1990–1999
Lo Que El Querría Que Hiciéramos
Abril 1994


Lo Que El Querría Que Hiciéramos

“Al meditar en los mensajes de esta conferencia, vemos … la misión del Señor Jesucristo, la santidad del hogar y la importancia de obedecer las enseñanzas divinas.”

En estas conferencias hemos extrañado al elder Marvin J. Ashton y a otro ser muy conocido, D. Arthur Haycock, quienes fallecieron desde nuestra ultima conferencia. Enviamos nuestras condolencias y nuestras oraciones a las hermanas Ashton y Haycock, así como a todos aquellos que hayan perdido a un ser querido durante este período.

La silla del presidente Benson, ubicada entre el presidente Hinckley y yo, ha permanecido vacía en esta conferencia, no obstante que el ha visto las sesiones por televisión en su apartamento. Nuestros corazones están llenos de amor por el Profeta de Dios, y sus enseñanzas resuenan en nuestros oídos. Si el estuviera de pie ante nosotros en este momento, a la conclusión de esta conferencia, creo que diría: “Señor, ha sido un placer estar aquí hoy”.

Con las manos en alto y de todo corazón, hemos sostenido a los que han sido llamados a nuevos puestos de responsabilidad.

Ahora que nos disponemos a volver a nuestros hogares, ruego que viajemos en paz y seguridad; que seamos obedientes a los mandamientos de Dios. Al meditar sobre los mensajes de esta conferencia, vemos entretejida, al igual que un bello hilo dorado en un exquisito tapiz, la misión del Señor Jesucristo, la santidad del hogar y la importancia de obedecer las enseñanzas divinas.

Me gustan estas palabras: “Antes de la Pascua de Resurrección, debió haber una cruz”. Y muchos tienen pesadas cruces que llevar. Con el nacimiento del Niño en Belén salió a luz algo sumamente maravilloso, un poder mas fuerte que las armas, una riqueza mas perdurable que las monedas del Cesar. Tal vez El se nos presente como un desconocido, sin nombre, así como a la orilla del mar se les presento a los hombres que no lo conocieron. El nos dirige las mismas palabras: “Venid, seguidme”, y nos pide que llevemos a cabo la tarea que El tiene que cumplir en nuestros días. El manda, y a aquellos que lo obedezcan, ya sean personas sabias o sencillas, El se revelara a Si mismo en las penurias, los conflictos y los sufrimientos por los que pasaran al seguirle por propia experiencia sabrán quien es él.

Ruego que alabemos Su nombre, sigamos Su ejemplo e incorporemos Sus verdades a nuestra vida, y así podremos decir que esta conferencia ha sido todo un éxito. Que esto sea así, lo ruego en Su santo nombre, Jesucristo. Amén.