1990–1999
“Bueno es ser sabio, si…”
Octubre 1992


“Bueno es ser sabio, si…”

“Después de todo, la educación continua durante toda la vida. Aun cuando el aprendizaje secular pudiera llegar a su fin, ciertamente no hay un final para el aprendizaje espiritual.”

Se nos ha dado este consejo:

“… buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; si, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (D. y C. 88:118) .

Las palabras estudio y fe representan tipos de educación. Primeramente se nos aconseja:

“… os mando que os enseñéis el uno al otro la doctrina del reino.

“Enseñaos diligentemente, y mi gracia os acompañará, para que seáis mas perfectamente instruidos en teoría, en principio, en doctrina, en la ley del evangelio, en todas las cosas que pertenecen al reino de Dios … “ (D. y C. 88:77-78; cursiva agregada).

Además, debemos “lograr conocimiento de la historia, y de los países y reinos, y de las leyes de Dios y de los hombres, y todo esto para la salvación de Sión” (D. y C. 93:53; véase también 88:79).

La Iglesia debe concentrarse en la educación tanto moral como espiritual; podemos fomentar la educación secular pero no necesariamente proveerla.

EL ESPIRITU DEL RECOGIMIENTO

En las Escrituras se habla mucho del recogimiento de los santos. En los primeros días de la Iglesia, se emitió un llamado a los conversos de todo el mundo para que se congregaran en Sión. Y lo hicieron, viniendo primero en números reducidos y, con el tiempo, en grandes masas. La Sión a la que llegaron se encontraba asolada por una terrible persecución, y se vio sumamente fortalecida con el incremento de sus habitantes.

Como no contaban con escuelas publicas, la Iglesia instituyó sus escuelas. Aun en nuestra época, se han establecido escuelas en aquellos lugares que carecían de ellas.

En nuestras escuelas prevalecía una porción de este espíritu de recogimiento. Recuerdo que cuando era supervisor de seminarios, solía asistir a las conferencias de estaca con las Autoridades Generales para alistar alumnos para las escuelas de la Iglesia.

En una conferencia de área llevada a cabo en la Ciudad de México, en 1972, el élder Bruce R. McConkie dijo:

“Las revelaciones dicen que … cuando el Señor venga de nuevo, habrá congregaciones del … pueblo del convenio del Señor en toda nación, que hablaran todas las lenguas y estarán entre todos los pueblos.

“El lugar de recogimiento para los santos mexicanos es México; el de los santos guatemaltecos es Guatemala; el de los santos brasileños es Brasil, y así sucesivamente, a lo largo y lo ancho de la tierra … Toda nación es el lugar de recogimiento para su propia gente” (véase “Conferencia General de Area para México y América Central”, 26 de agosto de 1972, pág. 45).

Al siguiente abril, el presidente Harold B. Lee repitió esas mismas palabras en la conferencia general, y, en efecto, anunció que la primera fase del recogimiento ya había terminado. A partir de ese momento, consistiría en rescatar a la gente de un mundo inicuo y llevarla a la Iglesia en todas las naciones. (Véase “Conference Report”, 6 de abril de 1973, pág. 7.)

Con el establecimiento de escuelas publicas, la mayoría de las escuelas de la Iglesia se cerraron y de inmediato se establecieron en muchas naciones seminarios e institutos de religión.

Aun existen algunas escuelas de aquel primer periodo, entre ellas la Universidad Brigham Young y el Colegio Ricks [en los Estados Unidos] .

Actualmente el cupo de la Universidad Brigham Young ha llegado al máximo y continua aumentando; acomoda a un porcentaje cada vez menor de nuestros jóvenes en edad universitaria a un costo cada vez mayor por alumno. Todos loe años es preciso rechazar a un gran numero de estudiantes preparados simplemente porque no hay lugar para ellos.

Tanto los lideres como los miembros nos insisten en que inauguremos este tipo de instituciones de enseñanza en otras partes; pero no podemos, ni tampoco debemos tratar de proveer educación secular a todos los miembros de la Iglesia en el mundo. Nuestros jóvenes no tienen otra alternativa que asistir a otras escuelas.

La Primera Presidencia ha sugerido a aquellos que no pueden asistir a las escuelas de la Iglesia que se reúnan en donde haya un instituto de religión. El programa de institutos se mejorara sobremanera para el beneficio de todos sus alumnos.

Algunos viven en países donde es relativamente fácil obtener una educación; otros tienen que luchar simplemente para aprender a leer y a escribir porque las escuelas, o los medios para asistir a ellas, están fuera de sus posibilidades.

Hay quienes requieren una educación especial a causa de impedimentos o limitaciones para aprender ya sea en lo que pueden ver u oír, o en la forma de moverse.

Para muchos es un asunto monetario. La situación económica de la familia o el país hace que el obtener una educación sea casi un sueno imposible.

Dios no hace acepcion de personas

Aquellos que tienen fácil acceso a una educación deben recordar estas palabras:

“… Dios no hace acepción de personas,

“sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hechos 10:34-35; véase también Moroni 8:12; D. y C. 1:35; 38: 16) .

