1990–1999
El Quórum Del Sacerdocio
Octubre 1998


El Quórum Del Sacerdocio

“Decídanse ahora a hacer todo lo posible por lograr que su quórum del sacerdocio sea digno del nombre, sea fiel a su misión”.

En 1918, el hermano George Goates era granjero y cultivaba remolacha azucarera en Lehi, Utah. Ese año el invierno empezó temprano y congeló gran parte de su cosecha de remolacha todavía por recoger. La siega fue lenta y difícil para el hermano Goates y su hijo Francis, un niño. Entretanto, una epidemia de gripe cundía por todo el lugar. La terrible enfermedad ya había truncado la vida de Charles, otro de sus hijos, y de tres hijitos de este, dos niñitas y un varón; en el transcurso de sólo seis días, el apesadumbrado George Goates había hecho tres viajes a Ogden, Utah (entre Ogden y Lehi hay aproximadamente 115 kilómetros), con el fin de llevar los cuerpos para sepultarlos. Al final de ese espantoso período, George y Francis Goates tomaron su carromato y se dirigieron al campo de remolachas.

En el camino se cruzaron con muchas carretas conducidas por granjeros vecinos cargadas de remolachas que se dirigían a la fabrica azucarera. Al encontrarse, cada uno de los conductores lo saludaba con la mano y le decía: “¿Qué tal, tío George?”, “Lo lamento mucho, George”, “¿qué pena, George?”, “¡Acá están tus amigos, George!”.

En la ultima carreta iba Jasper Rolfe, “el pecoso”, que lo saludó alegremente, diciendo: “¡Aquí van todas, George!”.

El hermano Goates se volvió hacia Francis y comentó: “¡Ojalá fueran todas las nuestras!”.

Al llegar a la entrada de la granja, Francis bajó de un brinco y abrió el portón para que su padre entrara en el campo con el carromato. George detuvo a los animales y miró a su alrededor: ¡No había una sola remolacha en todo el campo! Entonces se dio cuenta de lo que Jasper Rolfe había querido decir con sus palabras: “¡Aquí van todas, George!”

El hermano Goates bajó de su carromato, recogió un puñado de la fértil tierra oscura que tanto amaba, y otro de tallos, y contemplo un momento esos símbolos de su labor sin poder creerlo.

Después se sentó sobre una pila de tallos, y aquel hombre que en sólo seis días había sepultado a cuatro seres queridos; que había hecho los féretros, había cavado los sepulcros e incluso ayudado a vestir a los muertos; aquel hombre sorprendente que no había vacilado, ni se había amilanado ni había desmayado en medio de esas penosas pruebas; aquel hombre se sentó en una pila de tallos y se echó a sollozar como un niño.

Luego se levantó, secó sus ojos, miró hacia el cielo y dijo: “Gracias, Padre, por los élderes de nuestro barrio”1.

Sobre esos élderes es que deseo hablar esta noche. Quiero hablar de los hermanos del sacerdocio, del quórum del sacerdocio.

El presidente Boyd K. Packer ha explicado esto:

“En tiempos antiguos, cuando se nombraba a un hombre para integrar cierto grupo, su comisión, escrita siempre en latín, bosquejaba la responsabilidad de la organización, definía quienes serían los miembros, e invariablemente contenía la expresión ‘quórum vos unum’, que quería decir: ‘Del cual deseamos que seas uno”2.

“En la dispensación del cumplimiento de los tiempos, el Señor mandó que el sacerdocio debía ser organizado en quórumes, lo cual significa asambleas selectas de hermanos a quienes se ha dado la autoridad para que se hagan responsables de que [Sus] asuntos … se lleven a cabo y Su obra siga adelante.

“Un quórum es una hermandad … El ser parte … de su quórum es el derecho de quien ha sido ordenado a un oficio dentro del sacerdocio …” 3.

Las Escrituras establecen cuales son los quórumes del sacerdocio y sus respectivos deberes en la Iglesia de Jesucristo de la actualidad, entre ellos el de la Primera Presidencia4, el del Quórum de los Doce Apóstoles5 y los Quórumes de los Setenta6. Se describe a los “ministros residentes” de las estacas de Sión, a los sumos sacerdotes y a los élderes7, así como a los tres quórumes del Sacerdocio Aarónico, los presbíteros, los maestros y los diáconos8.

Hace sesenta años, el élder Stephen L. Richards, que era entonces miembro del Quórum de los Doce, hizo esta descripción clara y concisa, típica de él, de la función que desempeñan los quórumes del sacerdocio: “Un quórum es tres entidades: primero, es una clase; segundo, es una hermandad; y tercero, es una unidad de servicio”9. Examinemos brevemente estos tres aspectos de los quórumes del sacerdocio.

