1990–1999
“Estas cosas … como ejemplos para nosotros”
Octubre 1991


“Estas cosas … como ejemplos para nosotros”

“Un alma común recibe fortaleza cuando tiene un llamamiento especial.”

En junio de este año, mi esposa y yo tuvimos el privilegio de acompañar al Coro del Tabernáculo en su gira por Europa. Agradecemos esa asignación de la Primera Presidencia. Mucho se ha escrito en cuanto al éxito del coro y a su buena influencia que aun persistirá. Miembros y amigos de la Iglesia de todo el mundo también agradecen al personal, a los directores y acompañantes y a todos los miembros del coro su maravilloso servicio. No voy a mencionar a ninguno por nombre, sino que simplemente me referiré a ellos como miembros del coro, ni tampoco hablare como un critico de música. Mientras los expertos de la música se fijan en lo que los miembros del coro pueden hacer, yo quisiera referirme a lo que pueden ser. Quiero hacerlo porque he visto en ellos grandes ejemplos que pueden inspirar y mejorar la vida de todos los que se esfuerzan por imitar al Señor, que dijo:

“… yo soy la luz; yo os he dado el ejemplo” (3 Nefi 18:16; véase también Juan 13:15).

Debemos esforzarnos por aprender de Su ejemplo y del buen ejemplo de los que lo aman y lo siguen.

Los miembros del coro no son sobrenaturales; son gente común con debilidades comunes, pero allí esta el poder de su ejemplo. Ellos creen en esta promesa del Señor:

“Y porque has visto tu debilidad, serás fortalecido …” (D. y C. 135:5).

Antes de asistir al primer ensayo, los miembros del coro no solo llevaron su talento y conocimiento musicales, sino también cualidades de rectitud personales. Antes de hacer la primera presentación, fueron bendecidos con otra promesa de nuestro Salvador:

“… que podáis darles buenos ejemplos en mi; y os haré instrumentos en mis manos, para la salvación de muchas almas” (Alma 17:11).

¿No sabemos acaso que un alma común recibe fortaleza cuando tiene un llamamiento especial? El coro lo sabe. En realidad, todos ellos parecen reconocer que tienen una misión especial y se esfuerzan por adquirir las diez características que los misioneros deben tener y poner en practica:

“La fe, la virtud, el conocimiento, la templanza, la paciencia, la bondad fraternal, piedad, caridad, humildad,

diligencia” (D. y C. 4:6).

Esos son atributos que el Señor merece recibir de Sus discípulos. Ya que cada uno de nosotros debe ser “ejemplo de los creyentes” (1 Timoteo 4:12), me gustaría relacionar esas diez cualidades con los miembros del coro, ya que ellos fueron “ejemplos para nosotros” (1 Corintios 10:6) de muchas memorables maneras.

FE

La fe de nuestros lideres fortaleció la de ellos. Rindo tributo a la Primera Presidencia y a los lideres del coro que tuvieron la visión de planear las cosas del modo que lo hicieron. ¡Cuan inspirados estuvieron al haber planeado por varios años esa gira, antes de que el muro cayera en Europa! Mucho antes de que se pensara que seria posible, las Autoridades Generales tuvieron fe en que el coro cantaría en ciudades como Varsovia, Budapest, Praga, Leningrado y Moscú. En enero de este año, esos planes se vieron amenazados por la guerra del Golfo Pérsico. Pero aun así, los lideres decidieron no cancelar la gira, pues sabían la obra que podían hacer y tuvieron fe en que podrían vencer todos los obstáculos. Además, oraron con frecuencia para que la gira se pudiera realizar.

¡Y las oraciones fueron contestadas!

Analicemos un poco. En mil años de la historia de Rusia, la primera elección por sufragio se realizó en junio de 1991. ¡Seis días después, el Coro del Tabernáculo Mormón cantó en Moscú! Esa noche, después de que las estrofas de ¡Oh, esta todo bien! hablan resonado en el teatro Bolshoi, el vice presidente de la república anunció que la República de Rusia había reconocido oficialmente a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. En la víspera de la gran crisis que les esperaba, los rusos escucharon canciones de fe, valentía, esperanza y amor.

La fe de nuestros lideres llega al corazón de los miembros, familias y amigos del coro. Fueron grandes los riesgos que se corrieron al separarse esposos de esposas, padres de hijos; cientos de niños estuvieron separados de madres o padres durante casi un mes. Gracias a todos aquellos que fielmente cuidaron de esas familias. Si cada uno de nosotros tuviera esa misma fe en el servicio al que fuésemos llamados a prestar, también seriamos bendecidos.

VIRTUD

El coro irradiaba virtud. Todos sus miembros fueron un ejemplo del consejo del presidente Brigham Young:

“Conoced la voluntad de Dios, guardad Sus mandamientos y haced Su voluntad y entonces seréis personas virtuosas” (Discourses of Brigham Young, sel. John A. Widtsoe, Salt Lake City, Deseret Book Co., 1954, pág. 194).

Ellos aplicaron la palabra de Dios (véase Alma 31:5) no sólo en el canto, sino también en sermones que dieron por medio del ejemplo. Después de un concierto, un hombre me dio las gracias de un modo muy particular. El dijo:

“Agradezco el mensaje del coro”.

Entonces le pregunté:

“¿Cual fue el mensaje que recibió?”

Respondió:

“El coro trató de enseñarme un medio de vida mejor”.

Ese comentario fue para mi muy profundo. ¿Que le hizo sentir ese impulso hacia lo bueno? ¿Fue la música clásica o la excelencia de su actuación? Lo dudo. Mas bien creo que haya sido la influencia del Espíritu que edificó tanto al que daba como al que recibía (véase D. y C. 50:21-22). Y hasta es muy posible que las melodías suaves y sencillas, cantadas con dulzura y sinceridad, hayan llegado al alma del espectador. Por ejemplo, cuando el coro cantó El Padre Nuestro, el auditorio estaba silencioso y atento; sin comprender totalmente la letra ni el relato de la canción, pareció comprenderla.

A causa de la virtud de los miembros del coro estos recibieron bendiciones en sus vidas. Una vez terminada la gira, y estando todos de regreso en sus hogares, sanos y salvos, pense en esta promesa del Señor:

“… si eres fiel y andas por las sendas de la virtud delante de mi, te preservare la vida y recibirás una herencia en Sión” (D. y C. 25:2).

Esa misma promesa se aplica a vosotros y a mi.

CONOCIMIENTO

Para cualquier misionero, el conocimiento es esencial para rendir un servicio competente. Así lo fue para los miembros del coro en la gira a ocho países. A fin de comunicarse debidamente, ¡el coro cantó en diez idiomas! En esta época de constantes cambios políticos, fue necesario hacer una selección cuidadosa de las canciones que debían y no debían cantan Pero la búsqueda del conocimiento no se limitó a la música, sino que estudiaron la cultura, la historia y la manera de vivir de aquellos a quienes iban a servir. De un momento a otro tenían que echar mano de su conocimiento del evangelio para contestar las preguntas de los reporteros y otras personas interesadas.

En esos países en que ha habido tantas contiendas y dificultades, los miembros del coro se hicieron eco del pasaje de las Escrituras que dice “… que tal vez pudieran traerlos al conocimiento del Señor su Dios … para que también pudieran ser conducidos a regocijarse en el Señor su Dios, para que pudieran ser amigables los unos con los otros y no hubiese mas contiendas en toda la tierra” (Mosíah 28:2).

Los miembros del coro sabían que “… después que un pueblo ha sido iluminado por el Espíritu de Dios, y ha poseído un gran conocimiento de las cosas pertenecientes a la rectitud …” (Alma 24:30), la vida no

vuelve a ser la misma.

¡Imaginaos el bien que podéis hacer si aceptáis el gran desafío de adquirir conocimiento y luego lo usáis para beneficiar a los demás, como lo hizo el coro!

TEMPLANZA

“Añadid … al conocimiento dominio propio” (2 Pedro 1:6), o sea, templanza, dijo el apóstol Pedro. La templanza implica moderación y dominio de uno mismo; nos recuerda los convenios que hemos hecho.

Los miembros del coro siempre mostraron templanza y disciplina, no de apariencia externa sino interna. Al obedecer fielmente la Palabra de Sabiduría, fueron bendecidos con salud y fortaleza. Con muy poco tiempo para descansar, cumplieron al pie de la letra con todo lo planeado, lo que les permitió cantar en lugares a los que de otra manera no habrían podido ir. Constantemente las Escrituras nos enseñan que seamos “moderados en todas las cosas” (1 Corintios 9:25; Alma 7:23; 38:10; D. y C. 12:8). La templanza nos protege de las consecuencias del de s control .

PACIENCIA

La paciencia es uno de los atributos mas comunes de los miembros del coro. El registrarse en un hotel un grupo de quinientos viajeros con mas de mil valijas requiere paciencia. Hubo el caso de una hermana que no recibió su valija. Su paciencia se convirtió en creatividad al tratar de sentirse bien vistiendo la misma ropa todos los días.

La paciencia es un atributo divino. El Libro de Mormón nos invita a que lleguemos “… al conocimiento de la bondad de Dios, y de su incomparable poder, y su sabiduría, su paciencia y su longanimidad para con los hijos de los hombres” (Mosíah 4:6).

Aunque los miembros del coro no son perfectos, todos ellos fueron el gran ejemplo del consejo de Doctrina y Convenios: “… continuad en paciencia hasta perfeccionaros” (D. y C. 67:13). Si ellos pueden hacerlo, nosotros también podemos desarrollar el preciado talento de la paciencia.

BONDAD FRATERNAL

La bondad fraternal fue el distintivo de la gira. Nunca oí una crítica. Observe en particular a los heroicos miembros del coro que tienen deficiencias físicas. Algunos tienen serios problemas de la vista y sólo leen la música en el sistema Braille. Otros solamente pueden caminar con el uso de muletas y aparatos ortopédicos. Pero sus compañeros emularon su valor ayudándolos para que todo saliera bien. En realidad, ellos fueron ejemplo del siguiente versículo:

“… todo el cuerpo, bien concertado y unido … según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:16).

