2000–2009
Qué firmes nuestros cimientos
Abril 2002


Qué firmes nuestros cimientos

“El cimiento de nuestra fe individual, si está asegurado firmemente a la verdad eterna, nos permite acudir a lo alto con una perspectiva eterna”.

Hace dos décadas, cuando estaba por construirse un templo en la ciudad de México, los arquitectos enfrentaron un gran desafío. Debido a que la ciudad de México está ubicada sobre una meseta que está asentada en agua, con el paso del tiempo algunos de sus edificios se hunden o se ladean. La construcción de un templo requirió cimientos especiales. Se clavaron en la tierra, a más de treinta metros de profundidad, doscientos veintiún pilares enormes1 de cemento reforzado. ‘A esos pilares se aseguraron abrazaderas de acero que se sujetaron a una unidad que se puede ajustar si es necesario a fin de mantener el edificio nivelado2. Con esos cimientos invisibles, pero seguros, ese templo permanece hoy día firme y derecho.

Para que cualquier edificio, institución o persona permanezca firme, necesita un cimiento seguro. Teniendo eso presente, consideremos el cimiento de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; veamos cómo el sólido cimiento de la Iglesia da apoyo a nuestro cimiento de fe como miembros individuales de la Iglesia.

I. El cimiento de la iglesia de jesucristo de los santos de los últimos días

Esta Iglesia descansa en un cimiento singular, asegurado firmemente a un lecho de verdades eternas. Hermanos y hermanas, la santa causa en la que estamos embarcados no se inició en 1820 en el estado de Nueva York; no comenzó en Belén; no empezó en el Jardín de Edén. Los cimientos del Evangelio sempiterno ya estaban establecidos incluso antes de que el mundo fuese.

Esta verdad se recalca repetidamente en las Santas Escrituras. He estudiado las Escrituras en cuanto a esa porción de la eternidad antes de que se formase la tierra; pero no se preocupen, no las citaré todas, sino que incluiré algunas de esas referencias en el texto publicado de este mensaje. Esas verdades invisibles y eternas constituyen “pilares preterrenales” que dan apoyo a los cimientos de esta Iglesia.

El plan de redención y la posibilidad de lograr una herencia en el reino de Dios

El plan de salvación se preparó antes de la fundación de la tierra3; contenía la gloriosa posibilidad de obtener una herencia divina en el reino de Dios4.

La expiación de Jesucristo

La parte central de ese plan era la expiación de Jesucristo. En los consejos preterrenales, Él fue preordenado por Su Padre para expiar nuestros pecados y romper las ligaduras de la muerte física y de la espiritual5. Jesús declaró: “…yo soy el que fue preparado desde la fundación del mundo para redimir a mi pueblo… En mí todo el género humano tendrá vida, y la tendrá eternamente, sí, aun cuantos crean en mi nombre”6. Más tarde, Pablo agregó que la Iglesia está edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”7.

La oposición del Adversario

Incluso antes de que se formase el mundo, Satanás se opuso al Señor8. Él y sus seguidores siempre han luchado contra la obra sagrada del Salvador y continuarán haciéndolo.

La preordenación para recibir y conferir el sacerdocio

Antes de la fundación del mundo, todos existimos como hijos espirituales con nuestro Padre Celestial. Entre nosotros había hombres nobles y grandes que fueron preordenados para ser portadores del sacerdocio9. Abraham10, Jeremías11, José Smith12 y otros13, fueron destinados para llegar a ser profetas de Dios. También se previó que la sangre de los profetas se derramaría en esta santa causa14. La manera de conferir el sacerdocio habría de venir de los padres “desde que comenzó el tiempo… aun… antes de la fundación de la tierra”15.

Se da poder a las hermanas para glorificar a Dios

Las hermanas reciben dones especiales; a ellas, según el Señor, se les dio el poder “para multiplicarse y henchir la tierra, de acuerdo con mi mandamiento, y para cumplir la promesa dada por mi Padre antes de la fundación del mundo… para su exaltación en los mundos eternos, a fin de que engendren las almas de los hombres… en esto se perpetúa la obra de mi Padre, a fin de que él sea glorificado”16. Piensen en ello: cuando una madre da a luz un hijo y lo cuida, no sólo ayuda a que la tierra cumpla el objeto de su creación17, ¡sino que glorifica a Dios!

