2000–2009
“Alguna gran cosa“
Octubre 2001


“Alguna gran cosa“

“Que todos seamos fieles al hacer las cosas comunes y corrientes que prueban nuestra dignidad, ya que ellas nos guiarán hacia grandes cosas y nos harán merecedores de ellas“.

Mis queridos hermanos del sacerdocio de Dios de todo el mundo, me siento complacido de ser contado como uno de ustedes. Esta noche quisiera desafiar al sacerdocio de la Iglesia a estar más dedicados a hacer las cosas que edifican la fe, el carácter y la espiritualidad. Esas son las obligaciones rutinarias del sacerdocio que debemos hacer cada día, semana, mes, año tras año. La obra de la Iglesia depende de cosas fundamentales, tales como el pago de diezmos, el cuidado de los deberes familiares y del sacerdocio, el cuidado del pobre y del necesitado, el orar diariamente, el estudio de las Escrituras y la noche de hogar, la orientación familiar, la participación en la actividad del quórum y el asistir al templo. Si el Presidente de la Iglesia nos llamara, estaríamos listos, disponibles y dispuestos a hacer “alguna gran cosa“, tal como trabajar en el Templo de Nauvoo, pero muchos no se sienten tan entusiasmados de hacer algunas de esas cosas básicas.

Todos estamos familiarizados con el relato del Antiguo Testamento sobre Naamán, general del ejército sirio, quien era leproso. Una joven sierva israelita dijo a la esposa de Naamán que había un profeta en Israel que podía sanarlo. Naamán fue con sus caballos y su carro a la casa de Eliseo, el cual envió a un mensajero para decirle: “Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio“1.

Jovencitos, ¡ustedes ya saben lo que es cuando muestran las manos a su madre y ella los mandan a lavárselas! Pero Naamán no era un jovencito. él era general del ejército sirio y se sintió ofendido de que Eliseo lo mandara a lavarse en el Jordán. Por lo tanto, “se fue enojado“2. Uno de los siervos de Naamán, con sabiduría, lo reconvino, diciéndole: “si el profeta te mandara alguna cosa, ¿no lo harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?“3Naamán se arrepintió y siguió el consejo del profeta. La lepra desapareció y “su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio“4. En este caso, “alguna gran cosa“ fue extraordinariamente sencilla y fácil de hacer.

En la historia moderna de la Iglesia tenemos ejemplos de marcados contrastes en hombres que fueron altamente favorecidos por el Señor. Uno de ellos, Hyrum Smith, permaneció totalmente fiel y dedicado, aun hasta al dar su propia vida, mientras que el otro, Oliver Cowdery, a pesar de haber sido testigo de “alguna gran cosa“ de la historia de la Restauración, se dejó cegar por su ambición personal y perdió su lugar exaltado en el liderazgo de la Iglesia.

Oliver Cowdery compartió con el profeta José Smith muchos de los acontecimientos extraordinarios de la Restauración, como sus propios bautismos bajo la autoridad de Juan el Bautista, el conferimiento del Sacerdocio Aarónico, las maravillosas apariciones en el Templo de Kirtland y el haber escrito de su puño y letra “todo el Libro de Mormón (salvo algunas pocas páginas) tal como salía de los labios del profeta José Smith“5. Nadie, con excepción del profeta José, fue más honrado con el ministerio de ángeles que Oliver Cowdery.

Pero cuando el profeta José se vio ante tiempos difíciles, Oliver lo criticó y se alejó de él. A pesar de los esfuerzos que hizo el Profeta para tenderle una mano de amistad, se volvió hostil contra el Profeta y con la Iglesia, y fue excomulgado el 12 de abril de 1838.