El Señor no demuestra favoritismo, ni la Iglesia puede hacerlo, hacia aquellos que estén en posición de obtener títulos profesionales en comparación con los que deseen obtener capacitación en un oficio o con los que no tengan ninguna o tengan muy poca instrucción.

A menos que se tenga una visión del acelerado aumento de millones de miembros de la Iglesia por todo el mundo, no se podrá comprender la razón por la que las Autoridades de la Iglesia toman ciertas decisiones en cuanto a las instituciones de enseñanza de la Iglesia.

EL FIN DE UNA TRADICION

Este verano, en una reunión familiar, mi esposa y yo anunciamos el fin de una tradición familiar. Nuestros diez hijos y algunos de nuestros nietos han asistido a la Universidad Brigham Young; pero no será posible que todos nuestros nietos continúen esa tradición.

Les aconsejamos que siguieran la exhortación de las Autoridades Generales; si no pueden asistir a una institución educativa de la Iglesia, y esto ocurrirá con mas frecuencia, deben reunirse con otros miembros en un lugar donde tengan acceso a un instituto de religión. Así mientras estudian asuntos seculares, pueden aprender “los convenios y reglamentos de la iglesia”, tal como se nos dice en las Escrituras (véase D. y (2. 42:13).

No se les juzgara por el numero de títulos que posean ni por lo extenso de su educación académica, sino por el conocimiento que tengan en cuanto a los asuntos de valor eterno.

Les dijimos a nuestros familiares que nos sentiremos tan orgullosos de ellos si aprenden un oficio como si tienen una profesión. Estaremos igualmente complacidos con ellos si eligen una escuela industrial y se ganan el sustento haciendo labor manual.

Después de todo, la educación continua durante toda la vida. Aun cuando el aprendizaje secular pudiera llegar a su fin, ciertamente no hay un final para el aprendizaje espiritual.

La obra del Señor sigue adelante valiéndose de la fortaleza de los que funcionan en el mundo del trabajo cotidiano: el aprendiz, el artesano, el especialista, el obrero, el oficinista, el mesero y, en un nivel muy especial, el ama de casa.

Una advertencia

No debemos pasar por alto estas amonestaciones del Libro de Mormón:

“Y empezó el pueblo a distinguirse por clases, según sus riquezas y sus oportunidades para instruirse; s(, algunos eran ignorantes a causa de su indigencia, y otros recibían abundante instrucción por motivo de sus riquezas

“Algunos se enaltecían en el orgullo, y otros eran sumamente humildes …

“Y así surgió una gran desigualdad … de tal modo que empezó a deshacerse la iglesia … “ (3 Nefi 6:12-14; cursiva agregada).

Nefi nos amonestó en cuanto a aquellos que “cuando son instruidos se creen sabios, y no escuchan el consejo de Dios, porque lo menosprecian, suponiendo que saben de si mismos; por tanto, su sabiduría es locura, y de nada les sirve; y perecerán”. Luego agregó: “Pero bueno es ser sabio, si hacen caso de los consejos de Dios” (2 Nefi 9:28-29; cursiva agregada).

OTRA MATRICULA

Para aquellos que tienen el privilegio de asistir a una escuela de la Iglesia, hay otra matrícula, aparte del dinero, que debemos requerir de ellos: un precio en cuanto a la conducta y el ejemplo. Los estudiantes que ingresan a las escuelas de la Iglesia lo hacen después de tener una entrevista con el obispo y, a partir de este año, otra con el presidente de estaca; y deben comprometerse a adherirse a la norma de conducta característica de un fiel miembro de la Iglesia.

De vez en cuando, quizás un obispo entreviste a una persona que fácilmente llena los requisitos escolásticos pero que no ha guardado las normas de la Iglesia. Puede que el obispo se diga: “El ambiente de una escuela de la Iglesia lo reformara”. Los obispos no deben hacer tal cosa, pues eso no es justo para los otros miles de estudiantes que son totalmente fieles pero a quienes se les tiene que negar la admisión por falta de cupo.

Y si mientras esta inscrito, un estudiante comete una transgresión o viola las normas a las que se comprometió en el momento de la inscripción, no obstante lo difícil que sea para el obispo, para el alumno o para los padres, su asistencia a una institución de enseñanza de la Iglesia tendrá que reconsiderarse seriamente.

Un cuerpo docente dedicado

Los cuerpos docentes y el personal de estas instituciones lo integran hombres y mujeres que han obtenido los mas distinguidos títulos académicos, muchos de ellos con logros extraordinarios, y que al mismo tiempo son hombres y mujeres de gran humildad y fe.

Estamos agradecidos por los profesores que estimulan a los alumnos a niveles mas elevados de conocimiento pero que no tendrán ninguna intención de destruir el testimonio ni de actuar subversivamente contra el progreso de la Iglesia y Reino de Dios.

