2000–2009
La redención de los muertos y el testimonio de Jesús
Octubre 2000


La redención de los muertos y el testimonio de Jesús

”Al buscar el nombre y los datos de nuestros antecesores y al efectuar por ellos las ordenanzas salvadoras que ellos mismos no pudieron efectuar, testificamos del alcance infinito de la expiación de Jesucristo”.

Teólogos cristianos han lidiado largo tiempo con el interrogante: ”¿Cuál es el destino de los innumerables millones de personas que han vivido y muerto sin ningún conocimiento de Jesús?”1. Con la restauración del Evangelio de Jesucristo llegó el conocimiento de que los muertos que no fueron bautizados son redimidos y de que Dios es ”un Dios perfecto, justo y misericordioso también”2.

Cuando Jesús aún vivía en la tierra, profetizó que él también predicaría a los muertos3. Pedro nos dice que eso ocurrió en el intervaloque hubo entre la crucifixión y la resurrección del Salvador4. El presidente Joseph F. Smith vio en visión que el Salvador visitó el mundo de los espíritus y que ”organizó sus fuerzas y nombró mensajeros de entre los [espíritus] justos, investidos con poder y autoridad, y los comisionó para que fueran y llevaran la luz del evangelio a los que se hallaban en tinieblas…

”A ellos se les enseñó la fe en Dios, el arrepentimiento del pecado, el bautismo vicario para la remisión de los pecados, [y] el don del Espíritu Santo por la imposición de las manos”5.

La doctrina de que los vivientes pueden proporcionar el bautismo y otras ordenanzas esenciales a los muertos, vicariamente, fue revelada de nuevo al profeta José Smith6. Él aprendió que a los espíritus que esperan la resurrección no sólo se les ofrece la salvación individual, sino que pueden ser unidos en el cielo como marido y mujer y ser sellados a sus padres y madres de todas las generaciones pasadas, y tener sellados a ellos a sus hijos de todas las generaciones futuras. El Señor reveló al Profeta que esos ritos sagrados sólo se efectúan apropiadamente en una casa edificada a Su nombre, un lugar santo: un templo7.

El principio del servicio vicario no debiera parecer extraño a ningún cristiano. En el bautismo que se efectúa para una persona viviente, el oficiante actúa, como representante, por y en lugar del Salvador. ¿Y no es acaso el principio central de nuestra fe que el sacrificio de Cristo expía nuestros pecados al satisfacer vicariamente las demandas de la justicia por nosotros? Como ha dicho el presidente Gordon B. Hinckley: ”Creo que la obra vicaria por los muertos se aproxima más al sacrificio vicario del Salvador mismo que ninguna otra obra de la que tenga conocimiento. Se realiza con amor, sin la esperanza de recibir compensación o pago de ninguna clase. Qué principio tan glorioso”8.

Algunos han interpretado mal y han supuesto que las almas difuntas ”son bautizadas en la fe mormona sin el conocimiento de ellas”9 o que ”a personas que una vez pertenecieron a otras fes se les impone la fe mormona como si hubiesen sido mormonas”10. Presuponen que de algún modo tenemos poder para forzar a un alma en asuntos de fe. Desde luego, no lo tenemos. Dios dio al hombre el albedrío desde el principio11. ”Los muertos que se arrepientan serán redimidos mediante su obediencia a las ordenanzas de la casa de Dios”12, pero sólo si aceptan esas ordenanzas. La Iglesia no los anota en sus listas ni los cuenta en su número de miembros.

Nuestro anhelo por redimir a los muertos, así como el tiempo y los recursos que invertimos en ese cometido, son, sobre todo, la expresión de nuestro testimonio con respecto a Jesucristo y constituye una afirmación tan poderosa como la que podemos hacer acerca de Su divino carácter y misión. Testifica, primero, de la resurrección de Cristo; segundo, del alcance infinito de Su expiación; tercero, de que él es la única fuente de la salvación; cuarto, que él ha establecido las condiciones de la salvación; y, quinto, que él vendrá otra vez.

El poder de la resurrección de Cristo

En cuanto a la resurrección, Pablo preguntó: ”De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?”13. Nos bautizamos por los muertos porque sabemos que resucitarán. ”El alma será restaurada al cuerpo, y el cuerpo al alma; sí, y todo miembro y coyuntura serán restablecidos a su cuerpo; sí, ni un cabello de la cabeza se perderá, sino que todo será restablecido a su propia y perfecta forma”14. ”Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven”15.

Es excepcionalmente importante lo que hacemos en relación con los que nos han antecedido puesto que ellos viven en la actualidad como espíritus y vivirán otra vez como almas inmortales, y ello, gracias a Jesucristo. Creemos las palabras de él cuando dijo: ”Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”16. Con los bautismos que efectuamos por lo muertos, testificamos que ”…así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados…

”Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.

”Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte”17.

El alcance infinito de la expiación de Cristo

Al buscar el nombre y los datos de nuestros antecesores y al efectuar por ellos las ordenanzas salvadoras que ellos mismos no pudieron efectuar, testificamos del alcance infinito de la expiación de Jesucristo. Jesucristo ”por todos murió”18. ”Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”19.