Pocos años después de la muerte del Profeta, Oliver se arrepintió y expresó su deseo de volver a la Iglesia. En respuesta, Brigham Young le escribió el 22 de noviembre de 1847, invitándolo a “Regresar a la casa de nuestro Padre, de la cual te has alejado, …y a reanudar tu testimonio de la veracidad del Libro de Mormón“6. Oliver compareció ante el quórum de sumos sacerdotes y dijo: “Hermanos, por muchos años he estado separado de ustedes y ahora deseo regresar. Quiero regresar con humildad y ser uno entre ustedes. No busco ningún puesto; sólo quiero volver a ser contado entre ustedes. Estoy fuera de la Iglesia; no soy miembro de ella; deseo volver a ser miembro de la Iglesia. Quiero entrar por la puerta; yo sé cual es. No quiero pedir que se haga ninguna excepción. Vengo con humildad y me entrego a la decisión de este grupo, porque sé que sus decisiones son correctas y deben obedecerse’ “7.

También dio su testimonio con estas palabras: “Amigos y hermanos: Me llamo Cowdery, Oliver Cowdery. En los principios de la historia de la Iglesia yo formaba parte de [ustedes]… Yo… toqué con las manoslas planchas de oro de las cuales se tradujo [el Libro de Mormón]. También tuve en las manos los intérpretes. Ese libro es verdadero. No lo escribió Sidney Rigdon ni lo escribió el señor Spaulding; yo lo escribí a medida que provenía de los labios del Profeta“8. A pesar de que regresó, Oliver perdió su lugar exaltado en la Iglesia.

En contraste, el presidente Heber J. Grant dijo de Hyrum Smith: “No existe mejor ejemplo del amor de un hermano mayor que el que se manifestó en la vida de Hyrum Smith hacia el profeta José Smith… Eran tan unidos, afectuosos y cariñosos entre sí como lo pudiesen ser hombres mortales… Nunca hubo una partícula de celos en el corazón de Hyrum Smith. Ningún hombre mortal podría haber sido más leal, más verídico, más fiel en la vida o en la muerte que Hyrum Smith hacia el profeta del Dios viviente“9.

él respondió a toda necesidad y pedido de su hermano menor José, quien guió la Iglesia y recibió las revelaciones que tenemos en la actualidad. Hyrum fue constante día con día, mes con mes, año tras año.

Después de la muerte de su hermano Alvin, Hyrum terminó de construir la casa de armazón blanca para sus padres. Después que José hubo recibido las planchas de oro, Hyrum proporcionó la caja de madera para guardarlas y protegerlas. Cuando las planchas se hubieron traducido, José confió a Hyrum la copia impresa del manuscrito. Hyrum, a menudo acompañado por Oliver Cowdery, llevaba a diario hojas a la imprenta y pasaba a recogerlas10.

Hyrum trabajaba como agricultor y obrero para mantener a su familia, pero después de que la Iglesia se organizó en 1830, aceptó el llamamiento para presidir la Rama Colesville. Junto con su esposa e hijos se fue a vivir con la familia de Newell Knight, donde pasó la mayor parte del tiempo “predicando el Evangelio cada vez que encontraba a quien quisiera escucharle“11. Como buen misionero, no sólo predicó cerca de su casa sino que también fue a la costa este y al sur de los Estados Unidos. En 1831, fue con John Murdock a Misuri y predicó a lo largo del camino12.

Cuando en 1833 se anunció la construcción del Templo de Kirtland, Hyrum tomó inmediatamente su guadaña y limpió de malezas el predio del templo y comenzó a cavar para poner los cimientos. En 1834, cuando se organizó el Campo de Sión, Hyrum ayudó a Lyman Wight a reclutar miembros para el campo y guió a un grupo de santos desde Michigan a Misuri.

Al ser probado de ese modo en las cosas pequeñas, Hyrum fue llamado como Presidente Auxiliar de la Iglesia en diciembre de 1834. Prestó servicio bajo la dirección de su hermano menor, el profeta José. Siempre fue una fuente de fortaleza y consuelo para su hermano, ya fuera en el servicio de la Iglesia o en la cárcel de Liberty. Cuando empezaron las persecuciones y José huyó de la chusma en 1844, Hyrum fue con él. Mientras se encontraban a la orilla del río, pensando si debían regresar, José se volvió a Hyrum y le dijo: “Tú eres el mayor, ¿qué hacemos?“.

