1990–1999
A Esto Aspiramos
Abril 1998


A Esto Aspiramos

“Esperamos que ustedes sean hombres que se mantengan “fieles a cualquier cosa que les fuera confiada [Alma 53:20]… Ruego que haya una mayor coherencia entre nuestras creencias y nuestros acciones”.

Hermanos, es un placer estar con ustedes esta noche. Pocas responsabilidades tienen tanto peso como el de dirigir la palabra a esta gran asamblea de poseedores del sacerdocio debido a que el sacerdocio es la fuerza más poderosa sobre la tierra. Como B. H. Roberts nos recuerda: “El sacerdocio es algo solemne. El poseer el poder delegado a uno por el Dios Todopoderoso, es decir, el poseer la autoridad para hablar y para actuar en Su nombre, y el poseer la misma fuerza vinculante, tal como si la misma Deidad hablara o actuara, es tanto un honor como una responsabilidad”1. Para mí, ustedes, hombres jóvenes, son como los guerreros de Helamán, “sumamente valientes en cuanto a intrepidez, y también en cuanto a vigor y actividad”. Como ellos, esperamos que ustedes sean hombres que se mantengan “fieles a cualquier cosa que les fuera confiada”2.

Esta noche ruego que haya una mayor coherencia entre nuestras creencias y nuestras acciones. Elijo, como mi texto, el Artículo de Fe N° 13: “Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres; en verdad, podemos decir que seguimos la admonición de Pablo Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas y esperamos sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos”3. Hermanos, el Espíritu de Cristo que hemos tomado sobre nosotros, ¿ejerce influencia en nuestra conducta laboral? Brigham Young dijo: “Deseamos que los santos aumenten su virtud hasta lograr que, por ejemplo, nuestros mecánicos sean tan honrados y veraces que esta Compañía Ferroviaria pueda decir: ‘Consigamos a un élder “mormón” como maquinista y así nadie tendrá temor de viajar, porque si él percibe algún peligro adoptará las medidas necesarias para preservar la vida de aquellos cuyo cuidado se le confía’. Yo quisiera ver que nuestros élderes sean tan honrados de tal forma que esta Compañía los prefiera como mecánicos, guardas, maquinistas, secretarios y gerentes. Si vivimos nuestra religión y somos dignos de ser llamados Santos de los Ultimos Días, seremos las personas indicadas a quienes tales empresas habrán de confiarse con perfecta seguridad; si no resultase así, ello sera una prueba de que no estamos viviendo nuestra religión”4. Lo que el presidente Young exhortó a los poseedores del sacerdocio en su época es tan importante como lo es en nuestros días, el Espíritu de Cristo debe penetrar en todo lo que hagamos, tanto en el trabajo, como en la escuela o en el hogar.

El presidente Spencer W. Kimball nos enseñó que “tomemos, una sola vez, la decisión de hacerlo bien”. Él tomó decisiones importantes temprano en su vida a fin de que no tuviera que tomarlas una y otra vez; y agregó: “Podemos alejar de nosotros algunas cosas de una vez por todas y dar el asunto por terminado … sin tener que reconsiderar y volver a decidir cien veces lo que vamos a hacer y lo que no vamos a hacer”5.

Durante la Segunda Guerra Mundial observé la forma en que algunos jóvenes muy especiales provenientes de hogares Santos de los Últimos Días rebajaron sus normas poco a poco y perdieron parte de su espiritualidad. En algunos países, el agua no era potable y las sustancias químicas para purificarla hacían que el agua tuviera un gusto peor, por lo que algunos comenzaron a beber café para disimular el sabor del agua. De vez en cuando, el ejército nos proporcionaba cigarrillos y una ración de licor: algunos ni siquiera aceptaban sus raciones y otros las aceptaban para cambiarlas por artículos y dinero a pesar de que no bebían ni fumaban. Otros pocos experimentaron con esas raciones y se convirtieron en esclavos durante cl resto de su vida; los hábitos que adquirieron durante la guerra los despojaron de su potencial espiritual y de muchas bendiciones del Señor.

Los poseedores del Sacerdocio de Dios deben ser hombres de impecable carácter. Siempre he admirado la integridad de nuestro padre Abraham cuando regresó de Egipto a Palestina; iba con su sobrino Lot y, de pronto, se desató una contienda entre los pastores de ganado de Abraham y los de Lot: “Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos”6. Abraham ofreció a Lot la posibilidad de elegir la propiedad que estaba a su mano izquierda o la que estaba a su derecha. Lot eligió la tierra del este, que era mas productiva y, por ende, Abraham tomó la tierra que estaba en el oeste. Mas adelante, Lot y toda su casa fueron capturados en una batalla y llevados a Dan, que estaba a más de ciento sesenta kilómetros al norte. Al escuchar de su suerte, Abraham armó a 318 de sus siervos y fue en busca de Lot; entonces, no sólo rescató a Lot y a su familia, sino que los restauró a su propiedad en Sodoma. El rey de Sodoma regresó de su exilio y, en gratitud, ofreció a Abraham el botín de la victoria, el cual Abraham rehusó diciendo: “… desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram”7. En esos episodios, Abraham demostró su imparcialidad, su integridad y su fe. Y el Señor le recompensó con bendiciones espirituales y terrenales hasta que finalmente prosperó mucho más que Lot.

La honradez es una parte importante del carácter Todos hemos visto hombres que piensan que no tienen que rendir cuentas ni a las leyes de los hombres ni a las de Dios; parecen creer que las normas de la conducta humana no se aplican a ellos. En efecto, una filosofía popular dice: “¿Qué puedo hacer sin que me pillen?”. Tal como dijo alguien una vez: “La diferencia que existe entre un hombre de moral y un hombre de honor es que el último lamenta un cato deshonesto incluso cuandoel acto haya prosperado”8.

La honradez comienza cuando uno es joven. Cuando yo tenía once años, deseaba cumplir los doce maravillosos años para ser diácono y scout. Mi madre me ayudó a aprender los Artículos de Fe, el lema y la ley scout, así como otros requisitos, con el fin de que cuando llegara tan anhelado cumpleaños, pudiera tener un buen comienzo.

Dado que no tenía hermanas, a mis hermanos y a mí se nos asigna ron tareas hogareñas y de la granja, tales como ordeñar y cuidar a los animales. Un día mamá me pidió que lavara la vajilla y que limpiara la cocina mientras ella brindaba atención a una vecina enferma, tarea que acepté, aunque dejé para más tarde el lavado de la vajilla. El tiempo pasó y no la lavé; de hecho, ni siquiera comencé. Cuando mamá llegó a casa y vio la cocina, se puso el delantal y se dirigió al fregadero; pero pronunció sólo tres palabras que fueron más punzantes que los aguijones de doce avispones, y eran las tres primeras palabras de la ley scout: “Por mi honor”. Ese día tomé la resolución de que nunca sería la causa de que mi madre me dijera esas palabras otra vez.

Por nuestro honor debemos ser honrados en todo lo que realicemos. Algunos jóvenes fallan en honrar las deudas con sus padres: “¿Me prestas algún dinero para salir?” es una pregunta que lleva implícita la promesa de devolver el dinero; aunque la promesa se ha hecho en forma tan casual que se olvida al mismo tiempo que se dice.

Debemos tener cuidado con el mal uso del crédito. En varios lugares, cl uso de la tarjeta de crédito ha aumentado la deuda del consumidor a proporciones gigantescas. Recuerdo una anécdota de un “viejo granjero que escribió lo siguiente a una compañía que vendía por catálogo: ‘Tengan la bondad de enviarme uno de los motores de gasolina que aparece en la página 787 y, si es bueno, les enviaré el cheque’. Con el tiempo recibió la siguiente respuesta: ‘Sírvase enviar el cheque y, si es bueno, le enviaremos el motor”9.

La sociedad contemporánea se precipita en la acumulación de bienes materiales de este mundo, lo que le lleva a pensar que puede alterar la ley de la cosecha, cosechando frutos sin pagar el precio del trabajo y el esfuerzo honrados. Al desear prosperar de inmediato, especula con planes financieros de alto riesgo que fomentan la riqueza instantánea, lo que, con mucha frecuencia resulta en pérdidas económicas, incluso hasta en la ruina financiera. Leemos en Proverbios: “El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa”10.

