1990–1999
Escuchemos Y Obedezcamos La Voz Del Profeta
Abril 1995


Escuchemos Y Obedezcamos La Voz Del Profeta

“Si escuchamos el consejo de nuestro Profeta, tendremos mas fortaleza y podremos sobrellevar las pruebas de esta etapa mortal .”

Presidente Hinckley, presidente Monson, presidente Faust, al levantar la mano cumpliendo la ley del común acuerdo durante la asamblea solemne, ofrecimos amor, consagración y devoción a nuestro Profeta y nuestro sostén a la Primera Presidencia.

“Te damos, Señor, nuestras gracias

que mandas de nuevo venir profetas … “

En el ultimo año, hemos perdido a dos grandes profetas de Dios a quienes hemos querido mucho: el presidente Ezra Taft Benson y el presidente Howard W. Hunter; ambos nos brindaron verdad, luz y gozo; nos comunicaron la palabra de Dios, nos enseñaron la importancia de la familia, del estudio del Libro de Mormón y de vivir de modo tal que nos permita acercarnos mas a Dios; nos enseñaron la importancia de ser bondadosos los unos con los otros y de obedecer los mandamientos; nos enseñaron cómo recibir la plenitud de gozo y cómo ser dignos de la vida eterna. Nos han pedido que seamos mas cristianos, que sigamos los pasos del Salvador en todo lo que hagamos y que seamos dignos de recibir las bendiciones de la exaltación que só10 se pueden obtener en los santos templos del Señor. Nos dieron palabras de estimulo y consejos sabios para que seamos mas felices y tengamos mas paz en nuestra vida y en el mundo en general. Los amamos por el ejemplo de obediencia que nos han dado y por el interés que tuvieron en todos nosotros.

Hoy me uno a todos los demás para sostener al presidente Gordon B. Hinckley como Profeta, Vidente, Revelador y Presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Vivimos en un mundo de confusión, donde la tristeza y la destrucción llegan a todos los confines de la tierra, lo cual, en gran parte, es el resultado de que los hombres no escuchen la palabra de los verdaderos profetas de Dios. Que diferente habría sido la existencia de los que han vivido en todas las dispensaciones si hubieran escuchado a Moisés y hubieran obedecido los Diez Mandamientos.

Siempre ha habido una enorme necesidad de la voz serena y alentadora de un Profeta que exprese la voluntad de Dios, indicando el camino que conduce a la seguridad espiritual y a la paz y felicidad personales .

Nuestro Padre Celestial ha puesto profetas en el mundo desde la época de Adán. Los de la antigüedad enseñaron la importancia de escuchar la voz de 1os profetas, tal como se ve en el ejemplo de Josafat, que se encuentra en 2 Crónicas, capitulo 20. En un intento por tomar posesión de las tierras del rey Josafat, varios ejércitos numerosos estaban listos para atacarlo. Como es natural, un gran temor se apodero del rey, por lo que proclamó que se hiciera un ayuno en todo SU reino y reunió a la gente de Judá para implorar la guía del Señor Josafat oró humilde y fervientemente, diciendo:

“¡Oh Dios nuestro! … no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos que hacer, y a ti volvemos nuestros ojos” (2 Crónicas 20: 12).

Y entonces recibieron la respuesta del Señor por medio del profeta Jahaziel:

“… Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tu, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios …

“… no temáis ni desmayéis … porque Jehová estará con vosotros” (2 Crónicas 20:15, 17; cursiva agregada) .

Josafat y todos los habitantes de Jerusalén cayeron ante el Señor en una oración de gracias.

Entonces, Josafat dio un consejo muy importante que seria bueno que siguiéramos en la actualidad. En realidad, al igual que los habitantes de Judá, es muy posible que nuestra propia vida dependa de ello, nuestra vida eterna:

“Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados” (2 Crónicas 20:20; cursiva agregada).

Y tal como lo prometió, el Señor protegió al pueblo de Judá. Porque cuando miraron hacia la multitud, vieron que los ejércitos que habían ido para atacarlos habían entablado entre ellos una batalla tan feroz que se destruyeron mutuamente antes de llegar al pueblo de Judá.

Debemos escuchar la voz del Profeta y obedecer; si lo seguimos, estaremos seguros.