“Regresemos y entreguémonos y afrontemos lo que sea“13, respondió Hyrum.

Regresaron a Nauvoo y fueron llevados a Carthage donde murieron como mártires, con minutos de diferencia el uno del otro. Hyrum había sido fiel a su responsabilidad, aún hasta al dar su propia vida. En todo respecto, fue un discípulo del Salvador; pero fueron sus esfuerzos cotidianos los que lo hicieron verdaderamente grande. En cambio, Oliver Cowdery fue grande cuando palpó las planchas y fue asistido por ángeles, pero cuando le fue requerido perseverar fielmente ante las pruebas y los desafíos cotidianos, Oliver flaqueó y se alejó de la Iglesia.

No probamos nuestro amor por el Salvador sólo al hacer “alguna gran cosa“. Si el Profeta personalmente les pidiera ir a una misión en algún lugar extraño y exótico, ¿irían? Con seguridad harían todo lo posible por ir. Pero, ¿qué decimos del pago de diezmos?, ¿del llevar a cabo la orientación familiar? Demostramos nuestro amor por el Salvador al llevar a cabo pequeños actos de fe, devoción y bondad por los demás, los cuales definen nuestro carácter. Eso se demostró muy bien en la vida del doctor George R. Hill III, que fue Autoridad General y falleció hace pocos meses.

El élder Hill fue una autoridad mundial en el campo del carbón y un renombrado científico. Recibió varios premios y honores por sus logros científicos. Fue decano del Colegio Universitario de Minas y Recursos Minerales y profesor de ingeniería de la Universidad de Utah. Pero como persona, el élder Hill era humilde, modesto y totalmente dedicado. Prestó servicio como obispo de tres barrios diferentes y como Representante Regional antes de ser llamado como Autoridad General. Después de haber sido relevado de Autoridad General, sirvió como consejero en un obispado. Su último llamamiento, cuando ya su salud comenzaba a decaer, fue como director de envasados de estaca y miembro del coro de barrio. él cumplió esos últimos llamamientos con la misma dedicación con la que cumplió todos los demás. Hizo todo lo que se le pidió hacer; no tuvo que ser “alguna cosa grande“.

Como dijo un amigo mío una vez: “Cuando sacrificamos nuestros talentos o nuestros honores terrenales o académicos o nuestro tiempo cada vez más limitado sobre el altar de Dios, ese acto de sacrificio une nuestro corazón al de él y sentimos que nuestro amor por El aumenta“.

“Cuando prestamos cualquier servicio en el reino, —ya sea enseñando una lección… o envasando en la Manzana de Bienestar— nos será de mucho menos beneficio si sólo lo vemos como algo que ’debemos hacer’… Pero si en cambio imaginamos que estamos depositando sobre el altar de Dios nuestros talentos o la dedicación de nuestro tiempo, como el asistir a una inoportuna reunión de la Iglesia, entonces nuestro sacrificio se convierte en un acto personal y de adoración hacia él“14.

Un relato que compartió con nosotros nuestro amado compañero, el élder Henry B. Eyring, ilustra aún más ese principio de dedicación. Este relato es acerca de su padre, el gran científico Henry Eyring, que prestó servicio en el sumo consejo de la Estaca Bonneville. él era responsable de la granja de la estaca, en la que había un campo de cebollas al que debían mantener desmalezado. En esa época, él tenía casi ochenta años y padecía de un doloroso cáncer de huesos. él se asignó a sí mismo la tarea de sacar las hierbas aun cuando el dolor era tan intenso que tenía que echarse boca abajo y arrastrarse con los codos. El dolor era demasiado fuerte para permitirle arrodillarse. Pero aún así sonreía, se reía y hablaba feliz con los demás que habían ido ese día a desmalezar el campo de cebollas. Ahora voy a citar lo que el élder Eyring dijo al respecto:

“Una vez que el trabajo estuvo terminado y se desmalezaron las cebollas, alguien le dijo: ’Henry, tú no sacasteesashierbas, ¿verdad? A esas se les roció con químicos hace dos días, y se hubieran secado de todas formas’.

