2000–2009
Sé testigo
Abril 2000


Sé testigo

“Ustedes tienen todo lo que necesitan para levantarse fuertes, firmes y fieles porque el Señor está de parte de ustedes”.

Whitney es una jovencita muy inteligente de catorce años que se unió a la Iglesia hace aproximadamente un año. Fue una experiencia especial observar al equipo de fútbol de niñas que estaba presente para su bautismo. Se habían apoyado mutuamente muchas veces. Así sucede con los equipos, y este equipo en particular era uno de los mejores, en el fútbol y en la vida. Cada una de las niñas era una Abejita, dando el ejemplo y siendo testigo de bondad, incluso en el campo de juego. A Whitney le gustaba ser parte de eso, ya que la hacía sentir bien.

Después de su bautismo, Whitney se quedó de pie ante nosotros con su amiga Elizabeth. Sus rostros brillaban, sus ojos resplandecían y sus sonrisas eran sinceras mientras repetían estas palabras que se habían aprendido de memoria: “Somos hijas de un Padre Celestial que nos ama y nosotras lo amamos a Él. Seremos ’testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar’ “. Whitney ya se había memorizado todo el lema de las Mujeres Jóvenes. De hecho, fue por motivo de que las amigas de Whitney fueron testigos que todas estuvimos allí en ese día memorable para darle la bienvenida a una hermosa hija de Dios a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

¿Qué significa ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar?

Primero que todo, al ser testigos en todo tiempo, prometemos amar y honrar al Señor todo el tiempo --de día y de noche, en verano y en invierno, en los buenos momentos y también en los malos--, amar al Señor y demostrar ese amor por la manera como vivimos. También dedicamos tiempo para darle las gracias, dedicamos tiempo para pedir ayuda, tomamos tiempo para buscar Su guía y luego tomamos tiempo para escuchar esa voz apacible y delicada que nos susurrará, nos ayudará y nos dará valor. Permítanme ilustrar esto:

Anya vive en Rusia. Cuando sólo tenía catorce años de edad, los misioneros comenzaron a enseñarle el Evangelio. Un día en su clase de la escuela, la maestra empezó a decir cosas falsas acerca de la Iglesia y del Libro de Mormón. No había Santos de los Últimos Días en la escuela para defenderla; pero la pequeña Anya, que ni siquiera era miembro, sino sólo una investigadora de la Iglesia, sabía que lo que la maestra estaba diciendo era incorrecto. Ella se puso de pie delante de toda la clase y defendió el Libro de Mormón y la Iglesia. ¡Qué valor! Les dijo que lo que estaban diciendo no era cierto y que ella sabía que el Libro de Mormón es verdadero y que si alguien quería saber la verdad por sí mismo, ella le invitaba a leerlo como ella lo había hecho. Después, Anya se fue a casa y les dijo a los misioneros que estaba lista para ser bautizada. Me encanta el valor que tuvo Anya para ser testigo en un momento importante.

El ser testigos en todas las cosas significa todas las cosas: cosas importantes, cosas insignificantes, en todas las conversaciones y en todas las bromas, en los juegos, en los libros que se leen y en la música que se escucha. En las causas que se apoyan, en el servicio que se brinda, en la ropa que se usa y en los amigos que se hacen.

Kendra, una Laurel, dice:

“Nunca pensé que estaba dando un ejemplo o que ’era testigo’ cuando escogía hacer lo correcto. Simplemente estaba tratando de ser digna de recibir todas las bendiciones que nuestro Padre Celestial me ha prometido”.

El ser testigos en todas las cosas significa: ser bondadosas en todas las cosas, ser las primeras en saludar, las primeras en sonreír, las primeras en integrar a las personas nuevas; las primeras en ser atentas, en pensar en los sentimientos de los demás y en incluir a los demás.

Nuestro Padre Celestial nos bendice cuando demostramos nuestro amor por Él en todas las cosas.

Por último, decimos que seremos testigos en todo lugar, lo cual significa no sólo en los lugares públicos, sino también en los lugares privados, secretos, oscuros o iluminados; en la iglesia, en la escuela, en casa o en los vehículos, en la montaña o en la playa; en la calle o en el parque. Sean un ejemplo de una hija de Dios digna en todo lugar.

