1990–1999
Bienvenidos a la conferencia
October 1999


Bienvenidos a la conferencia

“La Iglesia sigue creciendo a paso acelerado, influyendo positivamente cada vez en más vidas. Se está expandiendo por toda la tierra de una manera maravillosa”.

Mis amados hermanos y hermanas: Les damos la bienvenida a esta gran conferencia mundial de la Iglesia. Estamos agradecidos por la presencia de todos ustedes y por los esfuerzos que han hecho para estar aquí. Agradecemos los lazos que nos unen con nuestros hermanos y hermanas reunidos en miles de recintos alrededor del mundo.

La Iglesia sigue creciendo a paso acelerado, influyendo positivamente cada vez en más vidas. Se está expandiendo por toda la tierra de una manera maravillosa.

Esta mañana quiero aprovechar la oportunidad para hablarles brevemente sobre el progreso alcanzado en pos de nuestra meta de contar con cien templos en funcionamiento para el año 2000.

Desde el principio del año en curso hemos dedicado templos en Anchorage, Alaska; Colonia Juárez, México; Madrid, España; Bogotá, Colombia; Guayaquil, Ecuador; Spokane, Washington; Columbus, Ohio y Bismarck, Dakota del Norte; o sea, un total de ocho. Entre ahora y fin de año dedicaremos siete templos más, en Columbia, Carolina del Sur; Detroit, Michigan; Halifax, Nueva Escocia; Regina, Saskatchewan, Canadá; Billings, Montana; Edmonton, Alberta y Raleigh, Carolina del Norte. Al llegar al final del año 1999, esperamos que haya 68 templos en funcionamiento.

Ha sido una experiencia maravillosa participar en los servicios de dedicación de todos esos templos. Lo más reconfortante de todo ha sido el entusiasmo de la gente. El espíritu de la obra del templo descansa sobre ellos y manifiestan su enorme agradecimiento por tener una casa del Señor más cerca de su hogar. Muchos de ellos han viajado largas distancias en el pasado y algunos siguen haciéndolo. Al congregamos en esos sagrados servicios para dedicar esos benditos edificios, hemos visto a mucha gente con lágrimas en los ojos.

Gran cantidad de niños y niñas han asistido a esos servicios. A ellos se les ha recordado que esos templos no son únicamente para sus padres, sino también para ellos. A los doce años de edad pueden entrar a la Casa del Señor para llevar a cabo el bautismo vicario por quienes se encuentran del otro lado del velo de la muerte. ¡Qué servicio tan magnífico y desinteresado! ¡Qué cosa tan maravillosa es que nuestros jóvenes participen en forma totalmente abnegada en esa ordenanza en favor de aquellos que no están capacitados para efectuarla por sí mismos.

A la par de ese incremento de actividad de los templos está el aumento en la obra de la historia familiar. Los sistemas de informática, con su vasta capacidad, están acelerando el trabajo y la gente está beneficiándose con las nuevas técnicas que se ponen a su alcance. ¿Cómo puede alguien negar que la mano del Señor está en todo esto? Al mejorar la tecnología computarizada, también crece el número de templos para dar cabida al paso acelerado de la obra de historia familiar.

Cientos de miles de personas que no son miembros de la Iglesia han asistido a los programas de puertas abiertas de los nuevos templos. Lo han hecho con reverencia y respeto. En muchos casos, los templos son, sin ninguna duda, los edificios más sobresalientes de las ciudades donde se encuentran localizados. La gente se maravilla ante su belleza. Pero, sobre todo, se quedan impresionados con los cuadros del Señor que se exhiben en estas santas casas. Al verlos ya no nos consideran una religión no cristiana. Es importante que ellos sepan que la figura central de toda nuestra adoración es el Señor Jesucristo.

Esta tarea de construir tantos templos ha sido y es una empresa de gran magnitud. Es imposible darse cuenta de todo lo que entra en juego en ella a menos que se esté muy allegado a todo lo relacionado con su proceso. Cada uno de estos edificios, ya sea grande o pequeño, es construido de la mejor manera posible, usando los mejores materiales. Su costo es mucho mayor que el de la construcción de una capilla, puesto que son edificados de acuerdo con normas más elevadas. Quiero expresar mi agradecimiento a la gran cantidad de hombres y mujeres dedicados que trabajan con ahínco en este magnífico proyecto.

Las mismas ordenanzas que se otorgan en el Templo de Salt Lake, el más grande de la Iglesia, están a disposición en todos los demás, inclusive los de tamaño más pequeño. Lo cierto es que no son pequeños, sino que son cómodos y hermosos, y representan lo supremo de nuestra adoración y lo máximo de las bendiciones concedidas.

A fines de este mes pensamos dar la palada inicial para el Templo de Nauvoo. Es mucho el entusiasmo que hemos visto y las contribuciones que se han hecho a favor de este histórico proyecto.

El año entrante habremos de continuar con la obra de las dedicaciones; será una temporada muy ocupada, ya que pensamos dedicar cuarenta y dos templos o más. Al llegar al término del año 2000, si lo que ahora tenemos planeado se llega a realizar, no solamente tendremos los cien que nos trazamos como meta, sino más de ellos.

No nos detendremos. Tal vez no edifiquemos al mismo ritmo, pero continuaremos mientras ésa sea la voluntad del Señor.

Hermanos y hermanas, es una etapa gloriosa de esta obra. Dios, nuestro Padre Eterno, está bendiciendo Su causa, Su reino y Su pueblo. Los recursos de la Iglesia, incluso los edificios y las instalaciones para efectuar la obra del templo, siguen en aumento.

En vista de que no edificamos un templo hasta que haya suficiente gente en ese lugar, hasta que haya suficientes personas que paguen diezmo y hasta que haya suficiente fe, la construcción de estos sagrados edificios es una indicación del aumento de la fe y de la obediencia a los principios del Evangelio.

Que seamos dignos de las bendiciones del Señor al seguir adelante en esta gran obra, cuya influencia afecta no solamente a quienes estamos vivos, sino a la gran multitud de muertos de todas las generaciones, lo ruego con humildad, en el nombre de Jesucristo. Amén.