Como miembros de la Iglesia y, en particular, como poseedores del sacerdocio, creemos en ser castos. Para los hombres y las mujeres de la Iglesia no existe una norma doble o diferente con respecto a la limpieza moral; de hecho, pienso que los poseedores del sacerdocio tienen una mayor responsabilidad de mantener las normas de castidad antes del matrimonio, así como las de fidelidad después de él. El Señor ha dicho: “Sed limpios, los que lleváis los vasos del Señor”11; eso significa ser puro en pensamiento y acción. El profeta José Smith afirmó: “Si deseamos estar en la presencia de Dios, debemos conservarnos puros, como Él es puro”12. Si marido y mujer permanecen puros y castos, fieles el uno al otro en forma total durante las épocas de tormenta y de sol de la vida, cl amor que tengan el uno por el otro se intensificará y les proporcionará satisfacción celestial.13 Uno de los primeros apóstoles Santo de los Últimos Días, Parley P Pratt, dijo: “De esta unión de afecto emanan todas las demás relaciones, regocijos sociales y afectos que alcanzan todo aspecto de la existencia humana”.

Como el profeta José escribió en el decimotercer Artículo de Fe: “Creemos en ser … benevolentes … y en hacer el bien”. Desde los comienzos de la Iglesia, los misioneros regulares han hecho buenas obras, y estamos agradecidos por los más de 58.000 misioneros que sirven en la actualidad. La Primera Presidencia tiene la oportunidad de reunirse con muchos embajadores, primeros ministros, presidentes y funcionarios prominentes de orden público y político de todo el mundo, quienes a menudo dicen; “Hemos conocido a sus misioneros; los hemos visto en muchos lugares”. A veces esa gente prominente visita el Centro de Capacitación Misional de Provo y ve a los miles de misioneros que hay allí; los funcionarios siempre parecen quedar gratamente impresionados. Se ve a los misioneros bien arreglados y con decoro. A veces dicen: “Nos gustaría que nuestros hijos se relacionaran con la gente joven de ustedes en una de sus escuelas”.

El ser un misionero es una responsabilidad constante. Los ex misioneros deben dar el ejemplo al vivir los principios que enseñaron a los demás en el campo misional; el presidente Spencer W. Kimball dijo: “Hagan el favor, ex misioneros … hagan el favor de no abandonar ni en apariencia ni en principio ni en hábito, las grandes experiencias que tuvieron en el campo misional, tiempo en el que fueron como Alma y los hijos de Mosíah, verdaderos ángeles de Dios para la gente que conocieron, enseñaron y bautizaron. No esperamos que usen una corbata, una camisa blanca ni un traje azul obscuro todos los días que asistan a la escuela; pero, por cierto, no es mucho pedir que se mantengan bien arreglados, que sus hábitos personales reflejen la limpieza y la dignidad y el orgullo que sienten por los principio del Evangelio que enseñaron. Les solicitamos que hagan esto por el bien del reino y por todos los que se sintieron orgullosos, orgullo que todavía sienten, de que ustedes hayan cumplido una misión”14.

La admonición de Pablo incluye el esperar sufrir todas las cosas. El élder Clinton Cutler ejemplarizó la forma en que la esperanza, la perseverancia y la tenacidad dan lugar a las bendiciones del cielo. Literalmente, se convirtió en un instrumento en las manos le Dios. Clint y Carma Cutler fueron novios desde la segunda enseñanza y comenzaron su vida de casados gracias a una beca universitaria de baloncesto. Pero pronto tuvieron dificultades financieras y Clint fue a trabajar a una empresa de teléfonos. Lo primero que hizo allí fue dedicarse al lavado, al engrasado y al mantenimiento de los camiones de la compañía; eso lo llevó a trabajar en la oficina central, donde trabajó como reparador de cables. Durante tres años y medio, Clint trabajó de jornada completa y asistía jornada completa a la universidad. Se graduó en diciembre de 1960, con honores; época en que ya tenía cuatro hijos.14

Le sucedieron una serie de traslados y ascensos y, en 1963, mientras servía en Riverdale, Utah, se llamó a Clint a ser obispo. Tres años más tarde la familia se mudó a Midvale, Utah, en donde se le llamó a ser el segundo consejero de la presidencia de estaca.

Luego de tres años, Clint fue trasladado a Denver, Colorado, donde se le llamó como presidente de la Estaca Littleton, Colorado. Tuvo otros traslados, en uno de los cuales se le destinó a Boise, Idaho, en donde fue llamado como presidente de la Estaca Boise Oeste, Idaho; otro traslado lo llevó nuevamente a Salt Lake City, donde se llamó a Clint a ser Representante Regional. Su ascenso final ocurrió en 1984, en el que se le llamó a ser el vice presidente asistente y director de operaciones de mercadotecnia. Daba la sensación de que su empresa lo trasladaba adonde el Señor lo necesitaba.