La bondad fraternal vence la rudeza del egoísmo. Cada uno de nosotros puede desarrollar la bondad fraternal en el hogar, la escuela, el trabajo, el recreo, etc.

CARIDAD

El Libro de Mormón define la caridad como el amor puro de Cristo. (Véase Moroni 7:47.) Además enseña que “… el Señor ha dado el mandamiento de que todos los hombres tengan caridad, y esta caridad es amor” (2 Nefi 26:30; véase también Eter 12 34).

Vi a los miembros del coro extender esa clase de amor a innumerables almas. Además, contribuyeron dinero, comida y otros artículos para los necesitados. Brindaron sin reserva su tiempo y talento sin reclamar nada para si. Que “la caridad nunca [deje] de ser” (véase Moroni 7:46; 1 Corintios 13:8) en todos nosotros.

HUMILDAD

La humildad del coro parecía aumentar con el paso de los días. A pesar de que un éxito tras otro les daba motivo de sentirse orgullosos, los miembros se amoldaron a este pasaje de las escrituras:

“No obstante, ayunaron y oraron frecuentemente, y se volvieron mas y mas fuertes en su humildad, y mas y mas firmes en la fe de Cristo, hasta henchir sus almas de alegría y de consolación; sí, hasta la purificación y santificación de sus corazones, santificación que viene de entregar el corazón a Dios” (Helamán 3:35).

Los miembros del coro “estuvieron sujetos unos a otros” (véase 1 Pedro 5:5), y “se impartían mutuamente la palabra de Dios” (véase Alma 1:20), como verdaderos discípulos. Fueron humildes y receptivos como lo deben ser los santos sumisos (véase Mosíah 3:19; D. y C. 105:12). Su ejemplo de humildad debe ennoblecernos.

DILIGENCIA

Todos los miembros del coro demostraron diligencia, pero mas que nadie una madre que nunca olvidare. Apenas cinco días después de que el coro había partido de Estados Unidos, me pidieron que le informara a esa hermana que su hija de 37 años había fallecido después de una larga enfermedad. Los lideres de esta pobre madre le ofrecieron pagarle el viaje de regreso de Europa, pero ella prefirió no aceptar. Los miembros de la familia ya habían hablado de esta posibilidad y habían tomado una decisión. No querían que se interpretara como algo que otros debían hacer. Sus hijos y nietos le habían pedido que cumpliera con su cometido. Por lo tanto, continuó con diligencia y no faltó a un solo concierto. Con nobleza siguió el consejo de las Escrituras: “… se diligente … en cualquier circunstancia difícil en que [te encontrares]” (D. y C. 6:18).

Su ejemplo os puede beneficiar a todos vosotros como benefició a su familia y a mi.

PIEDAD

La piedad, santidad o divinidad es tan difícil de definir como de lograr. Las Escrituras hablan del misterio de la piedad (véase 1 Timoteo 3:16; D. y C. 19:10). Porque es un tema tan especial, lo he dejado para el final.

Simón Pedro nos aconsejó “… andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurando[nos] para la venida del día de Dios” (2 Pedro 3:11-12). El poder de Dios se manifiesta en las ordenanzas del sacerdocio (véase D. y C. 84:20). La piedad no es un producto de la perfección, sino de la concentración y consagración. La característica de la piedad la tenéis vosotros, que amáis al Señor. Tenéis constantemente presente la expiación del Salvador y os regocijáis en Su amor incondicional. Mientras tanto, vosotros vencéis el orgullo y la vana ambición. Consideráis importantes vuestros logros si estos sirven para edificar el Reino de Dios en la tierra. Las canciones del Coro del Tabernáculo Mormón transmitieron su espíritu de piedad. De lo profundo de sus corazones cantaron una canción que expresó el testimonio de un amor tan maravilloso y divino. Lagrimas de emoción expresaron sentimientos de conversión y de dedicación a Dios. Esa canción, la cual el coro cantara en unos momentos, incluye las siguientes estrofas escritas por Isaac Watts:

Cuando pienso en la sombría cruz

y en ella al Príncipe crucificado,

mi mas preciado logro y luz

pierde todo su significado.

Evita Dios que me envanezca,

Pues sólo vale el Cristo Redentor,

y sacrifico lo que mas merezca

ante la sangre de la Expiación.

Si mía fuera la naturaleza,

cederla seria poca abdicación;

Su amor encierra tal nobleza

requiere de mi alma y vida la consagración.

Tales son las lecciones que enseñan aquellos que “… sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales” (Hebreos 8:5). Al igual que yo, los miembros del Coro del Tabernáculo Mormón testifican del Señor viviente y de Su Iglesia restaurada en estos últimos días. Dios nos bendiga para que mediante Su ejemplo edifiquemos nuestras vidas, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amen.