Leí acerca de Shannon en la revista New Era. Su maestro de oratoria en la escuela secundaria asignó a los estudiantes un proyecto en grupo. Debían escoger una escena de una obra teatral para presentar en la clase. Un grupo escogió una escena de mal gusto que trataba temas algo inmorales. El maestro les permitió seguir adelante con su elección “en virtud del arte”.Pero el maestro, reconociendo que podría ser ofensiva, permitió que los que se sintieran incómodos salieran del aula.

Shannon comenzó a sentirse un poco nerviosa cuando los alumnos comenzaron su representación. Varios de sus compañeros se pusieron colorados y se rieron un tanto incómodos, pero nadie salió. Ella echó un vistazo a algunos de sus amigos Santos de los Últimos Días, en busca de alguno que les diera una señal para salir todos juntos, pero ninguno de ellos lo hizo. Shannon permaneció ante su pupitre con la cabeza gacha para que nadie pudiera ver sus mejillas rojas de vergüenza. Se sentía muy incómoda, pero también se sentía temerosa de salir. Después de todo, se trataba de arte, ¿o no? Shannon dice:

“En ese momento, recordé el lema de las Mujeres Jóvenes: ’Seremos “testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar’” (Mosíah 18:9). Supe de inmediato lo que iba a hacer. ’En todo lugar’ quería decir en todas partes, aun en un aula con mis amigos.

“De manera tranquila, me levanté y salí del aula. Eso fue todo. Nadie se levantó para seguirme. Nadie aplaudió mi acto de valor. Nadie se convirtió por mi ejemplo, pero en mi interior, supe que había hecho lo correcto” (véase Shannon D. Jensen, “Sé un testigo”, Liahona, agosto de 1999, página 8).

Hay algo, hermanas, que cada uno de estos ejemplos tiene en común. Para ser testigo, cada jovencita ejerció su buen criterio. ¿Han oído decir que alguien tiene buen criterio? Eso es un extraordinario cumplido. El ejercer buen criterio es una señal de madurez y de integridad. Nuestro Padre Celestial nos ha pedido ejercer nuestro juicio. Como leemos en Moroni, capítulo 7, versículo 15: “[O]s es concedido juzgar, a fin de que podáis discernir el bien del mal; y la manera de juzgar es tan clara, a fin de que sepáis con un perfecto conocimiento, como la luz del día lo es de la obscuridad de la noche”.¡Dice que podemos saber eso claramente! ¿Cómo? La manera de hacerlo está expuesta de un modo muy patente en el versículo 16: “[P]orque toda cosa que [1] invita a hacer lo bueno, y [2] persuade a creer en Cristo, es enviada por el poder y el don de Cristo, por lo que sabréis, con un conocimiento perfecto, que es de Dios” (numeración agregada).

Y ahora escuchen esto en el versículo 17: “[C]ualquier cosa que persuade a los hombres [1] a hacer lo malo, y [2] a no creer en Cristo, [3] …a negarlo, [4] …a no servir a Dios, entonces sabréis, con un conocimiento perfecto, que es del diablo… porque él no persuade a ningún hombre a hacer lo bueno, no, ni a uno solo” (numeración agregada).

¿Recuerdan a José que fue vendido para Egipto? Desde luego que él ejerció buen criterio cuando fue tentado por la esposa de Potifar para cometer un acto inmoral con ella. En la Biblia leemos que en ese momento crítico de su juventud, José se levantó y huyó de la situación. (Véase Génesis 39:7–12) Él no se quedó pensando qué debía hacer. No esperó un poco más, sino que se levantó como un testigo de rectitud en ese momento crucial. Él ejerció buen criterio y eso cambió el rumbo de las cosas.

Ustedes, al igual que José, son de linaje noble; tienen una herencia real porque son hijas espirituales de Dios. Ustedes son una generación escogida. Fueron escogidas desde antes de la fundación del mundo para venir en esta época. Dios mismo les enseñó en el mundo premortal.

