1990–1999
Las Cimas Espirituales
Octubre 1995


Las Cimas Espirituales

“El poder del testimonio de Jesucristo es una de las grandes y desaprovechadas fuentes de dirección de nuestra vida.”

Hace poco, tuve la oportunidad de asistir a unas reuniones en Lago Jackson, cerca de las majestuosas montañas Teton, del estado de Wyoming, en el oeste de los Estados Unidos. Los agrestes picos de las montañas y el paisaje indescriptiblemente hermoso se combinaban con el fresco y límpido aire otoñal para elevar y renovar el espíritu de todo visitante. Tengo que reconocer que el trabajo que se me había enviado a hacer allí parecía mucho menos arduo que lo que nos parece el trabajo diario a la mayoría de nosotros. El sereno panorama de las montañas tenía un efecto renovador en mi y en otros de los presentes. Los problemas del mundo parecían entonces menos insuperables; las dificultades con que me enfrentaba se me hacían menos amenazadoras. Salí de allí con una visión mas elevada y con el espíritu iluminado por una esperanza y un entusiasmo nuevos. Esos paisajes montañosos me inspiraron también otras reflexiones, de algunas de las cuales me gustaría hablar hoy.

Muchas veces, el Señor ha empleado las cimas de las montañas como santuarios. En la época del Antiguo Testamento, cuando no había un templo disponible, El utilizaba los picos de las montañas como el lugar sagrado donde revelaba verdades a Sus profetas. Del mismo modo, tanto el Nuevo Testamento como el Libro de Mormón describen las cumbres sagradas donde Dios revelo verdades a Sus siervos. José Smith, arrodillado en la Arboleda Sagrada, estaba simbólicamente arrodillado en la cima de una alta montaña espiritual.

Hoy en día. el Señor nos concede un amplio espacio que, en forma personal, se convierte en nuestra propia cima espiritual en la cual recibimos verdad e inspiración. Por ejemplo, escudriñar las Escrituras nos contesta muchas de nuestras preguntas cotidianas elevándonos el espíritu a una altura que nos ofrece una visión mas clara de todo. Además, el mundo esta lleno de templos santos a los que podemos asistir para recibir instrucciones e inspiración y para efectuar ordenanzas sagradas. Y las conferencias como esta, las proféticas expresiones escritas de nuestros queridos lideres, las reuniones sacramentales y las conferencias de estaca, todo ello nos provee oportunidades magnificas de escuchar la verdad y de que esta penetre en lo profundo de nuestra alma.

Nosotros mismos, en nuestro mundo de diaria labor, podemos crear una experiencia “de cima” espiritual tan personal y exclusiva que me pregunto por que no hay mas personas que lo hagan. La cima espiritual a la que me refiero es el desarrollar y refinar el testimonio de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Del mismo modo en que podemos contemplar un maravilloso panorama desde la cima de una montaña alta, creo que podemos, en cualquier parte que nos hallemos! sentir el sobrecogedor asombro de saber que el Salvador, en un acto de amor que supera la comprensión humana, dio Su vida para tomar sobre Si nuestro dolor y sufrimiento.

Creo que el poder del testimonio de Jesucristo es una de las grandes y desaprovechadas fuentes de dirección de nuestra vida. Estoy convencido de que cada uno de nosotros, por bueno, leal y dedicado que sea al evangelio y a la Iglesia, podría hacer mucho mas, si lo hiciera con el poder y la influencia de una fe inalterable en el Señor. Quiero dar un ejemplo de esto.

Pienso que la mayoría de los padres que me escuchan tratan de enseñar a sus hijos a distinguir el bien del mal, a ser honestos, a respetar a los demás y a la propiedad ajena, a llevar una vida moralmente limpia y a amar a su familia; se esfuerzan por enseñarles la importancia de las ordenanzas salvadoras, tal como el bautismo para la remisión de pecados; desean que sus hijos varones reciban el sacerdocio y sean ordenados a la edad apropiada; enseñan a todos sus hijos que casarse en el lugar debido, con la persona debida, en el momento debido y por la debida autoridad es esencial para la exaltación.

