se desarrollan las actitudes y los hábitos que duraran toda una vida. El presidente Brigham Young reconoció sabiamente que “la adolescencia y la juventud es la época indicada” para dominar los apetitos y las pasiones de la carne. El advirtió que si “el hombre permite que lo guíen sus pasiones, se convertirá en su esclavo y la tarea de librarse de ellas será extremadamente difícil” (Letters of Brigham Young to His Sons, ed. Dean C. Jesse, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1974, pág. 130). Debemos estar muy agradecidos por estos principios que refuerzan positiva y espiritualmente las enseñanzas de los padres y que apartan a la juventud de las trampas que Satanás tiende en el sendero de los adolescentes y los jóvenes adultos.

LA PALABRA DE SABIDURÍA

La Palabra de Sabiduría fue revelada al profeta José Smith en 1833. Esta revelación ha sido examinada detenidamente; se ha despreciado, se ha atacado y defendido, se ha ridiculizado y elogiado. Mientras tanto, los santos fieles la han obedecido como una señal de su obediencia a Dios. Por muchos años, la obedecieron sólo por la fe y con el mismo espíritu con que Adán ofrecía sacrificios. Un día, un ángel le preguntó: “¿Por que ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No se, sino que el Señor me lo mandó” (Moisés 5:6). Los miembros de la Iglesia obedecieron muchos años el consejo del Señor sin tener la ventaja del conocimiento médico actual, el cual ha corroborado los beneficios físicos que se reciben con esa obediencia. Ahora sabemos por medio de evidencias científicas lo que los santos han sabido por revelación durante 158 años.

Imaginad los resultados que veríamos si todo el mundo obedeciera esta ley de salud y nunca maltratara su cuerpo tomando bebidas alcohólicas o consumiendo tabaco y otras sustancias dañinas. ¿Cuál seria el gran declive que presenciaríamos en accidentes automovilísticos, enfermedades y muertes prematuras, defectos físicos de bebes, crímenes, derroche de dinero, hogares divididos y vidas perdidas como resultado del alcohol y de la adicción a las drogas? ¿Cuánto disminuirían los casos de cáncer de pulmón, las enfermedades al corazón y otros males causados por el cigarrillo? Los frutos de este mandamiento traen bendiciones innumerables.

Al obedecerlo, sin lugar a dudas los miembros de la Iglesia han sido bendecidos con salud y espiritualidad.

LOS PRINCIPIOS DE BIENESTAR

Un gran distintivo de la religión verdadera es el interés genuino por los menesterosos de la tierra, el cual nos lleva a ser caritativos y ocuparnos de sus necesidades. El apóstol Santiago dijo: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27).

En palabras sencillas, la caridad significa poner a un lado nuestros intereses y necesidades para servir a los demás, así como el Salvador lo ha hecho por nosotros. El apóstol Pablo escribió que de la fe, la esperanza y el amor, “el mayor de ellos es el amor” o sea la caridad, que es el amor puro de Cristo (1 Corintios 13:13), y Moroni escribió que “a menos que tengáis caridad, de ningún modo podréis ser salvos en el reino de Dios” (Moroni 10:21). El servicio abnegado es un aspecto sobresaliente del evangelio. Como dijo el presidente Spencer W. Kimball, el servicio de bienestar “no es un programa, sino la esencia del evangelio. Es el evangelio en acción. Es el principio culminante de una vida cristiana” (“Los Servicios de Bienestar: El evangelio en acción”, Liahona, febrero de 1978, pág. 111).

La Iglesia presa en muchas partes del mundo un considerable servicio humanitario que quizás pase inadvertido. El hecho de que podamos ayudar a otros depende únicamente de que seamos autosuficientes. Y cuando lo somos, empleamos las bendiciones materiales que Dios nos ha dado en nuestro beneficio y el de nuestras familias y nos encontramos en posición de ayudar a los demás.

Al comentar sobre el principio de la autosuficiencia parecería que sólo hiciéramos eco a lo que es obvio; pero este principio es contrario a la tendencia de la sociedad actual que se inclina a deshacerse de esa responsabilidad. Muchos santos se han librado de sufrir por haber sido fieles a este principio.

La base de la autosuficiencia es el trabajo arduo. Los padres deben enseñar a sus hijos que el trabajo es el requisito para lograr el éxito en todo lo bueno que nos propongamos. Cuando los hijos llegan a una edad en que pueden trabajar, deben hacerlo y empezar a ser autosuficientes, aliviando así la carga de los padres. Ninguno de nosotros debería esperar que otros nos den lo que podamos obtener por nosotros mismos.