“Papá no podía contener la risa. él pensó que era lo más divertido; pensó que lo que le había pasado era algo muy chistoso. Todo ese día había trabajado sacando las hierbas equivocadas; ésas habían sido rociadas químicamente y hubieran muerto de todos modos.

“Yo le pregunté: ’Papá, ¿cómo puedes reírte de algo así?’…

“él me dijo algo que nunca olvidaré: ’Hal, yo no estaba allí para sacar malezas’“15.

Las pequeñas cosas pueden tener un gran potencial. La televisión, que es una gran bendición para la humanidad, fue concebida por un adolescente en Idaho mientras hacía surcos derechos en el campo de su padre con una rastra de discos. él pensó que podría transmitir líneas rectas desde un aparato de disección de imágenes para ser reproducidas en otro16. En ocasiones no vemos el potencial de hacer cosas que parecen insignificantes. Ese muchacho de 14 años estaba haciendo un trabajo común y corriente cuando esa extraordinaria idea le vino a la mente. Como Nefi dijo una vez: “Y así vemos que por pequeños medios el Señor puede realizar grandes cosas“17.

Jóvenes, ustedes son una generación escogida para quienes el futuro encierra grandes promesas. El futuro puede requerirles que compitan con otros jóvenes en un mercado mundial; necesitan capacitación especial. Es posible que sean elegidos para ser capacitados, no por haber logrado algo grande o extraordinario, sino porque obtuvieron el premio Scout águila, el Premio Mi deber a Dios, se graduaron de seminario o sirvieron una misión.

En la parábola de los talentos, a quien había aumentado sus talentos se le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor“18. Que todos seamos fieles al hacer las cosas comunes y corrientes que prueban nuestra dignidad, ya que ellas nos guiarán hacia grandes cosas y nos harán merecedores de ellas. Testifico de ello en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. 2 Reyes 5:10.

  2. 2 Reyes 5:12.

  3. 2 Reyes 5:13.

  4. 2 Reyes 5:14.

  5. Reuben Miller, Journal, 1848 –1849, Family and Church History Department Archives, 21 de octubre de 1848; puntuación y ortografía actualizadas.

  6. Carta de Brigham Young a Oliver Cowdery, 22 de noviembre de 1847, citada por Susan Easton Black enWho’s Who in the Doctrine & Covenants, 1997, pág. 76.

  7. Citado por el presidente Gordon B. Hinckley, véase “Magnifiquemos nuestro llamamiento“,Liahona,julio de 1989, pág. 59

  8. Citado por el presidente Gordon B. Hinckley, véase “Magnifiquemos nuestro llamamiento“,Liahona,julio de 1989,pág. 59

  9. Heber J. Grant, “Hyrum Smith and His Distinguished Posterity“,Improvement Era, agosto de 1918, págs. 854 –855.

  10. Ronald K. Esplin, “Hyrum Smith, The Mildness of a Lamb, the Integrity of Job,“Ensign, febrero de 2000, pág. 32.

  11. “Newel Knight’s Journal,“ de “Scraps of Biography“ enClassic Experiences and Adventures,1969, pág. 65.

  12. Véase D. y C. 52:8 –10.

  13. Véase Hyrum Smith—Patriarch, tal como se cita en la revistaEnsign, febrero de 2000, pág. 36.

  14. James S. Jardine, “Consecration and Learning,“On Becoming a Disciple-Scholar, 1995, pág. 80.

  15. Henry B. Eyring, “Waiting upon the Lord,“ charla fogonera efectuada en la Universidad de Brigham Young, 30 deseptiembre de 1990, págs. 7 –8.

  16. Historia de Philo Farnsworth,“Dr. X’s Instant Images“,U.S. News & World Report, 17 de agosto de 1998,pág. 44.

  17. 1 Nefi 16:29.

  18. Mateo 25:23.