Estas importantes lecciones y otras similares, tan cruciales para todo Santo de los Últimos Días, son la marca inconfundible de todo lo que creemos y consideramos de máximo valor. Si se aprenden por medio del Espíritu, cuando se hayan enseñado por la influencia de un fuerte testimonio de la expiación del Salvador, se habrán enseñado y aprendido en una atmósfera de amor y confianza que asegure con certeza que se recordaran. Como enseña este pasaje de las Escrituras: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartara de el” (Proverbios 22:6). La creencia y, al final, la convicción de que Jesús de Nazaret, el hijo del carpintero, el Redentor de Israel-nuestro Señor y Salvador Jesucristo-, dio Su vida en un abnegado sacrificio a fin de que nosotros alcanzáramos la inmortalidad y la vida eterna pone en la debida perspectiva cualquier enseñanza que impartamos a nuestros hijos o a otras personas de quienes tengamos responsabilidad.

A veces pienso que sentimos aprensión injustificada de relacionar nuestras enseñanzas con este fundamento de las verdades del evangelio; quizás nos excedamos en enseñar a nuestros hijos a obedecer una ley o principio solo porque la familia espera que lo hagan. Pueden tal vez obedecer una verdad con el fin de complacer al obispo o a un vecino y alguna otra por una razón diferente; pero cuando les enseñamos una verdad eterna y no la explicamos dentro del contexto de un firme testimonio de nuestro Salvador, desperdiciamos así el poder del ejemplo del Maestro mas grandioso que el mundo haya conocido.

Del mismo modo, muchos hemos logrado un estado de obediencia en el cual guardamos continuamente la letra de la ley, b sea, no cometen los pecados graves; si miramos alrededor, vemos que no somos peores que esta o aquella familia, y nos sentimos satisfechos y cómodos; estamos a la par de otros en nuestra meseta, que se halla a mitad de camino hacia la cima de la montaña, y nos gusta ese lugar panorámico donde mantenemos a raya todo lo que debemos y no debemos hacer. Es preciso que aprendamos-y luego enseñemos-que somos obedientes a las leyes y los principios del evangelio por nuestra creencia, nuestro conocimiento, nuestro testimonio y nuestra fe en Jesucristo. Nefi, que en las Escrituras declara que su “alma se deleita en la claridad”, nos recuerda lo siguiente en el capitulo 25 de 2 Nefi:

“Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a que fuente han de acudir para la remisión de sus pecados” (vers. 26).

El presidente Harold B. Lee nos aconsejó, quizás dándose cuenta de lo difícil que nos resultaría a veces concentrar nuestra fe en nuestro testimonio del Salvador:

“Caminen hasta el límite de la luz y quizás unos cuantos pasos en la oscuridad, y verán que la luz aparece y se pone delante de ustedes” (citado por el presidente Boyd K. Packer en el seminario para Representantes Regionales, 1 de abril de 1917) .

Al desarrollar nuestro testimonio, al salir de nuestra posición cómoda y movernos aunque sea un poco hacia la cima de la montaña, creo que es entonces que empezamos a acercarnos a nuestra propia cima espiritual en la que recibiremos inspiración y verdad como nunca. Es allí, tal como lo experimente aquel día en la cumbre de las montañas, que podemos pensar mas claramente, ver las cosas como realmente son y comprender la verdad con una luz pura y límpida. Allí, con la guía y la influencia del Espíritu Santo, comenzamos a comprender y sabemos cómo enseñar y bendecir a otros con nuevo significado y mayor percepción.