Una característica que ha sido común de los profetas de todas las épocas es que, fueran cuales fueran las consecuencias, han tenido la entereza de comunicar la palabra de Dios con claridad y valentía. Al terminar su registro, Nefi enseñó:

“… Y las palabras que he escrito en debilidad serán hechas fuertes para ellos; pues los persuaden a hacer el bien; les hacen saber acerca de sus padres; y hablan de Jesús, y los persuaden a creer en el y a perseverar hasta el fin, que es la vida eterna.“Y hablan ásperamente contra el pecado, según la claridad de la verdad; por tanto, nadie se enojara con las palabras que [yo, el profeta] he escrito, a menos que sea del espíritu del diablo.

“Me glorío en la claridad; me glorío en la verdad; me glorío en mi Jesús, porque el ha redimido mi alma del infierno” (2 Nefi 33:4-6; cursiva agregada).

Hay otro relato de Josafat que pone de manifiesto cómo comunican los profetas en forma directa y clara la palabra de Dios y se atienen a las consecuencias. Acab, rey de Israel, invito a Josafat, rey de Judá, a unirse para luchar en contra de Siria. Entonces Josafat le dijo a Acab que le preguntara al Señor si debían ir contra Siria o no.

Después que unos cuatrocientos de los llamados profetas de Acab le dijeron solo lo que el deseaba oír- que saldría victorioso sobre Siria-, Josafat le pregunto si no había otros profetas. Acab le contesto: “Aun hay un varón … Micaías … mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal” (1 Reyes 22:8).

Entonces Josafat convenció a Acab de que escuchara las palabras del profeta Micaías. El mensajero que fue a buscar a Micaías le advirtió que solo debía decirle a Acab lo que el quería que le dijera. “Y Micaías respondió: vive Jehová, que lo que Jehová me hablar, eso diré” (1 Reyes 22:14; cursiva agregada). Micaías le dijo a Acab que Israel no volvería victorioso y que el moriría en la batalla.

Acab no hizo caso al consejo del Profeta y se fue a la batalla, perdió la vida e Israel fue derrotado.

Micaías, al igual que todos los profetas que le precedieron y todos los que le han seguido, comunicó la palabra de Dios con veracidad y claridad, ateniéndose a las consecuencias.

“Creemos en la misma organización que existió en la Iglesia primitiva, esto es, apóstoles, profetas, pastores, maestros, evangelistas, etc.” (Artículos de Fe, 1:6).

El presidente Joseph Fielding Smith enseñó que era necesario que la Iglesia de Jesucristo fuera restaurada en esta dispensación y que “todas las llaves y poderes poseídos por los profetas de dispensaciones anteriores deben ser conferidos sobre los representantes de Dios elegidos sobre la tierra” (Doctrina de salvación, tomo 1, pág. 162).

Y el profeta Wilford Woodruff dijo:

“ Esta es la ultima dispensación, y el Señor ha preparado a hombres y mujeres para que lleven a cabo Su obra … A muchos de nosotros se nos ha reservado en el mundo espiritual desde la organización de esta tierra hasta la generación en la cual vivimos” (JoumalofDiscourses, 21:284).

José Smith, el Profeta escogido por el Señor para efectuar la Restauración, describió las siguientes visiones que recibió en el Templo de Kirtland, en 1836:

“Después de cerrarse esta visión, los cielos nuevamente nos fueron abiertos; y se apareció Moisés ante nosotros y nos entregó las llaves del recogimiento de Israel de las cuatro partes de la tierra, y de la conducción de las diez tribus desde el país del norte.

“Después de esto, apareció Elías y entrego la dispensación del evangelio de Abraham, diciendo que en nosotros y en nuestra descendencia serían bendecidas todas las generaciones después de nosotros.

“Concluida esta visión, se nos desplegó otra visión grande y gloriosa; porque Elías el profeta, que fue llevado al cielo sin gustar la muerte, se apareció ante nosotros, y dijo:

“He aquí, ha llegado plenamente el tiempo del cual se habló por boca de Malaquías, testificando que el [Elías el profeta] seria enviado antes que viniera el día grande y terrible del Señor,

“para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a los padres, para que el mundo entero no fuera herido con una maldición.

“Por tanto, se entregan en vuestras manos las llaves de esta dispensación; y por esto sabréis que el día grande y terrible del Señor esta cerca, si, a las puertas” (D. y C 110 11-16).

Junto con la restauración del sacerdocio, en 1829, en esta dispensación, se hizo una restauración de profetas. Y en la actualidad hay profetas que dirigen esta Iglesia. Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tendrán seguridad si aprenden a escuchar y a obedecer las palabras y los mandamientos que el Señor da por medio de Sus profetas vivientes. Quisiera que el mundo entendiera la importancia de tener un Profeta en la tierra hoy en día.