”…Dios no hace acepción de personas

”sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”20.

”…¿acaso exclama él a alguien, diciendo: Apártate de mí? He aquí, os digo que no; antes bien, dice: Venid a mí, vosotros, todos los extremos de la tierra, comprad leche y miel sin dinero y sin precio”21. Nuestro Señor ”invita a todos… a que vengan a él y participen de su bondad; y a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres; y se acuerda de los paganos; y todos son iguales ante Dios, tanto los judíos como los gentiles”22.

Es inconcebible que esta invitación que se hace a todas las personas que viven en la tierra no se hiciera también a los que no la oyeron antes de morir. Junto con Pablo, estamos convencidos de que la muerte no impone ese obstáculo: ”…ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”23.

Jesucristo, la única fuente de la salvación

Nuestro afán por asegurarnos de que a nuestros parientes fallecidos se les ofrezca el bautismo en elnombre de Jesucristo es un testimonio del hecho de que Jesucristo es ”el camino, y la verdad, y la vida” y de que ”nadie viene al Padre, sino por [él]24. Pedro proclamó: ”Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”25.

”Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”26.

Algunos cristianos contemporáneos, preocupados por los millones de millones que han muerto sin un conocimiento de Jesucristo, han comenzado a preguntarse si de verdad habrá sólo ”un Señor, una fe, un bautismo”27 y dicen que creer que Jesús es el único salvador es arrogante, de mentalidad estrecha e intolerante. Pero nosotros afirmamos que eso es un dilema falso. No hay injusticia en que no haya sino Uno por medio de quien viene la salvación cuando ese Ser único y Su salvación se ofrecen a toda alma, sin excepción. No hace falta que cambiemos la doctrina ni que adaptemos las buenas nuevas de Cristo.

Las condiciones de la salvación establecidas por Cristo

Por motivo de que creemos que Jesucristo es el Redentor, también aceptamos Su autoridad para establecer las condiciones mediante las cuales podemos recibir la gracia de Cristo. De no ser así, no nos interesaría bautizarnos por los muertos.

Jesús confirmó que ”estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida”28. Expresamente, dijo: ”el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”29. Eso significa que debemos ”arrepenti[rnos], y bautiza[rse] cada uno… en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibir[ ] el don del Espíritu Santo”30.

A pesar de que Jesucristo fue sin pecado, él fue bautizado y recibió el Espíritu Santo para testificar ”al Padre que le sería obediente al observar sus mandamientos”31, así como para mostrarnos ”la angostura de la senda, y la estrechez de la puerta por la cual [debemos] entrar, habiéndo[nos] él puesto el ejemplo por delante. Y dijo… A quien se bautice en mi nombre, el Padre dará el Espíritu Santo, como a mí; por tanto, seguidme y haced las cosas que me habéis visto hacer”32.

No se hacen excepciones; no se necesitan. Cuantos creyeren y se bautizaren --incluso por medio de un representante--, y perseveraren con fe hasta el fin serán salvos, ”no sólo los que creyeron después que [Cristo] vino en la carne, en el meridiano de los tiempos, sino que… todos los que fueron desde el principio, sí, todos cuantos existieron antes que él viniese”33. Por esa razón, el Evangelio también se predica ”a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios”34.

La segunda venida de Jesucristo

La obra que efectuamos por los muertos da testimonio de que Jesucristo vendrá de nuevo a esta tierra. En los últimos versículos del Antiguo Testamento, Jehová dice: ”He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.

”El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”35. En un inspirado comentario sobre ese pasaje de las Escrituras, el profeta José Smith dijo: ”la tierra será herida con una maldición, a menos que entre los padres y los hijos exista un eslabón conexivo de alguna clase, tocante a algún asunto u otro; y he aquí, ¿cuál es ese asunto? Es el bautismo por los muertos. Pues sin ellos nosotros no podemos perfeccionarnos, ni ellos pueden perfeccionarse sin nosotros”36.

Las ordenanzas vicarias que efectuamos en los templos, comenzando por el bautismo, hacen posible el eslabón conexivo entre las generaciones que cumple el propósito de la creación de la tierra. Sin eso, ”toda la tierra sería totalmente asolada a [la] venida [de Cristo]”37. Elías el Profeta de hecho ya ha venido, como se prometió, a conferir el poder del sacerdocio que hace volver el corazón [de unos y otros] y establece los eslabones conexivos entre los padres y los hijos, a fin de que de nuevo lo que sea atado en la tierra sea ”atado en los cielos”38. Cuando vino, Elías dijo: ”…se entregan en vuestras manos las llaves de esta dispensación; y por esto sabréis que el día grande y terrible del Señor está cerca, sí, a las puertas”39.

Estamos dedicados de todo corazón a la obra de buscar a nuestros padres y a nuestras madres de las generaciones pasadas y de unirlos a nosotros y unirnos nosotros a ellos. ¿No es ésa la evidencia más contundente de nuestra convicción de que Jesucristo vendrá de nuevo a reinar sobre la tierra? Sabemos que él vendrá y sabemos lo que él espera que habremos hecho en preparación para Su regreso.

