1990–1999
Jesucristo es el punto central de la restauración del evangelio
Octubre 1992


Jesucristo es el punto central de la restauración del evangelio

“La Restauración … influye en coda porción de nuestra jornada terrenal; nos hoce enfocar nuestra atención en el sendero sobre el que debemos andar en la diaria búsqueda del significado de la vida.”

Mis hermanos en el evangelio, estoy aquí esta noche para expresar los sentimientos de mi corazón. Quiero que todos los jóvenes sepan que hay anclas seguras a las que podemos afianzarnos en estos tiempos difíciles; hay fundamentos, sólidos como la roca, sobre los que podemos edificar para guiarnos a través de las tormentas devastadoras de los últimos días. Hoy día podemos gozar de la plenitud del evangelio si prestamos especial atención a las practicas y los principios básicos. El vivir estos conceptos nos ayudara a llegar felizmente al fin de la jornada que lleva a la vida eterna.

Cuando era joven, anduve por vías diferentes de las que se enseñan en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. Viví de acuerdo con una mezcla de las doctrinas y los mandamientos de los hombres, que tenían una forma de piedad, pero carecían de las verdades de Dios y del poder que estas tienen. La religión era una parte vital de mi vida cuando era joven; estaba profundamente impresa en el núcleo mismo de nuestra vida familiar. Sin embargo, faltaba algo, algo que era fundamental en cuanto al propósito de la vida y que parecía obscuro e incierto. En los años de mi juventud, tuve la suerte de conocer a algunos buenos Santos de los Ultimos Días que me abrieron nuevas puertas del evangelio.

Las doctrinas de la restauración del Evangelio de Jesucristo se han convertido en mi sendero hacia la vida eterna y me han dado la plenitud de gozo aquí en la tierra. Pocas son las cosas que he llegado a estimar mas que el conocimiento de la realidad de la Trinidad. Somos literalmente la progenie espiritual de Dios el Padre. La vida y la misión de Su Hijo Unigénito, Jesucristo, afectan mi vida diariamente. La influencia diaria del Espíritu Santo es un gran consuelo para mi.

Me uní a esta Iglesia porque Dios se ha revelado a los profetas de los últimos días y ellos han testificado de la realidad de Su existencia. Al preguntarle a Dios si las doctrinas de este evangelio son verdaderas, he recibido un testimonio mas poderoso que el que puedan dar los ojos, de mas consuelo para mi alma que las palabras. He recibido el dulce testimonio, mediante el poder del Espíritu Santo, de que las verdades del evangelio restaurado están en la tierra. He tenido la gran bendición de haberme convertido a esta Iglesia y saber, sin ninguna duda, de la divinidad de Jesucristo como Hijo de Dios. Este Ser resucitado y perfecto esta a la cabeza de esta Iglesia; es sobre El que debemos edificar; El es la piedra angular de nuestro fundamento; El es la Roca de nuestra salvación, la roca sobre la cual no sólo se edificara la Iglesia, sino también nuestro testimonio personal. Ningún hombre, si, ni ningún otro nombre bajo los cielos nos servirá de fundamento. El profeta Helamán habló con gran elocuencia sobre este cimiento sagrado cuando dijo:

“Y ahora recordad, hijos míos, recordad que es sobre la roca de nuestro Redentor, cl cual es Cristo, el Hijo de Dios, que debéis establecer vuestro fundamento, para que cuando el diablo lance sus impetuosos vientos, si, sus dardos en el torbellino, si, cuando todo su granizo y furiosa tormenta os azoten, esto no tenga poder para arrastraros al abismo de miseria y angustia sin fin, a causa de la roca sobre la cual estáis edificados, que es un fundamento seguro, un fundamento sobre el cual, si los hombres edifican, no caerán” (Helamán 5: 12) .

No sólo debemos edificar sobre el fundamento seguro de Jesucristo, sino que el profeta Jacob lo describió a El como el cimiento donde estaremos a salvo, diciendo que esta piedra será el grande, el ultimo y el único y seguro fundamento (véase -16). Con toda la convicción de mi ser testifico que el testimonio de Jacob es verdadero. Cuando el apóstol Pedro declaró intrépidamente en cuanto a Jesús: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús le respondió: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que esta en los cielos” (Mateo 16:16-11). A nosotros también se nos revelara Cristo mediante el mismo proceso que Dios utilizó con Pedro. Cristo es siempre la roca sobre la cual cada uno de nosotros debe edificar, si, la roca de revelación.