Al jubilarse, él y su esposa regresaron a Utah, y en poco tiempo, Clint recibió el llamamiento de servir como presidente de la Misión Washington Seattle. En abril de 1990, su llamamiento final fue el de servir como Autoridad General en el Segundo Quórum de los Setenta, y ese llamamiento finalizó el 9 de abril de l994 con su fallecimiento, hecho que siguió a una heroica batalla contra el cáncer.

No quiero dejar implícito que los llamamientos a presidir y los ascensos son una indicación de fidelidad y de dignidad; no lo son y nunca lo fueron. Todos hemos sido ricamente bendecidos por maestros fieles y humildes que nos han enseñado el Evangelio por el precepto y por el ejemplo; pero el ejemplo del élder Cutler demuestra que la fe, la esperanza y la perseverancia ayudan a nuestro Padre Celestial a fortalecernos y a realzar nuestras habilidades y oportunidades, sin importar lo ordinarias que pudieran ser.

Los miembros de la Iglesia deben aspirar a lo bello; no aspirar a la belleza de lo que se ha pintado superficialmente, sino a lo puro, a la belleza innata que Dios ha plantado en nuestra alma; debemos aspirar a aquello que dota de pensamientos elevados e impulsos excelentes. El hombre, tal como lo dijo una vez el presidente John Taylor, “está destinado, si se supera en sus oportunidades, a mayores y superiores bendiciones y gloria que las relacionadas con la tierra en su estado presente … él podrá presentarse puro, virtuoso, inteligente y honorable como hijo de Dios, y buscar los consejos de su Padre y ser guiado y gobernado por ellos”‘5. En verdad, podemos decir, junto con el presidente Brigham Young, que se espera que uno sea “amable y bueno, modesto y verídico, [que esté] lleno de fe e integridad … [porque] la bondad emite un halo de hermosura sobre toda persona que la posea, causando que su semblante irradie luz y que se procure gozar de su amistad debido a su excelencia” 16,

En la historia de la Iglesia hemos sufrido muchas cosas y, al contemplar el futuro, esperamos poder sufrir todas las cosas. Tengo confianza en que lo haremos, a pesar de que nadie sabe con exactitud qué es lo que nos espera.15 ¿De qué manera sufriremos todas las cosas? La respuesta es increíblemente sencilla: lo haremos por medio de la fe y la unidad y al seguir a los profetas de Dios; así ha sido en el pasado, y así será en el futuro.16

En Su infinita sabiduría y desde los comienzos de la tierra, Dios ha guiado a Su pueblo por medio de profetas. Sólo una persona, sin embargo, puede ejercer todas las llaves de autoridad al mismo tiempo y, en nuestro día, ese profeta es el presidente Gordon B. Hinckley. Al observar los maravillosos programas de la Iglesia en el mundo, ¿quién puede dudar del liderazgo profético del presidente Hinckley? Todos rogamos que el Señor continúe sosteniéndolo y magnificándolo en todo sentido; el apoyar totalmente al presidente Hinckley y a todos los que se asocian con Él como Profetas, Videntes y Reveladores nos ayudará a sufrir todas las cosas. Que así lo hagamos, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. B. H. Roberts, New Witnesses for God, Vol. 1, pág. 195.

  2. Alma 53:20.

  3. Artículo de Fe N° l 3.

  4. Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Brigham Young, págs. 26-27.

  5. “El poner metas y progresar”, Liahona, julio de 1985, pág. 45.

  6. Génesis 13:8.

  7. Génesis 14:23.

  8. H. L. Mencken, Dictionary of Humorous Quotations, editado por Evan Esar, Nueva York, 1949, pág. 126.

  9. Braude’s Treasury of Wit and Humor, Jacob M. Braude, pág. 45.

  10. Proverbios 28:20.

  11. D. y C. 38:42.

  12. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 276.

  13. Encyclopedia of Mormonism, Vol. III, Procreation, págs. 52-54.

  14. The Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball, pág. 593.

  15. The Goverment of God, capítulo 4 “What is Man? What is His Destiny and Relationship to God?”

  16. Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Brigham Young, pág. 231.