Las Escrituras nos dicen que los profetas reciben mandamientos “andando delante de mi con toda santidad; porque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca” (D. y C. 21:4-5).

Cantamos un himno que nos recuerda:

Dios manda a tos profetas, que predican la verdad;

debemos escucharles y Su nombre alabar.

Nos dieron leyes del Señor en la antigüedad,

y un profeta hoy ha restaurado la verdad.

Y otro de nuestros himnos dice:

Al escuchar al Profeta, oímos al Salvador;

con amor el nos invita a la obra del Señor.

El Su siervo ha escogido la palabra a predicar

así a la barra de hierro nos podemos aferrar …

El Profeta nos afirma que nos conoce el Señor.

iEscuchemos! El nos habla y vamos a obedecer

pues del sacerdocio el tiene las llaves y el poder.

Me he vinculado con profetas durante toda mi vida, y he observado la forma en que el Señor los prepara. Cuando llegan a ser profetas, lo que mas les preocupa es que los miembros de la Iglesia tengan bienestar y que obedezcan al Señor. Siempre expresan el amor y la gratitud que sienten por los santos fieles y por todos los que demuestran bondad y prestan servicio en el mundo elevando y fortaleciendo a sus semejantes. Su objetivo es hacernos saber la voluntad del Señor en nuestra época. Testifico que los profetas de hoy tienen las mismas cualidades de los de la antigüedad y de los que los han precedido en esta dispensación.

Cada uno de ellos se ha esforzado humildemente y con espíritu de oración por saber la voluntad de Dios y cumplirla durante su ministerio personal. Cada uno ha tenido la determinación de manifestarle al Padre Celestial, como lo hizo obedientemente Jesucristo: “… no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).

El deseo de los profetas es ayudar a nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo a llevar a cabo los grandes propósitos del Plan de Salvación, o, tal como lo llamó un profeta de la antigüedad, del “gran plan de felicidad” (Alma 42:8).

Si escucháramos a los profetas de hoy, la pobreza seria reemplazada por el cuidado amoroso del pobre y del necesitado; si se obedecieran la Palabra de Sabiduría y la ley de la pureza sexual, se evitarían grandes y serios problemas de salud; el pago del diezmo nos bendeciría y tendríamos lo suficiente para cubrir nuestros gastos; si siguiéramos el consejo de los profetas, tendríamos una vida terrenal libre de innecesario dolor y de autodestrucción. Esto no quiere decir que no tendríamos problemas, porque igual los tendremos; no quiere decir que no seremos probados, porque lo seremos, pues eso es parte del propósito de esta vida. Pero si escuchamos el consejo de nuestro Profeta, tendremos mas fortaleza y podremos sobrellevar las pruebas de esta etapa mortal; tendremos, además, esperanza y gozo. Todas las palabras de consejo de los profetas de todas las generaciones se nos han dado para fortalecernos y ponernos en condiciones de fortalecer a los demás.

Declaramos solemnemente, y lo hacemos por medio de la autoridad de Dios que se nos ha conferido, que hoy tenemos un Profeta de Dios. El Presidente de la Iglesia, como Profeta, es el representante de Dios sobre la tierra y ha sido asignado para guiar Su Iglesia. Y así ha sido en el pasado, tal como se registra en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento, en El Libro de Mormón y en esta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos, con la restauración de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

El que posee todas las llaves del sacerdocio para autorizar esas bendiciones de salvación es el Profeta de la actualidad. El Señor ha dicho que “nunca hay mas de una persona a la vez sobre la tierra a quien se confieren este poder y las llaves de este sacerdocio” (D. y C. 132:7) .

Testifico que el presidente Gordon B. Hinckley es la persona en quien se han investido esas llaves en el presente. El es nuestro Profeta ahora, y fue preparado y preordenado antes de la fundación del mundo; aquí en la tierra, ha recibido conocimiento e instrucción de los Apóstoles y los profetas con los que ha servido al Señor; es un hombre sabio y el habla por el Señor; el es la voz que debemos escuchar y obedecer en la actualidad. Nuestra seguridad espiritual depende de que sigamos la voz clara del Profeta que nos dirige. Si escuchamos su voz y seguimos su consejo, viviremos como Cristo quiere que vivamos y permaneceremos hasta el fin para regresar algún día. junto con nuestra familia, a la presencia de nuestro Padre Celestial y de nuestro Salvador Jesucristo.

Humildemente agrego mi testimonio al de todos los que han sostenido al Profeta hoy en esta asamblea solemne. En el nombre de Jesucristo. Amen.