1990–1999
Como sanar tus heridas
Octubre 1992


Como sanar tus heridas

“Satanás se esfuerza por persuadirnos a vivir alejados de la verdad justificando nuestras acciones como el derecho de decidir.”

Algunos de los mejores recuerdos de mi infancia se remontan a ciertos días del verano o el otoño que mis hermanos y yo pasábamos en la granja de nuestro tío Zene, situada en los campos del estado de Virginia. Hacíamos caminatas por los bosques, llenos de flores silvestres; nos maravillábamos contemplando las ardillas “voladoras”, los pájaros de colorido plumaje, y descubriendo de vez en cuando algún zorro o un faisán. Los arroyos serpenteantes nos invitaban a la pesca, y un manantial de agua pura y fresca nos satisfacía la sed. Comíamos chorizos asados, ensalada de papas y encurtidos, y, por supuesto, pastel de manzanas recién hecho, con helado casero; cada vuelta de la manivela del cubo de hacer helados intensificaba nuestra expectativa de aquella golosina tan preciada y pocas veces disfrutada. Pero la experiencia que mas nos entusiasmaba era la del columpio que tío Zene había colgado en un árbol alto, cerca de un riachuelo de aguas cristalinas; teníamos horas de alegre diversión columpiándonos en el; arqueábamos la espalda y estirábamos las piernas con fuerza para ver quien se columpiaba mas rápido y quien llegaba a mayor altura. Era una delicia.

Un día. para hacerlo mas electrizante, mi hermano Gerald me puso en el asiento de madera y luego hizo girar el columpio hasta que las cuerdas quedaron tan retorcidas que formaban nudos; después, con un empujón fuerte lo envió en la dirección contraria haciendo que girara vertiginosamente, a una velocidad que segundo a segundo iba en aumento. Al principio, tuve una sensación de arrebato, transportado por la gran velocidad del giro; pero el placer fue breve y pronto lo reemplazó una sensación de mareo, que en seguida se convirtió en nausea y luego en puro terror. Al llegar a su fin la espantosa experiencia, no podía caminar sin caerme, la cabeza me daba vueltas y estaba seguro de que jamas volvería a sentirme bien del estómago. Durante todo ese tiempo, Gerald brincaba muy divertido; cuando por fin caí del columpio, me gritó: “¿No te pareció fantástico?” Yo pensé: Estas loco, pero mi boca le contestó: “Si, fue fantástico. Súbete y te haré ver lo divertido que es”.

Me pregunto si hay alguno que este haciendo la misma cosa con su vida. Si, en lugar de disfrutar de las incontables experiencias edificantes, las preciadas y hermosas relaciones y las asombrosas bellezas de la tierra que el Señor nos ha dado para que seamos felices, alguno procura experimentar las grandes emociones que se encuentran fuera de los limites que El ha establecido; si busca estímulos transitorios, aun cuando reconozca que a continuación tendrá potentes sensaciones negativas; si las emociones fuertes le estimulan el apetito creando una sed insaciable de otras mayores. ¿Supera esa sed la motivación de mejorar que debería surgir cuando se cosechan los efectos de la transgresión? ¿Es tu meta satisfacer el apetito mediante la participación activa, aun cuando empiezas a percibir que ello te acarreara inevitablemente consecuencias muy desagradables? ¿Te has preguntado cómo y cuando serás capaz de detenerte?

A pesar de que públicamente defiendes con denuedo tus acciones, quizás en los momentos privados de contemplación introspectiva hayas reconocido que te encuentras en dificultades. Aunque de palabra tal vez culpes a otros de tus problemas, es posible que íntimamente ya hayas descubierto que el traicionar la confianza y el negar la verdad reducen cada vez mas las posibilidades. Así, uno se encuentra acorralándose a si mismo en un rincón, hasta que por fin parece que no hay salida e invade a la persona un sentimiento de desesperanza.

Mi único interés es ayudarte. ¿Me escucharás? Quizás ponga en tela de juicio algunas de tus ideas fijas, pero te ruego que me escuches unos minutos.

Posiblemente, estarás cansado de que otras personas traten de dirigirte, diciéndote siempre lo que debes hacer. Después de todo, tienes el derecho de tomar tus propias decisiones. Y es cierto; tienes ese derecho; es tu libre albedrío. Pero el secreto para resolver tus problemas radica en comprender y utilizar la interacción, eternamente beneficiosa, entre tu albedrío y la verdad del Señor.

El Maestro dijo:

“El que guarda [los] mandamientos recibe verdad y luz …

“La luz y la verdad desechan a aquel inicuo …

“Y aquel inicuo viene y despoja a los hijos de los hombres de la luz y la verdad por medio de la desobediencia …” (D. y C. 93:28, 37, 39; cursiva agregada).

También declaró:

“… que todo hombre pueda obrar en doctrina y principio … de acuerdo con el albedrío moral que yo le he dado, para que todo hombre responda por sus propios pecados en el día del juicio” (D. y C. 101:78; cursiva agregada).

