1990–1999
El Camino de Perfección del Reino
Abril 1998


El Camino de Perfección del Reino

“A medida que invertimos nuestro tiempo, talentos y recursos para edificar Sión, nuestros corazones se purifican, nuestra sabiduría aumenta, se empiezan a crear hábitos celestiales”.

El profeta José Smith habló de antiguos profetas que se llenaron de gozo inefable cuando, por medio de una visión, vieron nuestra época; ellos profetizaron, cantaron, alabaron y escribieron sobre esta grandiosa era culminante. No cabe duda de que Dios está derramando Su Espíritu en rica abundancia sobre Su reino terrenal.

Declaramos al mundo que el reino del Señor no es, de ninguna manera, una comunidad exclusiva. El Señor invita a toda la gente a viajar a través del sendero de perfección de verdad divina. La recompensa: Él promete gozo y felicidad eternos. El valor de la entrada: un corazón quebrantado, un espíritu contrito y el deseo de seguir Sus pasos.

Escuchen la voz del Señor al respecto: “He aquí, hablo a todos los que tienen deseos buenos y han metido sus hoces para segar.

“He aquí, soy Jesucristo, el Hijo de Dios. Soy la vida y la luz del mundo ..

“… mas de cierto, de cierto te digo, que a cuantos me reciban daré el poder de llegar a ser hijos de Dios, sí, a los que crean en mi nombre” (D. y C. 11:27-28, 30).

Hermanos y hermanas, el meter nuestras hoces para ayudar a edificar el reino del Señor debe ser el enfoque mas importante de nuestra vida. Parece razonable señalar que todos estuvimos de acuerdo con ello en la vida preterrenal. Las decisiones clave que tienen que ver con el estudio, la carrera, el matrimonio, el uso mismo de nuestro tiempo, talentos y recursos, deben centrarse, con espíritu de oración, en la mejor forma de servir al Maestro, de edificar Su reino y de perfeccionarnos en El.

Nuestra obra en la edificación de Sión es variada. En un sentido, Sión es una zona geográfica, con un centro, mientras extiende sus límites hasta llenar finalmente la tierra. Extendemos los límites de Sión cuando compartimos el Evangelio con nuestros semejantes; eso es parte de nuestro trabajo aquí.

En otro contexto se muestra a Sión como una organización en la cual trabajamos para fortalecer a sus estacas por medio de nuestros llamamientos. A su vez, cada estaca se introduce con fuerza en el terreno del Evangelio, proporcionando así una defensa y un refugio para que los seguidores de Cristo se mantengan firmes en contra de los señuelos del adversario. Las estacas crean el ambiente básico para el perfeccionamiento del pueblo de Dios en la tierra.

Las Escrituras indican que existe un tercer contexto con respecto a Sión, uno intensamente personal. Es el proceso de perfeccionamiento dentro de nosotros mismos. Aquellos que tengan el deseo de servir están invitados a trabajar en la viña del Señor, transformándose ellos mismos en forma constante para llegar a ser los puros de corazón.

La simbiosis entre Iglesia y miembro es sorprendentemente eficaz. A medida que invertimos nuestro tiempo, talentos y recursos para edificar Sión, nuestros corazones se purifican, nuestra sabiduría aumenta, se empiezan a crear hábitos celestiales y el Espíritu Santo nos prepara para recibir la presencia del Padre y del Hijo. Al meter nuestra hoz cosechamos una doble porción: para nosotros y para el reino.

Por lo tanto, encierran gran significado eterno las preguntas introspectivas: ¿Reúno los requisitos para ser considerado puro de corazón? ¿Puedo, sin reservas, unirme a las voces de la congregación del rey Benjamín cuando dijo: “Sí, creemos todas las palabras que nos has hablado; y además, sabemos de su certeza y verdad por el Espíritu del Señor Omnipotente, el cual ha efectuado un potente cambio en nosotros, o sea, en nuestros corazones, por lo que ya no tenemos más disposición a obrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente”? (Mosíah 5:2) .