Éste es el momento para que ustedes defiendan lo que saben que es correcto. Deben juzgar entre el bien y el mal. Ya no pueden dormirse sobre los laureles, ni dejarse llevar por la corriente ni preguntarse qué deben hacer. Tienen que decidir ahora qué camino van a seguir y qué respuesta van a dar. Decidan con anticipación, antes de que sobrevenga la presión, qué posición van a tomar.

¡La mejor noticia es que pueden ganar cualquier ataque que se dirija contra ustedes! No es tan difícil. ¡Simplemente usen el buen criterio! Ustedes pueden levantarse y cambiar el canal de la televisión, desconectar la pornografía en la computadora (ordenador), salirse del cine y no alquilar videos indecentes. No usen la ropa reveladora que es demasiado ajustada, o demasiado descubierta o demasiado corta. Déjenla en el armario. Mejor aún, déjenla en la tienda. Levántense y aléjense de la tentación, así como lo hizo José, salvo que él no solamente se alejó, sino que ¡huyó corriendo! Ustedes pueden hacer lo mismo literal y figurativamente, y estarán más protegidas, serán más puras, y estarán más seguras.

Una manera de desbaratar el plan de Dios para ustedes sería insensibilizar a las mujeres jóvenes. Se diría: denles una pequeña y aparentemente inocente prueba de algo que al final será destructivo, la próxima vez, denles un poco más y la próxima vez, aun más, y pronto, cuando sea el momento del gran golpe, éste pasará casi inadvertido. Se dice que si uno quiere hervir una rana, no hay que tirarla en una olla de agua hirviendo porque inmediatamente saldrá de un salto, sino que hay que ponerla en una olla de agua fría e ir aumentando el calor tan gradualmente que ni siquiera se dará cuenta del peligroso aumento de la temperatura. Mujeres jóvenes, me temo que la tendencia en nuestro mundo sea aumentar el calor lentamente. Presten atención. No permitan que las insensibilicen mediante lapsos graduales del buen criterio.

Cuando estén viendo imágenes, ya sea en televisión, en videos, en el cine, en Internet o en revistas, verán algunas cosas buenas y muy probablemente verán cosas que no lo son. Lo impropio y lo malo pueden tener la apariencia de ser aceptables. ¡No se dejen engañar! Simplemente ¡levántense y aléjense!

Queridas, hermosas mujeres jóvenes, ustedes saben algunas cosas que personas buenas del mundo desconocen porque a ustedes se les ha enseñado la verdad. Ustedes tienen todo lo que necesitan para levantarse fuertes, firmes y fieles porque el Señor está de parte de ustedes. El Salvador las ayudará a ser firmes mediante el poder de Su amor.

Hay muchísimas de nosotras que tenemos interés en ustedes. Caminen con nosotras. Caminen con Dios. “Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones” (D. y C. 112:10). Pongan su mano sobre la de Él y Él las dirigirá y las guiará en paz.

Estamos juntas en ésta, la mañana de un nuevo milenio. Whitney, que se acaba de bautizar, y las mujeres jóvenes de todo el mundo se unen para conmemorar los 2.000 años que han transcurrido desde el nacimiento del Salvador, el Hijo de Dios.

Pienso que es verdaderamente extraordinario que el mundo todavía recuerde al Niño que nació en Belén hace tanto tiempo. Él vivió una vida que todavía tratamos de emular. Él nos mostró el camino. Él nos enseñó verdades que todavía tratamos de vivir. Él sufrió voluntariamente por nuestros pecados porque nos amaba completamente. Él nos dio el derecho a arrepentirnos y dio Su vida para que podamos resucitar y vivir nuevamente después de la muerte.

Cuando pensamos en la magnificencia del don que nos dio, ¿qué cosa, por más pequeña que sea, podríamos hacer por Él y por nuestro Padre Celestial que le envió? Podríamos ser testigos del amor de Ellos y de Sus enseñanzas en todo tiempo, en todas las cosas y en todo lugar. Es mi oración que así sea, en el nombre de Jesucristo. Amén.