En las Escrituras, a veces se dice que los espíritus de los muertos están en tinieblas o encarcelados40. Al meditar en el maravilloso plan de Dios para la redención de ésos, Sus hijos, el profeta José Smith escribió este salmo: ”¡Regocíjense vuestros corazones y llenaos de alegría! ¡Prorrumpa la tierra en canto! ¡Alcen los muertos himnos de alabanza eterna al Rey Emanuel que, antes de existir el mundo, decretó lo que nos habilitaría para redimirlos de su prisión; porque los presos quedarán libres!41.

Nuestro deber se extiende tan lejos y tan profundamente como el amor de Dios para abarcar a Sus hijos de toda época y de todo lugar. Nuestras labores en beneficio de los muertos dan elocuente testimonio de que Jesucristo es el divino Redentor de todo el género humano. Su gracia y Sus promesas llegan incluso a los que en vida no le hallan. Gracias a él, los prisioneros en verdad quedarán libres. En el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. Véase introducción a What About Those Who Have Never Heard?, Three views on the Destiny of the Unevangelized, por Gabriel Fackre, Ronald H. Nash y John Sanders, (1995), pág. 9. Existen varias teorías con respecto a los muertos ”que no han sido evangelizados”, las cuales oscilan desde una inexplicable negación de salvación hasta sueños u otras intervenciones divinas que ocurren en el momento de producirse la muerte, hasta la salvación de todos, incluso sin fe en Cristo. Unos pocos creen que las almas oyen de Jesús después de la muerte. Nadie explica cómo satisfacer el requisito que pronunció Jesús de que las personas deben nacer de agua y del Espíritu para entrar en el reino de Dios (véase Juan 3:3:5). Sin contar con el conocimiento que existió en la Iglesia primitiva, esos ávidos buscadores se han visto, ”forzados a escoger entre la débil ley que [permite] a los que no fueron bautizados entrar en el cielo y un Dios cruel que [condena] al inocente”. Hugh Nibley, Mormonism and Early Christianity, 1987, pág. 101).

  2. Alma 42:15.

  3. Véase Juan 5:25.

  4. Véase 1 Pedro 3:18:20.

  5. D. y C. 138:30, 33.

  6. Véase D. y C. 124, 128, 132; Joseph Smith Jr., The Personal Writings of Joseph Smith, Dean C. Jessee, 1984, pág. 486; The Words of Joseph Smith, Andrew F. Ehat y Lyndon W. Cook, 1991, pág. 49.

  7. Véase D. y C. 124:29:36. La gran construcción de templos en la actualidad por todo el mundo tiene como uno de sus fines principales suministrar el lugar en el cual se pueden efectuar las ordenanzas esenciales para la salvación por los que no tuvieron en vida el privilegio de recibirlas.

  8. ”Las palabras del profeta viviente”, Liahona, agosto de 1998, pág. 16.

  9. Ben Fenton, ”Mormons Using Secret War Files to Save Souls”, The Telegraph (London), 22 de febrero de 1999.

  10. Greg Stott, ”Ancestral Passion”, Equinox, April/May 1998, pág. 45.

  11. Véase Moisés 7:32. Véase también Alma 5:33-36; 42:27.

  12. D. y C. 138:58.

  13. 1 Corintios 15:29.

  14. Alma 40:23.

  15. Romanos 14:9.

  16. Juan 11:25.

  17. 1 Corintios 15:22, 25:26.

  18. Véase 2 Corintios 5:15.

  19. 1 Juan 2:2.

  20. Hechos 10:34:35.

  21. 2 Nefi 26:25.

  22. 2 Nefi 26:33.

  23. Romanos 8:38:39.

  24. Véase Juan 14:6.

  25. Hechos 4:12; véase también 2 Nefi 25:20; Mosíah 5:8.

  26. 1 Timoteo 2:5.

  27. Efesios 4:5; John Hick, The Myth of God Incarnate (1977).

  28. Mateo 7:14.

  29. Juan 3:5.

  30. Hechos 2:38.

  31. 2 Nefi 31:7; véase también Mateo 3:13-17; Marcos 1:9:11; Lucas 3:21:22; Juan 1:29:34.

  32. 2 Nefi 31:9, 12.

  33. D. y C. 20:26.

  34. 1 Pedro 4:6.

  35. Malaquías 4:5-6; véase también3 Nefi 25:5:6; D. y C. 2:1:3.

  36. D. y C. 128:18.

  37. D. y C. 2:3; José Smith--Historia 1:39.

  38. Mateo 16:19; véase también Mateo 18:18, D. y C. 132:46.

  39. D. y C. 110:16.

  40. Véase Isaías 24:22; 1 Pedro 3:19; Alma 40:12:13; D. y C. 38:5; D. y C. 138:22, 30. Se dice que aun los espíritus justos son ”cautivos” fieles que esperan la libertad de las cadenas de la muerte. (Véase D. y C. 138:18:19.)

  41. D. y C. 128:22.