1990–1999
“Absteneos De Toda Impiedad”
Abril 1995


“Absteneos De Toda Impiedad”

“La mayoría de los problemas sociales y políticos no pueden resolverse sin una gran dosis de abnegación.”

Yo también doy la bienvenida al elder Henry B. Eyring al Quórum de los Doce Apóstoles, a quienes el presidente Boyd K. Packer preside tan eficazmente. El elder Eyring es una combinación especial de dulzura e inteligencia. Me da gusto sostener al presidente James E. Faust, que durante catorce años se ha sentado a mi lado en las reuniones y con quien he trabajado mas de treinta años en varias asignaciones, tanto cívicas como eclesiásticas. Soy afortunado en tener cinco maravillosas hermanas, pero no tengo hermanos; no obstante, el presidente Faust, durante muchos años, ha sido para mi como un hermano.

Al sostener al presidente Thomas S. Monson, expreso de nuevo mi aprecio por el, quien, durante ese mismo período de tiempo me ha dado muchas oportunidades, me ha instruido y me ha alentado. A veces se destaca por su extraordinaria memoria, pero mucho mas importante que eso son los pequeños actos de bondad que lleva a cabo sin que nadie se de cuenta.

En 1935, un misionero que acababa de regresar, el elder Gordon B. Hinckley, recibió la invitación de reunirse con la Primera Presidencia debido a la obra especial que había realizado en las Islas Británicas. La cita de quince minutos que tenía pronto se extendió hasta casi una hora y media. Impresionados con el, los hermanos le pidieron que ayudara en la obra misional, y, desde entonces, ha salido muy poco de las Oficinas de Administración de la Iglesia. Sólo ahora se ha sentado, sin ninguna ostentación, en el sillón central del cuarto del Consejo de la Primera Presidencia al cual entró humildemente hace sesenta años.

El presidente Hinckley es una mezcla especial de lo practico y lo espiritual, con una mente aguda, llena de principios inalterables. Cuando con toda justicia lo describimos como una persona de buen juicio, de buen humor, de buena voluntad y un buen escuchante, el adjetivo común en todas esas frases es “bueno”. Y la bondad entonces es la clave de gran parte del carácter del presidente Hinckley, a quien sostengo de todo corazón como nuestro Presidente, Profeta, Vidente v Revelador, elevado llamamiento que ha recibido después de una preparación extraordinaria este discípulo excepcional de Cristo.

Las enseñanzas de Jesús con respecto a ser un discípulo encierran, al mismo tiempo, instrucciones y un orden de prioridad.

“… Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día. y sígame” (Lucas 9:23; cursiva agregada).

En otra parte, Moroni declaró que debíamos negarnos “toda impiedad” (Moroni 10:32), refiriéndose de esa manera a los pecados graves pero también a los mas leves. Aunque las grandes rocas indudablemente nos obstaculizan la vía, la grava también puede entorpecernos el avance como discípulos; hasta un pequeño guijarro puede convertirse en piedra de tropiezo.

Tanto el rey Benjamín como Pablo hicieron hincapié en la debilidad congénita del hombre natural que se aleja de Dios y considera lo espiritual como “locura” (véase Mosíah 3: 19; 1 Corintios 2:13-14; Colosenses 3:9). Por ese motivo, el despojase de la manera de pensar y de los apetitos del hombre natural es una gran parte de la acción de negarse a si mismo, un proceso que a veces va acompañado de gran vergüenza y remordimiento (véase JST, [en inglés] Lucas 14:28).

Sin embargo, en el mundo de hoy, los apetitos personales, en vez de negarse se celebran. Como lo expresó un escritor, es como una canción cuyo “ritmo incesante” dijera: “iYo! … iYo! … iYo! … iYo!” (David Frum, Dead Right, Nueva York: BasicBooks, 1994, pág. 203, citando a Tom Wolfe, “The Me Decade and the Third Great Awakening”, en Purple Decade, Nueva York: Farrar Straus Giroux, 1982, pág. 293).

Pero la felicidad de los sentidos es una felicidad ilusoria. Hasta el placer legítimo es tan temporario como las cosas que lo causen; en cambio, el gozo es tan duradero como las cosas que lo causen.

De todos los “ismos” malignos de la actualidad, el hedonismo* es el mas dañino. Y es una necedad decir que esas personas simplemente marchan al ritmo de una música diferente. ¡Recordemos que también lo hicieron los cerdos de los gadarenos! [véase Marcos 5: 13].

Hace un cuarto de siglo, el historiador John Lukacs advirtió con gran percepción que la inmoralidad sexual no era una tendencia marginal sino el núcleo mismo de la crisis moral de nuestros tiempos (véase John Lukacs, The Passing of the Modem Age, Nueva York: Harper & Row Publishers, 1970, pág. 169). Algunos pensaron que exageraba, pero consideremos la seria tragedia de las consecuencias: los niños que traen niños al mundo, las madres solteras, los niños abandonados, los cientos de miles de criaturas que no tienen padre y la desenfrenada infidelidad marital. ¡Estas y otras similares amenazan abortar el futuro de la sociedad aun antes de que ese futuro nazca! No obstante, los que son carnales no están dispuestos a negarse el placer aunque la sociedad sufra una avalancha de terribles consecuencias.