Estos pasajes de las Escrituras enseñan cómo sobreponerse a los efectos de las decisiones erradas, ya se trate de la mentira, el robo, los juegos de azar, la adicción a las drogas, la inmoralidad, el abuso de los semejantes o cualquier cosa similar. Explicado sencillamente: se debe hacer uso del albedrío para obedecer la verdad.

Al recibir consejo de otras personas, ¿has dicho alguna vez: “Es que yo no creo en lo que tu crees. Esos son tus principios y tus normas. Yo tengo los míos”? Te pido que entiendas que nadie puede cambiar la verdad. N i la racionalización, ni e l egoísmo indomable, ni todos los argumentos del hombre, ni la ira ni la voluntad pueden cambiar la

verdad. Satanás lo sabe y por eso trata de crear el ambiente para que, sin darse cuenta, la persona empiece a pensar no sólo que puede tomar sus decisiones sino también que puede determinar que es lo que esta bien. Satanás se esfuerza por persuadirnos a vivir alejados de la verdad justificando nuestras acciones como el derecho de decidir. Pero fue Dios, nuestro Padre Eterno, quien definió, antes de la creación de esta tierra, la verdad y determinó lo que esta bien y lo que esta mal; El estableció también las consecuencias de la obediencia y de la desobediencia a esas verdades. El nos dio el derecho de elegir nuestro camino en la vida a fin de que podamos progresar, desarrollarnos y ser felices, pero no tenemos el derecho de elegir las consecuencias que tendrán nuestras acciones. Y todos los que deliberada y constantemente desobedecen Sus mandamientos, inevitablemente aprenderán esa verdad. José Smith fue inspirado a escribir lo siguiente:

“… cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa” (D. y C. 130:21).

Por favor, comprende esto: nadie tiene el privilegio de decidir que es lo que esta bien. Dios se reservó esa prerrogativa. Nuestro albedrío nos permite elegir entre varios caminos, pero quedamos entonces sujetos a la consecuencia que Dios haya decretado; y si mas tarde no nos gusta el lugar hacia donde el camino nos conduce, la única salida es el arrepentimiento .

Nuestro Padre Celestial nos ha dado la verdad, parte de ella en declaraciones de causa y efecto a las que llamamos mandamientos; estos nos guían a la felicidad. El Señor sabia que habría algunos a quienes Satanás persuadiría a vivir sin normas fijas, de manera que sus decisiones se basarían en las condiciones del momento, en lo que pareciera mas conveniente o en lo que rindiera mayor provecho. De esta manera, Satanás priva a la persona del poder de la verdad a fin de llevar cautiva su alma.

Si estas atrapado y te parece no tener una salida, recuerda lo que dijo el poeta Robert Frost: “La única salida es afrontar la situación” (de “A Servant to Servants”). Es preciso que enfrentes el problema y lo resuelvas. La salida se basa en la fe en Jesucristo y la obediencia a Sus mandamientos; es la única salida para curar permanentemente el daño que han causado a la mente y al espíritu las acciones deshonestas. También permite, de acuerdo con la verdad eterna, sanar el cuerpo que ha quedado devastado por los efectos de la transgresión.

En el estado emocional en que te encuentras quizás te sea difícil entender esto. Te ruego que me creas. El Señor te ayudara cuando hagas las cosas de acuerdo con Su voluntad.

Un profeta dijo esto: “Porque ¿cómo conoce un hombre al amo a quien no ha servido, que es un extraño para el, y que se halla lejos de los pensamientos y de las intenciones de su corazón?” (Mosíah 5:13; cursiva agregada). Lee y aprende acerca del Salvador hasta que lo conozcas, y entonces confía en El.

Quizás pienses que es difícil cambiar. Pero, entiende que puedes hacerlo. Al decidirte a cambiar tu manera de vivir desobediente por una de integridad y obediencia a la verdad, te preguntaras por que no te

creen. Debes reconocer que lleva tiempo establecer una reputación que supere los efectos que en el pasado tuvieron tus decisiones de engañar y aprovecharte de otros; pero vale la pena hacerlo.

Al trabajar en una computadora [ordenador], ¿has notado que a pesar de lo que te esfuerces y pese a lo correctos que sean los procedimientos que sigas, si cometes el mas mínimo error, la maquina no funciona? Todos tus esfuerzos son inútiles. Pero esa no es la manera de obrar del Señor; no hay ningún secreto en Sus mandamientos. Lo que El quiere es que tengas éxito. Si tienes pureza de corazón y una intención sincera, El lo sabe. El obedecer la verdad y emplear cl albedrío correctamente te abrirá la puerta a la ayuda divina. Al principio, tal vez sólo tu y El sepan de tu sinceridad; tendrás la recompensa del gozo que se recibe cuando se progresa. Y con el tiempo, los demás reconocerán tu constancia en la rectitud y te apoyaran.