Los hijos del convenio

Los hijos del convenio fueron apartados en el reino premortal. Pablo enseñó que el Señor “nos escogió en él antes de la fundación del mundo”18.

Las bendiciones se basan en la obediencia a la ley

Posteriormente se establecieron condiciones que nos permitieron recibir las bendiciones de Dios, basadas en la obediencia a las leyes sobre las cuales esas bendiciones se basaban19.

En los últimos días se habrán de revelar cosas sagradas

Otro de los pilares tiene que ver con la revelación reservada para los últimos días. Por mucho tiempo, el Señor tenía pensado revelar “cosas escondidas desde la fundación del mundo”20. Entre ellas se incluían las revelaciones que están registradas en el Libro de Mormón21. El Señor dijo al profeta José Smith:22 “…me propongo revelar a mi iglesia cosas que han estado escondidas desde antes de la fundación del mundo, cosas que pertenecen a la dispensación del cumplimiento de los tiempos”23.

La redención de los muertos

El Señor reveló que “la ordenanza del bautismo por los muertos… se instituyó desde antes de la fundación del mundo”24. De este modo, la salvación se puso al alcance “de los muertos que fallecieran sin el conocimiento del evangelio”25. Se proporcionó un eslabón conexivo entre las generaciones, a fin de que se llevara a cabo una unión entera, completa y perfecta de dispensaciones, llaves, poderes y glorias26.

Hermanos y hermanas, esos pilares invisibles pero seguros estaban en su lugar antes de que el mundo fuese; dan apoyo al Evangelio sempiterno, que ha sido restaurado en su plenitud27. Con cimientos como esos, esta Iglesia no será movida de su lugar28, incluso a través del milenio29.

II. Los cimientos de los miembros individuales de la iglesia

Así como los edificios e instituciones tienen cimientos, nosotros como personas también tenemos cimientos que dan apoyo a nuestra fe; algunos son débiles, otros fuertes; podemos flaquear “semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”30 o podemos encontrarnos en un firme cimiento y asegurarnos con abrazaderas de acero espiritual, arraigadas y cimentadas a los pilares eternos del Evangelio31.

El presidente Gordon B. Hinckley ha pedido que a los nuevos conversos a la Iglesia se les fortalezca mediante un amigo, un llamamiento a servir y al ser nutridos por la buena palabra de Dios32. A menudo cantamos “¡Qué firmes cimientos, oh santos de Dios, tenéis por la fe en Su palabra de amor!”33. Cuando recibimos esa palabra de Dios que nutre, nos deleitamos en Su amor34.

Recordemos: “…es sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo de Dios, donde debéis establecer vuestro fundamento, para que cuando el diablo lance sus impetuosos vientos… cuando todo su granizo y furiosa tormenta os azoten, esto no tenga poder para arrastraros al abismo de miseria y angustia sin fin, a causa de la roca sobre la cual estáis edificados, que es un fundamento seguro”35.

Incluso los cimientos firmes no pueden prevenir las dificultades de la vida. Los hijos descarriados llevan angustias a los padres; algunas familias divididas nunca se vuelven a unir; los asuntos relacionados con la identidad sexual se mal interpretan; por alguna razón, hay matrimonios que no son bendecidos con hijos. Incluso hoy en día, se dejan “ir impunes al culpable y al malvado por causa de su dinero”36. Parecería que algunas cosas simplemente no son justas37.

Sin embargo, con cimientos fuertes, estamos en mejores condiciones de buscar la ayuda del Señor, aun al enfrentar interrogantes que no se pueden resolver fácilmente. El poeta escribió:

Quién eres Tú, no lo sé,

pero de algo estoy seguro:

las estrellas de Tus cielos

como plata brillan en lo oscuro.

Viento sin huellas has mandado,

que va sin rumbo ni armonía;

un muro de color has levantado,

entre la noche y el día.

