1990–1999
Desenredemos Nuestra Vida
Abril 1992


Desenredemos Nuestra Vida

“Una vida enredada es aquella sobre la cual no tenemos control; es una vida en que los cosas con que nos hemos rodeado … nos controlan.”

En nuestra asignación actual, mi esposa y yo vivimos muy lejos de nuestros hijos, lo cual significa que las cartas vienen y van. Quisiera leeros un párrafo de una carta que recibimos recientemente de una de nuestras hijas.

“Estoy haciendo de enfermera, pues cuatro de los seis niños tienen gripe. Tengo pensado cambiar mis sueños; en vez de algún día ser psiquiatra voy a ser enfermera. De todos modos, nadie de esta familia esta enfermo de la cabeza; tenemos enfermedades sencillas; me angustio cuando los niños enferman”. Luego, en mayúsculas, escribió: “¡CUANTO DARÍA POR VOLVER A LLEVAR LAS RIENDAS DE MI VIDA!”

Cuando leímos la carta, no pudimos evitar intercambiar una sonrisa, porque comprendimos cual era el problema. Todos nuestros hijos viven una vida demasiado agitada. Andan, como se dice comúnmente “a la carrera”.

Pero estas ultimas palabras: “CUANTO DARÍA POR VOLVER A LLEVAR LAS RIENDAS DE MI VIDA”, se han quedado en mi mente, y cuanto mas pienso en ellas, tanto mas preocupado me siento. Esta preocupación me ha llevado a decir algo acerca de la importancia de desenredar nuestra vida y volver a la cosas básicas.

Se cuenta la anécdota del niño que llego a casa después de la escuela y se encontró a su padre en la puerta de entrada, contemplando el interior de la casa, que estaba en un desorden total. “¿Esta mama?”, pregunto el niño. El padre le respondió: “No la veo, pero sé que ha de estar por aquí cerca, pues oigo sus sollozos’.

Esto sería cómico si no fuera cierto en muchos casos. Pienso que la vida enredada puede ser la causa de mucha aflicción y tristeza, así como de muchas lágrimas. También pienso que hay muchas personas que viven “a la carrera” que quieren volver a llevar las riendas de su vida.

Una vida enredada es aquella sobre la cual no tenemos control; es una vida en que las cosas con que nos hemos rodeado, y que permitimos que consuman nuestro tiempo, nos controlan y tienen una influencia negativa en nuestra felicidad y progreso eterno.

Hay muchas cosas que pueden enredar nuestra vida. Algunas son obvias, tales como las cosas materiales, aquellas que vamos juntando. Realmente quisiera poder ofrecer una lección en la manera de dar la debida importancia a las cosas materiales: cómo clasificarlas, cómo deshacerse de algunas y poner las demás en orden, pero no soy la persona indicada para hacerlo.

La ultima vez que trabaje en esa clase de proyecto, pase nueve horas moviendo las cosas de un lado a otro, cambiándolas de una caja a otra y amontonándolas aquí y allá. Cuando termine, me sentía muy orgulloso de mi mismo. Pero entonces me di cuenta de que lo único que había hecho era moverlas de un lugar a otro.

Mi esposa dice que subconscientemente me guió por una regla: que debo mover las cosas de un lugar a otro por lo menos cien veces antes de deshacerme de ellas. Basta decir que si vosotros necesitáis ayuda con este tipo de problema, hay otros mas expertos que yo que os pueden enseñar.

Pero si se muy bien que podemos rodearnos de cosas materiales hasta el grado de no disponer de tiempo para lo espiritual. Mirad a vuestro alrededor y veréis todos los artefactos, juegos y extravagancias que a la larga son un desperdicio de nuestro tiempo y dinero.

Otras cosas que enredan nuestra vida y consumen nuestro tiempo no son tan obvias como las materiales son mas sutiles y parecen envolvernos de la manera mas natural, ganando control sobre nosotros.

Siempre que pienso en algo sutil -algo que no se distingue fácilmente; algo que sabemos que es real si nos detenemos a pensarlo bien, pero que no despierta ninguna sospecha de que esta enredando o afectando negativamente nuestra vida- siempre que pienso en algo sutil así, se que Satanás esta en medio.

Nada le agrada mas al diablo que influir en nosotros sin que nos demos cuenta. El sabe que tenemos nuestro albedrío y que tenemos la libertad de elegir por nosotros mismos. También sabe que en esta vida estamos sujetos al tiempo. Si por estos medios sutiles el puede trabajar silenciosamente a nuestro lado, entonces podrá influir para que tomemos decisiones erróneas, y esas decisiones resultaran en el uso imprudente de nuestro tiempo e impedirán que hagamos aquello que debemos hacer.

Dedicamos nuestras vidas a aquello que ocupa nuestro tiempo. Como dije anteriormente, en esta vida estamos sujetos al tiempo; pero también tenemos el albedrío y podemos hacer lo que nos plazca con nuestro tiempo. Permitidme repetir: dedicamos nuestra vida a aquello que ocupa nuestro tiempo.

He aprendido que es muy difícil, casi imposible, desenredar nuestra vida si pensamos que la solución consiste simplemente en ordenar y organizar mejor todo aquello que ocupa nuestro tiempo. Si, es una buena idea organizarnos mejor, pero eso no es suficiente. Hay mucho que se tiene que desechar, que simplemente tenemos que tirar.