Si el presidente Hinckley fuera a pedir nuestra reacción al final de esta conferencia, como lo hizo el rey Benjamín con su pueblo, ¿podríamos decir que hemos sentido un potente cambio en nuestro corazón? ¿Se ha fortalecido en forma suficiente nuestra disposición para abandonar lo que desagrada a Dios y ha cambiado a fin de que busquemos hacer lo bueno continuamente?

La vida de esos primeros santos nefitas proporciona una visión poderosa de nuestro propio potencial, ya sea como iglesia y como personas; el Señor obra en nosotros a ambos niveles.

Al avanzar hacia la perfección es fácil sentir que estamos muy por debajo de lo que se espera, pero debemos confiar en que el Señor nos conoce en forma íntima; Él conoce las intenciones de nuestro corazón. El nos mostrará el camino con toda seguridad si nos humillamos, si somos obedientes y si trabajamos con la mira hacia el mejoramiento continuo. Incluso ahora mismo, El nos prepara en formas que todavía no podemos ver. A medida que guardemos los mandamientos y nos esforcemos por servirle, se abrirán los ojos de nuestro entendimiento. Tenemos el potencial de llegar algún día a ser perfeccionados en Cristo; esa es una herencia divina.

A modo de guía, el presidente Kimball mencionó tres razones fundamentales para llevar a Sión a nuestro corazón y a nuestra presencia:

“Primero, debemos eliminar la tendencia al egoísmo, el cual atrapa el alma, endurece el corazón y obscurece la mente.

“Segundo, debemos cooperar completamente y trabajar en mutua armonía con los demás; debe haber unanimidad en nuestras decisiones y unidad en nuestras acciones.

“Tercero, debemos postrarnos ante el altar y sacrificar todo lo que nos sea requerido por el Señor. Comenzamos por ofrecer un ‘corazón quebrantado y un espíritu contrito’. Acto seguido, damos lo mejor de nuestros esfuerzos en nuestras áreas de asignación y llamamiento, aprendemos nuestro deber y lo ponemos en práctica plenamente. Por último, consagramos nuestro tiempo, talento y medios según nos lo pidan nuestros líderes y según nos lo indique la inspiración del Espíritu” (véase Liahona de agosto, 197S, págs. 129-130).

El hogar sirve como el gran laboratorio para practicar y enseñar el altruismo, y no puedo pensar en mejor formula que el mantener constantemente a la vista el consejo que se imparte en el documento “La familia: Una proclamación para el mundo”, dada por la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles. Sólo dos frases de este consejo profundo crean el sendero para la perfección en nuestros hogares.

Primero: “Los padres tienen la responsabilidad sagrada de educar a sus hijos dentro del amor y la rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, de enseñarles a amar y a servirse el uno al otro, de guardar los mandamientos de Dios y de ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan”.

Y segundo: “Hay más posibilidades de lograr la felicidad en la vida familiar cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo”. Esto nos permite crear una lista casi infinita de temas para consejos familiares y actividades de noche de hogar. (Liahona, junio de 1996, pág. 10).

Hermanos y hermanas, este reino no se parece a ninguna organización de la tierra. En un término que utilizo del mundo de los negocios, es una organización competitiva de vanguardia, que por sí sola nos guiará a la vida eterna; está fundado en la roca sólida, la roca de la revelación; por sí solo tiene el Evangelio restaurado de Jesucristo en su plenitud. A nivel personal, inspira una disciplina que nos purifica interiormente; nos saca de nuestros círculos de comodidad para que progresemos; fomenta el desarrollo de grandes dones espirituales y conocimientos que llevaremos con nosotros a la vida venidera. Proporciona el bautismo de fuego. En lo personal, nos otorga poderes en formas que sólo pueden venir de Dios.

Con agradecimiento y regocijo soy testigo de que éste es el gran reino de Dios sobre la tierra como se profetizo a través de las eras. Es el único sendero verdadero que nos guía en nuestra jornada de regreso a un Padre Celestial amoroso, después de haber sido redimidos por medio de la expiación de Su Unigénito. Así lo testifico, en el nombre de Jesucristo. Amén.