Has hecho florecer la flor

y las estrellas brillar;

joyas de inmenso valor

de la mina arrebatar.

Pero de Tu más grandioso arte,

de Tu plan, el más supremo,

has puesto el anhelo de buscarte

en el corazón del hombre bueno38.

Aunque no sabemos todas las cosas39, sabemos que Dios vive y que nos ama40. Al encontrarnos en un cimiento firme, podemos mirar hacia lo alto y encontrar la fortaleza para soportar las pesadas cargas de la vida.

Por ejemplo, rindo honor a esas almas especiales que enfrentan los desafíos de la paternidad con fe inquebrantable en su Hacedor. A una familia muy querida para la hermana Nelson y yo, recientemente les nació un hijo, el cual padecía de varias anomalías que afectaban casi todos los sistemas de su cuerpecito. En su primera semana de vida fue necesario hacerle dos operaciones, y se le tendrán que hacer más. Al hablar con los padres del niño, ellos no preguntaron: “¿Por qué nos sucedió esto?”. En vez de ello, dijeron: “Sabemos que este niño es para nosotros; Dios nos ha confiado esa criatura especial; lo amaremos y lo cuidaremos lo mejor que podamos”. ¡Gracias a Dios por padres como esos!

Hace poco, falleció repentinamente y sin advertencia el esposo de una amiga nuestra. La hermana de ella escribió estas palabras sobre su propia hermana: “Al contemplar los años y días pasados, ella se maravilla al reconocer habilidades y experiencias específicas que le fueron dadas por un amoroso Padre, cosas que por el momento habrían parecido normales, pero que la han preparado específicamente para soportar esta trágica pérdida. En vez de sentirse abandonada y amargada, se siente consolada y protegida… Ella me dijo: ‘Cuando veo la forma tan precisa en que mi Padre Celestial me ha preparado para esta situación, ¿cómo puedo temerle al futuro? De seguro Él está disponiendo hoy mismo todo lo que necesitaré para hacer frente a los momentos de incertidumbre que están por venir’ ”41.

He recibido una carta inolvidable de un misionero que decía: “Todavía no estoy seguro de la razón por la que [contraje cáncer], particularmente mientras servía al Señor en una misión, pero puedo decir con toda sinceridad que estoy eternamente agradecido a un bondadoso Padre Celestial por permitirme tener esa experiencia… No hay día que pase”, continuó, “en que no piense en los días que pasé en el hospital sufriendo debido a la quimioterapia o del dolor de otra operación… No hay día que no piense en los días que pasé estudiando las Escrituras, en especial el Libro de Mormón, y que recuerde los enormes sentimientos de consuelo y paz que sentí. Muchas veces pienso en las noches en que me iba a acostar y oraba con fervor a mi Padre Celestial y le daba las gracias por preservarme la vida”. Luego, el élder prosiguió a compartir estas maravillosas noticias: “Esta semana fui a ver al doctor y… no ha encontrado ninguna evidencia de enfermedad en mi cuerpo”42. ¡Amo a esos fieles misioneros!

¿Cuán firme es nuestro cimiento? El cimiento de esta Iglesia se forjó mucho antes de que el mundo fuese; es fuerte; es verdadero; es eterno. El cimiento de nuestra fe individual, si está asegurado firmemente a la verdad eterna, nos permite acudir a lo alto con una perspectiva eterna43. Esa fe brindará esperanza cuando no haya esperanza; nos dará gozo aquí y vida eterna en el más allá. De ello testifico, en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. Cada pilar era de 45 cm. de diámetro.

  2. Véase Pioneer in Guatemala, John Forres O’Donnal, 1997, pág. 288.

  3. Véase 1 Nefi 10:18; Mosíah 15:19; Alma 12:25, 30; 18:39; 22:13–14; 42:26; D. y C. 76:12–13.

  4. A los habitantes del Viejo Mundo, el Señor dijo: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34). A los habitantes de la antigua América también se les enseñó que “aquellos que han creído en el Santo de Israel… heredarán el reino de Dios que fue preparado para ellos desde la fundación del mundo” (2 Nefi 9:18; véase también Éter 4:19).