A causa de esta calidad de maestros, nuestras instituciones académicas pueden mantener un nivel insuperable de acuerdo con las normas establecidas por los encargados de acreditarlas, y a la vez ser. inimitables en su misión y contribuir grandemente a la Iglesia aun cuando el numero de estudiantes preparados que no pueden inscribirse sea cada vez mayor.

A causa de que los salarios del cuerpo docente y de los empleados se pagan con los diezmos de la Iglesia, ellos también tienen que adherirse a las normas. No se establece una universidad de la Iglesia con el propósito de proveer empleos para un cuerpo docente, y la investigación escolástica personal no es tampoco la razón predominante para respaldar una universidad.

La excelencia educativa a la que se refirió el presidente Kimball comparándola con el monte Everest (véase Church News, 22 de nov. de 1980, pág. 4) no se obtiene solamente mediante la eminencia de sus maestros, sino mediante la excelencia de los alumnos.

El proposito

Nuestro propósito es producir alumnos que posean esa rara y valiosa combinación de una excelente educación secular complementada con fe en el Señor, con el conocimiento de las doctrinas que El ha revelado y con un testimonio de que estas son verdaderas.

Para aquellos cuya mira sea secular y que se sientan restringidos como estudiantes o maestros en esta clase de ambiente, hay actualmente en los Estados Unidos y Canadá mas de tres mil quinientos colegios y universidades en donde pueden encontrar la clase de libertad a que aspiran. Nosotros estamos resueltos a respetar la confianza de los miembros de la Iglesia que pagan su diezmo.

Los estudiantes que asisten a otras instituciones de enseñanza muy pronto se dan cuenta de que algunos profesores tratan de minar la fe y poner en tela de juicio sus valores morales y espirituales. Ellos a su vez deben ser libres, incluso en nuestras propias escuelas, de resistir ese ataque y defender su derecho de creer en Dios, y de guardar los convenios que hicieron por medio del bautismo y que renuevan mediante la Santa Cena.

Un sueno que vale la pena tratar de hacer realidad

Exhortamos a todos los jóvenes de toda nación a que obtengan una educación académica, aunque a veces parezca algo imposible. El Señor les bendecirá con éxito por su determinación y fe. Es un sueno que vale la pena esforzarse por lograr.

Hace un tiempo, pase unos minutos con un joven que había salido de la escuela secundaria y había entrado en el servicio militar. Estaba tratando de decidir lo que debía hacer con su vida. Lo alenté a que terminara sus estudios secundarios.

No le di el dinero para que lo hiciera; no había lugar para el en las escuelas de la Iglesia, ni había siquiera una beca disponible. En esos breves momentos le enseñé sencillamente en cuanto a la autosuficiencia, que forma una parte tan importante de nuestro modo de vivir. Aunque ya era mayor, termino sus estudios secundarios y actualmente provee para su familia y anima a sus hijos en su búsqueda de la verdad.

Sigamos a los lideres

Puesto que hice referencia al tema del recogimiento de los santos, debo leer un versículo de Doctrina y Convenios:

“Asimismo, os digo que a ninguno le será permitido salir a predicar mi evangelio o edificar mi iglesia, a menos que sea ordenado por alguien que tenga autoridad, y sepa la iglesia que tiene autoridad, y que ha sido debidamente ordenado por las autoridades de la iglesia” (D. y C. 42:11).

Hoy día hay algunos entre nosotros que no han sido debidamente ordenados por las autoridades de la Iglesia y que hablan de un inminente caos político y económico y de que esta por llegar el fin del mundo. Estos “profetas del desastre” están engañando a los miembros, diciéndoles que se reúnan en colonias o cultos.

Esos impostores afirman que los lideres de la Iglesia no se dan cuenta de lo que esta pasando en el mundo, o que las Autoridades Generales aprueban sus enseñanzas pero que no desean hablar de ello públicamente. Ninguna de esas afirmaciones es cierta. Las Autoridades Generales, que constantemente están viajando a los confines de la tierra, ciertamente se dan cuenta de lo que esta pasando, y en virtud de su percepción profética, pueden reconocer las señales de los tiempos.

Nadie se deje engañar por esos embaucadores. Si ha de llevarse a cabo algún recogimiento, este será anunciado por aquellos que han sido debidamente ordenados y de los que la Iglesia sabe que tienen la autoridad.

Es preciso alejarse de todos ellos. Los miembros han de seguir a sus lideres que han sido debidamente ordenados, que han sido sostenidos públicamente y que no los conducirán por caminos errados.

El Señor dijo:

“La gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras, luz y verdad.

“La luz y la verdad desechan a aquel inicuo …

“… yo os he mandado criar a vuestros hijos en la luz y la verdad” (D. y C. 93:36-40).

Que Dios nos conceda, a toda la Iglesia, a las familias e individualmente a todo miembro, criar a nuestros hijos y a nuestra juventud en la luz y la verdad, y que ellos puedan recibir un testimonio de Aquel de quien atestiguamos, nuestro Redentor, nuestro Salvador, Jesucristo. Lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén.