1990–1999
Regocijémonos En Nuestros Convenios
Abril 1995


Regocijémonos En Nuestros Convenios

“Los convenios me ayudan a contemplar la perspectiva eterna y no tan solo la inmediata … También me han permitido ser una buena influencia en la vida de otras personas. Se que no puedo transigir con ellos.”

Presidente Hinckley, como líder de las Mujeres Jóvenes de la Iglesia, y en nombre de todas ellas, le digo que le amamos, le apoyamos y le sostenemos como nuestro Profeta.

Estimados hermanos, el estar ante ustedes aquí, cuando hace tan poco que recibí mi llamamiento, es como caer a un lago de aguas glaciales en las montañas-aun estoy tratando de acostumbrarme al impacto que me causó. Como sabrán, tengo cuatro hijos, sí, cuatro varones; lo mas normal es que me hubieran llamado para ser líder de los Lobatos. En cambio, mi gran anhelo de tener hijas se ha visto doblemente realizado, primero, con cuatro nueras excelentes y luego, con medio millón de jóvenes de todo el mundo, cada una de ellas con características individuales y reconocida por nuestro Padre Celestial. ¿Cómo lo se? Porque nuestro Padre Celestial ha extendido Su mano amorosa desde los cielos para ayudarme a mi, Bonnie Parkin; porque la luz de Su Hijo ha dado calor a mi alma; porque he hecho promesas y convenios que han transformado mi vida al haberlos guardado fielmente.

¿Han renovado su vida los convenios? ¿Se regocijan a causa de ellos?

Recientemente viajamos a Pasadena, California, con motivo de la bendición de nuestra primera nieta, Jordán Emily. Fue una experiencia singular por dos razones: primero, mi esposo y yo pensábamos que los Parkin tal vez no pudieran procrear hijas; y segundo, esa bendición fue el primer paso oficial de ella en la tierra como hija de Dios. Sentimos un gran gozo al anticipar el gran potencial que le espera en la vida.

Jordán fue afortunada; ella nació de padres sellados en el templo bajo el nuevo y sempiterno convenio, y si permanecen fieles a ese compromiso, Jordán será la beneficiaria de esos convenios al crecer en un hogar lleno de paz, amor, protección y comprensión. El nacer bajo el convenio no es un privilegio del que gozan todos los miembros de la Iglesia, pero las bendiciones de hacer convenios están al alcance de todos aquellos que sean dignos de ellos.

Esperamos que la vida de Jordán como fiel Santo de los Últimos Días progrese desde su condición de infante que recibe una bendición del sacerdocio, al de una hija de Dios al recibir los convenios del bautismo; al de una jovencita que guarde esas primeras promesas y se prepare para ser digna de hacer convenios sagrados y ser fiel a ellos; al de una mujer que entre en los convenios del templo; al de una esposa que sea sellada por el Santo Espíritu de la promesa; y, por ultimo, al de una hija exaltada que regrese al hogar, a los brazos abiertos de nuestro Padre Celestial. Esa es nuestra tarea como santos.

Muchas veces hablamos en cuanto a hacer convenios y ser fieles a ellos, pero, ¿que son estos exactamente? Durante el bautismo, manifestamos que estamos “dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras … llorar con los que lloran; … consolar a los que necesitan de consuelo, y … ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” (Mosíah 18:8-9). ¡Y eso es sólo el comienzo! En el templo, hacemos convenios adicionales de ser obedientes, de sacrificarnos, de mantenernos puros y dignos, de ayudar en la propagación de la verdad, de ser castos, de orar, de vivir el evangelio, de ser siempre fieles.

Nuestro Padre Celestial nos conoce individualmente; los convenios que hacemos con El son convenios personales. El presidente Howard W. Hunter dijo:

“Siempre me ha impresionado el hecho de que el Señor nos trata en forma personal e individual. En la Iglesia, hacemos diversas cosas en grupo … pero … las mas importantes las hacemos individualmente. Bendecimos a los niños, uno por uno, aun cuando sean dos o tres hermanos gemelos; bautizamos y confirmamos a los niños, uno por uno, ton amos la Santa Cena, somos ordenados en el sacerdocio y recibimos las ordenanzas del templo individualmente, cada uno comopersona que desarrolla una relación particular con su Padre Celestial … El cielo hace hincapié en cada individuo, en cada persona en particular” (“Eternal Investments”, discurso pronunciado para los maestros de SEI, 10 de febrero de 1989, pág. 4; cursiva agregada).

Debemos regocijarnos y consagrar esos cometidos individuales, hechos directamente con nuestro Padre Celestial. ¿Recuerdan que paso cuando Alma instó a su pueblo a hacer esos convenios? Ellos se regocijaron y batieron palmas de alegría. Me pregunto por que nuestros convenios muchas veces se perciben como obligaciones en vez de privilegios.

¿Cómo se sintieron la ultima vez que participaron de la Santa Cena? ¿Meditaron en los convenios hechos durante el bautismo y dentro del templo? La Santa Cena nos permite renovar nuestros convenios; por tanto, si los guardamos con honor y exactitud, nos sentiremos tan renovados y puros como cuando recién salimos de las aguas del bautismo y tan comprometidos al sellamiento del templo como cuando lo hicimos al contraer matrimonio. Sentiremos el amor de Dios tal como la pequeña Jordán cuando recibió su nombre y su bendición. Los convenios nos renuevan.

¿Cambian esos convenios la forma en la cual actuamos en nuestra vida diaria? Deberían, a pesar de que tal vez debamos esforzarnos diligentemente por guardarlos.

Sabemos de personas que guardan sus convenios, incluso frente a grandes dificultades y, al hacerlo, encuentran renovación y paz, no sólo en la vida venidera sino también en esta vida. Así como el quebrantar los convenios, el ser fiel a ellos, se puede convertir en un habito.

Todos hemos sido victimas de la maldad, del error o del dolor. Conozco a una hermana que fue victima de la infidelidad del esposo; sufrió mucho y padeció un gran dolor, y aun cuando le llevó largos años recuperarse, al fin su vida mejoró porque ella permaneció fiel a SUS convenios.

En la vida hay tanto mares tempestuosos como aguas tranquilas. Pero como dice en Eter: “[la] esperanza viene por la fe, [y] proporciona un ancla a las almas de los hombres y los hace seguros y firmes, abundando siempre en buenas obras, siendo impulsados a glorificar a Dios” (Eter 12:4). Los convenios nos anclan a un terreno seguro, lo cual, en medio de las tormentas, hace nuestras promesas no sólo significativas para la eternidad, sino vitales para la actualidad. ¿Les han impulsado sus convenios a cantar la canción del amor que redime?

En una reunión de la Sociedad de Socorro, un grupo de hermanas hablaba de cómo enseñar a las jóvenes a hacer convenios y a ser fieles a ellos. Una hermana, que tenía problemas con su hija adolescente, escuchó mientras las demás hablaban en cuanto a la fe, la oración, el buen ejemplo y las Escrituras. Por fin, exclamó angustiada: “He probado todo eso, y nada da resultado”. Después añadió en voz baja: “Lo único que nos ha dado resultado es el amor”. Esta buena hermana confiaba en que de alguna manera su convenio de ser caritativa (incluso hacia su hija) resultase eficaz. Y lo es.

Otra jovencita, Katie, se encontraba en un campamento; se sentía desalentada y abandonada a causa de los tremendos problemas familiares por los que estaba pasando. Su testimonio comenzaba a flaquear y a estar en peligro. Pero una hermana líder que se preocupaba, y en un esfuerzo por ser fiel a sus santos convenios, le escribió una nota a Katie en la que decía: “Te quiero; tengo confianza en ti; tienes un testimonio porque te he escuchado expresarlo de diferentes maneras”. Luego prosiguió a mencionarlas. La nota llegó de el momento oportuno. Katie recibió la fortaleza para ser fiel a sus convenios porque alguien se esforzó por ser fiel a los suyos.

Mark, un estudiante de secundaria de mi barrio, recientemente se puso de pie en la reunión de testimonios y habló sobre la forma en que se fortalecía para ser fiel a sus convenios. El sintetizó la fórmula en que lo lograba de una manera breve y memorable: “Un pasaje de Escrituras al día. mantiene a Satanás alejado de por vida”.

¿Cuales son las recompensas que se reciben cuando somos fieles a los convenios? El misericordioso rey Benjamín declaró:

“Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados progenie de Cristo, …

“y bajo este titulo sois librados …” (Mosíah 5: 7-8) .

Y seremos “… redimidos por Dios, y … contados con los de la primera resurrección para que [tengamos] vida eterna” (Mosíah 18:9).

Hermanos y hermanas, el ser fieles a los convenios nos ayudara a recordar a Aquel a cuyo yugo nos hemos unido, y sus cargas serán ligeras.

Si han descuidado sus convenios, no se desanimen. El deseo del Salvador de que cumpliésemos nuestras promesas era tan grande que nos proporcionó una expiación eterna. Si el corazón de ustedes no esta cantando la canción de amor que redime, vuelvan a ser fieles a sus convenios y regocíjense en ellos. Así como nuestra nieta, ustedes también pueden ser puros. La renovación de sus convenios les dará vida como las aguas glaciales en un día caluroso. Y luego, recuerden que hay millones de miembros de la Iglesia alrededor 1 del mundo que diariamente se 1 esfuerzan por ser fieles a los convenios que han hecho a pesar de todas las dificultades. Ustedes también pueden hacerlo.

Si van a recordar una sola cosa de lo que he dicho hoy, les ruego que recuerden obedecer sus convenios y vivir fielmente de acuerdo con ellos. I Para mi, los convenios son una expresión de mi fe; esa es la razón por la que estoy ante ustedes hoy. Los convenios me ayudan a contemplar la perspectiva eterna y no tan sólo la inmediata. Con el servicio que mis hijos han prestado en la obra misional, he visto cómo los convenios hacen avanzar la obra del Señor; estos me han permitido ser una buena influencia en la vida de otras personas y no los cambio por nada del mundo. Además, hacen que sea mas fácil transitar por la senda de la rectitud. Ruego humildemente que nuestros convenios se conviertan en una fuente mas grande de regocijo y fortaleza en nuestra vida, y que podamos caminar recta y firmemente a fin de que cuando necesitemos mas la mano del Señor, este ahí esperándonos cálidamente. Atesoro los convenios que El ha hecho conmigo y espero de todo corazón ser fiel a ellos. En el nombre de Jesucristo. Amen.