1990–1999
Pongan A Prueba La Palabra De Dios
Abril 1995


Pongan A Prueba La Palabra De Dios

“Decidan, por si mismas, dedicar tiempo a leer las Escrituras; y luego, al comenzar a hacerlo, adviertan que clase de sentimientos despiertan en ustedes.”

Sírvanse abrir el Libro de Mormón en el capitulo 31 de Alma. El profeta Alma fue a la tierra de Antiónum para enseñar a los zoramitas; muchos de ellos deseaban adorar a Dios pero estaban confundidos y desalentados. Alma deseaba cambiar la vida de esa buena gente y creía que la mejor forma de que fueran felices era que escucharan y pusieran en practica la palabra de Dios. Estaba convencido de que, si la ponían a prueba, podía en verdad cambiar la manera de pensar de las personas. Alma, capítulo 31, versículo 5, dice:

“Y como la predicación de la palabra tenía gran propensión a impulsar a la gente a hacer lo que era justo-si, había surtido un efecto mas potente en la mente del pueblo que la espada o cualquier otra cosa que les había acontecido-por tanto, Alma consideró prudente que pusieran a prueba la virtud de la palabra de Dios.”

La palabra de Dios podría ser otra forma de decir “Escrituras”.

Alma comparó la palabra con una semilla y enseñó a los afligidos zoramitas que si daban “lugar para que [fuera] sembrada una semilla en [su] corazón” (Alma 32:28), y luego advertían buenos sentimientos con respecto a ella, entonces comenzarían a comprender y la vida adquiriría un significado diferente.

Quizás esta sea una forma de decir: “Decidan, por si mismas, dedicar tiempo a leer las Escrituras; y luego, al comenzar a hacerlo, adviertan que clase de sentimientos despiertan en ustedes”.

Alma entonces enseñó que “a medida que el árbol empiece a crecer” (Alma 32:37), seria necesario nutrirlo con gran cuidado.

Quizás esta sea una forma de decir: “Nutran el deseo de leer; hagan lo necesario para seguir leyendo y para adquirir una nueva comprensión de lo que lean; permitan que otras personas las alienten y les ayuden a aprender mas sobre las Escrituras, para continuar de esa manera progresando en el conocimiento de la palabra”.

Alma enseñó que si seguíamos nutriéndola por largo tiempo, recogeríamos un precioso fruto.

Sírvanse abrir el libro en Alma, capitulo 32, versículo 42:

“Y a causa de vuestra diligencia, y vuestra fe y vuestra paciencia al nutrir la palabra para que eche raíz en vosotros, he aquí que con el tiempo recogeréis su fruto, el cual es sumamente precioso, y el cual es mas dulce que todo lo dulce, y mas blanco que todo lo blanco, si, y mas puro que todo lo puro; y comeréis de este fruto hasta quedar satisfechos, de modo que no tendréis hambre ni tendréis sed.”

Quizás esto sea una forma de decir: “Al continuar leyendo y poniendo en practica lo que lean, con el tiempo su vida cambiara de una forma que ni siquiera les es posible imaginar. Sus desánimos cotidianos serán reemplazados con el conocimiento de lo mucho que Dios las ama; comerán en abundancia y quedaran satisfechas”.

Todos los himnos que se han cantado, todo pasaje de las Escrituras que se ha leído, todo relato que se ha narrado y todo el consejo que se ha impartido aquí esta noche tienen como fin exhortarlas a: (1) tomar la decisión individual de leer la palabra de Dios; comprender otras formas de (2) nutrir y disfrutar de la lectura de las Escrituras; y (3) reconocer los buenos sentimientos y cambios que al final se llevan a cabo como consecuencia de la lectura regular de las Escrituras. O. como dijo Alma, de (1) dar lugar, (2) nutrir y (3) comer [participar] .

[La hermana Pearce termino su discurso presentando a seis jóvenes que leyeron Alma 32:27-28, 42.]

“Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, si, aunque no sea mas que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros …

“Compararemos … la palabra a una semilla. Ahora bien, si dais lugar para que sea sembrada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezara a hincharse … y al sentir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que esta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque empieza a ensanchar mi alma; si, empieza a iluminar mi entendimiento … empieza a ser deliciosa para mi …

“Y a causa de vuestra diligencia, y vuestra fe y vuestra paciencia al nutrir la palabra para que eche raíz en vosotros, he aquí que con el tiempo recogeréis su fruto, el cual es sumamente precioso, y el cual es mas dulce que todo lo dulce … y mas puro que todo lo puro; y comeréis de este fruto hasta quedar satisfechos, de modo que no tendréis hambre ni tendréis sed.”

En el nombre de Jesucristo. Amen.