Si se me concediera un solo deseo esta mañana, lo que haría seria plantar profundamente en el corazón de los que me escuchan el recuerdo indeleble de Jesucristo. Hace poco, el presidente Howard W. Hunter nos inspiró con estas palabras:

“Debemos llegar a conocer a Cristo mejor de lo que lo conocemos; debemos recordarle con mas frecuencia de lo que le recordamos; debemos servirle mas valientemente de lo que le servimos”(“¿Que clase de hombres habéis de ser?”, Liahona, julio de 1994, pág. 72).

Quizás lo que haya querido decirnos el presidente Hunter con esas palabras de admonición haya sido lo mismo que Alma enseñó cuando habló de experimentar un gran cambio en el corazón. El enseñó a los miembros de la Iglesia en Zarahemla que debían elevar el corazón a un plano espiritual mas alto; les habló de la importancia de confiar en Dios y les dijo lo esencial que era ejercer la fe; luego les hizo esta pregunta fundamental que debemos hacernos nosotros mismos en la actualidad:

“Y ahora os digo, hermanos míos, si habéis experimentado un cambio en el corazón, y si habéis sentido el deseo de cantar la canción del amor que redime, quisiera preguntaros: ¿Podéis sentir esto ahora?” (Alma 5:26).

Mis hermanos, nuestra bondad -todo empeño de rectitud-, nuestras buenas obras, nuestra obediencia y nuestros esfuerzos por bendecir a los demás tienen que estar basados en nuestra fe en Cristo y motivados por ella, por el testimonio que tengamos de Su misión y de Su sacrificio y por nuestra disposición a abandonar la situación cómoda en que noshallamos. No nos será posible responder afirmativamente a la pregunta de Alma hasta que hayamos encontrado el modo de fortalecer, aumentar y magnificar nuestro testimonio de Jesucristo y el efecto de la Expiación en nosotros mismos.

Satanás quiere impedirnos alcanzar esa cima que nos permita desarrollar un testimonio tan fuerte que el no pueda tener influencia en nosotros. Su obra consiste en malograr nuestros esfuerzos, pero el Señor nos ha dicho:

“Así que, no temáis, rebañito; haced lo bueno; aunque se combinen en contra de vosotros la tierra y cl infierno, pues si estáis edificados sobre mi roca, no pueden prevalecer” (D. y C. 6:34).

Tenemos toda confianza en que la tierra y el infierno no prevalecerán sobre ustedes, pero es indispensable que abandonen las mesetas bajas en que se encuentran y asciendan a terrenos mas elevados.

Quisiera terminar con las magnificas palabras de nuestro amado Profeta, Gordon B. Hinckley, que dijo:

“Sigan adelante. Lo mejor esta por venir. Inculquen a nuestros jóvenes algo mas de espiritualidad; cultiven en el corazón de cada uno un sentido de la relación que tiene con el Señor, al mismo tiempo que ellos empiezan a conocer al Salvador del mundo entendiendo algunos de los elementos de la expiación del Redentor por medio de los cuales se pone la vida eterna al alcance de cada uno de nosotros” (Graduación del seminario de la es cuela “West High”, Salt Lake City, 14 de mayo de 1995; reunión de liderazgo del sacerdocio, Conferencia Regional de Springville y Heber City, 13 de mayo de 1995).

Que Dios bendiga a los padres. Nosotros los queremos y sabemos que no es fácil hacer lo que están haciendo; sabemos que cada día les trae dificultades y pruebas que les parecen insuperables. Que mediante el aumento de su fe y de su confianza en el Señor puedan obtener fortaleza, vigor y resistencia renovados para enseñar y bendecir a aquellos que son parte de su mayordomía paternal. Que por los consejos del presidente Howard W. Hunter, del presidente Gordon B. Hinckley y de todos los que han dado su inalterable testimonio de Jesucristo, sepan que sólo por medio del amor y las enseñanzas de Aquel de quien testificamos, y gracias a las bendiciones de Su expiación por nosotros, podemos enseñar con el poder de bendecir y salvar a nuestras familias en el reino de Dios. De esto testifico en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.