Consideremos este alarmante pronóstico:

“… aproximadamente cuarenta por ciento de los niños de los Estados Unidos no vivirán en el mismo hogar que sus padres” (David Blankenhorn, “Life without Father”, USA Weekend, 26 de feb., 1995, págs. 6-7). Algunos pronostican que este porcentaje aumentara al sesenta por ciento. Este mismo autor ha escrito:

“La ausencia del padre es la causa de nuestros problemas sociales mas graves, entre ellos el crimen, el embarazo de adolescentes y la violencia en el hogar …” (Ibid).

Lamentablemente, esos resulta dos, mis hermanos, se han convertido en la “producción” nacional mas “bruta” de los Estados Unidos, que se fabrica en los “barrios bajos” del espíritu por medio de un secularismo que cada vez se extiende mas.

En Proverbios leemos lo siguiente: “Porque el mandamiento es lámpara …” (Proverbios 6:23). Una vez que esta en la obscuridad, la sociedad pierde la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, y la voluntad de declarar que algunas cosas son malas de por si. Sin la lámpara de los mandamientos, nuestro mundo se halla desesperadamente buscando soluciones temporarias, transigiendo en los limites, retrocediendo y reacio a enfrentar los problemas. ¡Una sociedad que permite cualquier cosa terminara por perderlo todo!

Por lo tanto, ya sea que se reconozca o no, la moralidad privada es de extrema importancia para la comunidad Sin embargo, en la actualidad, hay demasiado hedonismo y justificación a voces y muy poca vergüenza silenciosa; nadie tiene la culpa de las malas acciones y para todo se puede encontrar una disculpa.

En medio de estas tergiversaciones, no es de sorprender que muchas veces se descuide a las victimas y se ensalce a los culpables. Igualmente, en vez de las confesiones sinceras, se oyen variaciones de “Espero poder perdonármelo”. En contraste, los Apóstoles sabían que debían hacer introspección para obtener el perdón, y todos le preguntaron ansiosamente a Jesús al acercarse la hora de la traición: “¿Soy yo, Señor?” (Mateo 26:22.)

Los monstruos del pecado emergen del pantano de la autocompasión y la indulgencia hacia los propios apetitos; pero también se multiplican allí, como insectos en el barro, las transgresiones leves, incluso el lenguaje soez. No tenemos por que esperar que los que “piensan en las cosas de la carne” (Romanos 8:5) piensen también en lo que sale de SU boca.

Hay algunos “cuyo dios es el vientre” u otras partes de su anatomía (véase Filipenses 3:19), e incluso hay personas que se glorían en la vergüenza y cometen “con avidez toda clase de impureza” (Efesios 4:18-19); lamentablemente, hay quienes envidian a los inicuos, mientras que otros se quejan de que los malos siempre se salen con la suya (véase Proverbios 23: 17; Malaquías 3:14-15).

Irónicamente, en su afán por experimentar ciertas cosas, los hedonistas pierden la sensibilidad, ya que la persona que indebidamente celebra su capacidad para sentir al final llega al punto de no poder hacerlo. En l as palabras de tres profetas diferentes, tales personas “dej[an] de sentir” (véase I Nefi 17:45; Efesios 4:19; Moroni 9:20). Cuando un pueblo no “tiene principios”, dentro de poco sus integrantes “est[án] sin civilización”, sin “misericordia” y habrán “perdido toda sensibilidad” (véase Moroni 9:20). Tales personas no experimentan el verdadero gozo, como por ejemplo el de agradecer profunda y calladamente la generosidad de Dios, el de ayudar a los que hayan caído en el pecado (véase 2 Nefi 4:28), o el de pasar por alto el reconocimiento y la alabanza para que los reciban las almas sedientas que los necesiten.

El ambiente que nos rodea, a nosotros y a nuestros familiares, esta también amenazado por el egoísmo de la gente, pero muchos se preocupan sólo por los hoyos en la capa del ozono, mientras que la trama del tejido de las familias que no tienen la lámpara esta llena de agujeros.

Por supuesto, no tenemos una varita mágica con la que arreglar a la familia instantáneamente; se deben poner unos remiendos aquí y allá, pero el verdadero problema se encuentra en el cimiento. Hay muchas cosas que no mejoraran hasta que las familias mejoren, y ello exige mas disposición a negarse a sí mismo, y no menos. La mayoría de los problemas sociales y políticos no pueden resolverse sin una gran dosis de abnegación; irónicamente, esta es una cualidad que se desarrolla mejor en las familias cariñosas que tienen la lámpara encendida.