Primero, un quórum es una clase: Cuando el quórum o grupo se reúne como clase, sus miembros pueden aprender juntos, ser “nutridos por la buena palabra de Dios”10 y progresar espiritualmente; estudiamos para poder enseñar mejor”.11 Desde principios de este año el Sacerdocio de Melquisedec tiene un programa de estudios, que la Sociedad de Socorro comparte hasta cierto punto, que puede dar nueva vitalidad a los quórumes y convertirlos en “escuelas de los profetas”12. El segundo y el tercer domingo del mes el curso de estudios se basa en las enseñanzas de los presidentes de la Iglesia. El texto de instrucción para 1998-99 es una recopilación de partes de los discursos de Brigham Young; es un volumen fecundo en doctrina y aplicación. El curso continúa el cuarto domingo con Enseñanzas para nuestra época, otro texto que nos da oportunidad de estudiar temas actuales del Evangelio aprobados por la Primera Presidencia. Hermanos, los que son lideres de quórumes y grupos, tengan a bien estudiar, hasta entenderlas por completo, las instrucciones que la Primera Presidencia ha proporcionado con respecto a este nuevo curso de estudios. Después, pónganlas en practica con precisión.

Los quórumes del Sacerdocio Aarónico también son bendecidos con un material de clase magnifico, aunque no siempre ha sido así. A principios de siglo, algunas estacas preparaban bosquejos de lecciones sistemáticos e impresos para los quórumes del Sacerdocio Aarónico, pero otras dejaban a los jóvenes librados a sus propios medios. Esto dio como resultado “algunas reuniones del sacerdocio que serían insólitas según nuestras normas. Un grupo del sacerdocio menor, por ejemplo, dividía el tiempo de la clase entre la enseñanza religiosa y libros de aventuras como Tom Sawyer, El libro de la jungla, El llamado de la selva, Los cerdos son cerdos y Francisco entre los rancheros”13. Actualmente, esa “educación cultural” se deja para otras ocasiones y lugares; cuando el quórum se reúne como clase, ese tiempo se reserva para asuntos de un orden mas elevado. Hoy en día, en el curso de estudios del Sacerdocio Aarónico se estudian temas como “Los convenios guían nuestras acciones”, “El respeto hacia las madres y su papel divino”, “Cómo valorar y alentar a las personas con impedimentos” y “El valor moral”. Los quórumes del Sacerdocio Aarónico merecen tener una verdadera clase del sacerdocio como parte de la sana experiencia del quórum.

Segundo, el quórum como hermandad: En la conferencia general de octubre de 1982, el élder Robert L. Backman relató la experiencia de un joven llamado Mark Peterson. Poco después de haberlo ordenado diácono, la presidencia del quórum de diáconos hizo arreglos para visitar a Mark y a los padres en su casa.

Puntualmente, a la hora señalada, sonó el timbre. En el porche se encontraban los miembros de la presidencia, vestidos de traje, camisa blanca y corbata, y cada uno llevaba las Escrituras.

Se sentaron con Mark y los padres, empezaron por dar una oración y luego entregaron a cada uno de los presentes una minuta; luego, el presidente abrió las Escrituras y pidió a Mark y a su papa que leyeran los versículos que se refieren al poder del Sacerdocio Aarónico, a lo que es y a los deberes particulares de un diácono; después, habló sobre los deberes y responsabilidades de Mark; como debía vestirse, cómo habría de repartir la Santa Cena, cómo serviría de mensajero y buscaría las ofrendas de ayuno. Al fin, le dijeron que si tenía algo que preguntar, lo hiciera.

Al terminar la visita, le dieron la bienvenida al quórum y le ofrecieron cualquier ayuda que necesitara. Cuando se fueron, Mark tenía los ojos grandes como dos platos y le dijo a su papa: “¡Son fantásticos!”14.

La hermandad de los quórumes del sacerdocio puede ser ciertamente “fantástica”. Cuando pase a ser miembro de un Quórum de los Setenta, di por sentado que mis hermanos me aceptarían con el transcurso del tiempo si les probaba que era digno de relacionarme con ellos; esperaba merecerlo un día y recibir su aprobación. Pero tuve la gran sorpresa de sentirme inmediatamente bienvenido y tratado como hermano desde el principio, como un igual por hombres que eran mucho más talentosos y distinguidos que yo. Desde el primer día que entre en el quórum, me han apoyado y alentado, me han amado y enseñado. Como resultado, siento un profundo deseo de contribuir a la obra del quórum y de asistir a mis hermanos en todo lo posible.