Me he unido a esta Iglesia porque Dios ha llamado profetas de los últimos días para llevar a cabo Su obra. Recuerdo el año, el mes, el día e incluso el momento preciso en que mi corazón abrazó el testimonio de que José Smith era un Profeta de Dios. El hizo la obra de un Profeta y fue un instrumento en las manos de Dios para dar a conocer Su voluntad de nuevo en la tierra.

Dios continua llamando profetas de los últimos días, y me regocijo en el principio de que se recibe revelación continua en nuestra época. Agradezco la oportunidad de sentarme a los pies de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles, los hombres a quienes sostenemos como profetas, videntes y reveladores. En cuanto a ellos, el Señor mismo ha dicho en estos días:

“Lo que yo, el Señor, he dicho, yo lo he dicho, y no me disculpo; y aunque pasaren los cielos y la tierra, mi palabra no pasara, sino que toda será cumplida, sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo” (D. y C. 1:38).

Por ser miembros de esta Iglesia, somos los de que el apóstol Pablo testificó:

“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,

“edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:19-20).

Me regocijo en extremo por la restauración de los libros de Escritura para nuestro uso y capacitación en la actualidad. Ciertamente, ¡el Libro de Mormón es verdadero! Habla de Cristo; habla de los que se regocijan en Cristo; esta lleno de las enseñanzas de Cristo; profetiza de Cristo y nos testifica a nosotros y a nuestros hijos en cuanto a la fuente de la remisión de nuestros pecados. ¡Ciertamente es otro testamento de Jesucristo! Ciertamente, ¡Dios se comunica con los hombres en estos días como lo hizo en el pasado! Es una certeza que esta Iglesia esta constantemente recibiendo revelación.

La autoridad de Dios en esta tierra descansa en los poseedores del sacerdocio de esta Iglesia, que han recibido la autoridad. Por lo tanto, sin ninguna duda, en ella se encuentran todas las ordenanzas de salvación y vida eterna. Todo lo que se ligue en la tierra mediante la debida autoridad del sacerdocio también se ligara en los cielos. S(, la Restauración ha traído de nuevo a la tierra las doctrinas y las ordenanzas verdaderas del Evangelio de Jesucristo. La Restauración afecta cada fibra de nuestro ser; influye en cada porción de nuestra jornada terrenal; nos hace enfocar nuestra atención en el sendero sobre el que debemos andar en la diaria búsqueda del significado de la vida. Ciertamente, hay un sendero angosto y estrecho que conduce a la vida eterna si seguimos al Salvador y a los profetas de nuestros días. Debemos aceptarlos como inspirados entrenadores para ayudarnos a correr esta carrera de la vida.

“Por tanto”, dice el profeta Nefi, “debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo, y perseveráis hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna.

“Y ahora, amados hermanos míos, esta es la senda; y no hay otro camino, ni nombre dado debajo del cielo por el cual el hombre puede salvarse en el reino de Dios … “ (2 Nefi 31:20-21).

Una porción de nuestro entrenamiento terrenal consiste en vivir mediante la fe, arrepentirnos de nuestros pecados y acudir diariamente al Señor en oración. Agradecemos los momentos en que mediante las tiernas exhortaciones del Espíritu Santo se nos amonesta a seguir por el sendero correcto; pero cada uno de nosotros tiene que pasar por muchos momentos difíciles aquí en la tierra. Desde los estrados de la opinión publica oímos infinidad de voces que desean persuadirnos. Nuestro camino nunca será el camino popular del mundo. Por el sendero hay obstáculos que nos harán tropezar y quizás nos hieran, pero debemos seguir adelante. Debemos avanzar con la fortaleza del Señor, siendo cada uno responsable de llegar a la meta al final de nuestra jornada terrenal. Así como Pablo, debemos estar en condiciones de declarar:

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

“Por lo demás, me esta guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mi, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8).

Estoy infinitamente agradecido por mi compañera eterna, así como por la segunda generación de Santos de los Ultimos Días de nuestra familia que han tomado sobre si la causa de Cristo. Que Dios nos ayude a todos a participar de la plenitud de la restauración de este sagrado evangelio, lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo. Amen.