Entretanto, los seres mortales somos libres de elegir entre las cosas pasajeras y las de la eternidad (véase 2 Nefi 2:27). Como resultado de las decisiones que muchos toman, todos hemos llegado al punto en que se protege mas la pornografía que a los niños. Naturalmente, es mejor el autodominio que la censura, pero tratar de inculcar el autodominio a los que buscan el placer es como querer convencer a Drácula de que se aleje del banco de sangre.

No es de extrañar que la mayoría de los Diez Mandamientos empiecen con la negativa “no”; nuestro Padre Celestial, que ama a Sus hijos perfectamente, también conoce perfectamente nuestras tendencias Mentir, hurtar, matar, codiciar, ser inmoral sexualmente, descuidar a los padres, quebrantar el día de reposo y hablar falso testimonio son todas cosas que ocurren cuando la persona busca su propia complacencia del momento, sean cuales sean las normas divinas o las consecuencias humanas. Como se ha profetizado, la teoría de que la ética es relativa se afianza cada vez mas: “… todo hombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propio dios, cuya imagen es a semejanza del mundo …” (D. y C. 1 :16) .

Sin la perspectiva de la lámpara, no vemos las cosas como “realmente son” (véase Jacob 4:13). Recuerdo haber leído que un jefe nazi acostumbraba escuchar música de Haydn mientras presenciaba la muerte de los judíos en los hornos de gas. Con toda seguridad, estaría orgulloso de su amor por la música.

Se decía que Mussolini daba gran importancia a la puntualidad de los trenes, lo cual era muy conveniente para los pasajeros pero no compensaba las terribles consecuencias de su régimen totalitario ni los miles de vidas que se perdieron por la dictadura.

Todos admiramos al joven David por haber enfrentado al burlón gigante Goliat. Pero ese acto de valor no compensó el de adulterio que cometió mas adelante con la esposa de Urías. Considerando todas las circunstancias, mis hermanos, ¿cual fue el golpe mas fuerte de David? ¿el que dio a Goliat o el que dio a Urías? ¿O el que se dio a sí mismo?

Del mismo modo, el segundo mandamiento de Dios, el de amar al prójimo, no da lugar al racismo; no obstante, no es suficiente no ser racista, si se es esclavo de otros apetitos. Jesús destacó la importancia del equilibrio diciendo que había algo “mas importante” aun entre las acciones buenas (véase Mateo 23:23). Al joven que guardaba los mandamientos, le dijo: “Una cosa te falta”, y se refería al erróneo apego a las posesiones materiales (véase Marcos 10:21). A la mayoría de nosotros nos falta mas de una cosa. Al acercarnos al Señor, El nos promete: “… les mostraré su debilidad” (Eter 12:27). De ahí que el ser bueno en general no sea una excusa para dejar de esforzarnos por lo que todavía nos falte.

Cualquier lista que hagamos de nuestras indulgencias personales es, en realidad, una lista de los goces que no tendremos a menos que nos neguemos ciertas cosas. Por otra parte, la ausencia de pecados graves puede adormecernos e insensibilizarnos en cuanto a las transgresiones aparentemente leves. El no visitar ni cuidar a los padres es no honrarlos. La falta de autodominio, en su fase mas leve, quizás suscite comentarios ofensivos para un cónyuge; pero si se va a los extremos, puede provocar violencia en el hogar e incluso el asesinato. La tendencia a devolver el mal cuando se nos ofende nos hace bruscos y groseros, como si los demás fueran enemigos y no nuestros hermanos. Por eso, el exceso del ego es como un veneno derramado que se extiende, del cual proceden todos los pecados (véase Proverbios 6:16-19). Los padres que tienen niños pequeños saben que apenas media taza de leche que se derrame parece cubrir la mitad del piso de la cocina; los pecados leves se extienden así también.

Al poseer una perfecta simetría espiritual, Jesús es realmente “el camino, y la verdad, y la vida”. Su camino esta en marcado contraste con las vías del mundo Juan 14:6). Su carácter perfecto no solo es santo, sino absolutamente completo y refinado. Sin ese carácter divino, no le habría sido posible lograr la asombrosa Expiación. Y nos ha pedido que nos parezcamos mas a El (véase Mateo 5:48; 3 Nefi 12:48; 27:27) .

Aunque pesada, la carga de un discípulo puede hacerse liviana (véase Mateo 1 1:30). El Señor puede hacer “ligera [la] carga” y fortalecer nuestros “hombros, de manera que no [podamos] sentirlas” (véase Mosíah 24:14; 1 Corintios 10: 13) .

Así vemos que el verdadero sacrificio personal no ha consistido nunca en poner un animal sobre el altar, sino en la disposición de poner en el altar el animal que esta dentro de nosotros y dejarlo que se consuma. Ese es el sacrificio al Señor de “un corazón quebrantado y un espíritu contrito” (D. y C. 59:8), que es el requisito para tomar la cruz y abandonar todos nuestros pecados para conocerlo (véase Alma 22:18), pues el negarse a si mismo es la condición para aceptarlo por completo. En el nombre de Jesucristo . Amen.

  • Filosofía que considera el placer como el objeto de esta vida.