El presidente David 0. McKay enseñó lo siguiente; “Si el sacerdocio significara sólo la distinción personal o la jerarquía individual, no habría necesidad de tener grupos ni quórumes. La existencia misma de esos grupos, establecidos por autorización divina, proclama el hecho de que dependemos unos de otros, de que existe la indispensable necesidad de la ayuda mutua”15.

Y recordemos que en ninguna otra parte es más esencial la hermandad de los quórumes que en el caso de los hermanos recién bautizados y su familia. Los líderes de quórum y grupo deben hacer oír la voz directiva y proporcionar la fuerza motriz en todo consejo de barrio y rama con respecto a la retención de los conversos.

Tercero, el quórum como unidad de servicio: Cuando hablé antes sobre el nuevo curso de estudios del Sacerdocio de Melquisedec, no mencione lo que sucede el primer domingo del mes. Ese día tiene lugar una reunión muy especial. El primer domingo, los poseedores del sacerdocio se reúnen en quórumes y grupos para aprender sus deberes y planear sus labores. La minuta contiene capacitación y análisis, informes y asignaciones. Es una ocasión le aprender a administrar correctamente las ordenanzas y bendiciones del sacerdocio; es una ocasión de atender a los asuntos del sacerdocio; una ocasión de poner al sacerdocio en acción. Me imagino una reunión similar realizada hace ochenta años en Lehi, Utah, en donde los élderes hicieron planes a fin de cosechar la remolacha azucarera de su abrumado hermano George Goates.

Los quórumes del Sacerdocio Aarónico y los del Sacerdocio de Melquisedec expandirán su alma al prestar servicio. Nuestro gran Sumo Sacerdote Presidente y nuestro ejemplo es Jesucristo, que dijo:

“… el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,

“y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.

“Porque el Hijo del Hombre no vino al mundo para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”16.

Hace años, el presidente Gordon B. Hinckley describió algo así como una visión con respecto a los quórumes del sacerdocio, cuando dijo:

“Será un día maravilloso, hermanos, será un día en que se cumplan los propósitos del Señor, aquel en el que los quórumes del sacerdocio se transformen en un ancla de fortaleza para cada uno de esos miembros, aquel en que cada hombre pueda decir con propiedad: ‘Soy miembro de un quórum del sacerdocio de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Estoy listo para ayudar a mis hermanos en todas sus necesidades, de la misma forma en que ellos están listos para ayudarme a mí en las mías. Trabajando juntos, progresaremos espiritualmente como hijos del convenio de Dios. Trabajando juntos podremos enfrentarnos, sin vergüenza y sin miedo, a todo viento de adversidad que nos azote, ya sea económico, social o espiritual”17.

No debemos demorar ni esperar más el grandioso día en que eso se cumpla. Cada uno de ustedes que ha recibido una ordenación en el sacerdocio pertenece a un quórum. Si viven en un lugar donde no haya bastantes hermanos para formar uno, son miembros de un grupo del sacerdocio que se convertirá en quórum. Decídanse ahora a hacer todo lo posible por lograr que su quórum del sacerdocio sea digno del nombre, sea fiel a su misión. Estudien con sus hermanos en la clase del quórum. Pónganse junto a ellos hombro a hombro en la hermandad del quórum. Trabajen juntos prestando servicio en el quórum. El quórum, hermanos, el quórum. En el nombre de Jesucristo. Amen. O

  1. Citado por Vaughn J. Featherstone, véase Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte A, págs. 28-30.

  2. Un sacerdocio real, Guía de estudio personal del Sacerdocio de Melquisedec, 1975-76, pág., 154.

  3. “Lo que todo élder debe saber; y toda hermana también”, Liahona, noviembre de 1994, pág. 19.

  4. D. y C. 102:9-10; 107:9, 22, 78-81, 91-92.

  5. D. y C. 18:26-27; 107:23-24, 33, 35, 58.

  6. D. y C. 107:25-26, 34, 38, 93-97.

  7. Véase D. y C. 20:38 45; 43:15-16; 107 71 10-12, 17, 89; 124:133 135, 137.

  8. Véase D. y C. 20:46-60; 107:60-63; 85:88.

  9. En Conference Report, octubre de 1938, pág. 118.

  10. Moroni 6:4.

  11. Véase D. y C. 50: 13-14.

  12. Véase D. y C. 88:127.

  13. William Hartley, “The Priesthood Reform Movement”, BYU Studies, invierno de 1973, (13:2), pág. 138.

  14. Véase “Los quórumes del Sacerdocio Aarónico”, élder Robert Backman, Liahona, enero de 1983, pág. 64.

  15. En Conference Report, octubre de 1968, pág. 84; Improvement Era, diciembre de 1968, pág. 84.

  16. Marcos 10:43- 45.

  17. “Los quórumes del sacerdocio en el Plan de Bienestar”, Liahona, febrero de 1978, pág. 125.