LA OBRA MISIONAL

La obra misional fue un aspecto primordial en el ministerio terrenal del Salvador y también lo es hoy día. El Salvador dio este mandato: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Sus discípulos, pero en particular Pablo, proclamaron el mensaje del evangelio a todas las naciones por muchos años después de la crucifixión de Jesús. En el año 1831, el Señor dio esta revelación por medio del profeta José Smith: “La voz del Señor se dirige a todo hombre, y no hay quien escape; ni habrá ojo que no vea, ni oído que no oiga, ni corazón que no sea penetrado” (D. y C. 1:2).

En la actualidad, hay mas de 44.000 misioneros que cumplen con el mandato divino de predicar el evangelio y bendicen la vida de las personas a quienes enseñan cuando les dan a conocer la plenitud del Evangelio restaurado; a su vez, ellos también se bendicen con el enorme progreso y la madurez que se adquiere durante una misión. Todo joven digno debe ir a una misión; también las jóvenes y los matrimonios dignos pueden contribuir en gran forma al servicio en el campo misional. Todos ellos salen como emisarios del Señor, y les agradecemos profundamente lo que hacen.

LA CASTIDAD

Otra de las características especiales del evangelio es el adherirnos a la ley de castidad del Señor. Desde la antigüedad hasta el día de hoy, el Señor ha mandado a su pueblo obedecer esta ley. Este aspecto tan estricto de la moralidad puede parecer extraño y fuera de moda en nuestra época, en la que los medios de comunicación presentan la pornografía y la inmoralidad como conducta que se considera normal y completamente aceptable. Recordad que el Señor nunca ha anulado la ley de la castidad.

Los votos matrimoniales que se hacen en el templo aumentan la fidelidad que debe existir entre los cónyuges.

La obediencia a la ley de la castidad disminuiría la cantidad de abortos y contribuiría a eliminar las enfermedades sexuales contagiosas. La fidelidad completa en el matrimonio anularía la mayor causa de divorcio con el dolor y la tristeza que este causa y que, por lo general, recae sobre los niños inocentes.

Se que los miembros de la Iglesia tienen sus problemas y debilidades; sin embargo, vemos abundante evidencia de que el vivir el evangelio ayuda a los santos a ser mejores. A medida que aumente el número de los que se comprometan a vivir el evangelio con todo su corazón, alma, mente y fuerza, mayor será el ejemplo que darán a sus familiares y amigos.

Cuan bendecidos somos al comprender los principios sagrados y eternos del Evangelio de Jesucristo y tener el privilegio de vivir de acuerdo con ellos. Estos principios son verdaderos y nos guiaran por el único sendero seguro que conduce a la felicidad, la cual es el “objetivo y propósito de nuestra existencia” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 312).

CONCLUSIÓN Y PROMESA

Permitidme daros estos consejos y estas promesas. Nunca os avergoncéis del Evangelio de Jesucristo. Participad dignamente de la Santa Cena. Recordad siempre a nuestro Señor y Salvador. No difaméis nunca Su santo nombre. No ridiculicéis la santidad del santo sacerdocio ni de las ordenanzas del evangelio. Si honráis estos consejos, el espíritu de rebelión no os embargará el corazón.

Seréis bendecidos como Alma, quien dijo:

“… he trabajado sin cesar. . para poder traerlas a gustar el sumo gozo del cual yo probé …

“Si … el Señor me concede un gozo extremadamente grande en el fruto de mis obras;

“porque a causa de la palabra que el me ha comunicado, he aquí, muchos han nacido de Dios, y han probado como yo he probado …” (Alma 36:24-26).

Además, si sostenéis a los ungidos del Señor, vuestra confianza en ellos se hará fuerte; vuestras familias y posteridad serán bendecidas y fortalecidas; los frutos abundantes del Evangelio enriquecerán vuestra vida, y la paz y la unidad abundaran tanto en vuestro corazón como en vuestro hogar.

Mis queridos hermanos y hermanas, los líderes de la Iglesia os amamos y nos esforzamos por daros los frutos del Evangelio para que podáis probar el dulce néctar que nosotros hemos probado. Ruego que podáis sentir el gozo maravilloso del amor de Dios y Sus bendiciones, en el nombre de Jesucristo. Amen.