  5. Véase Juan 17:5, 24; 1 Pedro 1:19–20; Mosíah 4:6–7; 18:13; 3 Nefi 26:3–5; D. y C. 93:7–9; Moisés 5:57; TJS Génesis 5:43; TJS Génesis 14:30–31.

  6. Éter 3:14.

  7. Efesios 2:20.

  8. Véase TJS Apocalipsis 12:6–8.

  9. Véase Alma 13:3, 5, 7; D. y C. 132:28; 138:55–56; Abraham 3:22–23.

  10. Véase Abraham 3:23.

  11. Véase Jeremías 1:4–5.

  12. Véase 2 Nefi 3:5–15; D. y C. 127:2; 138:53–55.

  13. Véase D. y C. 138:53.

  14. Véase Lucas 11:49–51.

  15. Abraham 1:3.

  16. D. y C. 132:63.

  17. Véase D. y C. 49:16–17.

  18. Efesios 1:4; véase también el versículo 5. Pablo también enseñó que el poder de Dios “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo… que nos fue da[do] en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9; véase también D. y C. 38:1–4; Abraham 3:22–26). Es importante notar que el Libro de Mormón sirve “para mostrar al resto de la casa de Israel cuán grandes cosas el Señor ha hecho por sus padres; y para que conozcan los convenios del Señor” (portada del Libro de Mormón).

  19. Véase D. y C. 130:20–21; 132:5, 11–12.

  20. Mateo 13:35.

  21. 2 Nefi 27:10.

  22. Véase D. y C. 124:40–41.

  23. D. y C. 124:41.

  24. D. y C. 124:33.

  25. D. y C. 128:5.

  26. Véase D. y C. 128:18.

  27. Véase Hechos 3:20–21.

  28. Véase Daniel 2:28, 31–44; D. y C. 65:2–6; 124:45.

  29. Véase Bruce R. McConkie, The Millennial Messiah, 1982, pág. 672.

  30. Santiago 1:6.

  31. Véase Efesios 3:17–19; Colosenses 2:6–7.

  32. Véase “Pensamientos sobre los templos, la retención de conversos y el servicio misional”, Liahona, enero de 1998, pág. 57; véase también Jacob 6:7; Moroni 6:4.

  33. Himnos, Nº 40; véase también 2 Nefi 28:27–30.

  34. Véase Jacob 3:2.

  35. Helamán 5:12. Recuerden que el hombre sabio edifica su casa sobre la roca y no sobre la arena (véase Mateo 7:24–27).

  36. Helamán 7:5.

  37. El que las cosas parezcan ser “justas” se relacionan con los límites de la perspectiva de la persona. Pablo enseñó: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres” (1 Corintios 15:19).

  38. Harry Kemp,God the Architect”, Masterpieces of Religious Verse, ed. James Dalton Morrison, 1948, págs. 46–47.

  39. Comparada a la omnisciencia de nuestro Creador, sabemos relativamente poco acerca de los dinosaurios o de los detalles de la Creación, por ejemplo. Pero una cosa sí sabemos: “Sí, en verdad te digo que el día en que el Señor venga, él revelará todas las cosas: cosas que han pasado y cosas ocultas que ningún hombre conoció; cosas de la tierra, mediante las cuales fue hecha, y su propósito y estado final; cosas sumamente preciosas; cosas que están arriba y cosas que están abajo; cosas que están dentro de la tierra y sobre la tierra y en el cielo” (D. y C. 101:32–34; véase también 121:29–32).

  40. Véase 1 Nefi 11:16–17.

  41. Virginia H. Pearce, en Why I Believe, 2002, págs. 245–246.

  42. Correspondencia personal, 15 de enero de 2002.

  43. Nuestra probación terrenal se ha comparado al segundo acto de una escena de tres. Cuando se baja el telón en el segundo acto, la obra no ha terminado. Sin la perspectiva que se obtiene del primero y del tercer actos, el segundo podría parecer demasiado corto, demasiado largo, demasiado difícil o demasiado confuso. Cuando sabemos todo lo ocurrido en los tres actos, el segundo cobra mayor significado; por eso es preciso tener una perspectiva eterna.