Para lograrlo, necesitamos hacer una lista de las cosas básicas, una lista de las cosas que son indispensables para nuestro bienestar y felicidad terrenales y para nuestra salvación eterna. Esta lista se debe apegar a los principios del evangelio e incluir los elementos que nos llevan a la santificación y perfección. Debe ser el producto de la inspiración y el discernimiento entre las cosas que verdaderamente necesitamos y las que simplemente deseamos. Debe diferenciar bien entre la necesidad y la codicia. Debe ser. según lo entendemos nosotros, una lista de las cosas que son importantes a diferencia de las que sólo son interesantes. No debe tener nada que ver con el intento de seguir viviendo “a la carrera”.

Debemos examinar todos los usos que hacemos de nuestro tiempo: nuestro trabajo, nuestras ambiciones, nuestras afiliaciones, así como los hábitos que impulsan nuestras acciones. Por medio de ese estudio, lograremos entender mejor a que debemos dedicar nuestro tiempo.

A la cabeza de nuestra lista de cosas básicas seguramente estará la familia. A nuestra devoción a Dios le debe seguir únicamente la familia. El bienestar temporal y espiritual de la familia es de vital importancia, de modo que debemos trabajar a fin de proveer para sus necesidades. Esto significa trabajo arduo. Aunque tiene que haber equilibrio en la vida y tiempo para la diversión, lo mas importante es que todos los miembros de la familia trabajen juntos para proveer para sus necesidades espirituales y físicas. El trabajar es un mandamiento de Dios; es el modelo para la felicidad de las personas y la familia, y es a la vez la fortaleza tanto de la Iglesia como de la sociedad.

Una madre nunca debe darse el lujo de mantenerse tan ocupada con otras cosas ajenas al hogar que descuide su papel divino. Un padre no debe permitir que ninguna actividad, no importa cuan interesante o importante parezca, le impida dar de si mismo a cada uno de los miembros de la familia, ni le impida prestarles servicio y cuidados constantes.

Los títulos de madre y padre continuaran después de esta vida. Todas las posesiones mundanas y todos los títulos mundanos que obtengamos cesaran de existir. Pero mientras duren, tal vez enreden tanto nuestra vida que tengan consecuencias eternas.

Los jóvenes deben aprender que ninguna de las cosas emocionantes y divertidas valen la pena si los apartan del sendero que los llevara de nuevo a la presencia de su Padre Celestial.

Debemos recordar que la persona que no este viviendo los principios básicos del Evangelio de Jesucristo, sencillamente no los esta viviendo, sea cual fuere la causa. Debemos también recordar que la familia dividida esta dividida, no importa quien o que la haya dividido.

Surgen entonces algunas preguntas serias y sinceras que debemos hacernos. Una de ellas seguramente seria: ¿Tengo tiempo para orar? Y no me refiero a una oración infrecuente, rápida y trillada que bien podría compararse a un saludo con la mano que le hacemos desde lejos a nuestro Padre Celestial al ir de camino a alguna cosa importante.

Me refiero a una oración sincera, genuina, desde el fondo de un corazón quebrantado y un espíritu contrito; arrodillados humildemente, demostrándole al Santo Padre que realmente le amáis; una oración privada por medio de la cual se participe en el proceso del arrepentimiento y la suplica del perdón, y en la que se toma el tiempo para meditar y esperar para recibir la respuesta.

Al revisar la lista de cosas básicas, la siguiente pregunta seria: ¿Estudio las Escrituras? Si es así, sabréis que Lehi vio una barra de hierro, que significa la palabra de Dios (véase 1 Nefi 11:1–23). Los que se asieron a la barra, usándola como guía en todo momento, pudieron pasar por el vapor de tinieblas y llegaron hasta el árbol de la vida, donde probaron de su fruto glorioso (véase 1 Nefi 8:19, 30).

Vuelvo a preguntar: ¿Estudiáis las Escrituras? Os testifico que las santas Escrituras son la palabra de Dios y el estudiarlas constantemente es asiros a la barra de hierro. Ellas nos guiaran al árbol de la vida. Si estáis entre los que han dicho: “¡Cuanto daría por volver a llevar las riendas de mi propia vida!”, os exhorto a que os acerquéis al árbol de la vida, en donde encontraréis el amor puro de Dios.

Con la vida ya desenredada, no estaréis tan ocupados haciendo cosas terrenales que no tendréis tiempo para aquellas de naturaleza celestial. El plan de Dios es un plan de sencillez. Requiere la obediencia a leyes sencillas, leyes que automáticamente acarrean bendiciones y felicidad si se obedecen, o castigo y desdicha si se desobedecen.

Os exhorto a que eliminéis todo enredo; volved a tomar control de vuestra vida; usad vuestra fuerza de voluntad, aprended a decir “no” a las cosas que os roban vuestro valioso tiempo y se interponen en vuestra oportunidad de cumplir fielmente con el plan de felicidad y exaltación de Dios.

No permitáis que las influencias sutiles de Satanás se adueñen de una porción de vuestra vida. Mantenedla bajo vuestro control y albedrío. Esta vida es un período de probación. Es un don maravilloso de tiempo durante el cual podemos aprender a ser como nuestro Padre Celestial al seguir las enseñanzas de Su Hijo Jesucristo. El sendero por el que nos dirige no es enredado; es sencillo, derecho e iluminado por el Espíritu.

Ruego humildemente que mediante nuestras elecciones podamos preservar nuestro albedrío individual de las sutilezas de Satanás, y mantener nuestras vidas brillantes y limpias y en el sendero que conduce nuevamente a la presencia de nuestro Santo Padre.

En el nombre de Jesucristo. Amén.