Muchas personas ofrecen sus consejos, pero a veces las sugerencias de unos contradicen las de otros. ¿Cómo sabrás a quien creer? Hazte estas preguntas:

·¿Que motiva a la persona a ofrecerte ayuda?

·¿Te ha confirmado el sentido común que el consejo es correcto? Si es así, estará de acuerdo con las enseñanzas del Salvador.

·¿El que te ha aconsejado, Z ha aplicado el consejo a si mismo? ¿Le ha ayudado eso a mejorar su vida?

Una evaluación franca de los consejos siguiendo esas normas te ayudara a decidir si han sido motivados por un interés sincero en tu bienestar o por los deseos egoístas de la persona. El verdadero amigo no es el que te alienta a hacer lo que quieres, sino el que te ayuda a hacer lo que debes.

Si constantemente permites que otros te protejan de las consecuencias de tus malas acciones, sin tener la prudencia de cambiar tu manera de vivir, puedes impedir que el poder correctivo de la verdad tenga efecto en ti. El no responder de manera apropiada a la ayuda que te ofrezcan te hará creer en conceptos falsos y no veras la necesidad de arrepentirte; de ese modo, te afirmaras en tu mal comportamiento en lugar de rechazarlo.

¿Cómo se ha de decidir cuando se te puede ayudar y cuando es necesario dejar que te enfrentes a la realidad para aprender? Si demuestras un remordimiento sincero, un corazón contrito, el reconocimiento de la falta, el esfuerzo por mejorar aun cuando puedas dar un paso atrás; si aceptas la responsabilidad de tus acciones indebidas, entonces necesitaras apoyo y ayuda, y estos serán productivos. Pero si continuas manipulando a los demás y culpándolos de tus decisiones impropias, tratando de engañar y decidido a seguir en el camino de la transgresión ocultando tus hechos, entonces los principios que pones en practica son falsos y habrás decidido seguir adelante hasta enfrentar las consecuencias.

Una cosa es saber cómo sanar tus heridas, y otra cosa es hacerlo. Cambiaras sólo si reconoces que el cambio te traerá un beneficio permanente. En el fondo, sabes que la desobediencia a los mandamientos no acarrea nada productivo y que causa mucho pesar, a ti y a otras personas. No esperes hasta tocar fondo; eso es doloroso y puede dejarte cicatrices permanentes.

Puedes engañar a los que deseen creerte, pero no puedes engañar al Señor. Por ser justo, un día El tendrá que hacerte afrontar las consecuencias de los actos de los que no te hayas arrepentido. Nadie quiere llegar a eso. Hay algunas transgresiones que son tan pujantes que no es probable que puedas superarlas sin la ayuda de otra persona. Busca ayuda. Con el tiempo, mediante la fortaleza que se recibe al emplear continuamente el albedrío para seguir la verdad, sanaras por medio del Salvador. Te ruego que busques a alguien en quien puedas confiar, alguien que entienda la relación entre el albedrío y la verdad. Búscalo por todo; puede ser un amigo, un ser querido, un profesional competente o un fiel miembro de la Iglesia. Después de recobrar confianza en ti mismo, habla con el obispo, que es quien tiene las llaves del sacerdocio apropiadas para ayudarte. Comienza ahora mismo y no te detengas hasta comprender y obedecer las enseñanzas del Salvador, y hasta recibir Su poder sanador. De otra manera, la cura puede quedar incompleta.

El siguiente comentario, usado con permiso, de una persona que recibió esa ayuda indica cómo sana el Señor por medio de un líder del sacerdocio que actúa por inspiración como instrumento Suyo:

“¿Cuánto agradezco sus palabras de sabiduría y bondad! He recibido una gran fortaleza del Señor. Mi testimonio crece paso a paso, día a día.

“Todavía siento dolor y pesar, pero ahora me doy cuenta de que es por mi propio bien y veo una luz a lo lejos, en medio de las tinieblas. La bendición que usted me dio, dirigido por el Espíritu, me ha cambiado verdaderamente. Por fin soy capaz de tener esperanzas y se que saldré triunfante de esta época tan difícil. Ahora espero con ansias cada nuevo día”.

Testifico que el Salvador sana para siempre. El dijo:

“¿Tenéis … quienes estén afligidos en manera alguna? Traedlos aquí y yo los sanare …

“… porque veo que vuestra fe es suficiente para que yo os sane.

“… y los sanó a todos … “ (3 Nefi 17:7-9; cursiva agregada).

Testifico que el Salvador te sanara si decides obedecer la verdad y emplear tu albedrío de acuerdo con el consejo del Señor.

Que el Señor te ablande el corazón para que sepas que lo que hemos hablado es verdad; que te de el valor y la fortaleza de comenzar hoy mismo a sanar. En el nombre de Jesucristo. Amen.