1990–1999
La Misión De La Sociedad De Socorro
Abril 1992


La Misión De La Sociedad De Socorro

“Desde el principio -hace 150 años- la Sociedad de Socorro ha ofrecido a la mujer las formas de fortalecer su propia vida y las formas de fortalecer la vida de los demás.”

Y ahora, nos encontramos aquí, en la ultima década del siglo veinte, en marzo de 1992. Nos maravillamos de la diversidad de los lugares donde vivimos, así como de los idiomas que hablamos, al igual que de la variedad de nuestras costumbres y hasta de nuestros rasgos personales. Celebramos la potencia de esta gran Sociedad de Socorro internacional que nos une en la misma finalidad y en hermandad. La misión de la Sociedad de Socorro esta fundada en el Evangelio de Jesucristo, y las mujeres de todo el mundo están aceptando cada vez mas las enseñanzas de nuestro Salvador. La fe de ellas eleva sus vidas, y a medida que su testimonio crece, inspiran y enseñan a los que las rodean. El objetivo de esta Sociedad es incluirlas a todas y bendecir sus vidas.

Cristo enseñó claramente que no importa cuales sean las condiciones de vida, el estado civil de las personas o el sexo, nadie esta exento de Su amor. Cuando habló a la mujer junto al pozo, al pasar por Samaria, camino a Galilea, ella no podía creer que El le dirigiera la palabra: ella era samaritana y El, judío. A ella, consciente de la diferencia que había entre los dos, la cual se debía, sin duda, a antiguas tradiciones, le costó entenderle. El entabló una seria conversación con ella, y la mujer comenzó a vislumbrar que lo que El le decía trascendía la importancia de tan sólo beber agua del pozo. La misma conversación la liberó de las inhibiciones que había manifestado cuando El comenzó a hablarle. Cuando el Señor le ofreció “una fuente de agua que salte para vida eterna”, se despertó el entendimiento de ella y comenzó a escuchar lo que El le estaba enseñando “en espíritu y en verdad” (Juan 4:14, 23).

Lo que El le dijo llegó a ser nuevo conocimiento para ella y el testimonio que dio de nuestro Salvador llevó a otros samaritanos a El. Después, ellos dijeron a la mujer: “Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo” (Juan 4:42). Las hermanas de la Sociedad de Socorro de todo el mundo tienen como el primero de sus objetivos conocer al Salvador del mundo ellas mismas y edificar su testimonio personal del amor de Cristo, que El da a todos por igual.

Algunas de nosotras necesitamos la bendición de comprender mas a fondo lo importantes que somos individualmente para nuestro Salvador. Sabemos, porque esta escrito, lo mucho que El espera de nosotras. Cuando los escribas y los fariseos le llevaron a una mujer pecadora para que se le apedreará, Jesús les dijo; “El que de vosotros este sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). Uno a uno, quizá debido a Su presencia, y acusados por su propia conciencia, revocaron su condena a la mujer y todos se alejaron. Entonces Cristo pronunció las poderosísimas palabras que podrían purificar al mundo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques mas” (Juan 8:11). La invitación del Señor fue precisa; la iniciativa quedaba en manos de ella. El liberarse de sus actos pasados estaba a su alcance al ver el misericordioso amor de Cristo. Sin tener en cuenta para nada lo que la había llevado hasta ese punto, desde allí en adelante era posible para ella llevar una vida de dignidad y de servicio, de rectitud y de felicidad.

Desde el principio -hace 150 años- la Sociedad de Socorro ha ofrecido a la mujer las formas de fortalecer su propia vida y las formas de fortalecer la vida de los demás. Los demás pueden ser nuestros propios familiares, nuestros vecinos o los extraños que necesiten nuestra ayuda. A veces ayudaremos a nuestros semejantes por asignación y a menudo por nuestra propia iniciativa. Las necesidades se encuentran en todas partes, y la clave de nuestra aptitud para satisfacerlas yace en la admonición de Cristo de amarnos los unos a los otros como El nos ha amado.

La meta de esta organización de establecer testimonios, de ser una bendición para las personas, de poner en practica la caridad, de fortalecer a todas las familias y de hallar regocijo en nuestra hermandad gira sobre el eje del amor de Cristo. Que estos principios de servicio y de progreso nos sirvan para vernos a nosotras mismas en nuevos aspectos como mujeres. Que veamos con claridad el camino que se encuentra ante nosotras de ser dignas discípulas de nuestro Salvador.

En el nombre de Jesucristo. Amen.